Por: Jerónimo Carrera
Este reciente sábado 28 de marzo, a los 88 años de edad, y en plena actividad al servicio siempre de las mejores causas de la humanidad, ha fallecido la camarada Janet Jagan. Su muerte ha ocurrido en la hermosa ciudad de Georgetown, la capital de nuestro vecino país por el lado oriental: Guyana.
Tan triste y lamentable noticia me llegó de inmediato por vía del apreciado amigo Odeen Ishmael, activo embajador de dicho país en el nuestro y conocedor de los nexos de fraternal amistad que desde hace muchos años tuve el privilegio de cultivar con Janet y su también difunto esposo Cheddi Jagan. Noticia, por cierto, que no he encontrado hasta hoy en ninguno de los numerosos medios llamados “informativos” que aquí operan como portavoces tanto del bando oposicionista como del oficialismo. En cambio, por ejemplo, la muerte en estos mismos días del ex presidente argentino Raúl Alfonsín, consecuente servidor del capital monopolista, les ha merecido atención extraordinaria.
Ha sido así, con cierta lógica, puesto que Janet Jagan representa en varios sentidos algo de lo mejor de la humanidad. Ella como ser humano fue un auténtico modelo de la futura igualdad de la mujer y el hombre, sin alharacas feministas ni supuestas equiparaciones de tipo legal. Y luego, en un aspecto no menos importante, que todavía apenas se vislumbra en el futuro, ella logró plenamente superar esa gran barrera que nos divide a los humanos según el color de la piel.
Igualmente, pasó por encima exitosamente de otras barreras que en el mundo actual conservan su absurdo significado ancestral, por las que millones y millones de personas han perdido sus vidas o soportado enormes sufrimientos. Me refiero a esas fronteras invisibles pero muy vigentes, por desgracia, provenientes de artificiosas concepciones nacionales y religiosas.
Creo que la primera vez que nos vimos fue cuando ella vino como delegada fraternal de su partido, el Partido Progresista de Guyana, mejor conocido por sus siglas de PPP, a participar en el IV Congreso de nuestro Partido Comunista de Venezuela, instalado el 23 de enero de 1971 en el Edificio Cantaclaro todavía en proceso de construcción. Estaba saliendo el PCV de la crisis generada por la deserción de toda una tercera parte de su Comité Central, que huía de su responsabilidad en la derrota de nuestro intento de lucha armada, y nos dijo ella: “En el mundo de hoy los pueblos oprimidos y explotados están constantemente ganando batallas contra el imperialismo. Ustedes, nuestros camaradas del PCV, han pasado por tiempos difíciles, pero surgieron victoriosos. La crisis de ayer los acercará para el futuro y fortalecerá su lucha. Vuestra lucha es nuestra lucha.” (“PCV Cuarto Congreso, Documentos y Resoluciones”, Caracas Junio 1971, 384 págs.)
También nos advirtió Janet entonces: “El conflicto fronterizo entre Guyana y Venezuela fue planeado deliberadamente para usarlo como un arma contra las fuerzas anti-imperialistas cuando se hacen suficientemente fuertes para amenazar sus intereses.” Advertencia siempre vigente, añado yo ahora.
Ya había tenido yo la oportunidad de conocer a Cheddi Jagan, cuando él y Salvador Allende viajaron desde Caracas a La Habana, invitados para el Primero de Mayo de 1960, igual que nuestro camarada Eduardo Gallegos Mancera y yo. De inmediato simpatizamos y se creó una amistad que se consolidó en mis varias visitas a ese país hermano y en las suyas al nuestro.
Al morir Cheddi, en 1997, también en marzo, esta Optica Mundial fue titulada Cheddi Jagan: estadista de causas nobles. Hoy, cuando se nos ha ido Janet, quien igualmente fue presidenta de Guyana, pudiera llevar exactamente el mismo título con el nombre de ella.
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