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miércoles, 25 de junio de 2008

UN MILLON DE TRABAJADORES EN HUELGA EN LA REPUBLICA CHECA

Un millón de trabajadores de la República Checa realizaron el día de hoy una huelga general en defensa del sistema de pensiones de retiro, que el gobierno plantea reducir, a la vez que aumenta la edad para tener acceso a éllas, así como reduce el acceso al sistema de salud, el cual pasaría en varios sectores a ser privatizado, en desarrollo de un Plan de sucesiva privatización hasta la privatización total, en defensa de las reivindicaciones de los médicos y otros trabajadores de la salud, que incluye también reducción de facilidades en la educación pública con desmejoras de los trabajadores del sector.-



La huelga se cumplió totalmente en el país, con participación total de los sectores de educación, salud, de los ferroviarios--los cuales paralizaron más de mil trenes y tranvías--, sectores del comercio, trabajadores públicos, e incorporación de empresas de diferentes industrias, y contó con una aprobación ampliamente mayoritaria de la población.-

La CMKMS, Central de Trabajadores checomorava, en su balance consideró como un gran éxito la movilización nacional de los trabajadores checos, la huelga de una hora de duración en todo el país, y los paros complementarios posteriores en diferentes ramos , junto a otras movilizaciones de protesta en las calles.

Esta movilización forma parte de un despliegue de acciones de la clase obrera y otros sectores de la población en rechazo al Plan de Privatizaciones e imposición de otras medidas neoliberales del gobierno actual de centroderecha, y que contará con otras movilizaciones posteriores.

Desde Prensa Popular Comunistas Miranda manifestamos desde Venezuela nuestra solidaridad con las luchas del pueblo checo.-

Fuente: Prensa Popular Comunistas Miranda

http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com

A LA JUVENTUD REVOLUCIONARIA DISCURSO DE SALVADOR ALLENDE EN LA UNIVERSIDAD DE GUADFALAJARA

Discurso de Salvador Allende. Universidad de Guadalajara, México.2 diciembre de 1972
A la Juventud Revolucionaria

Por: Salvador Allende
EXTRACTOS

(...) Se necesitan profesionales que no busquen engordar en los puestos públicos, en las capitales de nuestras patrias. Profesionales que vayan a la provincia, que se hundan en ella.

Por eso yo hablo así aquí en esta Universidad de Guadalajara, que es una universidad de vanguardia, y tengo la certeza que la obligación patriótica de ustedes es trabajar en la provincia, fundamentalmente, vinculada a las actividades económicas, mineras o actividades industriales o empresariales, o a las actividades agrícolas; la obligación del que estudió aquí es no olvidar que ésta es una universidad del Estado que la pagan los contribuyentes, que en la inmensa mayoría de ellos son los trabajadores. Y que por desgracia, en esta universidad, como en las universidades de mi patria, la presencia de hijos de campesinos y obreros alcanza un bajo nivel, todavía.

Por eso, ser joven en esta época implica una gran responsabilidad, ser joven de México o de Chile; ser joven de América Latina, sobre todo en este continente que, como he dicho, está marcado por un promedio que señala que somos un continente joven. Y la juventud tiene que entender que no hay lucha de generaciones, como lo dijera hace un instante; que hay un enfrentamiento social, que es muy distinto, y que pueden estar en la misma barricada de ese enfrentamiento los que hemos pasado -y yo pasé muy poquito de los 60 años; guárdenme el secreto- de los sesenta años y los jóvenes que puedan tener 13 ó 20.

No hay querella de generaciones, y eso es importante que yo lo diga. La juventud debe entender su obligación de ser joven, y si es estudiante, darse cuenta que hay otros jóvenes que, como él, tienen los mismos años, pero que no son estudiantes. Y si es universitario con mayor razón mirar al joven campesino o al joven obrero, y tener un lenguaje de juventud, no un lenguaje sólo de estudiante universitario, para universitarios.

Pero el que es estudiante tiene una obligación porque tiene más posibilidades de comprender los fenómenos económicos y sociales y las realidades del mundo; tiene la obligación de ser un factor dinámico del proceso de cambio, pero sin perder los perfiles, también, de la realidad.

La revolución no pasa por la universidad, y esto hay que entenderlo; la revolución pasa por las grandes masas; la revolución la hacen los pueblos; la revolución la hacen, esencialmente, los trabajadores.

(...) De allí, entonces, que es útil que la juventud, y sobre todo la juventud universitaria, que no puede pasar por la universidad al margen de los problemas de su pueblo, entienda que no puede hacerse del balbuceo doctrinario la enseñanza doctrinaria, de entender que el denso pensamiento de los teóricos de las corrientes sociológicas o económicas requieren un serio estudio; que si es cierto que no hay acción revolucionaria sin teoría revolucionaria, no puede haber la aplicación voluntaria o la interpretación de la teoría adecuándola a lo que la juventud o el joven quiere. Que tiene que mirar lo que pasa dentro de su país y más allá de la frontera, y comprender que hay realidades que deben ser meditadas y analizadas.

Cuando algunos grupos en mi patria, un poco más allá de la Unidad Popular, en donde hay compañeros jóvenes en cuya lealtad revolucionaria yo creo, pero en cuya concepción de la realidad no creo, hablan, por ejemplo, de que en mi país debería hacerse lo mismo que se ha hecho en otros países que han alcanzado el socialismo, yo les he hecho esta pregunta en voz alta: ¿Por qué, por ejemplo, un país como es la República Popular China, poderoso país, extraordinariamente poderoso país, ha tenido que tolerar la realidad de que Taiwán o de que Formosa esté en manos de Chian-Kai-Shek? ¿Es que acaso la República Popular China no tiene los elementos bélicos, por así decirlo, lo suficientemente poderosos para haber, en dos minutos, recuperado Taiwán, llamado Formosa? ¿Por qué no lo ha hecho? Porque, indiscutiblemente hay problemas superiores de la responsabilidad política; porque al proceder así, colocaba a la República Popular China en el camino de una agresión que podría haber significado un daño para el proceso revolucionario, y quizá una conflagración mundial.

¿Quién puede dudar de la voluntad de acción, de la decisión, de la conciencia revolucionaria de Fidel Castro? ¿Y por qué la bahía de Guantánamo no la ha tomado? Porque no puede ni debe hacerlo, porque expondría a su revolución y a su patria a una represalia brutal.

Entonces, uno se encuentra a veces con jóvenes, y los que han leído el Manifiesto Comunista, o lo han llevado largo rato debajo del brazo, creen que lo han asimilado y dictan cátedra y exigen actitudes y critican a hombres, que por lo menos, tienen consecuencia en su vida. Y ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica; pero ir avanzando en los caminos de la vida y mantenerse como revolucionario, en una sociedad burguesa, es difícil.

(...) Un ejemplo personal: yo era un orador universitario de un grupo que se llama Avance; era el grupo más vigoroso de la izquierda. Un día se propuso que se firmara, por el grupo Avance un manifiesto -estoy hablando del año 1931- para crear en Chile los soviets de obreros, campesinos, soldados y estudiantes. Yo dije que era una locura, que no había ninguna posibilidad, que era una torpeza infinita y que no quería, como estudiante, firmar algo que mañana, como un profesional, no iba a aceptar.

Éramos 400 los muchachos de la universidad que estábamos en el grupo Avance, 395 votaron mi expulsión; de los 400 que éramos, sólo dos quedamos en la lucha social. Los demás tienen depósitos bancarios, algunos en el extranjero; tuvieron latifundios -se los expropiamos-; tenían acciones en los bancos -también se los nacionalizamos-, y a los de los monopolios les pasó lo mismo. Pero en el hecho, dos hemos quedado; y a mí me echaron por reaccionario; pero los trabajadores de mi patria me llaman el compañero presidente.

Por eso, el dogmatismo, el sectarismo, debe ser combatido; la lucha ideológica debe llevarse a niveles superiores, pero la discusión para esclarecer, no para imponer determinadas posiciones. Y, además, el estudiante universitario tiene una postura doctrinaria y política, tiene, fundamentalmente, no olvidarse que precisamente la revolución necesita los técnicos y los profesionales.

Ya Lenin lo dijo -yo he aumentado la cifra para impactar más en mi patria-, Lenin dijo que un profesional, un técnico, valía por 10 comunistas; yo digo que por 50, y por 80 socialistas. Yo soy socialista. Les duele mucho a mis compañeros que yo diga eso; pero lo digo, ¿por qué? Porque he vivido una politización en la universidad, llevada a extremos tales que el estudiante olvida su responsabilidad fundamental; pero una sociedad donde la técnica y la ciencia adquieren los niveles que ha adquirido la sociedad contemporánea, ¿cómo no requerir precisamente capacidad y capacitación a los revolucionarios? Por lo tanto, el dirigente político universitario tendrá más autoridad moral, si acaso es también un buen estudiante universitario.

Yo no le he aceptado jamás a un compañero joven que justifique su fracaso porque tiene que hacer trabajos políticos: tiene que darse el tiempo necesario para hacer los trabajos políticos, pero primero están los trabajos obligatorios que debe cumplir como estudiante de la universidad. Ser agitador universitario y mal estudiante, es fácil; ser dirigente revolucionario y buen estudiante, es más difícil. Pero el maestro universitario respeta al buen alumno, y tendrá que respetar sus ideas, cualesquiera que sean.

Por eso es que la juventud contemporánea, y sobre todo la juventud de Latinoamérica, tiene una obligación contraída con la historia, con su pueblo, con el pasado de su patria. La juventud no puede ser sectaria: la juventud tiene que entender, y nosotros en Chile hemos dado un paso trascendente: la base política de mi gobierno está formada por marxistas, por laicos y cristianos, y respetamos el pensamiento cristiano; interpreta el verbo de Cristo, que echó a los mercaderes del templo.

Claro que tenemos la experiencia de la iglesia, vinculada al proceso de los países poderosos del capitalismo e, incluyendo, en los siglos pasados y en la primera etapa de éste, no a favor de los humildes como lo planteaba el maestro de Galilea; pero sí los tiempos han cambiado y la conciencia cristiana está marcando la consecuencia por el pensamiento honesto, en la acción honesta, los marxistas podemos coincidir en etapas programáticas como pueden hacerla los laicos y lo hemos hecho en nuestra patria -y nos está yendo bien-, y conjugamos una misma actitud y un mismo lenguaje frente a los problemas esenciales del pueblo.

Porque un obrero sin trabajo, no importa que sea o no sea marxista, no importa que sea o no sea cristiano, que no tenga ideología política, es un hombre que tiene derecho al trabajo y debemos dárselo nosotros; por eso el sectarismo, el dogmatismo, el burocratismo, que congela las revoluciones, y ése es un proceso de concientización que es muy profundo y que debe comenzar con la juventud: pero la juventud está frente a problemas que no son sólo económicos, sino son problemas que lamentablemente se manifiestan con mayor violencia destructiva en el mundo contemporáneo.

El escapismo, el drogadismo, el alcoholismo. ¿Cuántos son los jóvenes, de nuestros jóvenes países, que han caído en la marihuana, que es más barata que la cocaína y más fácil de acceso?, ¿pero cuántos son los jóvenes de los países industrializados? El porcentaje, no sólo por la densidad de población, sino por los medios económicos, es mucho mayor.

¿Qué es esto, qué significa, por qué la juventud llega a eso? ¿Hay frustración? ¿Cómo es posible que el joven no vea que su existencia tiene que tener un destino muy distinto al que escabulle su responsabilidad? ¿Cómo un joven no va a mirar, en el caso de México, a Hidalgo o a Juárez, a Zapata o a Villa, o a Lázaro Cárdenas? ¡Cómo no entender que esos hombres fueron jóvenes también, pero que hicieron de sus vidas un combate constante y una lucha permanente!

¿Cómo la juventud no sabe que su propio porvenir está cercado por la realidad económica, que marca los países dependientes? Porque si hay algo que debe preocuparnos, también, a los gobernantes, es no seguir entregando cesantes ilustrados a nuestra sociedad.

¿Cuántos son los miles de jóvenes que egresan de los politécnicos o de las universidades que no encuentran trabajo? Yo leí hace poco un estudio de un organismo internacional importante, que señala que para América Latina, en el final de esta década se necesitaban -me parece- cerca de seis millones de nuevas ocupaciones, en un continente en donde la cesantía marca los niveles que yo les he dicho. Los jóvenes tienen que entender, entonces, que están enfrentados a estos hechos y que deben contribuir a que se modifiquen las condiciones materiales, para que no haya cesantes ilustrados, profesionales con títulos de arquitectos sin construir casas, y médicos sin atender enfermos, porque no tienen los enfermos con qué pagarles, cuando lo único que faltan son médicos para defender el capital humano, que es lo que más vale en nuestros países.

Por eso, repito -y para terminar mis palabras-, dando excusas a ustedes por lo excesivo de ellas, que yo que soy un hombre que pasó por la universidad, he aprendido mucho más de la universidad de la vida: he aprendido de la madre proletaria en las barriadas marginales; he aprendido del campesino, que sin hablarme, me dijo la explotación más que centenaria de su padre, de su abuelo o de su tatarabuelo; he aprendido del obrero, que en la industria es un número o era un número y que nada significaba como ser humano, y he aprendido de las densas multitudes que han tenido paciencia para esperar.

(...) Por eso, sin decir que la juventud será la causa revolucionaria y el factor esencial de las revoluciones, yo pienso que la juventud por ser joven, por tener una concepción más diáfana, por no haberse incorporado a los vicios que traen los años de convivencia burguesa, porque la juventud debe entender que debe ser estudiante y trabajadora; porque el joven debe ir a la empresa, a la industria o a la tierra. Porque ustedes deben hacer trabajos voluntarios; porque es bueno que sepa el estudiante de medicina cuánto pesa un fardo que se echa a la espalda el campesino que tiene que llevarlo a veces, a largas distancias; porque es bueno que el que va a ser ingeniero se meta en el calor de la máquina, donde el obrero a veces, en una atmósfera inhóspita, pasa largos y largos años de su oscura existencia; porque la juventud debe estudiar y debe trabajar -porque el trabajo voluntario vincula, amarra, acerca, hace que se compenetre el que va a ser profesional con aquel que tuvo por herencia las manos callosas de los que, por generaciones, trabajaron la tierra.

LA CLASE OBRERA..SU ROL Y SU MISION ACTUAL

Las tareas y las experiencias concretas del Partido Comunista en la clase obrera y en el sindicato

XVII Seminario Internacional de los Partidos Comunistas y Obreros

La clase obrera, su rol y su misión actual.

Las tareas y las experiencias concretas del Partido Comunista en la clase obrera y en el sindicato

Conclusiones generales

Tras un intercambio de experiencias y de ideas y tras discusiones sobre la situación actual y los problemas de la clase obrera, su composición, su rol y sus luchas, los ataques contra sus derechos y sus conquistas, el papel de los sindicatos y las tareas de los partidos comunistas en la clase obrera y los sindicatos, nosotros, los participantes del 17 Seminario Comunista Internacional reunidos en Bruselas, hemos llegado a las siguientes conclusiones generales:

1. A lo largo de los últimos treinta años, la clase obrera ha sufrido cambios significativos en su número y composición, pero sigue manteniendo su papel histórico de sepulturero del sistema capitalista.

El desarrollo vertiginoso de la informática y de las telecomunicaciones ha inducido cambios en el proceso de producción. El capital lo aprovecha para administrar en tiempo real operaciones industriales y financieras mundiales, para introducir sistemas de producción flexibles y para dividir el proceso productivo en una red de subcontratas. Esto ha aproximado, en muchos campos, el trabajo manual e intelectual.

La reestructuración capitalista se traduce en una movilidad acrecentada de la producción con sus cierres de empresas y re-localizaciones. La clase obrera también se ha vuelto más móvil y los flujos migratorios siguen la demanda de la fuerza de trabajo de los capitalistas, con la esperanza de los trabajadores de un mejor futuro.

Sin embargo, el capitalismo monopolista permite los flujos migratorios únicamente cuando son de su interés, reprimiendo e ilegalizando cualquier otro tipo de migración. El trabajo precario, el sub-contrato y los contratos de duración determinada, las interinidades y el trabajo clandestino se han generalizado.

Algunos triunfos importantes de la clase obrera, como la jornada laboral de ocho horas, se han desmantelado por el aumento de la jornada de trabajo y la generalización de las horas extras. El fenómeno de los trabajadores pobres se está extendiendo también en los países mas desarrollados.

Al mismo tiempo, algunos de los principales logros de la clase obrera han sido destruidos por la mercantilización de los sistemas públicos en los ámbitos de la enseñanza, la salud y los servicios sociales. La reestructuración capitalista que siguió a la explosión de la crisis mundial de los años 70 se concentró en los servicios públicos y en los bienes colectivos.

La propiedad pública se malvende al sector privado. Ahí se aplican los métodos de la administración privada y las condiciones de trabajo se han vuelto más estresantes. Es el caso del personal de los hospitales, los empleados del servicio postal, el transporte urbano y los ferrocarriles, los educadores, etc. Las palabras que se oyen no son ahora "servicio al publico" sino "rentabilidad", no "usuarios" sino "clientes’’.

La victoria de la contrarrevolución en los países socialistas de Europa del Este y en la Unión Soviética ha provocado una agresividad sin límite de los capitalistas y de los gobiernos burgueses, quienes ya no temen al efecto de "contagio". Esto ha generado un ataque general a las conquistas sociales, un atentado a los derechos democráticos y sindicales, una degradación de los estatutos, de las condiciones de trabajo y de vida en el mundo entero.

2. Hace justo 160 años que Marx y Engels redactaron en Bruselas el Manifiesto del Partido Comunista en el que decían: «La burguesía no sólo ha forjado las armas que han de darle la muerte, sino que, además, ha puesto en pie a los hombres llamados a manejarlas: los obreros modernos, los proletarios». Engels estudió con cuidado la penosa condición de la clase obrera en Inglaterra, pero ya vislumbraba, a través de la miseria, el potencial revolucionario de esta clase explotada.

En cada periodo del desarrollo capitalista las evoluciones materiales suscitan teorías que anuncian que el marxismo ha sido sobrepasado. Ese fue el caso en 1898 cuando Bernstein pretendió que Marx no había previsto el nacimiento de una clase media. Ese fue el caso en los años 20 cuando Kautsky juzgaba que había un proletariado lo suficientemente instruido y experimentado para imponer su voluntad por la vía electoral.

Ese también fue el caso en los años 60 cuando Gorz decía «adiós al proletariado». Actualmente, se esparce la idea de que la producción material ya no será la fuente principal de las ganancias capitalistas. Filósofos como Hardt y Negri hablan de la desaparición definitiva del proletariado a favor de una `multitud’, y han encontrado eco en la nueva socialdemocracia a la Bertinotti.

En cada ocasión, se trata de una ofensiva ideológica para poner en tela de juicio que en la sociedad capitalista hay dos clases antagónicas, la clase burguesa y la clase obrera. La negación de esta contradicción lleva directamente a la conclusión política de que la clase obrera ya no es «la clase verdaderamente revolucionaria» de la cual hablaba Marx y que su rol de vanguardia para cambiar la sociedad ha desaparecido.

Así desaparece de un plumazo la necesidad de construir un partido que tenga como objetivo guiar al proletariado en esta tarea histórica.

Esta negación de la vía trazada por Marx y Engels (clase de vanguardia), después por Lenin (partido de vanguardia) sirve para crear ilusiones reformistas sobre la transformación pacifica y parlamentaria del capitalismo.

3. Sin embargo, los eventos recientes demuestran una vez más que el sistema capitalista mundial es incapaz de manejar sus contradicciones. Muestran también que la contradicción antagónica entre el capital y el trabajo conduce inevitablemente a una crisis de sobreproducción y a una crisis a nivel planetario.

Tras la explosión de la burbuja financiera de la deuda del tercer mundo (1982), tras la explosión de la burbuja financiera asiática (1997), tras la explosión de la burbuja financiera de la informática (2000), es la burbuja financiera de las «subprimes» (ligadas a los préstamos hipotecarios en los Estados Unidos) que justo acaba de explotar a partir de 2006. Eso ocurrió a la sombra de un déficit comercial norteamericano insostenible y de un dólar en declive. Todos estos fenómenos coyunturales apuntan a que una crisis severa va a estallar.

Esto demuestra una vez más que la «salud» del capitalismo mundial es extremadamente frágil y se sostiene artificialmente por las burbujas especulativas. La lucha de los monopolios por los mercados y las materias primas, incluidos los productos agrícolas y los productos alimentarios, causa un aumento espectacular de precios, reforzado aún más por la especulación.

Esto lleva a más empobrecimiento de las masas trabajadoras, lo que suscita revueltas por hambre y movimientos populares en lucha por un mayor poder adquisitivo en el mundo entero.
Todas estas catástrofes sociales serían imposibles si las riquezas de la tierra fueran poseídas y administradas de manera colectiva y planificada al servicio de la población. Lo mismo es válido para las catástrofes climáticas y ecológicas que amenazan al planeta.

Un pequeño puñado de monopolios decide según sus intereses y, en la carrera por la máxima ganancia, están dispuestos a cometer crímenes contra la humanidad. Hay más que nunca una concentración del poder en manos de la oligarquía financiera que despliega sus tentáculos por todo el planeta.

La internacionalización de la producción y los avances tecnológicos refuerzan los desastres de todo tipo que son causados por la propiedad privada de los medios de producción y de intercambio.

4. Sólo la clase obrera, como lo demostraron Marx y Engels, tiene el interés y la fuerza para cambiar de fondo la sociedad poniendo así fin a la explotación del hombre por el hombre. La clase obrera está en evolución permanente pero su carácter distintivo no cambia: se define como el conjunto de trabajadores explotados, es decir, todos aquellos y aquellas que sobreviven con la venta de su fuerza de trabajo.

Los criterios citados por Lenin para pertenecer a la clase obrera siguen siendo válidos:

«Uno llama clases a vastos grupos de hombres que se distinguen por

a) el lugar que ocupan en un sistema históricamente definido de producción social,

b)por su relación (la mayor parte del tiempo fijada y consagrada por las leyes) ante los medios de producción,

c)por su rol en la organización social del trabajo,

y entonces, por los modos de obtención y la importancia de la parte de las riquezas sociales de las que disponen.

Las clases son grupos de hombres en los cuales uno se puede apropiar del trabajo del otro, debido al lugar que ocupa en una estructura determinada, la economía social». (La gran iniciativa).

Se sigue que la clase obrera es más numerosa que nunca como lo muestran las cifras del trabajo asalariado.

De esta clase obrera, sólo una parte produce la plusvalía. Su concentración en los grandes grupos de la producción, del transporte y las comunicaciones, le da los medios para bloquear la economía. Si se cree en las estadísticas burguesas, esta capa estaría en vías de desaparición en los países capitalistas avanzados, después de la "terciarización" de la economía. Pero estas cifras falsean la realidad: muchos "servicios" eran tomados antes como parte de la cadena de producción y quedan íntimamente ligados a la producción.

Mientras que el número de empleos industriales disminuye en ciertos sectores en los países occidentales, el número total de empleos industriales permanece al menos estable, mientras que el número de obreros fabriles crece en Asia, África y América Latina.

Alrededor de este núcleo productivo de la clase obrera, existen capas cada vez mas proletarizadas en el sector de los servicios sociales, de la administración pública, de la enseñanza y del sector público "liberalizado".

La clase obrera está más diversificada que en el pasado. El capital explota al máximo la diferencia de estatutos, de derechos, de nacionalidad y de origen para hacer empeorar la suerte del conjunto de la clase obrera. Los contratos fijos tienen su contrapeso en los contratos temporales, los trabajadores subcontratados ganan menos que sus colegas, los trabajadores inmigrantes hacen el mismo trabajo a menor precio y los contratos estatutarios son remplazados por los laborales y de interinidad en los servicios públicos.

En muchos países, el sector informal, sin contrato y sin organización, ocupa un lugar cada vez más importante, especialmente en los países donde prácticamente no existen leyes que protejan a los trabajadores. En el sector de los trabajadores clandestinos, no existe ninguna protección y eso conduce a la sobreexplotación.

La clase obrera se internacionaliza, se diferencia y sufre una degradación de sus condiciones de vida y de trabajo. Esto da una nueva intensidad a la consigna de Marx y Engels: «¡Proletarios de todos los Países, uníos!».

Que la clase obrera bajo las condiciones actuales del imperialismo se haya vuelto mas internacional, que tenga más conocimiento de los desarrollos científicos y tecnológicos, la deja mejor preparada para realizar y dirigir la sociedad socialista. Está en situación de dominar el aparato de producción, socializarlo y ponerlo al servicio de todo el planeta. De esta manera, es portadora del porvenir.

5. Sin embargo, como decían K. Marx y F. Engels, «La lucha del proletariado contra la burguesía, aunque en el fondo no sea una lucha nacional, reviste sin embargo ante todo esa forma. No hace falta decir que el proletariado de cada país debe terminar, antes que nada, con su propia burguesia». (Manifiesto Comunista).

La clase obrera tiene necesidad de partidos comunistas que defiendan sus intereses fundamentales. Como indicaban Marx y Engels en el Manifiesto : «Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto.

Los comunistas son, pues, prácticamente, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los partidos obreros del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas del proletariado su clara visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que ha de abocar el movimiento proletario».

Los partidos comunistas dan una importancia prioritaria al trabajo en el seno de la clase obrera. Al mismo tiempo, por razones estratégicas, en la lucha contra el capitalismo y el imperialismo, y en pro del socialismo, los partidos comunistas consagran una atención particular a los grandes sistemas de producción y de intercambio, a los sectores claves de la economía.

Es ahí donde se sitúan los núcleos de la economía actual donde están también los núcleos de la organización y de la lucha. Es ahí donde los trabajadores están en la mejor posición de entrenar a las otras capas de la clase obrera en la lucha por una sociedad sin explotación.

Ello implica ante todo una presencia en los lugares de trabajo, en las luchas de clase. Sin menospreciar la importancia de tener puestos de elección en los parlamentos burgueses, será la implantación entre la clase obrera lo que determinará la correlación de fuerzas. La presencia de los partidos comunistas en el seno de la clase obrera sigue siendo la tarea prioritaria.

La campaña anticomunista actual, particularmente en la Unión Europea, tiene por objetivo en primer lugar contrarrestar esta presencia y preparar el terreno para romper las protestas, manifestaciones y huelgas que son cada vez más numerosas.

Ante la evolución material que sufre la clase obrera actual, los partidos comunistas tienen interés en darle aún más importancia que antes a tres orientaciones específicas.

Uno: se trata ante todo de jugar un rol dirigente dentro de la organización y la lucha por la unidad de la clase obrera, en su alianza con las capas medias de las ciudades y con los campesinos pobres y de ingresos medio en el campo.

Dos: es necesario intensificar las acciones comunes de los comunistas, con el fin de llegar a una estrategia común de los partidos comunistas y los partidos obreros contra el imperialismo.

Tres: el trabajo entre la clase obrera no puede limitarse a cuestiones económicas y sociales, sino que debe poner una atención igual a

a)los temas ideológicos y políticos,

b)a la lucha por los derechos democráticos (comprendidos los lugares de trabajo),

c)contra el racismo,

d)por la paz (contra las guerras imperialistas),

e)por la liberación nacional,

f)por la protección del ambiente, y por los cambios radicales que minan los fundamentos de la estructura capitalista.

Prepara de esta forma la lucha por una sociedad sin la explotación del hombre por el hombre, por el socialismo.

6. El trabajo de los partidos comunistas en la clase obrera pasa inevitablemente también por el trabajo en los sindicatos. Los sindicatos son las organizaciones que reagrupan al mayor número de trabajadores. El sindicato cumple un papel diferente al del partido comunista.

El partido tiene por objetivo organizar a todos aquellos que conscientemente aspiran al socialismo (lo cual no es el caso de toda la clase obrera), mientras que el sindicato trata de organizar a casi toda la clase obrera como clase.

No hay por lo tanto «competencia» entre el partido y el sindicato. Por el contrario, el Partido sostiene a fondo a todas las fuerzas y corrientes que se dedican a hacer de los sindicatos verdaderas organizaciones de clase.

El partido estimula a todos sus miembros a convertirse en sindicalistas activos y a optar a cargos. Esto ayudará a los trabajadores comunistas a convertirse en dirigentes de masas y a tener una mayor autoridad en el debate político.

Los sindicatos tradicionales están influidos, de arriba a abajo, por diversas corrientes políticas. Al lado de las numerosas fuerzas anti-capitalistas, hay fuerzas que presionan y actúan en el sentido de la (re)conciliación con el sistema capitalista.

Dos corrientes opuestas están activas en el seno de los sindicatos:

1) la línea de lucha de clases y

2)la línea de colaboración de clases y de compromisos.

Los comunistas dirigen sus criticas sobre todo contra los partidos de la burguesía que tratan de imponer sus puntos de vista en los sindicatos y que asumen la defensa del capital. En el trabajo sindical mismo, los comunistas se distinguen por su voluntad de hacer avanzar la lucha, por su apoyo a todo lo que es positivo, lo que unifica y lo que refuerza los sindicatos como organizaciones de clase.

Es cierto que hay anti-sindicalismo en las bases, a partir de las decepciones o luchas desviadas por los responsables sindicales, así como por la propaganda de la ideología del individualismo y del corporativismo.

Hay que transformar esto de manera constructiva, para que haya más democracia y más debate en la sociedad. En pocas palabras, de manera que los comunistas sean los mejores combatientes por sindicatos fuertes y combativos. En ciertos países, surgieron nuevos sindicatos, en algunos casos a iniciativa de partidos comunistas. Es de vital importancia no abandonar a las masas organizadas en el resto de sindicatos.

7. Ante la evolución de la clase obrera, el papel unificador de los sindicatos se convierte en una necesidad aun más urgente. La estrategia del capital es la división y la dispersión de la clase obrera. Es también la de organizar la competencia entre las diferentes capas de la clase obrera para imponer una espiral hacia abajo.

Las palabras de Marx a este propósito merecen ser citadas: «El capital es una fuerza social concentrada, mientras que el obrero no dispone más que de su fuerza de trabajo individual (…). La única fuerza social de los obreros está en su número. Pero la fuerza numérica se reduce a la nada por la desunión. La desunión de los obreros es engendrada y perpetuada debido a la inevitable competencia entre ellos mismos […]

El objetivo inmediato de los sindicatos era, no obstante, limitado a las necesidades cotidianas, a los intentos de detener la incesante ofensiva del capital, en una palabra, a cuestiones de salarios y de duración del tiempo de trabajo. Semejante actividad de los sindicatos, además de legítima, es necesaria. Es indispensable mientras exista el actual modo de producción…»

Hoy, los sindicatos hacen frente a los ataques más virulentos en todos los aspectos y trabajan en un ambiente más difícil. La dispersión de la producción y la precarización de los contratos van a la par con un debilitamiento y una sub-representación de las fuerzas sindicales.

La liberalización del mercado de trabajo aumenta la competencia en la clase obrera y subraya la urgencia de la consigna «a trabajo igual, salario igual».

Desde cualquier punto de vista, la razón misma de ser de los sindicatos se pone en duda por leyes anti-huelga, por una reglamentación estricta de la paz social, por los juicios de los tribunales que imponen sanciones y que atacan a los delegados sindicales. En muchos países, las zonas francas que aplican una política "ni huelga ni sindicato" causan grandes perjuicios a los derechos de los trabajadores y a sus condiciones de trabajo y de vida.

Cada vez en mayor grado, los sindicalistas son víctimas de diferentes formas de persecución, entre ellas los asesinatos políticos.

En este contexto global, el sindicalismo debe regresar a sus orígenes y volver completamente a su carácter pionero, militante y audaz. Es la misma evolución del capitalismo mundial la que lo empuja en tal dirección, so pena de ver disminuida su fuerza de respuesta. Con su trabajo, los sindicatos deben unificar a todas las capas de la clase obrera: a los que trabajan y a los que están desempleados, a los trabajadores inmigrantes y sin documentos legales así como a los trabajadores autóctonos, a los trabajadores con contrato estable y a aquellos con contratos atípicos o precarios.

Ésta es también la condición para poder jugar el otro papel que le fue atribuido por Marx: «Si decimos que los sindicatos son necesarios para la lucha de guerrillas entre el capital y el trabajo, cabe saber que son todavía más importantes como fuerza organizada para suprimir el propio sistema de trabajo asalariado y dominio del capital».

Los partidos comunistas aprovechan todas las luchas y todos los debates en el interior de los sindicatos para colocar la elección de la sociedad en el orden del día.

8. Las fuerzas sindicales que toman la lucha de clases como fundamento se deben unir a nivel nacional, regional y sectorial, así como a nivel internacional en el seno de la Federación Sindical Mundial, pues la necesidad de un polo clasista en el movimiento sindical mundial es indispensable en la lucha contra el capitalismo.

Para muchos partidos, el trabajo en los sindicatos que son dirigidos por fuerzas reformistas o reaccionarias es prioritario pues las masas de su país se adhieren a ellas.

Es igualmente deber de los partidos comunistas ayudar a los sindicalistas a organizarse a nivel internacional, desarrollar la solidaridad activa durante las luchas importantes. Es así como se podrá construir un verdadero frente de la clase obrera internacional para rechazar los ataques del capital internacional.

9. En los países socialistas, los sindicatos son elementos esenciales en la construcción del socialismo, no solamente porque a través de ellos la orientación del partido alcanza a todas las masas, sino también porque a través de ellos deben llegar al partido los sentimientos, las preocupaciones y las iniciativas de todas las masas. Los partidos comunistas presentes muestran su pleno apoyo al trabajo de emancipación que realizan y que contribuye a preservar y reforzar la naturaleza socialista del sistema.-

LA LLAMA ETERNA

Por: Fidel Castro Ruz

Esta es una reflexión política. Para decirlo más exactamente: es otra proclama. Hoy se cumple un año exacto de la primera, el 31 de julio del 2006. Pero el año transcurrido vale por 10 en cuanto a la posibilidad de vivir una experiencia única que me aportó información y conocimientos sobre cuestiones vitales para la humanidad, que he transmitido con toda honradez al pueblo de Cuba.

Ahora me acosan con preguntas sobre el momento en que volveré a ocupar lo que algunos llaman el poder, como si tal poder fuera posible sin independencia. Hay un poder real y destructivo en el mundo, emanado de un imperio decadente que a todos amenaza.

El propio Raúl se ha encargado de responder que cada decisión importante a medida que me iba recuperando era consultada conmigo. ¿Qué haré? Luchar sin descanso como lo hice toda la vida.

Al cumplirse un aniversario de la Proclama, comparto con el pueblo la satisfacción de observar que lo prometido se ajusta a la inconmovible realidad: Raúl, el Partido, el Gobierno, la Asamblea Nacional, la Juventud Comunista y las organizaciones de masas y sociales, encabezadas por los trabajadores, marchan adelante guiados por el principio inviolable de la unidad.

Con la misma convicción, seguimos batallando sin tregua por liberar de cruel y despiadada prisión a los Cinco Héroes que brindaban información sobre los planes terroristas anticubanos de Estados Unidos.

La lucha debe ser implacable, contra nuestras propias deficiencias y contra el enemigo insolente que intenta apoderarse de Cuba.

Este punto me obliga a insistir en algo que no puede ser jamás olvidado por los dirigentes de la Revolución: es deber sagrado reforzar sin tregua nuestra capacidad y preparación defensiva, preservando el principio de cobrar a los invasores en cualquier circunstancia un precio impagable.

Nadie se haga la menor ilusión de que el imperio, que lleva en sí los genes de su propia destrucción, negociará con Cuba. Por mucho que le digamos al pueblo de Estados Unidos que nuestra lucha no es contra él ―algo muy correcto―, este no está en condiciones de frenar el espíritu apocalíptico de su gobierno ni la turbia y maniática idea de lo que llaman “una Cuba democrática”, como si aquí cada dirigente se postulara y eligiera a sí mismo, sin pasar por el riguroso tamiz de la abrumadora mayoría de un pueblo educado y culto que lo apoye.

En reflexión anterior mencioné nombres históricos: Martí, Maceo, Agramonte, Céspedes. Para el recuerdo permanente de la interminable lista de caídos en combate, o de los que lucharon y se sacrificaron por la Patria,

Raúl encendió una llama que arderá eternamente, al cumplirse 50 años de la caída de Frank País, el joven héroe de 22 años cuyo ejemplo nos conmovió a todos. La vida sin ideas de nada vale. No hay felicidad mayor que la de luchar por ellas.

EL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO Y EL FEMINISMO


Por: M. de la Calle


Los procesos de diferenciación de géneros en la sociedad corresponden a la sociedad dividida en clases. Es un componente, que en instancia fundamental, es una de las formas de opresión de clases, y de explotación del trabajo Se trata de una forma de refuerzo de la explotación contra los más débiles, que afecta igualmente a los menores de edad, y se manifiesta en general en el trabajo, básicamente, en la fórmula de más trabajo y menor pago por el trabajo, que los movimientos revolucionarios y reivindicativos, en el caso sindical, plantean con la fórmula de "a trabajo igual pago igual".


De lo que se trata, entonces, en el caso del llamado "feminismo" es de enmarcar este tipo de lucha dentro del contexto de los combates de clase, de la clase obrera, y de la lucha permanente por la transformación revolucionaria de la sociedasd hacia la sociedad socialista.


La emancipación de género, la solución de los problemas que en las sociedades divididas en clases, afectan con un carácter específico a la mujer, están vinculados a la lucha de clases y por la emancipación de la humanidad, que incluye la emancipación de género.


El llamado feminismo, las luchas de la mujer, como un todo aislado, que se plantea en última instancia como un problema de "hombre-mujer", esconde en realidad el fondo del problema, y a través de la aplicación de este tipo de lucha no se alcanza la solución de la diferencia de género, por muy radicales que en cualquier momento se presenten estas luchas. Una lucha real y efectiva por la solución de los problemas que afectan a la mujer--reforzados en el capitalismo-- no se pueden dar sino es a partir de la aplicación del Marxismo-Leninismo, donde las luchas por las reivindicaciones específicas de la mujer se engloban en la solución global de eliminación de la explotación, y en el capitalismo estará englobada también en las luchas reivindicativas de la clase obrera, como un componente muy importante.


El planteamiento que en general hacen los movimientos feministas es de un carácter reformista, planteados dentro de la sociedad burguesa y sin definir el objetivo de la eliminación de la sociedad burguesa, de superar la división de la sociedad en clases. El interés del capitalismo está en explotar a la mujer, y reforzar esa explotación, así como refuerza, por ejemplo, la explotación contra los menores de edad, y el de los inmigrantes, los sin papeles, es decir de todos los grupos con disminuciones y discapacitaciones, de orden físico o legal


Por eso, el feminismo real, productivo en sus luchas para la mujer, es el que se coloca al lado de la clase obrera y sus luchas, dentro del capitalismo, y en las luchas por la liquidación de la sociedad burguesa y su sustitución por el socialismo en marcha al comunismo.


Otras formas de feminismo, englobadas como organizaciones pequeñoburguesas, desligadas de las otras luchas sociales implicadas en la lucha de clases, se van constituyendo en movimientos aislados, en sus objetivos, y muchas veces en su trabajo, de carácter más bien expositivos, que al esconder el fondo del problema, los logros se dificultan, y las luchas quedan aisladas en los contextos sociales propios del capitalismo y sus marañas de ocultamiento de los problemas sociales, y de amarre para evitar a los grupos sociales el logro de reivindicaciones, en este caso de la mujer y los movimientos "feministas", no revolucionarios, ni ligados a las luchas del proletariado.



La lucha por las reivindicaciones de género, por tanto, forman parte de la lucha de clases general del proletariado para lograr la eliminación de la sociedad dividida en clases, por la liquidación del capitalismo y la marcha al Socialismo. Y el modelo de la dirigente femenina, en realidad, está encarnado, por ejemplo, en La Pasionaria, Dolores Ibarruri, ejemplo de dirigente y de luchadora, de mujer que lucha por la emancipación de todo el proletariado, y por ende, de la mujer, o en nuestro país por la camarada Eumelia Hernández, o la camarada Olga Luzardo.


Es decir, cuando alguna mujer, dirigente femenina revolucionaria, acomete la lucha por las reivindicaciones específicas de la mujer, englobada en la lucha del proletariado en general, resulta siendo una dirigente proletaria, de la clase, y no solo del movimiento "femenino", aislada como tal en su feudo de la lucha de "género".


Fuente: PrernsaPopular Comunistas Miranda