Giovanni Vegezzi, Milán (Italia)
Il Cavaliere y sus aliados posfascistas tienen una amplia mayoría.
En el programa de Gobierno, expulsiones de migrantes, precarización laboral y vuelta a la energía nuclear.
SERGIO FRUTOS
Berlusconi vuelve al poder. Pero algo ha cambiado en el país que lo votó mayoritariamente. Los últimos dos meses y medio después de la caída de Romano Prodi han alterado el panorama político.
Italia es famosa por su ingobernabilidad y por el exorbitante numero de partidos : pero en el nuevo Parlamento hay sólo seis grupos políticos. En la pasada legislatura, había 26. La campaña electoral, con el llamamiento al “voto útil”, benefició a los partidos mayoritarios, contribuyendo a la exclusión de las formaciones menores, como los comunistas y los ecologistas.
En el Parlamento italiano, además de un pequeño partido centrista, quedan por un lado el nuevo Partido Democrático de Walter Veltroni, que aspira a un compromiso entre las instancias socialdemocráticas y católicas, y por el otro el Pueblo de la Libertad, nueva formación de Silvio Berlusconi.
Berlusconi va a gobernar junto con los posfascistas de Alianza Nacional y con la Liga Norte, la formación xenófoba de Umberto Bossi. La Liga, centrada en los intereses del norte rico del país, ha crecido hasta el 8% a nivel nacional (muchísimo para un partido que se presenta sólo en unas pocas regiones) y va a condicionar la agenda política del futuro Gobierno.
Los temas prioritarios para el nuevo ejecutivo : mano dura contra los migrantes (expulsiones masivas, desalojos de chabolas gitanas, moratorias a la construcción de mezquitas) y más dinero público para su feudo electoral.
Años duros
Berlusconi tendrá que arreglar sus cuestiones personales y mientras tanto complacer a sus aliados más extremistas. La Liga Norte es la única formación que puede poner en riesgo la estabilidad del Gobierno. Los analistas políticos señalan que, bajo su influencia, el ejecutivo endurecerá su política frente a la inmigración.
El partido de Bossi pide el cierre de las fronteras, un aumento de los centros de detención para migrantes sin papeles y más poder de los alcaldes para expulsar extranjeros. Otra petición son más ventajas fiscales para las regiones del norte, las más ricas del país y feudo electoral de la Liga.
Sobre las cuestiones económicas, Berlusconi asegura para el futuro “años duros”. Il Cavaliere promete sacar a Italia de la difícil situación en la que se encuentra : el poder adquisitivo de los italianos con su salario está entre los más bajos de Europa y el crecimiento económico está estancado alrededor de cero.
Pero las medidas van a estar en línea con los deseos de las instituciones financieras internacionales y de los empresarios.
El ex líder de la patronal, y actual presidente de Fiat, Luca di Montezemolo, unos días después de las elecciones, ha inaugurado la nueva temporada política con un duro ataque a los sindicatos. Ya en su pasado Gobierno, Berlusconi había intentado precarizar aún más el mercado laboral : esta vez lo va a intentar de nuevo, bajo el eslogan de que para subir los salarios hay que aumentar la productividad.
TAV y centrales nucleares
Otro reto del nuevo Gobierno es la cuestión energética : Berlusconi no piensa desarrollar las energías renovables sino que quiere volver a construir centrales nucleares, prohibidas después del referéndum de 1987.
Un punto fuerte del programa político va a ser la construcción de infraestructuras, a partir de las líneas de alta velocidad ferroviaria contra las que protestan las comunidades de la Val di Susa, en Piamonte.
Pero el proyecto más importante es sin duda el puente sobre el estrecho de Messina (entre Calabria y Sicilia) : una obra de ocho billones de euros, en un territorio con un fuerte riesgo sísmico y donde las actividades económicas están en manos del crimen organizado. Un gran negocio para la mafia.
Fuente: DIAGONAL
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