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viernes, 13 de junio de 2008

CONTINUAMENTE LOS ISRAELIES VIOLAN DERECHOS HUMANOS DE LOS PALESTINOS

Las Autoridades Israelíes Violan los Derechos Humanos en los Puestos Fronterizos de Cisjordania







CARLOS ALMÉCIJA SALVIA //Barcelona
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Un soldado de la frontera de Belén define sus funciones: “parar a la gente que dé problemas. Dejarlos al sol o bajo la lluvia para que aprendan a no dar problemas a la policía fronteriza”. Y concluye: “La policía fronteriza de Belén somos los números uno”. Este mismo vigilante, pocos minutos después, utilizará su estatus de poder para obtener información personal e irrelevante de una menor universitaria, para acabar piropeándola sin ningún pudor. Es una escena cotidiana extraída del documental Checkpoint, del israelí Yoav Shamir, que narra el calvario diario de los palestinos en los puestos fronterizos controlados por Israel.


Desde el principio de la Intifada, en septiembre del 2000, Israel ha impuesto restricciones a la circulación de los palestinos por “seguridad”. En realidad, la sed de venganza, de castigo, es superior a la preocupación por la seguridad. Miles de ciudadanos cruzan diariamente los controles fronterizos que envuelven Cisjordania.

No es posible moverse sin justificación. Para desplazarse de un lugar a otro es esencial disponer de un permiso militar. Aún así, cada persona, independientemente de si se trata de niños o de adultos, es sometida a un exhaustivo interrogatorio. En algunos puntos, como en el límite de Hawara a Nablus, se deben aguardar largas aglomeraciones en condiciones de extrema precariedad.

En ocasiones, todo este esfuerzo cae en saco roto al no lograr convencer al soldado y, en consecuencia, tener que dar media vuelta y regresar.Las regiones se han convertido en grandes campos de concentración, donde la autoridad israelí determina, con criterios arbitrarios, quién sale y quién se queda.

Cientos de miles de palestinos viven encerrados en sus tierras, sin posibilidad de desplazarse para ejercer sus labores o ver a sus familiares. Varias organizaciones no gubernamentales ya han denunciado la reiterada y constante violación de los derechos fundamentales de las personas. Pero éste, desgraciadamente, es el modus vivendi de los controladores.

En la entrada principal de Belén, unos niños, acompañados por un pastor, van de excursión a Jenin. Los guardas preguntan al hombre porqué quiere ir allí. Él responde de manera dudosa, sin demasiado acierto. Los niños pasarán pero él deberá volver. Utilizan una justificación falsa: “hay toque de queda. La ciudad está cerrada”. Los soldados se mofan de él: “¿de dónde ha salido este personaje?”, se pregunta uno de ellos. Pero el denigrante espectáculo todavía no ha concluido. Cuando el pastor se dispone a dar media vuelta, este mismo soldado le pide una foto al tiempo que le llama “retrasado”.


Toda persona es tratada como si fuera un terrorista. Dicho de otra manera, los terroristas tienen los mismos derechos, en los puestos fronterizos, que el resto de palestinos. “Mirad lo que hacen”, dice un palestino que espera en el control de Beit Furik, región de Nablus. “Dicen que buscan terroristas. ¿Los niños son terroristas? Los terroristas no pasan por controles de carretera”, concluye.

Los controladores de fronteras desconocen el significado del término “compasión”. En la entrada sur del puesto fronterizo de Jenin, a una mujer se le prohíbe volver a casa por estar en posesión de una copia del documento de identidad. Sus hijos deberán regresar solos. Se marchan desconsolados.

Los soldados sólo entienden el lenguaje de las armas. Siempre ordenan con una en la mano para demostrar que tienen los mecanismos de coerción. Los mismos que hace setenta años eran víctimas del mayor horror de la historia contemporánea –el holocausto nazi-, hoy ejercen un despotismo, mucho más amable que el de entonces, sobre el pueblo de Palestina.

Sin lugar a dudas, son las verdaderas víctimas de este conflicto político, ya que ven vulnerados reiteradamente sus derechos. Un policía de la frontera de Surda a Ramala manifiesta abiertamente y sin ningún rubor esa superioridad racial: “Ellos (los palestinos) son animales. No son humanos. Nosotros sí”. Éste es el pensamiento mayoritario de las autoridades israelíes.



Fuente :: Envíos a Nuestro Correo.-

De:: Blog de Carlos Almécija Salvia

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