Por: Jerónimo Carrera
Hace ahora justamente cien años, en los albores mismos de uno de los siglos más espectaculares que ha conocido la humanidad, vivió el pueblo venezolano un mes de diciembre pleno de promisorios augurios. Ese 1908 culminó con un magnífico regalo navideño para aquella más que empobrecida nación que era entonces nuestra Venezuela: la caída en forma pacífica, puede decirse que por muerte natural, del primer gobierno instaurado aquí por los monopolios petroleros extranjeros.
Me refiero, claro, al ensayo que dichos monopolios imperialistas habían hecho de tener como su guachiman a Cipriano Castro, quien por su comportamiento irresponsable fue echado de tal puesto en medio de grandes aplausos populares.
Para sostener semejante apreciación histórica (a contrapelo de los ridículos homenajes oficiales que “El Cabito” recibe actualmente, por ejemplo el N° 6 de la revista Memorias, del Ministerio de la Cultura, ahora en circulación con el diario gubernamental VEA) creo suficiente tomar en cuenta la opinión de una figura nacional de tan respetada actitud democrática como sin duda lo fue y sigue siendo la de Rómulo Gallegos.
En efecto, 24 años de edad tenía Gallegos cuando escribió sobre la situación de entonces, en el primer número de una revista de nombre muy significativo (La Alborada, 31 de enero, 1909) lo siguiente:
“Solemne hora, decisiva para los destinos de la Patria es la que marca la actualidad. En el ambiente que ella ha creado parecen advertirse las señales que anuncian el advenimiento de aquel milagro político desde largo tiempo esperado como única solución eficaz del complejo problema de nuestra nacionalidad republicana; bajo la égida de las garantías constitucionales comienzan a orientarse hacia ideales que parecían olvidados las aspiraciones populares….”
Y en ese enjundioso trabajo suyo, opinó Gallegos sobre la sustitución del alocado Cipriano Castro por su tenebroso compadre Juan Vicente Gómez, así:
“La revolución que, en el seno de la paz y en breves días, acabamos de presenciar, no ha tenido nunca un móvil egoísta y extraño a los deberes del patriotismo y ésta es la suprema razón que la justifica y la inviste de un carácter nobilísimo. Ella partió del pueblo que, en la hora propicia, requiriendo sus derechos inmanentes, quiso arbitrar en sus propios destinos. Patriótica fue la actitud de quien, acatando la voluntad del país entero, supo posponer a todo otro, este deber capital; bien han merecido de la Patria los que estuvieron prestos a secundarlo.” (Lo puesto en negritas es nuestro. JC.) Tomado de: Rómulo Gallegos, Obras Selectas, Ediciones Edime, Madrid-Caracas 1959, págs. 1577-1578.
Pero no quiero cerrar el tema sin dar otra cita de significación al respecto, una del camarada Eduardo Machado, comunista de toda la vida, nacido en 1902, y hermano de nuestro siempre recordado camarada Gustavo:
“Para este período Venezuela todavía no aparecía como una fuente petrolera; empero, se ha podido establecer más adelante que los agentes, técnicos y geólogos de los trusts internacionales del petróleo ya habían hecho en secreto muy serias investigaciones sobre la existencia de extensos yacimientos de hidrocarburos en el territorio venezolano.
Y tanto ingleses y holandeses como yanquis, pugnaban por obligar al gobierno de Venezuela a que les hiciera concesiones monopolistas… (…) Los meses pasan y el Gobierno de Castro resiste unas veces, maniobra otras, vacila y cede, pero su suerte está decidida, a pesar de haber otorgado, en 1907, algunas concesiones para la exploración y explotación de hidrocarburos a ciudadanos venezolanos, quienes las transfirieron a empresas extranjeras.”
(Págs. 93 y 94, en: Eduardo Machado, Las primeras agresiones del imperialismo en Venezuela, Ediciones Centauro, Caracas 1976, 326 págs.).
Ha transcurrido todo un siglo desde aquel promisorio Diciembre…
Fuente: Prensapopular_Solidaridad Comunistas Miranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
Hace ahora justamente cien años, en los albores mismos de uno de los siglos más espectaculares que ha conocido la humanidad, vivió el pueblo venezolano un mes de diciembre pleno de promisorios augurios. Ese 1908 culminó con un magnífico regalo navideño para aquella más que empobrecida nación que era entonces nuestra Venezuela: la caída en forma pacífica, puede decirse que por muerte natural, del primer gobierno instaurado aquí por los monopolios petroleros extranjeros.
Me refiero, claro, al ensayo que dichos monopolios imperialistas habían hecho de tener como su guachiman a Cipriano Castro, quien por su comportamiento irresponsable fue echado de tal puesto en medio de grandes aplausos populares.
Para sostener semejante apreciación histórica (a contrapelo de los ridículos homenajes oficiales que “El Cabito” recibe actualmente, por ejemplo el N° 6 de la revista Memorias, del Ministerio de la Cultura, ahora en circulación con el diario gubernamental VEA) creo suficiente tomar en cuenta la opinión de una figura nacional de tan respetada actitud democrática como sin duda lo fue y sigue siendo la de Rómulo Gallegos.
En efecto, 24 años de edad tenía Gallegos cuando escribió sobre la situación de entonces, en el primer número de una revista de nombre muy significativo (La Alborada, 31 de enero, 1909) lo siguiente:
“Solemne hora, decisiva para los destinos de la Patria es la que marca la actualidad. En el ambiente que ella ha creado parecen advertirse las señales que anuncian el advenimiento de aquel milagro político desde largo tiempo esperado como única solución eficaz del complejo problema de nuestra nacionalidad republicana; bajo la égida de las garantías constitucionales comienzan a orientarse hacia ideales que parecían olvidados las aspiraciones populares….”
Y en ese enjundioso trabajo suyo, opinó Gallegos sobre la sustitución del alocado Cipriano Castro por su tenebroso compadre Juan Vicente Gómez, así:
“La revolución que, en el seno de la paz y en breves días, acabamos de presenciar, no ha tenido nunca un móvil egoísta y extraño a los deberes del patriotismo y ésta es la suprema razón que la justifica y la inviste de un carácter nobilísimo. Ella partió del pueblo que, en la hora propicia, requiriendo sus derechos inmanentes, quiso arbitrar en sus propios destinos. Patriótica fue la actitud de quien, acatando la voluntad del país entero, supo posponer a todo otro, este deber capital; bien han merecido de la Patria los que estuvieron prestos a secundarlo.” (Lo puesto en negritas es nuestro. JC.) Tomado de: Rómulo Gallegos, Obras Selectas, Ediciones Edime, Madrid-Caracas 1959, págs. 1577-1578.
Pero no quiero cerrar el tema sin dar otra cita de significación al respecto, una del camarada Eduardo Machado, comunista de toda la vida, nacido en 1902, y hermano de nuestro siempre recordado camarada Gustavo:
“Para este período Venezuela todavía no aparecía como una fuente petrolera; empero, se ha podido establecer más adelante que los agentes, técnicos y geólogos de los trusts internacionales del petróleo ya habían hecho en secreto muy serias investigaciones sobre la existencia de extensos yacimientos de hidrocarburos en el territorio venezolano.
Y tanto ingleses y holandeses como yanquis, pugnaban por obligar al gobierno de Venezuela a que les hiciera concesiones monopolistas… (…) Los meses pasan y el Gobierno de Castro resiste unas veces, maniobra otras, vacila y cede, pero su suerte está decidida, a pesar de haber otorgado, en 1907, algunas concesiones para la exploración y explotación de hidrocarburos a ciudadanos venezolanos, quienes las transfirieron a empresas extranjeras.”
(Págs. 93 y 94, en: Eduardo Machado, Las primeras agresiones del imperialismo en Venezuela, Ediciones Centauro, Caracas 1976, 326 págs.).
Ha transcurrido todo un siglo desde aquel promisorio Diciembre…
Fuente: Prensapopular_Solidaridad Comunistas Miranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com