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domingo, 27 de septiembre de 2009

UNA FORMA DEMOCRÁTICA DE DIRIGIR

Por:: Federico Villanueva y Luis Fuenmayor Toro

Cuando en política hablamos de la vanguardia, nos referimos a aquel grupo no muy numeroso de personas, con gran experiencia en las luchas sociales y políticas, aguerrido, tenaz, ideológicamente coherente, formado, que constituye un ejemplo para la comunidad, por lo que dispone de la capacidad para dirigirla o de acompañar a los líderes naturales y grupos de dirección, en las luchas y procesos dirigidos a lograr objetivos de corto, mediano y largo plazo.

Esa vanguardia no debe ni puede ser acompañante clandestino o en las sombras de ningún movimiento oportunista, aluvional y heterogéneo, por más apoyo popular que éste tenga, a partir de la ilusión de poder influenciarlo y marcar la pauta del movimiento en cuestión.

Pero la vanguardia no se decreta, se construye en la lucha política y definitivamente se es por historial de lucha ganado en el campo de la guerra, si es de naturaleza militar, o en el terreno de la conciencia hacia los cambios, si es política.

Con ese objetivo, la vanguardia o el grupo cuya razón de existencia es serlo en lo político tiene y debe trabajar a largo plazo y ajustar su práctica en función de lograr el objetivo a largo plazo, ya que no hacerlo significa que acompaña como masa y no como vanguardia al movimiento aluvional, oportunista y heterogéneo, llámese éste caudillo, líder o partido mayoritario.

Cuando esta adhesión incondicional ocurre, la historia nos señala que se acaba todo al desaparecer el liderazgo. Sukarno en Indonesia y Nasser en Egipto son ejemplos de esta situación, que terminan beneficiando al criminal Suharto y al gris y perpetuo Mubarak, respectivamente.

La experiencia cubana es aleccionadora.

El Partido Socialista Popular (PSP), liderizado por Blas Roca, participó muy modestamente en la lucha guerrillera y nunca fue determinante en las decisiones cardinales del comando guerrillero, bajo el liderazgo de Fidel Castro y, mucho menos, en el otro movimiento guerrillero de importancia, el “13 de marzo”, bajo la cabeza visible de Faure Chaumon.

Cuando la guerrilla asume el poder, el PSP apoyó la nueva realidad sin reservas y enfrentó los embates de la derecha tradicional, que fue fugaz gobierno, antes de que Fidel asumiera el liderazgo total de la Revolución. Nunca dejó el PSP de jugar su papel proactivo en la vanguardia, aun en momentos en que la sola palabra comunismo causaba cierta alergia en algunos comandantes importantes de la nueva realidad, la cual había sido forjada en la montaña.

La posición del PSP en cada acontecimiento que generaba la nueva realidad, en la perspectiva de la defensa de los intereses populares, fue de respaldo y de posición crítica cuando fue el caso, nunca de seguidismo incondicional.

Hubo una particularidad: en Cuba sí se dio el papel del individuo en la Historia , el líder que jamás ofendió a nadie ni humilló a sus aliados, independientemente de la fuerza numérica que representara.

Su accionar fue la sumatoria de esfuerzos con una tremenda humildad, en el sentido de que no utilizó su enorme arrastre y liderazgo ganados a punta de combate real y de interpretación acertada de cada momento histórico, para humillar y patear a sus seguidores.

Por el contrario, diseñó la dirección política de la Revolución con todas las fuerzas del proceso, grandes y pequeñas, en las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI). En ellas, los hombres de la vanguardia del PSP, con ejemplo y vocación real por el cambio, jugaron un papel determinante, al punto, que la dirección de la Revolución fue un reflejo directo de los objetivos de la vanguardia comunista.

Integraron posiciones claves en su comité central y jugaron un papel primordial en las bases y en las organizaciones de masas y sindicales. Todo el que se acercó a la fuente de la Revolución fue bienvenido, se le incorporó al trabajó en profundidad y así tuvo nombres de brillo que representaron al país en diversos campos: “Bola de nieve”, Eliseo Diego, Cintio Vitier y hasta a Lezama Lima, a quien se respetó y editó, aunque no comulgó nunca con el marxismo.

Sólo así, pudo la revolución en una pequeña isla caribeña, a pocos kilómetros de EEUU, bloqueada económicamente, subsistir hasta nuestros días. Sólo por ese tipo de conducta de su liderazgo pudo resistir la caída del llamado socialismo real.

Es un ejemplo que tenemos muy cerca y que debería constituir un modelo de conducta a seguir por la dirección del proceso venezolano.

* Contiene referencias de un texto de Oscar Perdomo Marín

Fuente: PrensaPopularSolidaria_ComuniostasMiranda http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com Correo: pcvmirandasrp@gmail.com

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