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viernes, 8 de enero de 2010

LA IGUALDAD REVOLUCIONARIA

Por: Jerónimo Carrera

Desde mucho antes de la gran revolución francesa, de 1789, puede decirse que uno de los objetivos básicos de todos los movimientos revolucionarios, y esto en las más diversas partes del mundo, ha sido el establecimiento de un sistema de organización social que realmente garantice la igualdad entre todos los seres humanos.

Sin embargo, también puede afirmarse que todas las tentativas en tal sentido han resultado fallidas, pese al haberse producido sin duda notables progresos que ameritan reconocimiento por lo que le pueden servir de enseñanzas a nuevos intentos.

De rica experiencia, por ejemplo, ha de servir a la humanidad en su conjunto lo vivido por los ya numerosos pueblos que a la luz del marxismo han emprendido la tarea de edificar sociedades justas, de equilibrio social, y por ello denominadas socialistas. En todas las cuales se ha buscado eliminar las desigualdades, primordialmente en un sentido económico y brindando a todos igualdad de oportunidades.

Los resultados obtenidos -y puedo hablar de ello por experiencia personal, ya que a partir de 1947 llegué a conocer todos y cada uno de los muy diferentes países donde se emprendió tal construcción, e incluso pude vivir durante largos años en alguno de ellos- fueron en general unos resultados alentadores, muy positivos sin duda.

Por lo tanto me suena hasta ridículo que a posteriori se quiera en tales casos hablar de supuestos fracasos del socialismo, sin tomar en cuenta los obstáculos que desde el exterior se les crearon como parte de una llamada “guerra fría”, emprendida por Estados Unidos y los otros países capitalistas apenas finalizó en 1945 la devastadora y prolongada II Guerra Mundial.


Es decir, tanto en Europa como también en los continentes asiático y americano, ha sido un socialismo nacido y desarrollado en condiciones no normales, o sea las creadas por una costosa, prolongada y permanente guerra política y económica.


Lo cierto es que en ninguno de esos países había desempleo, ni se veía a nadie pidiendo absolutamente nada. Mucho menos se temía que lo robaran, ni nada parecido. Todo el mundo trabajaba, sin que el Estado les diera nada ya que parte del salario cubría todo lo referente a gastos de salud, una pensión cuando llegaba la edad de retiro, y la educación de los hijos. En fin, eso sí era el verdadero socialismo. Un socialismo para cualquier siglo, pasado o futuro.


Pero de todos modos ese socialismo no logró establecer entre los seres humanos una total igualdad, ni nada cercano. Subsistieron desigualdades notorias en muchos aspectos, especialmente en cuanto a la aparición de una capa burocrática que se adueñó del partido primero, y por esa vía del aparato gubernamental, con privilegios evidentes y chocantes.


Por eso considero indispensable que los marxistas, que somos en primer lugar los comunistas, no cabe duda, estudiemos a fondo lo sucedido en esos países, analizando sus aciertos y fallas. Esto nos plantea, en primer término, el empleo de la crítica y la autocrítica, para que podamos avanzar hacia la sociedad más justa, igualitaria, que ha de ser la sociedad comunista.


Mientras tanto, creo yo, la especie animal a la cual pertenecemos todos los seres humanos, del color, sexo o religión que sea, seguirá teniendo grandes desigualdades, y por lo tanto no tiene nada de sorprendente que entre nosotros aparezcan algunos animales raros.


Geográficamente, por ejemplo, yo me considero uno de los más raros, ya que nunca he sido funcionario público, ni he buscado serlo, como tampoco he aspirado a ser parlamentario ni algo similar. Bastante más raro, todavía, es que no he militado sino en un solo partido político en toda mi vida de 87 años, el partido Comunista, desde hace ya más de sesenta años. O sea que en Venezuela ciertamente sí soy un animal muy raro….


Fuente: PrensaPopularSolidaria ComunistasMiranda http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/ Correo: pcvmirandasrp@gmail.com

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