Preservando la autonomía y la independencia política de nuestro Partido, venimos actuando como aliados del oficialismo en luchas como la de las retenciones a las superganancias de los agroexportadores, o a favor de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, entre otras. Ello marcó nuestra participación en el Nuevo Encuentro y en instancias como Unidos y Organizados, Alternativa Popular en la Caba, Carta Abierta, la CTA de los Trabajadores y otras a lo largo del país, en las que seguiremos participando activamente. En este contexto hemos formulado propuestas como las que lanzamos en dos oportunidades desde el Hotel Castelar, a fin de profundizar los cambios que se alcanzaban, aunque debemos decir que en lo principal no han sido tenidas en cuenta. También hicimos críticas, como en el caso de la Ley Antiterrorista, y las seguimos haciendo en ese y otros temas con lealtad de aliados serios y responsables, porque no somos del oficio de los aduladores. Estaremos en primera fila contra las todas las formas conspirativas de las derechas y el imperialismo, pero nuestro apoyo es a políticas favorables a los trabajadores y el pueblo y no a cualquier medida aprobada desde las esferas oficiales.
Consideramos que por sobre unas u otras determinaciones gubernamentales hay un problema irresuelto de suma gravedad y que determina en la correlación de fuerzas actual, se trata del retardo en la conformación de la fuerza política necesaria para defender lo alcanzado y para continuar profundizando los cambios en un sentido nacional, popular y antimonopolista.
Creemos estar seguros de que esa tarea no tiene centralidad en el Partido Justicialista, aunque respetamos su peso histórico en la vida nacional. Reconocemos que esa no es una empresa fácil, pero consideramos además que es incorrecto, por diversos factores, esperar que la iniciativa al respecto provenga del “arriba”. También puede dársele impulso desde “abajo”. Y para ello es imprescindible un papel activo de los comunistas, el crecimiento cuantitativo y cualitativo del Partido Comunista y la FJC, en tanto una de las principales fuerzas plenamente dispuestas a hacerlo y que cuenta con la autonomía suficiente para su intervención en la política.
Pero ello demanda impulsar un Partido Comunista fuerte, crecido, organizado, arraigado, capaz de afrontar los debates y tareas, para ponerse al servicio de la unidad popular en la línea del frente de liberación nacional y social. No hay demasiadas fuerzas reales en condiciones de hacerlo.
Pero a la vez es necesario contabilizar que no contamos hoy con la carnadura necesaria en fuerza material. Por ello consideramos que la tarea central de la militancia comunista es el crecimiento y desarrollo del PC y la FJC. No es suficiente con el necesario discurso ni con ser uno más de un necesario entramado de alianzas políticas y/o fuerzas sociales. El cambio cualitativo en materia de la construcción de una fuerza frentista transformadora, plural, que aliente el protagonismo popular, vendrá de la mano de la existencia de un gran Partido Comunista, como pivote de una izquierda que no sea sectaria ni autoproclamatoria, pero tampoco posibilista ni subordinada a una hegemonía de relativas definiciones avanzadas. En el panorama político actual vemos con preocupación la acumulación de un conjunto de situaciones contradictorias.
Desde el punto de vista político general, avanza una derecha peronista que se despliega por fuera del gobierno (Frente Renovador) y también cada vez más por dentro, con dirigentes de gran peso y liga de gobernadores que participan del entramado del gobierno, pero que alimentan ideas conservadoras y a en algunos casos restauradoras. Si bien los hombres y las mujeres somos producto de las circunstancias, no debemos olvidar que se quiso colocar una instalación militar yanqui en el Chaco contradiciendo incluso las establecidas políticas de defensa y las que llevaron a conformar el Consejo de Defensa de la Unasur.
Desde los cenáculos del poder real y teniendo como voceros a los grandes medios de desinformación, se alienta una nueva forma de bipartidismo integrado de un lado por ese peronismo derechizado y por el otro con la UCR, también derechizada, el panradicalismo y la socialdemocracia. Y a esto debe sumarse una derecha explícita como el macrismo. Todos ellos sin excepción tienen que ver con las políticas de Menem y De la Rúa que dejaron al país quebrado y en un baño de sangre. A lo largo del último período justamente han salido a la luz, y se han profundizado, diversos problemas reales que hacen a la vida cotidiana de nuestro pueblo, pero que tienen que ver con cuestiones estructurales, por medio de los cuales se desarrolla un consenso social negativo.
El de la distribución de energía eléctrica que ha dejado sin el imprescindible fluido a millones de argentinos es un producto de la privatización menemista, de la pretensión ilimitada de ganancias de las empresas a cargo y de su consecuencia que es la falta de inversión. Y de las reiteradas faltas de control y de medidas suficientes y en tiempo real por parte de los entes reguladores del Estado, así como de la subestimación y respectiva imprevisión en cuanto a las variables que introduce el cambio climático. A ello debemos sumar el caldo de cultivo que estos problemas generan facilitando las labores de los desestabilizadores.
Cosas muy parecidas podemos decir de la crisis del transporte público, especialmente en el tema de los ferrocarriles que utiliza nuestro pueblo.
La reciente crisis de las policías provinciales, antecedida por otra que involucró a gendarmes y prefectos, tiene muchas aristas de suma peligrosidad y está concatenada con el despliegue de grandes organizaciones delictivas que han acumulado una enorme cuota de poder y que han penetrado en los cuerpos de seguridad.
Es justa además la demanda de otros sectores de trabajadores, especialmente estatales, de recibir en tal caso los aumentos y las mejoras que se aprobaron para los policías. Ello debe ser financiado con impuestos a las riquezas, a los bienes suntuarios y a grandes corporaciones, a los shoppings, casinos, etcétera. Otro asunto de fuerte impacto en la vida cotidiana, que alimenta el discurso y la práctica reaccionaria, es el de la carestía de la vida.
Todo este cuadro nos indica que el kirchnerismo tiende a agotarse si no relanza el proyecto nacional y popular con claros objetivos de transformación estructural del país. No nos sumamos al coro de agoreros del “fin del ciclo” iniciado en 2003. Pero consideramos que es necesario salir del actual impasse y tomar al toro por las astas, luchando si es necesario a brazo partido, para evitar que se retroceda a días neoliberales aun más oscuros de los que conocimos. Y ello sólo se hace avanzando a paso firme, con medidas claras, acompañadas por la movilización social y la construcción de poder popular. Allí estará presente el Partido Comunista aun más allá de las posibilidades de sus fuerzas reales.
Por todo ello queremos preguntarnos y preguntar a todas las fuerzas populares, nacionales, democráticas, progresistas: ¿Vamos a permitir un agotamiento de los impulsos progresistas del kirchnerismo y su dilución en una entente conservadora? Hacemos un llamado a todos los que se oponen a ello a debatir y construir un camino en dirección a la profundización de los cambios y a la elaboración efectiva de un proyecto nacional que descarte la concepción ortodoxa y genere enfoques alternativos. Allí los comunistas plantearemos una vía poscapitalista y un camino al socialismo del siglo 21, pero estamos dispuestos a escuchar otras voces e ideas y a alcanzar entre todos definiciones comunes
Debemos registrar, como muchas veces señaló la Presidenta, que el mundo vive una profunda crisis en sus centros más desarrollados. Y, agregamos nosotros, es el capitalismo el que atraviesa una crisis civilizatoria de la cual conviene desatarse con rapidez en lo ideológico, en lo económico, en lo financiero, en lo político, en lo militar.
Necesitamos, por ejemplo, como hizo Ecuador, una investigación sobre la legitimidad de la deuda exterior, antes de seguir derivando divisas del país a la banca internacional, para establecer si sólo podemos desendeudarnos pagando a costa de no resolver nuestros problemas o existen otros modos de hacerlo. Por otra parte, si nos liberamos de la relación subordinada a las recetas del FMI, debemos hacer uso de esa independencia impulsando nuevas medidas anticíclicas, que promuevan el mercado interno y lo defiendan de la voracidad de los monopolios. Las derechas plantean el tema de las reservas internacionales del país. Es preciso decir claramente que el dato principal de su reducción es el pago con ellas a los organismos internacionales.
En tales circunstancias, reclamamos como necesario activar la coalición político social Unidos y Organizados, hoy prácticamente paralizada, y darle carnadura y solidez como una herramienta popular frentista de unidad y movilización, retomando lo que se agrupó y lo que propuso la Presidenta en aquel histórico acto en el estadio de Vélez Sarsfield.
En Unidos y Organizados existen las fuerzas y son poderosas en la medida que se organicen y se transformen en una dirección política real. Los comunistas no desconocemos las hegemonías existentes, ni nos caracterizamos por reclamar “espacios de poder”. Nuestro planteo apunta a construir unidad y organización popular para enfrentar los trascendentales retos que nos impone la situación.
El Partido Comunista no puede renunciar a su referenciación de clase, por lo cual convoca a su militancia a continuar e incrementar su papel en los conflictos sociales del lado de los intereses de los únicos con quienes estamos comprometidos: los trabajadores y el pueblo.
Fuente: Nuestra Propuesta/PrensaPopularSolidaria
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Correo: pcvmirandasrp@gmail.com
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