Por: Jerónimo Carrera
A Galia Dubrovskaia, camaraderilmente.
Aunque en realidad no sea algo que pueda resultar sorpresivo, sí llama la atención de cualquier observador la creciente tendencia a expresarse en forma denigrante, con ocultamientos de la verdad y la tergiversación de los hechos históricos, que respecto a la desaparecida Unión Soviética demuestran ahora ciertas figuras de nuestra vida pública. Y no me refiero a quienes desde sus tradicionales posiciones de derecha siempre consideraron a la URSS, con toda razón, como su mayor enemigo. Pues en tales casos esas personas respondían, simplemente, a intereses de clase muy definidos: los de una burguesía criolla formada bajo el ala protectora de los imperialistas anglosajones, que se apoderaron a partir de los tiempos de Cipriano Castro del petróleo venezolano.
Lo que actualmente todos podemos constatar, en los diversos medios llamados informativos, es la frecuente mención de un supuesto fracaso de lo que han denominado “socialismo soviético”, extensivo luego al muy en boga “socialismo del siglo XXI” según los voceros de la derecha venezolana. Pero lo curioso es que también gentes conocidas como de izquierda les hacen el juego a los derechistas, al repetir como loros las mentiras que sobre la URSS se propalaron desde Washington en tiempos de aquella muy larga “guerra fría” que hoy se pretende revivir en contra de Rusia.
Nadie puede desconocer el hecho ahora mismo palpable de ser Rusia, unida a esa China Popular cada día con más presencia en la escena internacional, el factor que hace contrapeso al intento de hegemonía mundial única que Estados Unidos llevó a cabo tras la desintegración de la URSS. Un intento imperialista que ha fracasado ruidosamente, como lo pone de relieve la crisis actual que sacude a la economía estadounidense, que al igual que le sucedió a la economía soviética no ha soportado el peso de unos gigantescos gastos militares a todas luces irracionales durante continuas décadas. Así se explica, sin duda, el derrumbe sufrido por ambas economías.
Como tampoco se puede ignorar que esa gran potencia que obviamente es la Rusia actual, en todos los planos, se desarrolló siendo parte de la URSS y superando por la vía del socialismo el inmenso atraso que tenía la vieja Rusia en relación a los países occidentales, e incluso respecto a Japón, que había derrotado fácilmente a la Rusia zarista en 1905 con una breve guerra.
Igualmente, que esa Rusia zarista derrotada por Alemania en cuatro años, de 1914 a 1918, luego se tomó la revancha como Rusia soviética también en cuatro años, de 1941 a 1945, venciendo a la Alemania nazi. Una victoria grandiosa que salvó de la esclavitud no solamente a los pueblos soviéticos, puesto que Hitler consideraba a la raza aria como predestinada a ser dueña del mundo entero. Exactamente lo mismo que han soñado todos los ocupantes de la Casa Blanca, en Washington, desde hace más de medio siglo.
Asimismo, resulta imposible no reconocer que esa Rusia de hoy es el producto directo de una gran revolución, la de Octubre de 1917 que se prolongó durante más de siete décadas, y de la cual surgió en 1922 su unión con las antiguas colonias zaristas, tomando el nombre de URSS. Tal idea de Vladimir Ilich Lenin, de unir en un solo Estado a esas 15 repúblicas, es muy semejante a la que tuvo Simón Bolívar justamente un siglo antes cuando en Panamá, en 1826, trató de unificar en un gran Estado a los entonces recién independizados pueblos nuestros.
Esa Gran Revolución de Octubre, que estalló y triunfó en Petrogrado el día 7 de Noviembre de 1917, cumple ahora por lo tanto sus 91 años y sigue impulsando el progreso de la humanidad entera, pese a lo que repitan acá los voceros del antisovietismo pitiyanqui.
Fuente: Prensa Popular Comunistas Mirtanda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
Correo: pcvmirandasrp@gmail.com
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sábado, 4 de octubre de 2008
OTRA VEZ "DOS CHINAS"
Por: Jerónimo Carrera
Bueno, lo cierto es que esta vez el cuento no es tan truculento y artificioso como aquel de los años ’50 y ’60, cuando Washington se empeñaba en hacerle creer al mundo que, casi como por arte de magia, la legendaria China se había transformado en dos, una comunista y otra nacionalista.
Efectivamente, desde el mismo día Primero de Octubre de 1949, al llegar el victorioso ejército rojo de Mao Ze Dong a Beijing y proclamar allí la fundación de la República Popular (nótese bien, Popular, y sin decirse Socialista), los gobernantes de Estados Unidos pretendieron no simplemente ocultar y tergiversar la trascendencia mundial de tal hecho histórico, cuyo 59° aniversario toda la humanidad progresista celebra ahora.
Peor todavía, el Departamento de Estado yanqui logró imponerle a las Naciones Unidas (ONU) una tesis según la cual el verdadero gobierno de China estaba en la isla de Formosa (Taiwan). Así el puesto de China como miembro permanente del Consejo de Seguridad, en dicha organización mundial, estuvo durante más de dos décadas ocupado por una supuesta representación de esa isla china.
Algo así como si bajo presión de Washington el puesto que tiene Venezuela en la ONU se lo otorgaran a nuestra isla de Margarita, con el alegato de ser su actual gobernador adeco el representante legítimo de toda Venezuela, ya que el presidente de la república ha resultado ser un “terrorista”… y enemigo de Estados Unidos.
Lo más curioso es que Richard Nixon, un presidente tan reaccionario como este Baby Bush, fue quien desde la Casa Blanca dio los pasos para enterrar la absurda tesis de la existencia de Dos Chinas, abriéndole campo por fin a la China Popular en la ONU y ordenándoles a los países satélites de Washington –como nuestra Venezuela puntofijista de ese tiempo- que la reconocieran y establecieran relaciones diplomáticas con ella. Lo que desde luego hizo la cancillería venezolana de inmediato.
Pues bien, resulta que últimamente ha venido reapareciendo, y con la dirección apuntada hacia sectores de izquierda, esa misma tesis de las dos Chinas fomentada por los estrategas ideológicos yanquis en su permanente afán por desacreditar al comunismo. Como un ejemplo, he encontrado hace poco un artículo titulado Juegos en Pekín, del muy reputado –al menos acá en Venezuela- periodista hispano-francés que aparece al frente del periódico Le Monde Diplomatique, el señor Ignacio Ramonet, y en el cual se comienza por hacer referencia al “milagro económico y el excepcional renacimiento de China”.
Y de seguidas el mismo Ramonet agrega allí lo siguiente: “Pero ese “milagro” presenta varios lados ocultos. En primer lugar, las graves violaciones en materia de derechos humanos que contradicen los valores del olimpismo. China, por ejemplo, lleva a cabo más de 7.000 ejecuciones capitales al año, o sea el 80% de todas las penas de muerte aplicadas en el mundo. Además, la estabilidad de este coloso se ve amenazada por otros peligros: un previsible desplome bursátil, una inflación desmedida, un desastre ecológico y motines sociales que se están multiplicando.” Es decir, trata de mostrarnos la otra China.
Como autoridad para predecir semejante derrumbe de China, cita su fuente Ramonet: “Y Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, acaba de afirmar que los mercados bursátiles chinos están “sobrevalorados” y han alcanzado niveles “insostenibles”. El índice de la Bolsa de Shanghai se ha multiplicado por cinco desde 2006, y su crecimiento desde principios de 2008 es del 106%. Cuando una Bolsa alcanza semejantes picos, su hundimiento pocas veces está lejos.”
Naturalmente, en dicho artículo su autor no deja de mencionar cosas como “la matanza de la plaza Tiananmen en 1989” y también “la brutalidad de la represión contra la revuelta del Tibet en marzo pasado.” Sin nada aclararnos al respecto, ya que como bien se ha podido comprobar luego, tales hechos fueron provocados y dirigidos por agentes de la CIA yanqui.
Fuente: Prensa Popular Comunistas Miranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
Bueno, lo cierto es que esta vez el cuento no es tan truculento y artificioso como aquel de los años ’50 y ’60, cuando Washington se empeñaba en hacerle creer al mundo que, casi como por arte de magia, la legendaria China se había transformado en dos, una comunista y otra nacionalista.
Efectivamente, desde el mismo día Primero de Octubre de 1949, al llegar el victorioso ejército rojo de Mao Ze Dong a Beijing y proclamar allí la fundación de la República Popular (nótese bien, Popular, y sin decirse Socialista), los gobernantes de Estados Unidos pretendieron no simplemente ocultar y tergiversar la trascendencia mundial de tal hecho histórico, cuyo 59° aniversario toda la humanidad progresista celebra ahora.
Peor todavía, el Departamento de Estado yanqui logró imponerle a las Naciones Unidas (ONU) una tesis según la cual el verdadero gobierno de China estaba en la isla de Formosa (Taiwan). Así el puesto de China como miembro permanente del Consejo de Seguridad, en dicha organización mundial, estuvo durante más de dos décadas ocupado por una supuesta representación de esa isla china.
Algo así como si bajo presión de Washington el puesto que tiene Venezuela en la ONU se lo otorgaran a nuestra isla de Margarita, con el alegato de ser su actual gobernador adeco el representante legítimo de toda Venezuela, ya que el presidente de la república ha resultado ser un “terrorista”… y enemigo de Estados Unidos.
Lo más curioso es que Richard Nixon, un presidente tan reaccionario como este Baby Bush, fue quien desde la Casa Blanca dio los pasos para enterrar la absurda tesis de la existencia de Dos Chinas, abriéndole campo por fin a la China Popular en la ONU y ordenándoles a los países satélites de Washington –como nuestra Venezuela puntofijista de ese tiempo- que la reconocieran y establecieran relaciones diplomáticas con ella. Lo que desde luego hizo la cancillería venezolana de inmediato.
Pues bien, resulta que últimamente ha venido reapareciendo, y con la dirección apuntada hacia sectores de izquierda, esa misma tesis de las dos Chinas fomentada por los estrategas ideológicos yanquis en su permanente afán por desacreditar al comunismo. Como un ejemplo, he encontrado hace poco un artículo titulado Juegos en Pekín, del muy reputado –al menos acá en Venezuela- periodista hispano-francés que aparece al frente del periódico Le Monde Diplomatique, el señor Ignacio Ramonet, y en el cual se comienza por hacer referencia al “milagro económico y el excepcional renacimiento de China”.
Y de seguidas el mismo Ramonet agrega allí lo siguiente: “Pero ese “milagro” presenta varios lados ocultos. En primer lugar, las graves violaciones en materia de derechos humanos que contradicen los valores del olimpismo. China, por ejemplo, lleva a cabo más de 7.000 ejecuciones capitales al año, o sea el 80% de todas las penas de muerte aplicadas en el mundo. Además, la estabilidad de este coloso se ve amenazada por otros peligros: un previsible desplome bursátil, una inflación desmedida, un desastre ecológico y motines sociales que se están multiplicando.” Es decir, trata de mostrarnos la otra China.
Como autoridad para predecir semejante derrumbe de China, cita su fuente Ramonet: “Y Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, acaba de afirmar que los mercados bursátiles chinos están “sobrevalorados” y han alcanzado niveles “insostenibles”. El índice de la Bolsa de Shanghai se ha multiplicado por cinco desde 2006, y su crecimiento desde principios de 2008 es del 106%. Cuando una Bolsa alcanza semejantes picos, su hundimiento pocas veces está lejos.”
Naturalmente, en dicho artículo su autor no deja de mencionar cosas como “la matanza de la plaza Tiananmen en 1989” y también “la brutalidad de la represión contra la revuelta del Tibet en marzo pasado.” Sin nada aclararnos al respecto, ya que como bien se ha podido comprobar luego, tales hechos fueron provocados y dirigidos por agentes de la CIA yanqui.
Fuente: Prensa Popular Comunistas Miranda
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REFORCEMOS LA LUCHA DE AMERICA LATINA POR LA INDEPENDENCIA DE PUERTO RICO.. FUERA DE PUERTO RICO LOS OPRESORES IMPERIALISTAS DE ESTADOS UNIDOS
Por: Freddy J. Melo
El 30 de octubre de 1950 Pedro Albizu Campos y grupos de valientes se alzaron en el poblado de Jayuya y otras localidades puertorriqueñas –con incursión también en el Congreso de Washington--, llamando a sus compatriotas a la lucha armada contra el proyecto del ELA (Estado Libre Asociado) y en pro de la independencia de la Isla dolorosa, que del imperio español pasó al norteamericano como botín de guerra cuando moría el siglo XIX.
La España de arrogancia ultramarina, que entre reverberaciones de “gloria roja” y hartazgos de riqueza ajena había ensanchado sus fronteras hasta donde no se ponía el sol, se hallaba en ese fin de centuria deshecha por décadas de combates y derrotas y sus últimas fuerzas estaban a punto de extinguirse ante los machetes de los mambises cubanos y de los combatientes caribeños que los acompañaban.
Sería una victoria de la que emergerían soberanas las Antillas mayor y menor, según las previsiones de sus líderes y el sello de la sangre derramada en común. Victoria que nunca pudo darse, porque sobre esa España a punto de caer, y con toda la desvergüenza y villanía depredadora que el mundo empezaría a conocerle, se lanzó el nuevo poder imperialista, sediento de materias primas, mercados para sus productos, áreas de inversión de capitales y territorios estratégicos en función del ambicionado dominio de todo el Continente.
La insurrección nacionalista de Albizu, destrozada y culminada en muerte y cárcel, buscaba, además de tocar el alma de su pueblo, romper la conspiración del silencio sobre la tragedia del país y dar continuidad al Grito de Lares, que lanzara el 23 de septiembre de 1868, unos días antes del de Yara cubano, Ramón Emeterio Betances, reconocido como Padre de la Patria borincana. Contra ese silencio sumo mi susurro.
La indicada tragedia se resume fácil: En quinientos años largos de existencia, a partir del momento en que los taínos fueron despojados de su tierra y diezmados, el pueblo multiétnico y mestizo formado allí, sensible, capaz y creativo, no ha vivido un solo día de historia propia. Bajo el signo de la explotación colonial clásica, formalmente disimulada, USA controla, según el PIP (Partido Independentista): “Servicio Militar Obligatorio; Defensa; tarifa; comercio extranjero; moneda; embarque de mercancías; navegación interna y externa; comunicaciones internas y externas; ciudadanía y nacionalidad; inmigración y emigración; tierra; espacios aéreos; límites marítimos y guardacostas; tratados; patentes; (…) bosques, monopolios; puertos; minerales; (…) leyes y procedimientos laborales y de salario mínimo”.
Desde el desembarco (25/07/1898) la Isla ha conocido, en sucesión: Dictadura militar los dos primeros años; Gobierno civil con gobernador y juez supremo nombrados por el presidente norteño (usenses hasta 1948, cuando es designado primer gobernador nativo Luis Muñoz Marín, como si gringo), más un Legislativo bicameral restringido a propietarios bilingües y sujeto a veto imperial; “Estado Libre Asociado”, engendro muñocista instaurado en 1952, que no es ninguna de las tres cosas sino un hábil enmascaramiento del status colonial: otorga derecho a una Constitución y la elección popular de gobernador y parlamentarios, pero mantiene y asegura la subordinación a la voluntad de la Casa Blanca.
Los puertorriqueños han peleado y la represión ha sido brutal, como lo testimonian las masacres, asesinatos selectivos (último conocido el de Filiberto Ojeda Ríos, 23 de septiembre de 2005, fecha conmemorativa del Grito de Lares), persecuciones y prisión de miles de combatientes, cuyos nombres pueden representarse en el de una mujer, Lolita Lebrón, y un hombre, Pedro Albizu Campos.
Éste, madera de Martí y de Sandino (“la independencia no se discute, se hace”), aspiraba a “escribir la última estrofa de Bolívar” y sostuvo la antorcha independentista hasta morir (21/04/965), en fin adelantado por 25 años alternos de cárcel y trato infamante (léase tortura).En Puerto Rico, paraíso de consorcios yanquis, el ELA hace aguas, la estadidad recibe el repudio de la gran mayoría, la conciencia nacional y la social, según la percepción del Partido Socialista (PSP) y de muchos otros, crecen y avanzan hacia la convergencia, la independencia es la única posibilidad de solución a su crisis histórica y ya no puede advenir sino mediante la superación del capitalismo. Parece haber juego trancado, pero…
Fuente: De Envíos a nuestro Correo/ Prensa Popular Comunistas Miranda