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viernes, 19 de noviembre de 2010

EL PARTIDO COMUNISTA DE URUGUAY CUMPLE NOVENTA AÑOS DE FIRME LUCHA


Editorial de "Estudios" No. 125, Revista del PCU_Uruguay
El Partido Comunista de Uruguay, cumplió el 21 de setiembre noventa años.

Noventa años son muy pocos si los medimos en términos de la historia de la humanidad. Aunque son una cifra significativa al considerar hechos relativamente más recientes y que constituyen inmediatos antecedentes respecto de la historia particular de nuestra nación, así como otras del continente y más allá del mismo. No obstante, ese guarismo puede ser un dato gigantesco en cuando a vivencias conscientes y esforzadas que dieron y dan sentido y perspectiva a la clase obrera y los pueblos del planeta desde mediados del siglo XIX hasta la actual primera década del siglo XXI.

Hoy vivimos, en la escena planetaria y desde el punto de vista revolucionario, cambios sustantivos para la humanidad en las más diversas áreas; en ese sentido, podemos comprobar que la necesidad del Partido de Nuevo Tipo propiciado por Lenin y continuado en la teoría nacional y continental por Arismendi y nuestro PCU a partir de 1955, sigue tan vigente como siempre y más que nunca. Ello es así porque el capitalismo muestra y demuestra una vez más su esencia inhumana y antihumana en la crisis planetaria, cuyo fondo es el robo sistemático del trabajo.

Entonces, trabajar para recuperar el trabajo, recuperando por lo mismo nuestra humanidad, sigue siendo la única alternativa para la felicidad de los hombres (entiéndase “hombres” en el sentido de humanidad, que incluye hombres y mujeres; así lo enfocamos en este medio de comunicación y por tanto a nadie excluimos en ningún caso), e incluso para la más elemental supervivencia de toda la especie humana. Diversos actores respetables del escenario socio-político nacional, aunque no por respetables menos equivocados, reinician el viejo cántico de lo perimido de nuestros planteos.

En tanto, sin embargo, esos planteamientos que son nuestros aunque no exclusivos, nos remiten a un análisis de la realidad y la consecuente acción que a ella responde armónicamente, pues los hechos siguen demostrando que más allá de errores siempre posibles, lo peligroso es dar la espalda a las comprobaciones verificables de la realidad en sus distintas expresiones. Al día de hoy, pueblos enteros en todos los continentes sufren las consecuencias de la crisis capitalista en formas trágicas, impuestas por gobiernos que aseguran que el sistema “debe recuperarse”.

No obstante, tales gobiernos omiten señalar que sin excepciones, las recuperaciones del capitalismo, desde el comienzo de su existencia, han tenido consecuencias desastrosas para los pueblos y han permitido aumentar aún más la concentración de riquezas en cada vez menos manos y en volúmenes absurdos e intolerables. Desde una impronta de lucha confrontativa, dada desde las batallas de los pueblos y también desde algunos gobiernos, se trata de construir, a la mayor escala posible, espacios económicos independientes, -no autárquicos-, que por sus características permitan desplazar la vida del pueblo cada vez más lejos de las intenciones del rapaz capital monopólico transnacional.

En nuestro país, como sostenía el Frente Amplio en su fundación –y se comprueba como cierto más allá de su concreción total, parcial o incluso imperfecta- “la construcción de una sociedad justa, con sentido nacional y progresista, liberada de la tutela imperial, es imposible en los esquemas de un régimen dominado por el gran capital”. Una construcción así sólo puede provenir de la voluntad popular expresada en el terreno político y social, es decir con la participación plena, consciente, voluntaria y promovida desde todos los ámbitos posibles.

La construcción de las fuerzas sociales de la revolución desde la movilización organizada de grandes mayorías en torno a un programa común, deviene de una acumulación de fuerzas continua.

Ello se ha producido en el Uruguay desde la fundación del Frente Amplio y toda la historia de avances populares previos. De tal modo que el Frente Amplio ha podido llegar al gobierno como expresión sintetizadora de la concepción originaria y la movilización consecuente en ese sentido. Esa voluntad originaria está vigente porque existe en enormes sectores del pueblo trabajador. De ahí que el programa del pueblo, proveniente de todos los ámbitos organizados que lo comprenden: el Congreso del Pueblo, el Congreso del PIT CNT, el Congreso de la Educación y múltiples elaboraciones desde el Frente Amplio como coalición y movimiento, constituyen, más allá de avatares circunstanciales que igualmente a ellos deben suscribirse, la base de acción de un gobierno de izquierda como tal.

Tiene sumo fundamento por lo tanto, que el programa del Frente Amplio, en cuanto recoge todo ese “insumo” de cuño popular, sea el fundamento principal de toda acción del gobierno frenteamplista. Ahora bien: durante ya seis años, el Frente Amplio gobierna el Uruguay. No existe duda en cuanto a los avances, las prioridades que se han querido mantener y efectivamente se han llevado adelante en varias áreas importantes respecto del pueblo trabajador. Son avances y prioridades que valoramos altamente. Pero digámoslo con claridad: la esencia del rompimiento del yugo imperial por la vía de construir una realidad económica cada vez más independiente, está retrasada en grado altamente comprometido.

En este 2010 se dirime la tendencia de la política económica de nuestro país en el quinquenio a través del Presupuesto Nacional y por tanto las acciones necesarias para proteger a los uruguayos de la crisis planetaria del capitalismo. En ese sentido, digamos que esas acciones son las mismas requeridas para mejorar las condiciones de vida del pueblo. Y serían las mismas aunque la crisis general no fuera tan grave como es. Insistimos, absolutamente convencidos por los tozudos hechos, que la contradicción principal es entre el Uruguay productivo con justicia social, desde la profundización democrática y construyéndola con participación plena, o más dependencia de un sistema que desgarra pueblos enteros para sostener su esencia inhumana.

En tal sentido, se constituye en elemento esencial el papel de un gobierno y un pueblo consustanciados para bregar porque esa contradicción se resuelva de modo adecuado y concluyente, pero sin confundir la independencia de clase con obsecuencia respecto de un gobierno. Afrontamos un momento peculiar de la acumulación de fuerzas donde resulta imprescindible consolidar los cambios del único modo posible: profundizándolos. Y se profundizan en la medida que el pueblo organizado construya la subjetividad del bloque alternativo.

El gobierno, en tanto administrador del aparato del Estado, puede formalmente -y debe hacerlo por el programa que posee y es su mandato-, adoptar acciones de modificación de la política económica sabiendo que el gran capital lo enfrentará permanentemente por los medios a su alcance. No sirve a los armadores pesqueros una flota nacional, no conviene a las transnacionales frigoríficas que se encamine la existencia de un frigorífico nacional.

Tampoco acuerdan las mega empresas mundiales de telecomunicaciones que ANTEL se fortalezca compitiendo respaldada por el Estado y que recupere los monopolios entregados por los neoliberales contra la voluntad popular. Por su parte ALUR no es buen ejemplo para los sectores más rancios de la burguesía asociada al imperialismo.

No obstante y mal que pese, todo ello es imprescindible para el pueblo. Construir ese camino es difícil, pero no hacerlo es suicida.

Las alternativas nacionales valederas ante la crisis cada vez con mayor iniciativa, protagonismo y control del pueblo organizado, se debilitan cada día que se posterga la construcción de un nuevo Estado al servicio de las grandes mayorías en todos los terrenos, también y particularmente, el productivo. El despliegue de iniciativas como las reseñadas, que se arraigan expresamente en el programa del Frente Amplio y de todo el movimiento popular, garantiza enfrentamientos con los enemigos de la pública felicidad pero fortalecen el ánimo de quienes pusieron al Frente Amplio en el gobierno y su acción organizada para respaldar el proceso.

No existe otro camino. De fortalecer la opción popular se trata, sin creer en equilibrios politiqueros que no exceden las repartijas tradicionales a la hora de las definiciones de fondo. La organización popular en el presente uruguayo tiene un eje social centrado en el PIT CNT y su sistema de alianzas, y otro eje político, el Frente Amplio. En ambos se trata de desarrollar organización y movilización en torno al programa y no se trata, por el contrario, de enredarse en pseudos debates politológicos sobre estructuras u otros distractores de las tareas necesarias.

El Partido Comunista de Uruguay en sus noventa años, hacia su XXIX Congreso, en tanto es parte, promotor y constructor de la realidad nacional en sus aspectos de avance, y responsable de los riesgos que esos avances implican, no es una asociación de amigos de la clase obrera. Es en su práctica cotidiana un partido revolucionario y para ello actúa y llama a integrarse a sus filas. El Partido Comunista de Uruguay lo es por definiciones teóricas y por acción práctica. Es el Partido de todos los comunistas. Somos conscientes de que esta última aseveración no es una mera frase: el Partido Comunista de Uruguay es el Partido de todos los comunistas.

Lo reiteramos en todos los sentidos. Es decir, es sin duda el Partido de los afiliados militantes que esforzadamente construyen día a día agrupaciones desde todos los ámbitos, o participan en ellas cumpliendo con las responsabilidades mínimas que su pertenencia partidaria requiere. Pero también sin duda lo es de todos aquellos que adhieren a la teoría y la práctica cotidiana del Partido en ámbitos de militancia tanto en lo barrial, departamental, social, sindical….y hasta personal. Es también su Partido porque en él reciben y dan aportes que permiten el desarrollo de la transformación profunda de la sociedad.

Más allá de sus definiciones hasta el presente, por su adhesión perseverante, su militanci a consecuente, el PCU mantiene sus puertas abiertas para ellos. Porque todos quienes el Partido considera “hermanos comunistas” merecen pertenecer al Partido y sin duda el Partido los necesita. Y tal vez los merezca…
Fuente: Comunistas Uruguayos en Madrid/PrensaPopularSolidaria

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