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lunes, 9 de abril de 2012

LOS COMUNISTAS

Los comunistas

En el 35 aniversario de la legalización del PCE

Por:Paco Arnau

“Tienen el pellejo curtido y el corazón templado... Por todas partes reciben palos... Palos exclusivos para ellos... Vivan los espiritistas, los monarquistas, los aberrantes, los criminales de varios grados... Viva la filosofía con humo pero sin esqueletos... Viva el perro que ladra y que muerde, vivan los astrólogos libidinosos, viva la pornografía, viva el cinismo, viva el camarón, viva todo el mundo, menos los comunistas…”
Pablo Neruda. “Los comunistas” en Confieso que he vivido.

Es 9 de abril de 1977. Los informativos interrumpen su programación con una noticia que los periodistas denominan “de alcance”: pasados 38 años de la derrota de la II República en la Guerra de España, es legalizado oficialmente el partido que acabó siendo la columna vertebral de la resistencia bélica de la democracia frente al fascismo y de una larga lucha clandestina contra el régimen surgido de la sublevación nacionalista-católica y de la intervención nazifascista extranjera.

A pesar de que tanto desde sectores del régimen como desde ciertos ámbitos de la oposición moderada (socialistas, democristianos…) existía la tentación de pilotar una transición hacia un sistema político representativo excluyendo a los comunistas (el PSOE había sido legalizado dos meses antes sin que hubiera “ruido de sables” en los cuarteles ni conmoción interna ni externa), el sector reformista del poder encabezado por Adolfo Suárez, a la sazón presidente del Gobierno, tuvo claro que no era viable excluir del proceso a la fuerza política y sindical que por entonces representaban los comunistas españoles. Máxime teniendo en cuenta también que en los países de nuestro entorno más cercano, los comunistas eran a su vez la principal fuerza de la izquierda (el PCF en Francia, el PCI en Italia o el PCP en Portugal).

Si se trataba de llevar a cabo una transición pacífica, los reformistas del régimen anterior tuvieron claro que esto era inviable con los comunistas, la principal fuerza de la oposición durante décadas, en la clandestinidad. Dos factores principales definieron este proceso denominado Transición democrática: la necesidad objetiva por parte del poder económico de iniciar un proceso de privatización del capitalismo monopolista de Estado del franquismo en función de los nuevos intereses de clase de los financieros e industriales (aun con enormes bolsas regionales de atraso social y económico, España en 1977 ya iba camino de convertirse en un país capitalista desarrollado) y, por otra parte, como contraparte, la fuerza de la izquierda real (no socialdemócrata o socioliberal) en los últimos años del franquismo, factor que impedía —de facto— poner en marcha reformas económicas ignorando la existencia de un poderoso movimiento político y sindical de oposición, hasta entonces encabezado por los comunistas.

A pesar de la recalcitrante oposición a la legalización del PCE por parte de los militares que ganaron la guerra y del llamado búnker del franquismo, tanto buena parte de la cúpula de la Iglesia católica de la época como los tecnócratas reformistas del régimen, los otros dos pilares de los restos de un edificio franquista que amenazaba ruina, apostaron por una transición pacífica para salvar los muebles. Que todo cambiara en el plano político para que las bases del poder económico pervivieran y no se repitiera en España una ruptura democrática que generó condiciones prerrevolucionarias, como fue el caso de Portugal en otro abril anterior, el de 1974.

El Sábado Santo Rojo de 1977 —la legalización del PCE— no fue, por tanto, algo otorgado por un espíritu reformista o una graciosa dádiva, sino el resultado de un balance de fuerzas entre izquierda y derecha y de una recomposición de los equilibrios de poder de las clases dominantes. En los meses anteriores al 9 de abril de 1977, el país asistió a una de las mayores oleadas de huelgas y manifestaciones de su historia. Es destacable además que buena parte de las movilizaciones huelguísticas de la clase trabajadora en los centros industriales no sólo estaban motivadas por reivindicaciones salariales o estrictamente laborales, tenían también como eje la lucha por libertad, la democracia y la amnistía.

Tampoco todo ello hubiera sido posible si en los años anteriores al 9 de abril de 1977, los comunistas españoles, junto con otras fuerzas democráticas y libertarias, no hubieran encabezado también una larga lucha clandestina contra el fascismo dentro y fuera del país. En los años de la posguerra española el PCE escribió con la tinta roja de la sangre de sus hombres y mujeres la historia de la guerrilla antifascista en la península y de la resistencia en los frentes de batalla europeos en la Segunda Guerra Mundial; desde la campiña francesa hasta las estepas soviéticas pasando por los campos de la muerte de Alemania o Polonia…

Después siguieron más años de plomo, lo que algunos historiadores han denominado los largos años de “la gloriosa y heroica clandestinidad”, días de lucha en las fábricas y en los campos, en las universidades, en el movimiento vecinal, de reconstrucción del movimiento obrero, de reuniones clandestinas, de caídas y detenciones, de ponerse en pie y continuar tras ellas, de penas de cárcel y ejecuciones sumarias... Años, en fin, en los que el Partido de Dolores Ibárruri tuvo muchos mandelas cuyos nombres fueron —y siguen siendo— sinónimos de firmeza, honradez, coherencia y dignidad para millones dentro y fuera de España: Miguel Hernández, Julián Grimau, Marcelino Camacho, Marcos Ana, Paco Romero Marín, Simón Sánchez Montero y tantos otros camaradas anónimos que pagaron con cárcel y hasta con su vida algunos de ellos su firme entrega por la causa de la libertad.

Sin organización no viven las ideas, dijo Antonio Gramsci. En el 35º aniversario de la legalización del PCE reconozcamos y revisitemos esa Historia con mayúsculas; pero la mejor conmemoración consiste también en mantener viva —avivar hoy en día— la llama de esa lucha de ya más de 90 años (buena parte de ellos con las armas en la mano o en la clandestinidad) en la que los comunistas, el Partido que no necesita apellidos para ser reconocido, han estado y siguen estando ahí como elemento vertebrador de las luchas de la clase de la que surgió y forma parte destacada.

Fuente: Mundo Obrero/PrensaPopularSolidaria_(PrenPoSol_PePeSe)
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
Correo: pcvmirandasrp@gmail.com

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