Por: Edgar Meléndez
Tribuna Popular Se me hace increíble que con todo lo que ha sucedido en los últimos años en Venezuela, con las recurrentes señales que ha dado el pueblo de exigir más y mejor revolución, incluso con los propios resultados del 7 de octubre, todavía hayan personas que a nombre del proceso bolivariano condenen cualquier asomo de critica propositiva con una vehemencia inconcebible para quienes sabemos que el debate es la forma histórica de construcción colectiva revolucionaria, afortunadamente el repudio generalizado que están generando este tipo de posturas son su mayor y mejor respuesta.
En el hecho concreto jamás podrán ser enemigos, en ninguna parte del mundo, quienes militen en partidos socialistas y partidos comunistas, aunque hay quienes juegan a eso; en Venezuela los militantes del PSUV y del PCV son, en su inmensa mayoría, hermanos de lucha desde mucho antes del proceso bolivariano y esos son lazos que no se rompen simplemente porque surjan observaciones y diferencias que solo el debate, el encuentro y la articulación pueden resolver y a eso estamos obligados los militantes y las dirigencias de ambas organizaciones.
Toda alianza política existe porque sus factores conformantes han decidido ponerse de acuerdo y trabajar juntos en líneas comunes que expresan importantes niveles de coincidencias; sin embargo, el solo hecho de que los actores sean distintos y diversos habla de la necesidad del tratamiento ético de las diferencias; sí se parte de la exigencia de una subordinación descontextualizada, del apoyo acrítico, de la negación del debate por el simple asentimiento no se diga jamás que se esté en construcción de una alianza y mucho menos una de tipo revolucionario.
Los revolucionarios tenemos la responsabilidad y la necesidad de profundizar el debate y de argumentar nuestras consideraciones porque desde nuestras distintas ópticas todos estamos interesados en el avance hacia estadios de bienestar colectivo que en definitiva es de lo que se trata una revolución.
Ha sido el proceso bolivariano, a través de mecanismos como la Constituyente del año 1.999 y otros, quien instauró y ha fomentado la democracia participativa y protagónica, elevado concepto frente a una representatividad tramposa, entonces es inconcebible que se insista en no utilizar esos mecanismos para la construcción de nuestra propia alianza, aunque como lo dije en el artículo anterior, afortunadamente la dinámica de construcción de la alianza a nivel nacional viene avanzando satisfactoriamente, tomemos su ejemplo en las regiones
Por donde empezamos en Bolívar
En Bolívar, para reconstruir la alianza de los factores progresistas y revolucionarios, debemos empezar, urgentemente, por el reconocimiento del otro, alejar a los que hablan de aniquilamiento a quienes tengan el “atrevimiento” de ejercer el deber de la critica propositiva, a la que por cierto permanentemente nos convoca el propio Presidente Chávez, cuando más bien esta debe ser el instrumento privilegiado de evaluación, vigilancia y control que utilicen los partidos políticos, movimientos sociales y comunidad organizada sobre quienes ejerzan roles de administración pública.
Una justa exigencia del Movimiento Popular y Revolucionario de Guayana es el cese inmediato de la persecución, el hostigamiento y la descalificación por canales mediáticos que deben estar puestos al servicio de causas mucho más nobles y éticas.
Estamos convencidos que hay disposición en todos los factores de la alianza antiimperialista en Guayana de entenderse respetando sus diferencias, para avanzar en la construcción de una instancia de discusión y construcción política con orientación revolucionaria que permita poner coto a cuestiones que simplemente son fallas y debilidades.
Fuente: Tribuna Popular/PrensaPopularSolidaria
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