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martes, 16 de septiembre de 2014

EL MODERNO REVISIONISMO


 Por: Miguel Urbano Rodrígues


Desde el inicio de la Primera Guerra Mundial una onda de falso patriotismo barrió Europa. Pisoteando sus programas, y violando compromisos asumidos en nombre del internacionalismo proletario, partidos que pretendían ser socialistas votaron los créditos de guerra de las grandes potencias envueltas en el conflicto, volviéndose cómplices de la hecatombe que afectó a la humanidad.


Esa opción fue decisiva para el descrédito y agonía de la II Internacional. La lucha contra el imperialismo pierde mucho de su significado, decía Lenin, si no “está indisolublemente ligada a la lucha contra el oportunismo”. El gran revolucionario fue por tanto implacable en la denuncia del social-chauvinismo, desmintiendo que la defensa de la libertad y de los verdaderos intereses nacionales fuese el motivo de la guerra.

La victoria de la Revolución Rusa generó las condiciones que permitieron la creación de la III Internacional. Pero, como era de esperar, la existencia de la Unión Soviética fue por sí sola incentivo para una ofensiva permanente en múltiples frentes contra el marxismo.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la lucha contra el comunismo asumió facetas muy diferenciadas. Los partidos comunistas europeos habían desempeñado un gran papel en la lucha contra el fascismo. Debilitarlos, instalar en ellos la división, empujarlos al antisovietismo y el alejamiento del marxismo fue una constante en las campañas de la burguesía y del imperialismo.

En el auge de la guerra fría, el Manifiesto de Champigny en Francia, en 1968, cuando Waldeck Rochet era secretario general del Partido Comunista Francés, cumplió un importante papel en debates ideológicos que abrieron la puerta al eurocomunismo. Invocando la necesidad de renovar al marxismo, dirigentes como los franceses Georges Marchais, Roger Garaudy y Louis Althusser, el italiano Enrico Berlinguer, el español Santiago Carrillo y otros serán recordados como arquitectos de un revisionismo que encaminó a sus partidos hacia la socialdemocratización. En el caso del Partido Comunista Italiano el viraje a la derecha inició el rumbo a su autodestrucción.

Fausto Bertinotti, que fue secretario general de Refundación Comunista, tuvo incluso la abyección de renegar el comunismo.

El revisionismo actuó, además con máscaras muy diferentes. Después de la disgregación de la Unión Soviética, surgieron en muchos partidos dirigentes que presentándose como empeñados en renovar el marxismo, pasaron rápidamente al ataque al leninismo y al centralismo democrático. Algunos acabaron ingresando en partidos socialistas integrados en el sistema capitalista.

Las universidades produjeron una generación de académicos que, iniciando lecturas perversas de Marx, no tardaron en procurar justificaciones para la defensa de las políticas neoliberales.

Ganaron también alguna notoriedad revisionistas (oportunistas de izquierda) que, pretendiendo exhibir una supuesta pureza marxista, recurrieron a los textos de Gramsci y del Che Guevara para irles deformando el pensamiento en obras de cariz antisoviético, aplaudidas por el imperialismo.

Una modalidad del anticomunismo, más sutil, es la practicada por intelectuales que, criticando el capitalismo, identifican en los movimientos sociales la fuerza revolucionaria con vocación para salvar a la humanidad (John Holloway, Bernard Cassen, Ignacio Ramonet, Boaventura Sousa Santos,Heinz Dietrich,etc) negando a los partidos protagonismo en la lucha contra el sistema.

Aceptar en Marx al economista y rechazar al ideólogo es actitud frecuente en cenáculos de intelectuales que satanizan a Lenin.



Serpa e Vila nova de Gaia, Agosto de 2014

Traducción: Jazmín Padilla


Fuente:El Comunista_México/Redglobe/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com  

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