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domingo, 7 de septiembre de 2008

LA CIA ANTES Y AHORA

Por: Mark Engler y Jeremy Varon

Hace cincuenta años, en junio de 1954, la Agencia Central de Inteligencia cometió uno de los pecados cardinales de la política exterior norteamericana. En ese mes Jacobo Árbenz, elegido democráticamente presidente de Guatemala, fue depuesto en un golpe de estado planeado y coordinado por operativos de la CIA. Árbenz, un moderado, había propuesto que las! tierras no cultivadas pertenecientes a grandes terratenientes como United Fruit Company (ahora Chiquita) fueran distribuidas entre agricultores pobres. Documentos desclasificados en 1997 muestran que en respuesta a esta propuesta de reforma la CIA, actuando con la aprobación del presidente Eisenhower, dirigió una campaña de propaganda contra Árbenz, sembró la deslealtad entre los militares guatemaltecos, y armó una insurgencia rebelde

Leer completo en Tribuna Popular en el enlace:

http://www.pcv-venezuela.org/index.php?option=com_content&task=view&id=765&Itemid=67

EL EFECTO CNN

Por: Thierry Meyssan (*)
Concebida inicialmente para impedir que la información fuese falsificada en cualquier sentido, la información en tiempo real se ha transformado paradójicamente en un espectáculo en que la veracidad es algo accesorio. Debido al lugar central que ocupa en este sistema, la CNN se ha convertido en un instrumento de propaganda global, como lo muestra Thierry Meyssan en una conferencia brindada en la Accademia Nazionale de la Politica, cuyo texto reproducimos integralmente.

En 1990-1991, la operación «Tormenta del Desierto» movilizó una amplia coalición internacional para obligar a Irak a retirarse de Kuwait. La opinión pública de los Estados implicados se unificó en torno a una fuente común de información: la CNN. La cadena estadounidense, creada hace 10 años, se ha metamorfoseado en una cadena con audiencia internacional y ha impuesto al resto del mundo su concepto de «información

Leer completo en Tribuna Popular, en el enlace:

http://www.pcv-venezuela.org/index.php?option=com_content&task=view&id=1440&Itemid=52

LA LLAMA ETERNA

Por: Fidel Castro Ruz (*)

Esta es una reflexión política. Para decirlo más exactamente: es otra proclama. Hoy se cumple un año exacto de la primera, el 31 de julio del 2006. Pero el año transcurrido vale por 10 en cuanto a la posibilidad de vivir una experiencia única que me aportó información y conocimientos sobre cuestiones vitales para la humanidad, que he transmitido con toda honradez al pueblo de Cuba.

Ahora me acosan con preguntas sobre el momento en que volveré a ocupar lo que algunos llaman el poder, como si tal poder fuera posible sin independencia. Hay un poder real y destructivo en el mundo, emanado de un imperio decadente que a todos amenaza.

El propio Raúl se ha encargado de responder que cada decisión importante a medida que me iba recuperando era consultada conmigo. ¿Qué haré? Luchar sin descanso como lo hice toda la vida.

Al cumplirse un aniversario de la Proclama, comparto con el pueblo la satisfacción de observar que lo prometido se ajusta a la inconmovible realidad: Raúl, el Partido, el Gobierno, la Asamblea Nacional, la Juventud Comunista y las organizaciones de masas y sociales, encabezadas por los trabajadores, marchan adelante guiados por el principio inviolable de la unidad.

Con la misma convicción, seguimos batallando sin tregua por liberar de cruel y despiadada prisión a los Cinco Héroes que brindaban información sobre los planes terroristas anticubanos de Estados Unidos.

La lucha debe ser implacable, contra nuestras propias deficiencias y contra el enemigo insolente que intenta apoderarse de Cuba.

Este punto me obliga a insistir en algo que no puede ser jamás olvidado por los dirigentes de la Revolución: es deber sagrado reforzar sin tregua nuestra capacidad y preparación defensiva, preservando el principio de cobrar a los invasores en cualquier circunstancia un precio impagable.

Nadie se haga la menor ilusión de que el imperio, que lleva en sí los genes de su propia destrucción, negociará con Cuba. Por mucho que le digamos al pueblo de Estados Unidos que nuestra lucha no es contra él ―algo muy correcto―, este no está en condiciones de frenar el espíritu apocalíptico de su gobierno ni la turbia y maniática idea de lo que llaman “una Cuba democrática”, como si aquí cada dirigente se postulara y eligiera a sí mismo, sin pasar por el riguroso tamiz de la abrumadora mayoría de un pueblo educado y culto que lo apoye.

En reflexión anterior mencioné nombres históricos: Martí, Maceo, Agramonte, Céspedes. Para el recuerdo permanente de la interminable lista de caídos en combate, o de los que lucharon y se sacrificaron por la Patria, Raúl encendió una llama que arderá eternamente, al cumplirse 50 años de la caída de Frank País, el joven héroe de 22 años cuyo ejemplo nos conmovió a todos. La vida sin ideas de nada vale. No hay felicidad mayor que la de luchar por ellas.