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domingo, 12 de octubre de 2014

COLOMBIA:¿A QUÉ JUEGA PINZÓN, EL MINISTRO DE DEFENSA DE COLOMBIA?

Comandante de las FARC-EP, Timochenko y tropas del ejército nacional.

Escrito por Juanita León, Silla Vacia

 La salida de Pinzón ayer suscitó una aguda polémica sobre su rol en el proceso de paz y si actúa descoordinado con los altos funcionarios de Santos ligados a los diálogos en La Habana.

Desde que arrancó el proceso de paz, Juan Manuel Santos ha insistido en que la paz es la mayor victoria militar y ha tratado de explicar cómo el esfuerzo militar y la negociación en la Habana son dos caminos complementarios para llegar al mismo objetivo que es acordar con la guerrilla el fin del conflicto armado.

Estas dos caras del mismo proceso es lo que explica el papel del “policía malo” que ha jugado hasta ahora el Ministro de Defensa, quien fiel al estereotipo de su cargo y a las expectativas de Santos, no ha ahorrado esfuerzos para hablar duro contra las Farc utilizando el lenguaje de la guerra.

Sin embargo, sus últimas declaraciones sobre el viaje de ‘Timochenko’ a La Habana han puesto en evidencia que tal complementariedad no existe y que más bien lo que hay es una profunda desconfianza y descoordinación entre los negociadores en La Habana y el sector de los militares que representa Juan Carlos Pinzón.
Esfuerzos en vano

El ministro Pinzón es considerado por algunos como uno de los posibles sucesores de Santos a la Presidencia. Él ha dejado entrever que no le molesta la idea. Foto: Santiago Mesa

Santos ya está jugado por la paz pero los militares siguen siendo un riesgo para el proceso. Foto Jorge Morelo.

En la Mesa de Negociación en la Habana los guerrilleros han insistido en discutir la doctrina militar. Humberto de la Calle ha dicho que no está en discusión.
La oposición de los militares a los anteriores procesos de paz ha sido uno de los aspectos más difíciles de manejar para los respectivos presidentes.
En 1984, los militares bajo el mando del ministro Fernando Landazábal se opusieron de manera frontal a la política de paz de Belisario Betancur que el Presidente intentó mantener hasta que ocurrió la toma del Palacio de Justicia.  En 1993, soldados del Ejercito mataron a sangre fría a los dos negociadores de la Corriente de Renovación Socialista en el corregimiento de Blanquiset, en Turbo, Antioquia, cuando se disponían a discutir con el gobierno la reinserción de esta guerrilla. Seis años después, en mayo de 1999, el entonces ministro de Defensa Rodrigo Lloreda y casi toda la cúpula militar renunciaron en protesta por el despeje indefinido del Caguán anunciado por Andrés Pastrana. Son solo tres casos de boicot por parte del estamento militar a las negociaciones con la guerrilla. Pero hay más de uno por cada proceso intentado.
Conocedor de estas experiencias, Santos intentó desde el principio del actual proceso con las Farc darle confianza a los militares en el proceso. Por eso puso como negociador al General Jorge Enrique Mora, ex comandante del Ejército y uno de los militares más duros contra la guerrilla y por ende, más respetados por la tropa. También puso al general Óscar Naranjo, “el mejor policía del mundo”. Ambos eran una prenda de garantía para los militares de que no entregarían el país (ni sus cabezas) en la mesa de negociación.
Más recientemente, ya reelegido, el mismo Presidente acudió a la base militar de Tolemaida a hablar con los militares sobre el proceso de paz. En su discurso, les trató de dar todas las garantías.
Las laborales: les habló de las misiones internacionales de paz a las que irían si se firma un acuerdo. “Así como vienen de los Estados Unidos misiones aquí a Tolemaida a enseñarles a ustedes ciertas cosas, ustedes van a estar en la situación de poder ir a otros países, mucho mejor pagados además, porque ya tendrán los sueldos de Naciones Unidas, para poder ayudarles a ellos en sus misiones de paz. Ese es el futuro de nuestro Ejército”, les dijo.
Les aseguró que el futuro del Ejército no se negociaría con las Farc y les entregó la ‘zanahoría’ de que los delitos de los investigados serían tratados benignamente: “Si hay beneficios jurídicos para los enemigos, por supuesto que habrá beneficios jurídicos para nuestras fuerzas. Si alguien cometió algún error, si alguien incurrió en algún delito por causa de este conflicto, también tendrá los beneficios correspondientes.”
En septiembre repitió el mismo discurso en la base militar en Larandia, Caquetá. Además, les prometió una mejora salarial y en los servicios de salud.
También puso a un militar, al general Javier Flórez, a cargo de la subcomisión técnica que asesorará a los delegados del Gobierno en el proceso de paz con las Farc.
Y les ha concedido a los militares privilegios que el expresidente Álvaro Uribe, mucho más allegado a ellos, nunca se atrevió a darles, comenzando por tramitar una reforma constitucional y una ley para ampliarles el fuero militar.
Sin embargo, todo parece haber sido en vano. El malestar de los militares (o un sector poderoso de ellos) con el proceso de paz aumenta.
Prueba de ello son las chuzadas a los negociadores de paz desde el proyecto Andrómeda –por lo cual ya hay varios militares investigados-; las interceptaciones ilegales de la Sala Gris a los negociadores, sin que le haya pasado nada a los responsables, como lo ha denunciado la revista Semana; las filtraciones de las coordenadas militares al ex presidente Uribe cuando trasladaron a un guerrillero negociador; las declaraciones recientes del general Javier Rey y del coronel Hernán Mejía, acusado de falsos positivos, al programa Los Informantes contra el Alto Comisionado Sergio Jaramillo; la escandalosa revelación de Semana.com la semana pasada sobre la relación del hacker Sepúlveda con miembros de la Dirección Nacional de Inteligencia (que reemplazó al Das) y la jefatura de inteligencia del Comando General de las Fuerzas Militares.
Frente a todos estos episodios, el rol del ministro Pinzón ha sido ambiguo.
Como también lo reportó Semana, el miércoles de la semana pasada, Pinzón dijo que “todavía no había información concreta” sobre los responsables de las interceptaciones ilegales a las comunicaciones de Humberto de la Calle, el jefe negociador del Gobierno en la Habana.  Lo dijo horas antes de que el CTI de la Fiscalía ordenara la captura de dos cabos del Ejército y un agente de la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), por estar comprometidos con chuzadas ilegales desde la plataforma de inteligencia del Ejército ‘Andromeda’.
Por esto, la comsión de inteligencia del Congreso citó al Ministro a presentar un informe sobre las investigaciones internas adelantadas.
Después del escándalo de Andrómeda, la fachada fue desmontada en febrero de este año. Mientras se adelantaba la investigación fueron relevados los generales Mauricio Ricardo Zúñiga, jefe de Inteligencia del Ejército, y Jorge Andrés Zuluaga, director de la Citec, la Central de Inteligencia Técnica del Ejército. Sin embargo, como lo denunció la misma revista en una serie de artículos que han pasado relativamente desapercibidos, “el general Alejandro Forero, jefe de la otra central de Inteligencia del Ejército, la Cime, de la que dependía la sala gris, que fue cerrada intempestivamente bajo la sospecha de que se estaban haciendo interceptaciones non sanctas, fue ascendido a la jefatura de Inteligencia y Contrainteligencia del Ejército, con lo que todo el poder de esa actividad quedó en sus manos. En su momento se explicó que este general adelantaba operaciones contra ‘objetivos de alto valor’ (jefes de la guerrilla) y que si lo removían se verían afectadas.”
A pesar de que la jefatura de inteligencia también fue mencionada por el hacker Sepúlveda (el de la campaña de Óscar Iván Zuluaga), el ministro Pinzón ha mantenido a Forero en su alto cargo.
A su silencio después de las inflamatorias declaraciones en el programa Los Informantes del general Hernán Mejía preso por los falsos positivos (quien dijo que Pinzón le había dicho que "Jaramillo había negociado su cabeza”) se suma a lo que contó la periodista María Elvira Samper ayer en RCN: que hace tres semanas fueron invitados los negociadores del gobierno Humberto de la Calle, el General Mora y el General Naranjo a que hablaran ante todos los generales de la República en la Escuela Militar. La sesión empezó con la intervención del Presidente que duró dos horas. Después habló el Fiscal y después el Procurador, que habló durante una hora. Después, el Ministro de Defensa les dijo a los negociadores que podían entrar, que ya era su turno y los presentó ante todos los generales (100 entre el Ejército y la Policía) diciendo: “Señores, acaba de salir el señor Procurador y quiero decir que de todas las personas que hablaron hoy el que mejor refleja nuestro sentir y por eso recibió un aplauso cerrado de todos los generales fue el Procurador”.
Teniendo en cuenta que el Procurador es el más férreo opositor del proceso de paz, la declaración de Pinzón no pasó desapercibida.
“Hay que considerar una serie de hechos en los cuales sorprende la actitud el Ministro de Defensa: Andrómeda, las declaraciones de un oficial en retiro acusando al Alto Comisionado Jaramillo, la denucia ahora sobre el viaje de Timochenko. La pregunta que hay que hacerse es a qué está jugando el Ministro”, dijo a La Silla el senador del Polo Iván Cepeda.
La situación incómoda de Pinzón
Una persona cercana al ministro Pinzón dijo a La Silla que las declaraciones de Pinzón sobre el viaje del jefe guerrillero a la Habana no fueron “algo premeditado. Eso al final del día se iba a saber y era mejor que se supiera desde el gobierno. No hay ninguna desalineación”.
La tesis de esta persona y de otra fuente cercana al Ministerio de Defensa es que dado que la información sobre los viajes de Timochenko a la Habana ya era vox populi, lo que quiso hacer el ministro Pinzón fue dar la noticia él antes de que lo hicieran los uribistas para así poderla controlar mejor antes de que estallara un escándalo.
Sin embargo, una fuente cercana al Presidente en Palacio le dijo a La Silla que las declaraciones de Pinzón no solo tomaron por sorpresa a Santos sino que lo contrariaron. Y otra del ministerio dijo que Santos había regañado a su ministro minutos después de haberse enterado de la declaración, por lo cual Pinzón “tuvo que recoger la pita” unas horas después.
“Pinzón se le tiró varios eventos, y sacó la atencion de cosas que eran importantes para el Presidente”, dijo otra fuente a La Silla. En particular, la instalación del Consejo Nacional de Paz el jueves con los políticos y movimientos que apoyaron su reelección para sacar adelante la paz.
Lo más probable es que dado que ya algunas personas sabían de los viajes de Timochenko desde hace un tiempo, Pinzón quisiera evitar que se supiera por otra boca y que él y los militares quedaran como unos bobos de no saber dónde andaba el máximo jefe de las Farc.  Al fin y al cabo, debe ser difícil para el Ministro pedirle a los militares que arriesguen su vida persiguiendo al jefe guerrillero para luego enterarse por terceras personas de que está protegido, con autorización del Presidente, en La Habana.
Esta incomodidad obvia refleja, además, la incomunicación que tiene con la oficina del Alto Comisionado, con quien mantiene desde que ambos eran viceministros de Santos una intensa rivalidad, que no redunda en beneficio del proceso de paz. Lo extraño es por qué el Presidente Santos no mantiene informado de estos movimientos a uno de sus funcionarios más cercanos y consentidos.
“Que Timochenko haya llegado allá con la delegación de paz es super positivo para el proceso”, dice Francisco Gutiérrez, quien es experto en los temas de paz y en las Fuerzas Militares. También es miembro de la Comisión de Esclarecimiento del Conflicto creado por la mesa de negociación. “La pregunta seria es qué tan coherentes y cohesionados están dentro del gobierno para este proceso. Es muy grave lo que dijo Pinzón”.
Porque más allá de las motivaciones de Pinzón, el hecho es que al haber ‘denunciado’ lo de Timochenko, Pinzón lanzó una carga de profundidad contra el proceso de paz ya que una buena parte de la credibilidad que el gobierno ha construido en la mesa de negociación con las Farc se debe a que les ha cumplido las garantías que les ha ofrecido para que puedan llegar a la mesa de negociación. Si el gobierno no está alineado en esto, esa credibilidad se ve minada.
Pero al mismo tiempo, la revelación de que Timochenko estuvo en la Habana con el beneplácito del gobierno le quita legitimidad al proceso entre los colombianos, muchos de los cuales no entienden cómo pueden al mismo tiempo perseguirlo y protegerlo. Algo que Pinzón tiene que saber.
“Este incidente genera un cuestionamiento entre quienes ven que los líderes de las Farc tienen todas la garantías para negociar mientras que los ciudadanos no tienen las mismas garantías de las Farc para su vida cotidiana. Las Farc deberían tener estas garantías pero también sería deseable que la sociedad no se sintiera amenazada por ellas”, dijo a La Silla Carlos Franco, ex comisionado de los derechos humanos durante el gobierno de Uribe.
Cuando el presidente Santos ratificó a Juan Carlos Pinzón como ministro de Defensa dijo: “Yo sé que Juan Carlos también quiere la paz como la quiero yo. A él también le duelen cada soldado y cada policía que cae en un combate, cada colombiano que cae por esta guerra. Pero él sabe cuál es su misión y sabe por qué hace lo que hace”.  La pregunta después de las últimas declaraciones de Pinzón es si el presidente sabe por qué su ministro hace lo que hace.

Fuente:Anncol/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com



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