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martes, 13 de agosto de 2013

AUGE DEL FASCISMO Y EL ANTICOMUNISMO EN LA UNIÓN EUROPEA

“Colocar en el mismo plano moral el comunismo ruso y el nazifascismo, en la medida en que ambos serían totalitarios, en el mejor de los casos es una superficialidad; en el peor es fascismo. Quien insiste en esta equiparación puede considerarse un demócrata, pero en verdad y en el fondo de su corazón es en realidad ya un fascista, y desde luego sólo combatirá el fascismo de manera aparente e hipócrita, mientras deja todo su odio para el comunismo.”
Thomas Mann1

Claudio Spartak
La Unión Europea no tiene un origen ingenuo o naíf de “unión entre los pueblos europeos”, como nos venden desde la infancia en las escuelas. Su origen es, por el contrario, más oscuro y menos confesable. Es un origen imperialista. Un proyecto de reorganización y de alianza bajo supervisión norteamericana de las grandes corporaciones y los grandes bancos capitalistas de las potencias imperialistas europeas tras la Segunda Guerra Mundial y en el marco de la por entonces incipiente Guerra Fría contra la comunidad de países socialistas. Y es que, una vez derrotado el imperialismo alemán y emprendida la desnazificación del país los imperialistas vencedores en la guerra no vieron otra salida para afrontar el siguiente conflicto con el socialismo que volver a poner en pie a ese imperialismo que acababa de ser derrotado. De ahí que solamente hubiese una auténtica desnazificación en el Este de Alemania, mientras que en el Oeste hubo que conformarse con el juicio a la cúpula nazi en Núremberg. Pero el resto del aparato nazi fue reciclado. Unos encontraron cómodos puestos en la NASA, mientras que otros fueron empleados en las labores de espionaje y sabotaje contra los países socialistas. También quedó intacta la base económica del nazismo, las grandes corporaciones capitalistas alemanas, que solo fueron confiscadas en la parte Oriental, donde triunfaron las fuerzas socialistas y consecuentemente democráticas.