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domingo, 5 de noviembre de 2017

EL MUNDO SIN LA URSS

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Un nuevo Boris Yeltsin se propone acabar con la Revolución Bolivariana desde adentro, haciendo aprobar por la Constituyente una Ley de Promoción y Protección de las Inversiones Extranjeras, que aniquilará la industria nacional, hará inmunes a las transnacionales a las leyes y tribunales de Venezuela y reimplantará la Carta de Intención del Fondo Monetario Internacional contra la cual se rebelaron nuestro pueblo y Hugo Chávez Frías. Todos a detenerlo.

Por: Luis Britto García
Desde la Segunda Guerra Mundial el planeta vivió procesos de descolonización que desintegraron imperios como el británico, el francés, el belga, el alemán y el holandés. La Unión Soviética era el resultado de un proceso de agregación política que culminó con Iván IV, llamado el Terrible, en el siglo XVI. No es extraño que medio milenio más tarde se desagregara parcialmente, incluso contra la voluntad de cerca del 80% de sus integrantes.
La Unión Soviética nunca fue, ni aspiró a ser una sociedad de consumo. Se lo impidieron el atraso de las fuerzas productivas legadas por el zarismo, el pesado gasto defensivo, la enorme inversión que requería garantizar educación, salud y seguridad social gratuitas para todos, y la priorización de los bienes de consumo básicos sobre los suntuarios y ostentosos. En suma, era la economía adecuada para sobrevivir al inminente agotamiento de la mayoría de los recursos energéticos, prevista por Estudios como Los límites del Desarrollo, del Club de Roma y de Meadows.