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sábado, 26 de enero de 2008

84 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DEL CAMARADA LENIN:

84 ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE LENIN

El mundo recuerda el 21 de enero de 1924 como la fecha en la que falleció Vlladimir Ilinch Lenin, el legendario conductor de la Revolución Rusa. Sus ideas, hoy en plena vigencia, siguen sin embargo observadas y atacadas por los oportunistas de siempre por quienes prefrieren colocarse a la sombra de Guelfand, Alexander Lazarovich (Parvus); o cubrirse con la retórica de Tsederbaum, Yuli Osipocivh (Martov).

Para enfrentarlos también aquí, nos complace recoger un texto referido al debate leninista en los primeros años del siglo XX y que corresponde al tomo 6 de las Obras Completas de Lenin.

“El libro de Lenin ¿Qué hacer?, aparecido en 1902, desempeñó un papel relevante en la lucha por el partido obrero marxista. Lenin fundamentó y desarrolló en él, aplicando a la nueva situación histórica, las ideas de Marx y Engels acerca del partido como fuerza revolucionaria, dirigente y organizadora del movimiento obrero, elaboró los fundamentos de la teoría del partido de nuevo tipo, del partido de la revolución proletaria.

En esta admirable obra del marxismo revolucionario los socialdemócrata rusos hallaron respuesta a los interrogantes que les preocupaban: la correlación del elemento consciente y elemento espontáneo en el movimiento obrero, el partido como guía política del proletariado, el papel de la socialdemocracia rusa en la revolución democrático burguesa que se avecinaba, las formas de organización, las vías y los métodos de creación de un combativo partido proletario revolucionario.

El libro ¿Qué hacer? Concluyó la derrota ideológica del economismo, considerado por Lenin como una variedad del oportunismo internacional (el bersteinianismo) en el terreno de Rusia.

Lenin puso al desnudo las raíces del oportunismo en las filas de la Social democracia: la influencia de la burguesía y de la ideología burguesa sobre la clase obrera, la prosternación ante la espontaneidad del movimiento obrero y la subestimación del papel y la conciencia socialista en el movimiento obrero.

Escribió que la tendencia oportunista formada en el seno de la socialdemocracia internacional a fines del siglo XIX y comienzos del XX y que había intentado revisar el Marxismo bajo la bandera de “la libertad de crítica”, copiaba por entero sus teorías de las publicaciones burguesas, que la decantada “libertad de crítica” no era otra cosa que las “libertad de hacer de la socialdemocracia un partido demócrata de reformas, la libertad de introducir en el socialismo ideas burguesas y elementos burgueses.

Lenin mostró que entre la ideología socialista del proletariado y la ideología burguesa se libra una lucha incesante e implacable: “el problema se plantea solamente así: ideología burguesa o ideología socialista. No hay término medio… Por eso, todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea separarse de ella significa fortalecer la ideología burguesa”.

La conciencia socialista, explicaba, no surge del movimiento obrero espontáneo, la introduce en el movimiento obrero el partido marxista revolucionario. Y una tarea importantísima del partido proletario es combatir por la pureza de la ideología socialista, contra la influencia burguesa sobre la clase obrera, contra los oportunistas.

Conductores y portadores de la ideología burguesa en el movimiento obrero. Lenin revelo el gran valor que tiene la teoría del socialismo científico para el movimiento obrero, para toda la actividad del partido marxista revolucionario de la clase obrera: “Sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia, puede cumplir la misión de combatiente de vanguardia”.

Lenin señalaba que la teoría de vanguardia tenía un significado muy grande, sobre todo para la socialdemocracia de Rusia dadas las peculiaridades históricas de su desarrollo y las tareas revolucionarias que tenía planteadas.

En el libro ¿Qué hacer? como en las otras obras leninianas del periodo de Iskra, se dedica seria atención a fundamentar la táctica del proletariado de Rusia y de su partido. La clase obrera, escribió Lenin, debe y puede encabezar el movimiento democrático general del pueblo contra el régimen autocrático-terrateniente, convertirse en vanguardia de todas las fuerzas revolucionarias y oposicionistas de la sociedad rusa.

Por eso, una tarea importantísima de la socialdemocracia de Rusia, una de las condiciones inexcusables de la educación política del proletariado consistía en organizar por doquier denuncias políticas de la autocracia.

Este era uno de los “problemas candentes” del movimiento socialdemócrata en Rusia.Los economistas predicaban concepciones profundamente erróneas y nocivas acerca de la lucha de clases del proletariado, limitándola al terreno de la lucha económica, sindical. Tal política, política tradeunionista, conducía inevitablemente al movimiento obrero a supeditarlo a la ideología burguesa y a la política burguesa.

En contraste con esta línea oportunista, Lenin formuló y fundamentó el importantísimo postulado del marxismo-leninismo sobre la significación primordial de la lucha política en el desarrollo de la sociedad, en la lucha proletaria por el socialismo:“Los intereses más esenciales y decisivos de las clases pueden satisfacerse únicamente por medio de transformaciones políticas radicales de carácter general; en particular, el interés económico fundamental del proletariado sólo puede beneficiarse por medio de una revolución política que sustituya la dictadura de la burguesía con la dictadura del proletariado”.

En homenaje a Lenin y en rechazo a quienes hoy reniegan de sus enseñanzas, recusan la lucha de clases y consideran obsoletas las principales experiencias del proletariado; reafirmamos nuestra convicción revolucionaria.

FUENTE.. NUESTRA BANDERA

Edición de: Prensa Popular Comunistas Miranda


http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/

IRAK: EN IRAK HA LLEGADO EL MOMENTO DE AMOTINARSE CONTRA EL DOMINIO IMPERIALISTA YANKY

Este no es más que otro ejemplo de la incompetencia letal que debería llevar a todas las personas que aún apoyan la política estadounidense en Irak a una conclusión inevitable: ha llegado el momento de amotinarse.



 Por Naomi Klein
¿Podemos por favor dejar de hablar de un cenagal cuando nos referimos a Irak? En Irak, los Estados Unidos no se están hundiendo en un pantano, ni en una ciénaga: están en caída libre de un precipicio. Lo único que cabe preguntarse ahora es: ¿quién seguirá a Bush en este precipicio, y quién se negará a saltar?
Afortunadamente, cada vez son más los que eligen la segunda opción. El último mes de la agresión estadounidense en Irak -mayo- ha inspirado lo que sólo puede ser descrito como un motín: de repente, oleadas de soldados, de trabajadores y de políticos bajo el mando de las autoridades de ocupación estadounidenses han empezado a negarse a obedecer las órdenes y a abandonar sus puestos. Primero fue España quien anunció que retiraría sus tropas, después Honduras, República Dominicana, Nicaragua y Kazajstán. Las tropas de Corea del Sur y Bulgaria se replegaron en sus bases, y Nueva Zelanda está retirando a sus ingenieros. Es muy probable que El Salvador, Noruega, los Países Bajos y Tailandia sean los próximos en seguir sus pasos.
Y está también el ejército iraquí, controlado por EEUU. Desde la última oleada de combates, sus soldados están entregando las armas a los combatientes de la resistencia del sur y se niegan a luchar en Faluya. A fines de abril, el comandante general Martin Dempsey, comandante de la 1ª División Acorazada, informó de que “cerca de un 40% han abandonado sus puestos de trabajo debido a la intimidación. Y, de hecho, más o menos un 10% ha estado trabajando en contra de nosotros”.
Y no son sólo los soldados iraquíes lo que han estado abandonando la ocupación. Cuatro ministros del consejo de gobierno iraquí han dimitido como protesta; y la mitad de los iraquíes que trabajan en la impenetrable “zona verde” -como traductores, conductores, personal de limpieza- no acuden a sus puestos. Pequeños signos de amotinamiento están apareciendo incluso entre los rangos del ejército estadounidense: los soldados Jeremy Hinzman y Brandon Hughey han solicitado asilo en Canadá como objetores de conciencia, y el sargento Camilo Mejía se enfrenta a un consejo de guerra por negarse a volver a Irak alegando que ya no sabía para qué se estaba luchando.