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miércoles, 25 de junio de 2008

LA CLASE OBRERA..SU ROL Y SU MISION ACTUAL

Las tareas y las experiencias concretas del Partido Comunista en la clase obrera y en el sindicato

XVII Seminario Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros

La clase obrera, su rol y su misión actual.

Las tareas y las experiencias concretas del Partido Comunista en la clase obrera y en el sindicato

Conclusiones generales

Tras un intercambio de experiencias y de ideas y tras discusiones sobre la situación actual y los problemas de la clase obrera, su composición, su rol y sus luchas, los ataques contra sus derechos y sus conquistas, el papel de los sindicatos y las tareas de los partidos comunistas en la clase obrera y los sindicatos, nosotros, los participantes del 17 Seminario Comunista Internacional reunidos en Bruselas, hemos llegado a las siguientes conclusiones generales:

1. A lo largo de los últimos treinta años, la clase obrera ha sufrido cambios significativos en su número y composición, pero sigue manteniendo su papel histórico de sepulturero del sistema capitalista.

El desarrollo vertiginoso de la informática y de las telecomunicaciones ha inducido cambios en el proceso de producción. El capital lo aprovecha para administrar en tiempo real operaciones industriales y financieras mundiales, para introducir sistemas de producción flexibles y para dividir el proceso productivo en una red de subcontratas. Esto ha aproximado, en muchos campos, el trabajo manual e intelectual.

La reestructuración capitalista se traduce en una movilidad acrecentada de la producción con sus cierres de empresas y re-localizaciones. La clase obrera también se ha vuelto más móvil y los flujos migratorios siguen la demanda de la fuerza de trabajo de los capitalistas, con la esperanza de los trabajadores de un mejor futuro.

Sin embargo, el capitalismo monopolista permite los flujos migratorios únicamente cuando son de su interés, reprimiendo e ilegalizando cualquier otro tipo de migración. El trabajo precario, el sub-contrato y los contratos de duración determinada, las interinidades y el trabajo clandestino se han generalizado.

Algunos triunfos importantes de la clase obrera, como la jornada laboral de ocho horas, se han desmantelado por el aumento de la jornada de trabajo y la generalización de las horas extras. El fenómeno de los trabajadores pobres se está extendiendo también en los países mas desarrollados.

Al mismo tiempo, algunos de los principales logros de la clase obrera han sido destruidos por la mercantilización de los sistemas públicos en los ámbitos de la enseñanza, la salud y los servicios sociales. La reestructuración capitalista que siguió a la explosión de la crisis mundial de los años 70 se concentró en los servicios públicos y en los bienes colectivos.

La propiedad pública se malvende al sector privado. Ahí se aplican los métodos de la administración privada y las condiciones de trabajo se han vuelto más estresantes. Es el caso del personal de los hospitales, los empleados del servicio postal, el transporte urbano y los ferrocarriles, los educadores, etc. Las palabras que se oyen no son ahora "servicio al publico" sino "rentabilidad", no "usuarios" sino "clientes’’.

La victoria de la contrarrevolución en los países socialistas de Europa del Este y en la Unión Soviética ha provocado una agresividad sin límite de los capitalistas y de los gobiernos burgueses, quienes ya no temen al efecto de "contagio". Esto ha generado un ataque general a las conquistas sociales, un atentado a los derechos democráticos y sindicales, una degradación de los estatutos, de las condiciones de trabajo y de vida en el mundo entero.

2. Hace justo 160 años que Marx y Engels redactaron en Bruselas el Manifiesto del Partido Comunista en el que decían: «La burguesía no sólo ha forjado las armas que han de darle la muerte, sino que, además, ha puesto en pie a los hombres llamados a manejarlas: los obreros modernos, los proletarios». Engels estudió con cuidado la penosa condición de la clase obrera en Inglaterra, pero ya vislumbraba, a través de la miseria, el potencial revolucionario de esta clase explotada.

En cada periodo del desarrollo capitalista las evoluciones materiales suscitan teorías que anuncian que el marxismo ha sido sobrepasado. Ese fue el caso en 1898 cuando Bernstein pretendió que Marx no había previsto el nacimiento de una clase media. Ese fue el caso en los años 20 cuando Kautsky juzgaba que había un proletariado lo suficientemente instruido y experimentado para imponer su voluntad por la vía electoral.

Ese también fue el caso en los años 60 cuando Gorz decía «adiós al proletariado». Actualmente, se esparce la idea de que la producción material ya no será la fuente principal de las ganancias capitalistas. Filósofos como Hardt y Negri hablan de la desaparición definitiva del proletariado a favor de una `multitud’, y han encontrado eco en la nueva socialdemocracia a la Bertinotti.

En cada ocasión, se trata de una ofensiva ideológica para poner en tela de juicio que en la sociedad capitalista hay dos clases antagónicas, la clase burguesa y la clase obrera. La negación de esta contradicción lleva directamente a la conclusión política de que la clase obrera ya no es «la clase verdaderamente revolucionaria» de la cual hablaba Marx y que su rol de vanguardia para cambiar la sociedad ha desaparecido.

Así desaparece de un plumazo la necesidad de construir un partido que tenga como objetivo guiar al proletariado en esta tarea histórica.

Esta negación de la vía trazada por Marx y Engels (clase de vanguardia), después por Lenin (partido de vanguardia) sirve para crear ilusiones reformistas sobre la transformación pacifica y parlamentaria del capitalismo.

3. Sin embargo, los eventos recientes demuestran una vez más que el sistema capitalista mundial es incapaz de manejar sus contradicciones. Muestran también que la contradicción antagónica entre el capital y el trabajo conduce inevitablemente a una crisis de sobreproducción y a una crisis a nivel planetario.

Tras la explosión de la burbuja financiera de la deuda del tercer mundo (1982), tras la explosión de la burbuja financiera asiática (1997), tras la explosión de la burbuja financiera de la informática (2000), es la burbuja financiera de las «subprimes» (ligadas a los préstamos hipotecarios en los Estados Unidos) que justo acaba de explotar a partir de 2006. Eso ocurrió a la sombra de un déficit comercial norteamericano insostenible y de un dólar en declive. Todos estos fenómenos coyunturales apuntan a que una crisis severa va a estallar.

Esto demuestra una vez más que la «salud» del capitalismo mundial es extremadamente frágil y se sostiene artificialmente por las burbujas especulativas. La lucha de los monopolios por los mercados y las materias primas, incluidos los productos agrícolas y los productos alimentarios, causa un aumento espectacular de precios, reforzado aún más por la especulación.

Esto lleva a más empobrecimiento de las masas trabajadoras, lo que suscita revueltas por hambre y movimientos populares en lucha por un mayor poder adquisitivo en el mundo entero.
Todas estas catástrofes sociales serían imposibles si las riquezas de la tierra fueran poseídas y administradas de manera colectiva y planificada al servicio de la población. Lo mismo es válido para las catástrofes climáticas y ecológicas que amenazan al planeta.

Un pequeño puñado de monopolios decide según sus intereses y, en la carrera por la máxima ganancia, están dispuestos a cometer crímenes contra la humanidad. Hay más que nunca una concentración del poder en manos de la oligarquía financiera que despliega sus tentáculos por todo el planeta.

La internacionalización de la producción y los avances tecnológicos refuerzan los desastres de todo tipo que son causados por la propiedad privada de los medios de producción y de intercambio.

4. Sólo la clase obrera, como lo demostraron Marx y Engels, tiene el interés y la fuerza para cambiar de fondo la sociedad poniendo así fin a la explotación del hombre por el hombre. La clase obrera está en evolución permanente pero su carácter distintivo no cambia: se define como el conjunto de trabajadores explotados, es decir, todos aquellos y aquellas que sobreviven con la venta de su fuerza de trabajo.

Los criterios citados por Lenin para pertenecer a la clase obrera siguen siendo válidos:

«Uno llama clases a vastos grupos de hombres que se distinguen por

a) el lugar que ocupan en un sistema históricamente definido de producción social,

b)por su relación (la mayor parte del tiempo fijada y consagrada por las leyes) ante los medios de producción,

c)por su rol en la organización social del trabajo,

y entonces, por los modos de obtención y la importancia de la parte de las riquezas sociales de las que disponen.

Las clases son grupos de hombres en los cuales uno se puede apropiar del trabajo del otro, debido al lugar que ocupa en una estructura determinada, la economía social». (La gran iniciativa).

Se sigue que la clase obrera es más numerosa que nunca como lo muestran las cifras del trabajo asalariado.

De esta clase obrera, sólo una parte produce la plusvalía. Su concentración en los grandes grupos de la producción, del transporte y las comunicaciones, le da los medios para bloquear la economía. Si se cree en las estadísticas burguesas, esta capa estaría en vías de desaparición en los países capitalistas avanzados, después de la "terciarización" de la economía. Pero estas cifras falsean la realidad: muchos "servicios" eran tomados antes como parte de la cadena de producción y quedan íntimamente ligados a la producción.

Mientras que el número de empleos industriales disminuye en ciertos sectores en los países occidentales, el número total de empleos industriales permanece al menos estable, mientras que el número de obreros fabriles crece en Asia, África y América Latina.

Alrededor de este núcleo productivo de la clase obrera, existen capas cada vez mas proletarizadas en el sector de los servicios sociales, de la administración pública, de la enseñanza y del sector público "liberalizado".

La clase obrera está más diversificada que en el pasado. El capital explota al máximo la diferencia de estatutos, de derechos, de nacionalidad y de origen para hacer empeorar la suerte del conjunto de la clase obrera. Los contratos fijos tienen su contrapeso en los contratos temporales, los trabajadores subcontratados ganan menos que sus colegas, los trabajadores inmigrantes hacen el mismo trabajo a menor precio y los contratos estatutarios son remplazados por los laborales y de interinidad en los servicios públicos.

En muchos países, el sector informal, sin contrato y sin organización, ocupa un lugar cada vez más importante, especialmente en los países donde prácticamente no existen leyes que protejan a los trabajadores. En el sector de los trabajadores clandestinos, no existe ninguna protección y eso conduce a la sobreexplotación.

La clase obrera se internacionaliza, se diferencia y sufre una degradación de sus condiciones de vida y de trabajo. Esto da una nueva intensidad a la consigna de Marx y Engels: «¡Proletarios de todos los Países, uníos!».

Que la clase obrera bajo las condiciones actuales del imperialismo se haya vuelto mas internacional, que tenga más conocimiento de los desarrollos científicos y tecnológicos, la deja mejor preparada para realizar y dirigir la sociedad socialista. Está en situación de dominar el aparato de producción, socializarlo y ponerlo al servicio de todo el planeta. De esta manera, es portadora del porvenir.

5. Sin embargo, como decían K. Marx y F. Engels, «La lucha del proletariado contra la burguesía, aunque en el fondo no sea una lucha nacional, reviste sin embargo ante todo esa forma. No hace falta decir que el proletariado de cada país debe terminar, antes que nada, con su propia burguesia». (Manifiesto Comunista).

La clase obrera tiene necesidad de partidos comunistas que defiendan sus intereses fundamentales. Como indicaban Marx y Engels en el Manifiesto : «Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto.

Los comunistas son, pues, prácticamente, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los partidos obreros del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas del proletariado su clara visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que ha de abocar el movimiento proletario».

Los partidos comunistas dan una importancia prioritaria al trabajo en el seno de la clase obrera. Al mismo tiempo, por razones estratégicas, en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo, y en pro del socialismo, los partidos comunistas consagran una atención particular a los grandes sistemas de producción y de intercambio, a los sectores claves de la economía.

Es ahí donde se sitúan los núcleos de la economía actual donde están también los núcleos de la organización y de la lucha. Es ahí donde los trabajadores están en la mejor posición de entrenar a las otras capas de la clase obrera en la lucha por una sociedad sin explotación.

Ello implica ante todo una presencia en los lugares de trabajo, en las luchas de clase. Sin menospreciar la importancia de tener puestos de elección en los parlamentos burgueses, será la implantación entre la clase obrera lo que determinará la correlación de fuerzas. La presencia de los partidos comunistas en el seno de la clase obrera sigue siendo la tarea prioritaria.

La campaña anticomunista actual, particularmente en la Unión Europea, tiene por objetivo en primer lugar contrarrestar esta presencia y preparar el terreno para romper las protestas, manifestaciones y huelgas que son cada vez más numerosas.

Ante la evolución material que sufre la clase obrera actual, los partidos comunistas tienen interés en darle aún más importancia que antes a tres orientaciones específicas.

Uno: se trata ante todo de jugar un rol dirigente dentro de la organización y la lucha por la unidad de la clase obrera, en su alianza con las capas medias de las ciudades y con los campesinos pobres y de ingresos medio en el campo.

Dos: es necesario intensificar las acciones comunes de los comunistas, con el fin de llegar a una estrategia común de los partidos comunistas y los partidos obreros contra el imperialismo.

Tres: el trabajo entre la clase obrera no puede limitarse a cuestiones económicas y sociales, sino que debe poner una atención igual a

a)los temas ideológicos y políticos,

b)a la lucha por los derechos democráticos (comprendidos los lugares de trabajo),

c)contra el racismo,

d)por la paz (contra las guerras imperialistas),

e)por la liberación nacional,

f)por la protección del ambiente, y por los cambios radicales que minan los fundamentos de la estructura capitalista.

Prepara de esta forma la lucha por una sociedad sin la explotación del hombre por el hombre, por el socialismo.

6. El trabajo de los partidos comunistas en la clase obrera pasa inevitablemente también por el trabajo en los sindicatos. Los sindicatos son las organizaciones que reagrupan al mayor número de trabajadores. El sindicato cumple un papel diferente al del partido comunista.

El partido tiene por objetivo organizar a todos aquellos que conscientemente aspiran al socialismo (lo cual no es el caso de toda la clase obrera), mientras que el sindicato trata de organizar a casi toda la clase obrera como clase.

No hay por lo tanto «competencia» entre el partido y el sindicato. Por el contrario, el Partido sostiene a fondo a todas las fuerzas y corrientes que se dedican a hacer de los sindicatos verdaderas organizaciones de clase.

El partido estimula a todos sus miembros a convertirse en sindicalistas activos y a optar a cargos. Esto ayudará a los trabajadores comunistas a convertirse en dirigentes de masas y a tener una mayor autoridad en el debate político.

Los sindicatos tradicionales están influidos, de arriba a abajo, por diversas corrientes políticas. Al lado de las numerosas fuerzas anti-capitalistas, hay fuerzas que presionan y actúan en el sentido de la (re)conciliación con el sistema capitalista.

Dos corrientes opuestas están activas en el seno de los sindicatos:

1) la línea de lucha de clases y

2)la línea de colaboración de clases y de compromisos.

Los comunistas dirigen sus criticas sobre todo contra los partidos de la burguesía que tratan de imponer sus puntos de vista en los sindicatos y que asumen la defensa del capital. En el trabajo sindical mismo, los comunistas se distinguen por su voluntad de hacer avanzar la lucha, por su apoyo a todo lo que es positivo, lo que unifica y lo que refuerza los sindicatos como organizaciones de clase.

Es cierto que hay anti-sindicalismo en las bases, a partir de las decepciones o luchas desviadas por los responsables sindicales, así como por la propaganda de la ideología del individualismo y del corporativismo.

Hay que transformar esto de manera constructiva, para que haya más democracia y más debate en la sociedad. En pocas palabras, de manera que los comunistas sean los mejores combatientes por sindicatos fuertes y combativos. En ciertos países, surgieron nuevos sindicatos, en algunos casos a iniciativa de partidos comunistas. Es de vital importancia no abandonar a las masas organizadas en el resto de sindicatos.

7. Ante la evolución de la clase obrera, el papel unificador de los sindicatos se convierte en una necesidad aun más urgente. La estrategia del capital es la división y la dispersión de la clase obrera. Es también la de organizar la competencia entre las diferentes capas de la clase obrera para imponer una espiral hacia abajo.

Las palabras de Marx a este propósito merecen ser citadas: «El capital es una fuerza social concentrada, mientras que el obrero no dispone más que de su fuerza de trabajo individual (…). La única fuerza social de los obreros está en su número. Pero la fuerza numérica se reduce a la nada por la desunión. La desunión de los obreros es engendrada y perpetuada debido a la inevitable competencia entre ellos mismos […]

El objetivo inmediato de los sindicatos era, no obstante, limitado a las necesidades cotidianas, a los intentos de detener la incesante ofensiva del capital, en una palabra, a cuestiones de salarios y de duración del tiempo de trabajo. Semejante actividad de los sindicatos, además de legítima, es necesaria. Es indispensable mientras exista el actual modo de producción…»

Hoy, los sindicatos hacen frente a los ataques más virulentos en todos los aspectos y trabajan en un ambiente más difícil. La dispersión de la producción y la precarización de los contratos van a la par con un debilitamiento y una sub-representación de las fuerzas sindicales.

La liberalización del mercado de trabajo aumenta la competencia en la clase obrera y subraya la urgencia de la consigna «a trabajo igual, salario igual».

Desde cualquier punto de vista, la razón misma de ser de los sindicatos se pone en duda por leyes anti-huelga, por una reglamentación estricta de la paz social, por los juicios de los tribunales que imponen sanciones y que atacan a los delegados sindicales. En muchos países, las zonas francas que aplican una política "ni huelga ni sindicato" causan grandes perjuicios a los derechos de los trabajadores y a sus condiciones de trabajo y de vida.

Cada vez en mayor grado, los sindicalistas son víctimas de diferentes formas de persecución, entre ellas los asesinatos políticos.

En este contexto global, el sindicalismo debe regresar a sus orígenes y volver completamente a su carácter pionero, militante y audaz. Es la misma evolución del capitalismo mundial la que lo empuja en tal dirección, so pena de ver disminuida su fuerza de respuesta. Con su trabajo, los sindicatos deben unificar a todas las capas de la clase obrera: a los que trabajan y a los que están desempleados, a los trabajadores inmigrantes y sin documentos legales así como a los trabajadores autóctonos, a los trabajadores con contrato estable y a aquellos con contratos atípicos o precarios.

Ésta es también la condición para poder jugar el otro papel que le fue atribuido por Marx: «Si decimos que los sindicatos son necesarios para la lucha de guerrillas entre el capital y el trabajo, cabe saber que son todavía más importantes como fuerza organizada para suprimir el propio sistema de trabajo asalariado y dominio del capital».

Los partidos comunistas aprovechan todas las luchas y todos los debates en el interior de los sindicatos para colocar la elección de la sociedad en el orden del día.

8. Las fuerzas sindicales que toman la lucha de clases como fundamento se deben unir a nivel nacional, regional y sectorial, así como a nivel internacional en el seno de la Federación Sindical Mundial, pues la necesidad de un polo clasista en el movimiento sindical mundial es indispensable en la lucha contra el capitalismo.

Para muchos partidos, el trabajo en los sindicatos que son dirigidos por fuerzas reformistas o reaccionarias es prioritario pues las masas de su país se adhieren a ellas.

Es igualmente deber de los partidos comunistas ayudar a los sindicalistas a organizarse a nivel internacional, desarrollar la solidaridad activa durante las luchas importantes. Es así como se podrá construir un verdadero frente de la clase obrera internacional para rechazar los ataques del capital internacional.

9. En los países socialistas, los sindicatos son elementos esenciales en la construcción del socialismo, no solamente porque a través de ellos la orientación del partido alcanza a todas las masas, sino también porque a través de ellos deben llegar al partido los sentimientos, las preocupaciones y las iniciativas de todas las masas. Los partidos comunistas presentes muestran su pleno apoyo al trabajo de emancipación que realizan y que contribuye a preservar y reforzar la naturaleza socialista del sistema.-

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