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miércoles, 17 de septiembre de 2014

PEQUEÑA BURGUESÍA Y UNIDAD POPULAR



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Con ello, el gobierno se afincó cada vez más en el Estado burgués, en vez de hacerlo en la movilización revolucionaria del pueblo. Ahí radicó su principal debilidad. Digamos que la historia parece repetirse.

En 1970, el sistema de dominación en Chile era el resultado de la recomposición de alianzas de clases acaecida en la década de 1930. 

A grandes líneas, se asiste en aquel entonces al quiebre del modelo de acumulación oligárquico, que ejercían la clase terrateniente y la burguesía comercial y financiera, estrechamente asociadas al imperialismo.


El parto se reestructuraría en torno a la vieja oligarquía y las capas medias.

Lo peculiar del caso chileno se debe a la situación de la pequeña burguesía en el nuevo esquema de alianza de clases y su posición con el Estado, que mejoró considerablemente sus oportunidades de empleo y sus condiciones de remuneración, gracias a la ampliación de los servicios públicos, así como también al impulso industrializante recibido por la economía.
La pequeña burguesía chilena llega así a conformar una verdadera capa política dirigente, que, respondiendo a los intereses de su clase, convierte a ésta en su conjunto en una clase de apoyo activa.

La estrategia de la Unidad Popular (UP) sólo se explica en este contexto. La formación de la UP corresponde a un reflejo del descontento de la pequeña burguesía. Unida al ascenso del movimiento de masas y a los conflictos que oponían entre sí a las capas burguesas; la situación de la pequeña burguesía creaba condiciones propicias para hacer estallar la crisis latente en el sistema de dominación. 
Fue lo que efectivamente pasó cuando, para sorpresa de las clases dominantes y de su propia clase de apoyo, la izquierda logró introducir, en septiembre de 1970, una cuña en el aparato del Estado, desarticulando el elemento básico en la estructura del sistema dominante, a partir de la victoria de Salvador Allende.
Es, por tanto, en las condiciones de la lucha de clases que debemos encontrar la explicación para el fenómeno de la UP: su ascenso y su derrota. El deseo de la coalición electoral de izquierda de atraer o neutralizar a sectores de la pequeña burguesía obligaba a tomar en consideración la situación real de ésta (procuraba encontrar una salida dentro del marco institucional). 
Esto llevó a la coalición de izquierda a establecer claramente su compromiso con el sistema político vigente, y más concretamente con las instituciones del Estado burgués, con el fin de no enajenarse el eventual apoyo de los sectores pequeñoburgueses.

Pero el modelo de acumulación no había golpeado tan sólo a la pequeña burguesía, sino también, y con más fuerza aún, al proletariado y amplias capas populares no proletarias, poniendo a la coalición de izquierda en la necesidad de extremar sus posiciones programáticas. Es entonces que se dará explícitamente como objetivo la construcción del socialismo.

Es así como la necesidad de forjar una determinada alianza de clases se expresa programáticamente en lo que vendrá a llamarse después “vía chilena al socialismo”: la conquista gradual y pacífica del poder político, sin ruptura brusca del orden burgués, acompañada de la liquidación de las bases de la dominación imperialista, latifundista y monopólica, a través de medidas planteadas en la perspectiva de la construcción del socialismo.

La característica esencial del gobierno de la UP consistió precisamente en su incapacidad para romper con una determinada fuente de legitimidad –la que le otorgó la democracia representativa burguesa, a través del proceso electoral– para basar su legitimidad en la organización masiva del pueblo. 

Ni los consejos comunales campesinos, ni la participación obrera en la gestión de las empresas estatales, ni las Juntas de Abastecimiento y Precios se han constituido al margen del gobierno. Todo ello se configuró como una política destinada a someter a las organizaciones del pueblo al aparato del Estado, en lugar de enfrentarlas a éste como un poder alternativo en gestación. 

Con ello, el gobierno se afincó cada vez más en el Estado burgués, en vez de hacerlo en la movilización revolucionaria del pueblo. Ahí radicó su principal debilidad. Digamos que la historia parece repetirse.

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