Por Dr. Farid Suwwan *
Entre noviembre de 1947 y marzo de 1949, las dos terceras partes del pueblo palestino fueron expulsadas de su patria. El cinco por ciento de la población nativa de Palestina fue eliminada a través de masacres, 800.000 palestinos de un total de 1.186.000 fueron arrancados de sus hogares y lanzados a un trágico exilio en campamentos de refugiados, que perduran hasta hoy.
A estas personas, además, les fueron confiscados todas sus propiedades y todos sus medios de vida, sus tierras, sus negocios, sus casas, sus plantaciones. El 78% de la tierra de Palestina fue entregado al Estado de Israel, y Palestina, oficialmente, desapareció del mapa. 485 ciudades, de milenios de antigüedad, fueron arrasadas. Éste es el desastre, el Nakba, que se abatió sobre el pueblo palestino en consecuencia de la partición de Palestina y la creación del Estado de Israel.
Nada hay que celebrar: la injusticia para con el pueblo palestino no ha sido resuelta. Sin embargo, marcamos esta fecha, recordamos los sesenta años del Desastre, del Nakba, para reclamar una y otra vez justicia y respeto a la legalidad internacional. Es necesario recordar la iniquidad cometida contra el pueblo palestino, nunca reconocida por sus perpetradores y no reparada hasta hoy, después de sesenta años, para que sirva de ejemplo de lo que jamás puede volver a acontecer.
No hay por el momento atisbos de que la legalidad internacional, las resoluciones de la ONU, el derecho natural al retorno, el fin de la ocupación militar y de la colonización de la tierra palestina sean instaurados. Sin estas condiciones, no habrá paz en Oriente Medio.
En estos 60 años y contra todas las previsiones, el pueblo palestino ha librado una batalla diaria por sus derechos humanos y nacionales. Ha conseguido alzarse en el mapa político y llevar su reivindicación adelante, contra el ejército más poderoso de Oriente Medio y contra una política inhumana de negación y desposeimiento. Esto sí hay que conmemorarlo en sus debidos límites.
El pueblo palestino va a continuar luchando por su vida, por sus derechos naturales, por la preservación de su patria, por el retorno de los refugiados y por la creación de su Estado nacional, sobre su tierra palestina, lado a lado con el Estado de Israel, y con su capital en Jerusalén Oriental, la Jerusalén palestina de milenios.
Estoy seguro de que en un día no muy lejano, podremos realmente celebrar el mes de mayo como una fecha alegre, y recordar al Nabka como una tragedia pasada, justamente solucionada, declarando nuestro rotundo no al racismo, a la limpieza étnica y la destrucción deliberada de la patria y de la cultura de otro pueblo, así como un decidido Nunca Más pase algo parecido, manteniéndonos alertas contra ideologías exclusivistas, racistas, colonialistas y totalitarias.
Entonces, todos, israelíes y palestinos habremos ganado la paz, y podremos celebrar.
*Embajador de Palestina en la República ArgentinaPublicado en Diario Crítica de la Argentina.
Fuente: http://www.palestina.int,ar
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