Páginas

miércoles, 10 de septiembre de 2014

¿REFORMISMO O REVOLUCIÓN?

Por María Linares 

La historia nos muestra que durante el proceso de desarrollo de las rebeliones sociales revolucionarias contra la opresión capitalista, en busca de una sociedad distinta, surgen tendencias antagónicas. Una de ellas, la reformista, lleva a considerar el socialismo como una cuestión de carácter moral. Tendencia que impera en la revolución bolivariana. El reformismo, aunque dice desechar las ideas económicas capitalistas, las asume cuando deja de lado la teoría marxista del valor-trabajo (trabajo social promedio para producir un valor, una mercancía sujeta a cambio) y de la explotación capitalista. Es decir, no cree necesario la desaparición del Estado burgués. 

La otra tendencia es el marxismo cuyo objetivo es el socialismo científico, usando métodos revolucionarios, no reformistas. El marxismo ha determinado la función opresora y sustentadora del Estado capitalista y por eso lucha por su destrucción.


Lenin, en su obra “El Estado y la revolución”, exponía dos razones que explicaban por qué el asunto del Estado, a pesar de su importancia, no era tomado en cuenta por la clase proletaria en los países capitalistas avanzados. 

Una de ellas, era que aquélla había abandonado cualquier idea de llevar a cabo la transformación socialista de la sociedad. La otra razón, es la  relacionada al largo auge del capitalismo después de la guerra mundial , que permitió cierta suavización de las contradicciones de clase. Ambas razones fueron reforzadas con las ideas reformistas de la socialdemocracia, ideas que calaron hondamente en las masas e incluso en los dirigentes comunistas. 

Más adelante trataremos la cuestión del reformismo en la revolución bolivariana, luego de aclarar el problema del Estado capitalista.

El Estado capitalista existe para proteger, subvencionar y proporcionar mercados a los grandes bancos y a los monopolios. Pero, sostener el Estado capitalista es muy costoso para la sociedad en cuanto y tanto tiene que mantener una gran masa de burócratas que no producen nada, y por el contrario consumen una inmensa masa de recursos.

Mientras que, en una sociedad planificada,  esos grandes recursos monetarios, engullidos por el Estado en el Capitalismo,  serían destinados al bienestar del pueblo. Como vemos el Estado moderno es esencialmente parasitario. El Estado en apariencia es imparcial, sin embargo, detrás de esta imparcialidad esconde los intereses de clases dominantes y los antagónicos.

En épocas “normales”, esto es, cuando el capitalismo atraviesa períodos de boom económico, las masas no cuestionan el Estado. No obstante, en momentos de crisis cuando las bases de la sociedad se resquebrajan, las masas empiezan a cuestionar todo lo que representa la sociedad capitalista opresora. Cuando las masas comienzan a levantarse contra los opresores, en ese momento el Estado muestra su verdadera esencia, su esencia devastadora y criminal.

La cuestión de la revolución y el Estado Venezolano

En Venezuela se desarrolla un proceso revolucionario atípico, dado que el Estado dirige la revolución y administra la principal fuente de energía de origen fósil. De ahí la encarnizada lucha entre la propiedad privada –propiedad burguesa internacional- y la propiedad estatal. En Venezuela se da una batalla entre el capital moderno -es decir, la gran industria y el capital financiero imperialista- y el pueblo venezolano. Pueblo que construye formas de organizaciones territoriales, políticas, económicas tales como, comunas, unidades de producción, pequeñas fábricas administradas por consejos de trabajadores, movimientos sociales, partidos revolucionarios.

La administración por parte del Estado venezolano de las reservas de petróleo –recurso energético geoestratégico--, y el desarrollo del proceso revolucionario bolivariano entran en contradicción con los planes hegemónicos del imperialismo estadounidense y europeo.

Sin embargo, debemos destacar que el modelo de acumulación capitalista de Venezuela –renta petrolera y endeudamiento público-- se ha agotado. 

Asimismo, su modelo político denominado “democracia representativa”, sustentado en los partidos (AD y COPEI) se ha agotado. Es decir, el modelo rentístico petrolero que dominó la economía durante el siglo XX, y que ahora se mantiene en pleno siglo XXI, no es el camino que permite desarrollar las fuerzas productivas de la industria y de la agroindustria y mucho menos el camino -duro y difícil-- a seguir en la construcción del socialismo.

El camino es la economía planificada desligada de la propiedad de los medios de producción y en función de las necesidades materiales de la población, no en función de las ganancias de la burguesía. El modelo rentístico-comercial es inviable, un país no puede ser sólo importador, impidiendo el desarrollo de la producción de bienes esenciales para la existencia, y obstaculizando la construcción del socialismo.

El reformismo y la revolución bolivariana

Actualmente se desarrolla en Venezuela una conspiración de carácter fascista impulsada por el imperialismo estadounidense y europeo con dos estrategias básicas: guerra económica y guerra política apoyadas con un despliegue de propaganda sucia (guerra psicológica) de las principales empresas mediáticas del mundo y las redes sociales. Este plan conspirativo tiene como objetivo producir un caos social de tal magnitud que termine en una guerra civil que finalmente finalizaría en una  intervención militar extranjera y establecimiento de un régimen fascista.

Con la guerra económica y la “guarimba” fascista comienzan a desvanecerse las ilusiones reformistas del gobierno bolivariano. El reformismo enfermedad senil del socialismo, tendencia ideológica cuyo -paso a paso- en los procesos revolucionarios es una estrategia equivocada, como lo demuestra la actual crisis política y económica en Venezuela,  donde ha llegado la hora de la definición histórica: profundización de la revolución.

¿Revolución socialista en Venezuela?

La revolución socialista no es una utopía ilusoria, sino por el contrario, la realización de la necesidad histórica en términos dialecticos. Pero algunos teóricos y dirigentes “revolucionarios” buscan caminos que niegan esta necesidad histórica de la sociedad humana.

Dentro de ese campo ideológico reaccionario, de negar la necesidad histórica del socialismo se inscribe Kautsky, quien en 1909, en su libro “El camino del poder” plantea la “estrategia del desgaste” de la cual la potente socialdemocracia alemana acabaría pacíficamente con la cada vez más debilitada sociedad burguesa. Kautsky sin dudas dio una gran contribución al revisionismo teórico y al reformismo como método político a fin de maquillar el capitalismo. Este autor en fin postulaba un “imperialismo pacífico” en lo económico, y una Federación de Estados democráticos europeos, en lo político, cuyos métodos de solucionar sus conflictos es mediante formas de arbitrajes, y con los partidos socialistas como garantes.

En los procesos revolucionarios cuando se sigue el camino del reformismo los retrocesos en la lucha de clases son un fenómeno permanente, las conciliaciones de clase son el pan de cada día, desarmando e inmovilizando las masas trabajadoras que son las llamadas a desaparecer el capitalismo, y sobre bases -económicas, políticas, sociales- distintas y nuevas construir el socialismo.

A la clase trabajadora le ha correspondido la tarea histórica más importante que cualquier otra clase, la de la revolución socialista. La revolución socialista es distinta a las anteriores revoluciones, con ella una clase, no sustituye a otra clase. A la revolución socialista corresponde una agudización de la lucha de clases violenta, dada la resistencia también violenta que opone la burguesía imperialista y la violencia de la contrarrevolución por parte de sus desclasados serviles.

Afirmó Rosa Luxemburgo que la clase capitalista imperialista supera en brutalidad y criminalidad a sus antecesoras. Una advertencia contundente de Luxemburgo: “Hay que prepararse, la lucha por el socialismo es la guerra civil más violenta que ha conocido la historia mundial”. El siglo XX y XXI da cuenta de las guerra.

Entonces y en cuanto a las tareas de la revolución socialista venezolana se resumen en: una transformación completa del Estado y en una revolución de los fundamentos capitalistas económicos y sociales de la sociedad. Para ello, nada de alianza con la burguesía, ser los mejores soldados contra el fascismo. El gobierno bolivariano tiene que hacer el país, el país del pueblo, sólo así se involucran las masas en la tarea de expulsar a la burguesía, tomar el poder y hacer la revolución social.

Fuente: Tribuna Popular/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-Comunistasmiranda.blogspot.com 

No hay comentarios:

Publicar un comentario