Llegó al Congreso sólo por ser la hija del delincuente Alberto Fujimori tras haber sido la Primera Dama que observaba complacida las noticias sobre las torturas a su madre, 300 mil esterilizaciones forzadas de mujeres, asesinatos y una larga lista de violaciones de derechos humanos, así como feroces latrocinios del dinero de todos los peruanos.
Ese silencio cómplice valió a Keiko Fujimori gozar de los privilegios de la corrupción y encabezar a la mafia que, una vez fugado su cobarde padre, buscaría llegar nuevamente al poder y ser congresista.
Pese a su limitado intelecto y cultura, la tuvimos como congresista, pero fue una de las más incapaces que más bien se preocupó por afianzar un contubernio con el sector más oscuro del aprismo, como confesó en la embajada estadounidense (ver Wikileaks revela concubinato entre apristas y fujimoristas).
Su ignorancia sobre las funciones en el Congreso y sobre conceptos básicos se hizo evidente, por ejemplo, cuando en la CADE le preguntaron qué hizo por la competitividad y no supo responder (ver Keiko Fujimori no supo responder al panel de la CADE).
También vemos ejemplo de su torpeza al utilizar el caso de violación de una bebé para promover la pena de muerte, que en realidad requeriría modificar la Constitución, lo cual su partido rechaza y critica en Ollanta Humala (ver Mononeuronal Keiko Fujimori y el “monstruo de Satipo”).
Esta gran ignorancia es una clara muestra de que la hija del delincuente Fujimori pretende servir de máscara a la misma mafia de la dictadura que detrás de ella hará de las suyas.
La Primera recuerda su pésima labor, por la cual los peruanos tuvimos que pagarle más de un millón de soles, en esta nota.
Fuente: Página de La Primera, Diario de Lima_Perú/Con Nuestro Perú/PrensaPopularSolidaria
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