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jueves, 9 de abril de 2015

URSS_RUSIA, LA HERENCIA REVOLUCIONARIA DEL GRAN OCTUBRE Y LAS TAREAS DEL PARTIDO COMUNISTA DE LA FEDERACIÒN RUSA (PCFR)

El partido de nuevo tipo se distingue por la unidad orgánica,la disciplina firme y consciente y una amplia democracia interna, lo que permitió a los leninistas recorrer un duro camino desde la organización del partido hasta la organización del poder tras la victoria de la revolución socialista.
Informe del Presidente del CC del PCFR  G.A. ZIUGANOV al Pleno del CC de marzo de 2015


Estimados camaradas:

Se acerca el 100 aniversario del acontecimiento más destacado del siglo XX y de toda la historia de la humanidad. Su significación la caracterizó de una manera magistral I.V. Stalin: La Revolución de Octubre le infringió al capitalismo una herida mortal, de la cual nunca podrá restablecerse… Es precisamente por ello que el capitalismo nunca podrá recuperar ese “equilibrio” y esa “estabilidad” que tenía antes de Octubre.

El aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre es una excelente oportunidad para recordar su significación, enaltecer los logros del régimen socialista y, ciertamente, movilizar las fuerzas para luchar por el triunfo de los ideales más claros del pueblo trabajador.

Ahora ya debemos desarrollar un amplio trabajo preparatorio del 100 aniversario de este acontecimiento trascendental. No menos importante es comparar nuestras experiencias históricas con las tareas del partido de los herederos del Gran Octubre. Los rasgos característicos de la primera revolución proletaria victoriosa tienen gran significación. Por esa razón, es el mejor momento de recordarlos, sin perder de vista aquellas facetas de la revolución que se abren como novedosas para nosotros. Su conocimiento y comprensión prepararán mejor al partido para la lucha de clases por la paz, la auténtica democracia, los derechos del hombre y la dignidad de los ciudadanos.



Premisas de la Gran revolución


La revolución socialista en Rusia no fue espontanea, hecha al azar o inesperada. Su carácter inevitable fue fundamentado por V.I.Lenin sobre la base de toda la riqueza teórica cuyas bases fueron sentadas por Carlos Marx y Federico Engels. La victoria de la revolución la preparó en la práctica el partido leninista cuya arma inoxidable fue el bolchevismo.

El gran descubrimiento de Lenin fue la conclusión sobre el paso del capitalismo a la nueva fase superior: el imperialismo. La libre competencia fue sustituida por los monopolios. Mediante la fusión del capital bancario e industrial se formó el capital financiero. La exportación del capital superó la de mercaderías. Finalizó el reparto colonial del mundo.

La competencia capitalista persistía y de una manera inevitable conducía al desarrollo desigual de diferentes países. Bajo el capitalismo, se produjo una situación cuando el mundo se convirtió en la cadena única del capitalismo, y el reparto de los mercados significaba el reparto de un mundo ya dividido.  Entonces, Lenin hace una importante conclusión de que en condiciones del capitalismo es inevitable la existencia de su eslabón débil. Este mismo lo aprovechan los depredadores imperialistas para consolidar sus posiciones.
 
 La cadena del capitalismo puede ser rota en su eslabón más débil. Es en este eslabón donde el capital podrá no soportar la ofensiva de las fuerzas proletarias. Y el fundador del bolchevismo hace el tercer descubrimiento excepcional: la revolución socialista bajo el imperialismo puede triunfar inicialmente en unos pocos países o, incluso, en un solo país.

Un profundo análisis le convencía a Lenin de que el eslabón más débil en la cadena del imperialismo era el Imperio ruso y que precisamente Rusia podría ser patria de la revolución socialista.

Primero, aun antes de entrar en la fase imperialista el país ya estaba preñado de la revolución. Ya en 1875, Federico Engels escribió que Rusia, indudablemente, vive la víspera de la revolución... de un solo golpe demolerá la reserva ultima, todavía intacta, de toda la reacción europea.

Segundo, la Primera revolución rusa acabó en la derrota. Las contradicciones irresueltas por ella seguían existiendo y requerían su solución.

Y, tercero, a principios del siglo XX el centro del proceso revolucionario mundial se trasladó desde Alemania a Rusia. Ello lo señaló, por ejemplo, Karl Kautsky que en aquel entonces todavía estaba ocupando firmemente las posiciones marxistas.

Rusia era un verdadero nudo de agudísimas contradicciones. Eran las siguientes: --la contradicción entre el proletariado y la burguesía. --Entre la superestructura feudal zarista y la alianza de la burguesía y los terratenientes liberales. --Entre los terratenientes y el campesinado. --Entre los kulaks y los más pobres dentro del campesinado, que era la clase más numerosa de Rusia. A eso se añadían las contradicciones --entre la burguesía rural y la comunidad campesina. Se agudizaron en el país--los problemas nacionales y los de tierra. Existían contradicciones --interregionales e interreligiosas. Se agudizaba el antagonismo --entre el campo y la ciudad.

La Guerra mundial agudizaba todos los tipos de contradicciones sociales añadiendo a ellas antagonismos nuevos. El presentimiento de la revolución se hacía universal. “Bajo la corona de espinas de las revoluciones, avanza el año 1916”, escribió Vladímir Mayakovski. Los motivos muy parecidos los encontramos en las obras de А. Blok, demás poetas y escritores.

Pero Lenin no podía apoyarse en las predicciones poéticas. Su credo consistía en un riguroso análisis científico. “La revolución no puede realizarse sin la situación revolucionaria”, afirma y le da una característica clásica. 
Primero: para que se produzca la revolución se requiere que “los de abajo no quieran” vivir como antes, y “los de arriba no puedan” gobernar como antes, es decir, que habían perdido la posibilidad de conservar intacto su dominio. Segundo: “se produce la agudización mayor que antes de las penurias y sufrimientos de las clases oprimidas”. Tercero: crece considerablemente el activismo de las masas que en la época “pacífica” “se dejan saquear tranquilamente”, y en los tiempos turbulentos maduran para “la acción histórica autónoma”.

El pueblo ruso llamó con toda razón la Primera Guerra mundial como “imperialista”. La guerra exacerbó hasta el último límite la miseria y las calamidades de las clases oprimidas. Es suficiente recordar que en 1916 el gobierno zarista formó por primera vez en la historia de Rusia los llamados destacamentos de víveres. Su misión consistía en la expropiación de los “excedentes” de cereales de los campesinos, dada la amenaza de hambruna en las ciudades más importantes del Imperio.

 En el país empezaron huelgas. En enero de 1917, el número de sus participantes alcanzó 400 mil. La Guerra entregó armas a millones de obreros y campesinos, y los militares asimilaban cada vez más activamente las ideas socialistas. Así, el 25 de octubre de 1916, en Petrogrado tuvo lugar la manifestación multitudinaria contra el juicio a los marinos del Báltico que fueron perseguidos por la creación de la organización bolchevique. Episodios parecidos eran cada vez más frecuentes.

De una manera patente se manifestaba la incapacidad de “los de arriba” de gobernar como antes. La época de Rasputín convencía con toda evidencia que el régimen zarista estaba podrido hasta la última célula. En la cúpula del Imperio se propagaba ampliamente el misticismo, expresión evidente de la impotencia e ignorancia.

Rusia fue desbordada por la crisis sistémica del capitalismo. El país ya se convirtió en una parte de la cadena capitalista mundial. Pero su cúpula feudal no era capaz de asimilar las herramientas de gestión burguesas. Incluso la parte liberal de la burguesía se fusionó sólidamente con el zarismo tratando de dotarle de un aspecto venerable.

En el Imperio ruso surgió la situación revolucionaria. Pero las condiciones objetivas son insuficientes pata la revolución. Se requieren acciones masivas de la clase revolucionaria, lo suficientemente vigorosas para destruir al gobierno viejo que nunca, incluso en las épocas de crisis, “caerá” si no se le “hace caer”. Lenin recordaba muy bien las siguientes palabras de Marx y Engels: Contra el poder unido de las clases pudientes, la clase obrera puede luchar como clase si se organiza en un partido político propio que haga frente a todos los partidos viejos…y esa organización de la clase obrera en un partido político es preciso para asegurar la victoria de la revolución socialista

Para Lenin, el proletariado y su partido existían formando la unidad. En la cual el partido desempeñaba el papel de vanguardia. La existencia de un partido de este tipo es un importantísimo factor de la revolución.

V.I.Lenin y los leninistas supieron reunir las fuerzas de los creadores revolucionarios para la Gran Victoria de Octubre. El principal mérito en la revolución de esta tarea le pertenece al bolchevismo. Al empezar con el periódico “Iskra” leninista, se formó orgánicamente en el histórico II Congreso del Partido Social-Demócrata Obrero de Rusia (PSDOR), en verano de 1903. Ya en el transcurso de la Primera Revolución rusa confirmó en la práctica su justeza ideológica, política y táctica.

En decenas de idiomas del mundo el vocablo “bolchevismo” no fue traducido sino se usa en original. Este mismo hecho demuestra la dimensión histórica del fenómeno. El bolchevismo es la corriente marxista, revolucionaria, en el movimiento obrero internacional. Surgió en las condiciones específicas de la realidad rusa. Pero la Revolución de Octubre no puede ser considerada solamente como revolución “en el marco nacional”, con estas palabras comienza el artículo de I.V. Stalin dedicado al 10 aniversario de la Revolución de Octubre. Y prosigue: Es, antes que nada, la revolución de dimensión internacional, global, pues significa el viraje cardinal de la historia universal de la humanidad del mundo viejo, capitalista, hacia el mundo socialista, nuevo… No se puede negar el mero hecho de que la existencia del “Estado bolchevique” ponga las trabas a las fuerzas oscuras de la reacción facilitando la lucha de las clases oprimidas por su emancipación. Es con ello que se explica, propiamente dicho, ese odio visceral que alimentan los explotadores de todos los países a los bolcheviques.

El partido de Lenin no “construyó” el bolchevismo vistiendo el marxismo con trajes nacionales. Lo propuso con una respuesta convincente a la entrada del capitalismo en la fase imperialista. Esto ayudó al movimiento revolucionario ruso a convertirse en el destacamento de vanguardia en la lucha con el capitalismo monopólico y su fuerza motriz, la oligarquía financiera.

El bolchevismo es la unión del movimiento proletario con el socialismo científico. Lleva a la práctica de un modo consecuente la doctrina de la lucha de clases del proletariado, de la revolución socialista, de la dictadura del proletariado y la construcción del socialismo en condiciones del cerco capitalista.

El rasgo distintivo del bolchevismo es el internacionalismo proletario. Es fiel a los principios de solidaridad internacional de los trabajadores y une hábilmente las regularidades de la lucha por el socialismo con las peculiaridades nacionales, regionales e históricas.

Al convertirse en la alternativa del menchevismo, el bolchevismo no admite el social-conformismo, el oportunismo y revisionismo. Defiende la pureza de la teoría marxista-leninista, lucha contra su falsificación, contra la convergencia de las ideologías comunista y social-demócrata. Al mismo tiempo, el bolchevismo no admite el sectarismo, trata de consolidar a las fuerzas de izquierda en el combate contra la dictadura del capital.

El bolchevismo es un fenómeno realmente destacado. Conjuga el romanticismo de los sueños supremos y el pragmatismo del quehacer, la fidelidad a los principios y la flexibilidad en las tácticas, la energía bulliciosa y el cálculo frío.

El partido bolchevique es el  partido de la revolución socialista, de la construcción socialista y de la perspectiva comunista. El gran mérito de V.I.Lenin y sus correligionarios es la creación del partido de nuevo tipo. Su tarea consiste en dirigir al movimiento proletario por el cauce de la lucha por el socialismo.

Los conceptos de “partido bolchevique” y “partido de nuevo tipo” son realmente sinónimos. El partido bolchevique unió en una sola corriente la lucha irreconciliable de la clase obrera contra la burguesía con la lucha del campesinado por la tierra. Al aliarse con el movimiento revolucionario libertador de los pueblos coloniales y oprimidos, abrió amplias posibilidades para unir la lucha social-clasista y la de liberación nacional.

Los bolcheviques-leninistas defendieron consecuentemente el carácter proletario del partido. La principal fuerza del movimiento consiste en la organización de los obreros en las fábricas grandes -afirmaba Lenin, e insistía-Cada fábrica debe ser una verdadera fortaleza. Tampoco en nuestros días estas tareas han perdido su vigencia.
El partido de nuevo tipo se distingue por la unidad orgánica de la disciplina firme y consciente y una amplia democracia interna. Lo que permitió a los leninistas recorrer un duro camino desde la organización del partido hasta la organización del poder tras la victoria de la revolución socialista. Este poder nuevo se afianzó tan firme y constructivamente que ya en 1919 el corresponsal de “Chicago daily news” en Moscú escribió: Nunca antes en la historia de la Rusia moderna el gobierno gozó realmente de una autoridad mayor que el actual poder soviético. Cuando uno llega a la Rusia soviética, nota en seguida que cualquiera que sea el bolchevismo, nada tiene que ver con la anarquía. Al permanecer en la república comunista cierto tiempo, uno se asombra ya que la situación acá es contraria a los conceptos que tiene el pueblo norteamericano. No hay desorden. En las calles de Petrogrado y Moscú te sientes más seguro que en las calles de Nueva York o Chicago.

El Poder soviético formó un tipo de estatalidad cualitativamente nuevo. Con el apoyo sobre las tradiciones seculares de los pueblos de Rusia, unía en sí misma la creatividad de las masas trabajadoras y su cultura. La vertical “pueblo – Soviets – partido de nuevo tipo” funcionó como sistema eficaz gracias a la unidad de los intereses y objetivos.

El 26 de octubre (8 de noviembre) de 1917, el II Congreso de los Soviets de diputados obreros, campesinos y soldados de Toda Rusia formó el órgano supremo del Estado soviético. Al Comité Ejecutivo Central de Toda Rusia fueron elegidos 62 bolcheviques, 29 eseristas de izquierda, 6 social-demócratas internacionalistas, 3 socialistas ucranianos, 1 eserista-maximalista. Muy pronto los aliados y compañeros de viaje de los bolchevique abandonaron uno tras otro la arena política.

El Poder soviético se configuró como entorno social particular. En este entorno todos los demás partidos, exceptuando el bolchevique, se hallaban en la situación de extrasistémicos. No lo hicieron los “comisarios en chaquetas de cuero”. El estatus de “extrasistémico” con respecto al Poder soviético les era característico a esos partidos desde el inicio. ¿Por qué?  Porque todos ellos incluyendo a los mencheviques y eseristas eran elementos del sistema burgués.  Solamente los bolcheviques lograron ser partido de nuevo tipo no solamente por su naturaleza orgánica, sino por lo social y socio-político. Por ello contaron con el apoyo enérgico masivo de toda la Rusia trabajadora.




La verdad histórica es nuestra


Se hace cada vez más evidente que el capitalismo es reaccionario y privado de la perspectiva histórica. Al defenderse, le atribuye al socialismo la violencia, la mentira, la hipocresía y demás lacras propias. Lanza la cruzada contra la memoria histórica en la que se grabaron las grandes proezas de la época soviética. Produce mitos virulentos y falsificaciones. Presenta lo negro como blanco y viceversa. Para los apologistas del capitalismo el antisovietismo es una herramienta de la autojustificación y autosalvamento. Su agresión contra la memoria histórica es lógica. Le es necesaria para transformar la conciencia socialista nacional en la burguesa.

Ya en 1918 en su “Carta a los obreros norteamericanos”,  V.I.Lenin pone al descubierto los dobles raseros de los guardianes del capital: “Nos acusan de las destrucciones causadas por nuestra revolución. Pero, ¿quiénes nos acusan? Los lacayos de la burguesía, de esa misma burguesía que en cuatro años de guerra imperialista ha destruido casi por completo toda la cultura europea, sumiendo a Europa en la barbarie, en el embrutecimiento y en el hambre. Y esa burguesía nos exige hoy que no hagamos la revolución sobre el terreno de esas destrucciones, en medio de los cascotes de la cultura, de los escombros y las ruinas originados por la guerra, con los hombres embrutecidos por la guerra. ¡Oh, qué burguesía tan humana y tan justa!

Sus criados nos acusan de terror… Los burgueses británicos han olvidado su 1649, y los franceses su 1793. El terror era justo y legítimo cuando la burguesía los empleaba a su favor contra los señores feudales. El terror se ha hecho monstruoso y criminal en cuanto los obreros y los campesinos pobres se han atrevido a emplearlo… para derrocar a toda minoría explotadora”.

Según la lógica del antisovietismo, no debería haber violencia, sangre, destrucción, ni errores de la revolución. ¿Pero quién resistió ferozmente contra el Poder soviético? ¿Quién fue el primero en ponerse en la vía del terror contra ese mismo? ¿Quién traicionó a los intereses nacionales para recuperar el poder perdido? ¿Quién colocó sus intereses clasistas por encima de la independencia de Rusia?

En la víspera del primer aniversario del Ejército Rojo Obrero-Campesino Stalin escribió: El mundo se dividió en dos campamentos de una manera decidida e irreversible: el campo del socialismo y el campo del imperialismo. Si, se dividió tan pronto como el poder en Rusia pasara a los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos. Por ese motivo nuestros adversarios vociferan a voz en cuello sobre la guerra civil desatada por los bolcheviques.  Pero los hechos son tozudos. El 12 de marzo de 1918, el periódico “Izvestia del Comité Ejecutivo Central de Toda Rusia” publica el artículo de Lenin “Las tareas principales de nuestros días”. La tarea fue planteada de la siguiente forma: “Eso es lo que precisamente necesita…Rusia, para dejar de ser mísera e impotente, para convertirse en vigorosa y opulenta por siempre”. ¿Dónde hay aquí apenas una sola palabra sobre la guerra civil?

El líder bolchevique formula una tarea exclusivamente creadora. Y la pudo formular porque: En unas cuantas semanas, después de derrocar a la burguesía hemos aplastado en guerra civil su resistencia abierta. El bolchevismo ha cruzado en marcha triunfal nuestro inmenso país del uno al otro confín”.

Así es: ¡Aquella guerra civil que, según afirman algunos, habían desatado los bolcheviques terminó en unas pocas semanas! La más sangrienta fue la otra guerra. Por la cual el general de Infantería Alekseev se fue a Novocherkassk el quinto día de la victoria del Poder soviético. Aquella guerra en la que tomaron parte 14 Estados burgueses para ahogar a la joven República de los Soviets. Ya en noviembre de 1917, en Yassy, los países de la Entente convocaron una reunión para elaborar el plan de guerra en el sur de Rusia. En diciembre de aquel año, la Conferencia de los países de la Entente en París decidió apoyar y financiar a los gobiernos contrarrevolucionarios de Ucrania, de las regiones de los cosacos, Siberia y Cáucaso.

En los años de la intervención y la Guerra Civil, la burguesía y los terratenientes vendían a diestra y siniestra los intereses nacionales. Los antisoviéticos modernos prefieren silenciarlo. Tanto a los liberales como a los adeptos del patriotismo de la Guardia blanca no les conviene esta verdad de la historia. Les hiere los ojos la implacable objetividad leninista. Esa verdad nunca tenía y no la tendrá la minoría explotadora. Sus líderes son incapaces de hablar con el pueblo como Lenin.  Él dijo en el tormentoso año 1918: Que vocifere a los cuatro vientos la venal prensa burguesa sobre cada falta que comete nuestra revolución. No nos asustan nuestras faltas. Las personas no se hicieron más santas con el inicio de la revolución. No pueden hacer una revolución, sin cometer faltas, las clases trabajadoras que fueron oprimidas a lo largo de los siglos… atenazadas por la miseria, la ignorancia, el envilecimiento… El capitalismo asesinado se pudre, se descompone entre nosotros, contaminando el aire con las miasmas, envenenando nuestra vida, atando lo nuevo, fresco, joven, vivo con miles de hilos y lazos de lo viejo, podrido y muerto.

La verdad leninista difumina el mito antisoviético sobre el ocultamiento de los dramas y tragedias por los bolcheviques. El estudio de la historia soviética en las obras de Stalin, la instrucción de los jóvenes ávidos de la verdad son tareas que tenemos que resolver activa y persistentemente.

Los ideólogos burgueses con frecuencia le atribuyen a Lenin lo que es característico a los politicastros burgueses. Afirman que no le importaban las víctimas sacrificadas en aras de lograr un objetivo. Las obras de Lenin escritas un poco antes de la insurrección armada de octubre en Petrogrado nos demuestran que esas von invenciones insolventes.

Si, la historia de las grandes revoluciones indicaba el peligro de la guerra civil. Pero Lenin lo hacía todo para evitarla. Sus famosas “Tesis de abril” argumentaban la posibilidad del paso pacífico del poder del Gobierno provisional a los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos. Lenin confiaba en esa posibilidad hasta los mediados de 1917. Pero el 4 de julio todo cambió. Después del fusilamiento de la manifestación pacífica de obreros, soldados y marinos Lenin escribió que la consigna del “Paso de todo el poder a los Soviets” era la consigna del próximo paso… Era consigna del desarrollo pacífico de la revolución, que desde el 27 de febrero hasta el 4 de julio era posible y, por consiguiente deseable, y que ahora indudablemente es imposible.

Pero incluso en las nuevas condiciones Lenin está buscando la posibilidad del paso pacífico del poder a los soviets. A principios de septiembre de 1917, en el artículo “Sobre los compromisos” escribe que mientras exista una posibilidad entre cien para evitar la guerra civil, se debe aprovecharla. A mediados de septiembre en el artículo “Revolución rusa y la guerra civil” Lenin afirmó que exclusivamente la alianza entre los bolcheviques y los eseristas y mencheviques, exclusivamente el paso inmediato de todo el poder a los Soviets haría imposible la guerra civil en Rusia”. Pero los mencheviques y los eseristas no abandonaron la alianza con la burguesía. La posibilidad de prevenir la Guerra civil fue perdida.

Con el triunfo de la Revolución de Octubre en nuestro país fue instaurada la dictadura del proletariado en forma de los Soviets que se convirtió en el poder de la inmensa mayoría. Resolvió la gran tarea histórica de la salvación del pueblo. Y este es un hecho más que silencian los antisoviéticos de toda calaña.

En 1919, el año más duro de la Guerra Civil, Lenin pronunció palabras actuales hoy en día: Si le salvamos al trabajador, salvaremos a la fuerza productiva principal de la humanidad, el obrero, y lo restauraremos todo, pero despareceremos, si no logramos salvarle. El poder soviético salvó al obrero, restauró lo perdido y creó la pujante potencia industrial. Es un hecho de gran fuerza creadora que debemos convertir en el patrimonio de la conciencia de masas.

La fuerza de la transfiguración de Rusia la sintieron con acierto los contemporáneos. En aquel mismo año de 1919, el filósofo inglés Bertrand Russell escribió: Incluso en las condiciones actuales en Rusia se puede sentir la animación originada por las principales ideas del comunismo, las ideas de la esperanza creativa que plantea como objetivo acabar con la injusticia, la tiranía y la violencia que estorban el desarrollo espiritual del hombre… Esta esperanza les ayudó a los mejores de los comunistas sobrevivir los duros años que atravesó Rusia animando a todo el mundo… Sufrirá fracaso o se desarrollará el comunismo ruso, de todos modos el comunismo en general no desparecerá.

La herencia del Gran Octubre la vamos a necesitar no solamente cuando superemos la restauración de capitalismo. Ya es necesaria ahora, en la etapa actual de la lucha de clases. Para el PCFR la “tarea del momento” es la salvación del hombre trabajador, obrero o ingeniero, maestro o campesino. Lo tenemos presente al luchar contra la privatización y la quiebra de las empresas, cuando combatimos por la reforma del Código de Trabajo, de la Tierra, de la Vivienda, cuando nos oponemos a la destrucción del sistema de educación y el pogromo en la Academia de Ciencias y cuando insistíamos en la adopción de la Ley de la política industrial. Todo ello son formas pacíficas de lucha política.  ¡Y deben ser multiplicadas!

Indudablemente, el PCFR aboga por realizar transformaciones revolucionarias y el renacimiento del país con medios pacíficos. Entre estos medios figuran la nacionalización de la propiedad oligárquica y la restauración del sistema soviético del poder público mediante el referéndum popular. El objetivo de estos medios es el cambio radical del régimen político y social en Rusia.

La lucha contra el capital adquiere carácter no pacífico como respuesta a su agresividad, a su paso a las represiones masivas y la brutal supresión de la protesta social. Entonces, la revolución no pacífica hace declaración de sus derechos y se hace principal, según Lenin, la disposición de la clase obrera de convertir el estadio pasivo de la opresión en el estadio activo de indignación e insurrección. La vanguardia proletaria -el partido comunista- debe estar preparado para ese desarrollo de acontecimientos. Como se dice en la Declaración Universal de Derechos Humanos adoptada por la Asamblea General, las autoridades deberán preocuparse por las necesidades del pueblo para que este mismo no se vea obligado a recurrir “a la sublevación contra la tiranía y la opresión”.

La capacidad de sopesar con precisión las peculiaridades de la situación y las formas de lucha contra el capitalismo es una importantísima lección que dio el partido bolchevique en la Revolución de 1917.



La ciencia soviética de crear


Al final de su vida I.V.Stalin señaló: El rol especial del poder soviético se explica con dos circunstancias: primero, es que el poder soviético no debía sustituir una forma de explotación por la otra forma, como lo era en las revoluciones viejas, sino liquidar toda explotación; segundo, en vista de que no habían en el país gérmenes maduros de la economía socialista, tenía que crear prácticamente “desde cero” las nuevas formas socialistas de la economía.

El Poder soviético acometió estas tareas inmediatamente después de la victoria en la Guerra Civil y la expulsión de los invasores extranjeros. Pero el país estaba cercado por los enemigos. Ello dictaba la necesidad de mantener los principios administrativos de mando en las relaciones entre la base socialista y su superestructura estatal, socioeconómica y política.

En la época del socialismo el papel protagónico le pertenece precisamente a la política económica. Como señala V.I.Lenin: La propia esencia del tránsito de la sociedad capitalista a la socialista consiste en el hecho de que las tareas políticas tienen significación subordinada en cuanto a las tareas económicas. A la acción de las leyes objetivas en la sociedad socialista I.V. Stalin dedicó su obra “Problemas económicos del socialismo en la URSS”. En esta obra se investiga la destacada experiencia de los primeros decenios de la construcción del socialismo a la luz de la doctrina marxista-leninista.

Un importantísimo paso para la joven República soviética fue la resolución del X Congreso del PCR (bolchevique) en marzo de 1921 sobre el paso a una nueva política económica (NEP). Entre los miembros del partido no eran pocos quienes denominaban la NEP como la retirada fatal de la revolución. Esa posición la expresaron no solamente Trotski sino también los correligionarios fieles a Lenin, tales como Tsuriupa, Comisario del pueblo para la industria alimentaria.  Sin embargo, la victoria de Lenin en el X Congreso nacida al calor de los debates prueba que la mayoría de los comunistas aceptaron la idea leninista determinante sobre la significación subordinada de las tareas políticas a las económicas.

Nosotros, los comunistas, al prepararnos para la dirección del país debemos estudiar muy a fondo estas experiencias. Hoy hay aficionados de hacer los paralelismos entra la NEP leninista y la perestroika de Gorbachov. Se agarran a la nueva política económica de los años 1920 para desprestigiar el papel determinante del Estado en la gestión de la economía para seguir imponiendo a nuestra sociedad la idea fracasada del “mercado autorregulado”. Sin embargo, la ideología del mercado libre solamente resultó ser un pretexto de empleo de las nuevas formas de explotación, estas no son las palabras del ideólogo comunista sino del Laureado del Premio Nobel Joseph Stiglitz.

Toda comparación de la perestroika de Gorbachov y de la práctica de los primeros años es inconsistente. Hacia principios de 1921, la joven República Soviética se encontró en una situación desesperada. El país fue destruido por dos guerras. La Primera Guerra mundial y la Guerra Civil. Desde 1913 hasta 1921, la producción industrial cayó casi cinco veces. Se redujo dos veces la producción agropecuaria. No menos de 25 millones de personas fueron víctimas de la guerra, hambre y epidemias.

Cuando se adoptaba la decisión de implementar la NEP, en el Lejano Oriente gobernaban los invasores japoneses y sus secuaces, guardias blancos. El país sufría el hambre por la mala cosecha. En Kubán, Don, Ucrania y la Región del Volga y Siberia se produjeron motines de los kulaks. En los días cuando se celebraba el X Congreso del PCR (bolchevique) en Kronshtadt estalló la sublevación antibolchevique. Ante el Poder soviético se planteaba una interrogante: ¿quién gana a quién? O triunfan los bolcheviques y continúan la construcción del socialismo, o la burguesía mundial destruye a la joven República Soviética.

Seis decenios después la situación de nuestro país era diametralmente otra. A mediados de los años 1980, el alto potencial económico, científico-técnico y cultural convirtió la URSS en uno de los países más desarrollados del mundo. De tal modo, la NEP fue aprovechada por el Poder Soviético para salvar al país y crear un Estado poderoso. La perestroika, al contrario, provocó la destrucción del país y la eliminación del sistema soviético.

Las bases de la política económica de los bolcheviques Lenin las expuso mucho antes del X Congreso del PCR (bolchevique). En la obra “Tareas inmediatas del Poder Soviético” Lenin fundamentó la inevitabilidad del período transitorio entre la economía capitalista y la socialista, definió las principales condiciones de este tránsito histórico. A esto también se dedican otras obras suyas de aquel período: “Sobre el impuesto en especie”, “Sobre la cooperación”, “Sobre la significación del oro ahora y después de la victoria del socialismo”.

En todos los artículos, en todos los discursos de Lenin se expresaba una profunda comprensión de la situación y la responsabilidad por el futuro del país. En el X Congreso del PCR (bolchevique) Lenin expresa lo siguiente: Camaradas, el problema de la sustitución del sistema de contingentación por el impuesto es ante todo y más que todo el problema político, ya que la esencia del problema radica en la actitud de la clase obrera ante el campesinado. Subraya más adelante que no se puede engañar a las clases. ¡Que precisión y que veracidad tienen estas palabras de Lenin! No se puede comparar con ellas la demagogia de Gorbachov sobre “socialismo con rostro humano”.

Las reformas en el marco de la perestroika originaron procesos catastróficos para el país. Los arquitectos de esta política no pudieron formular sus objetivos a los ciudadanos. Al contrario, el partido de los bolcheviques planteaba sus objetivos de una manera excepcionalmente clara. Lenin expresó en particular: Declaramos sincera y honestamente, sin engaño a los campesinos, que para mantener el rumbo hacia el socialismo nosotros les haremos, camaradas campesinos, varias concesiones, pero en un cierto límite y en una cierta medida y, claro, nosotros mismo juzgaremos en qué límite y en qué medida.

¿Si al final de los 1980 hubo, aunque fuese leve, alusión a la verdad y franqueza en las intervenciones de Yeltsin desde las tribunas adornadas con los carteles “Todo el poder a los Soviets”? Apenas transcurrirán cuatro años y en octubre de 1993 el mismo dará orden bestial de fusilar al Poder soviético y a quienes se pusieron en su defensa. Agarrándose a la autocracia presidencial, este “acusador del socialismo” empezará a suscribir decretos sobre la privatización de la riqueza nacional formando aceleradamente la nueva burguesía rusa.

En las obras sobre la economía del período transitorio Lenin consideró todo el complejo de la economía nacional. Por ello, al anunciar la NEP se refería de nuevo al Plan GOELRO (la "Comisión Estatal para la Electrificación de Rusia") cuya realización hacía posible un avance rápido.

El jefe del Consejo de Comisarios del Pueblo entendía que era insuficiente permitir a los campesinos a producir y dejarse los excedentes de productos agropecuarios. Era importante crear las condiciones para su comercialización, para ganarse los recursos y desarrollar la economía campesina. De ahí, una especial atención al comercio y la cooperación en el sector de consumo. Porque la cooperación en consumo permitía proveer a los campesinos los bienes industriales y adquirir sus productos. El papel de Estado en el período de la NEP no se debilitaba, se reforzaba. Y precisamente esa política estatal les convertía a los campesinos pobres en campesinos medios.

El poder actual atado con los dogmas liberales sobre la exclusión del Estado de la gestión económica, es incapaz de resolver problemas ni en la industria, ni en la ciencia, ni en la agricultura o construcción o comercio. No hay política clara en estos sectores hasta hoy día. El auge económico en estas condiciones es simplemente inconcebible.

Stalin se armó con las ideas leninistas sobre el rol de la política económica. En el XIV Congreso del PC de Toda la Unión (bolchevique) en 1925 expresó que Debemos convertir nuestro país en un país económicamente autónomo, independiente, que se base sobre el mercado interno… Tenemos que construir nuestra economía de tal modo que nuestro país no se convierta en el apéndice del sistema capitalista mundial, para que no quede incluido en el esquema común de desarrollo capitalista como empresa auxiliar, para que nuestra economía se desarrolle…como unidad económica autónoma con el apoyo en la vinculación entre nuestra industria y la economía campesina de nuestro país. El pueblo comprendía esas ideas. Pues consolidaban la sociedad soviética en la lucha por la independencia de la URSS.

El objetivo planteado por Stalin de crear la base industrial fue logrado. En 1922-1929, antes del inicio del primer plan quinquenal, se construyó más de 2000 empresas industriales grandes. El país cosechó éxitos que incluso reconocieron los opositores. En enero de 1932, el periódico francés “Temps” escribió: La URSS ganó el primer tiempo, al industrializarse sin ayuda del capital foráneo. Además de los franceses, el diario inglés Finantial Times señalaba: Los éxitos logrados en el industria de maquinaria no provocan dudas… en la actualidad la URSS fabrica toda la maquinaria necesaria para la industria metalúrgica y eléctrica. Pudo crear su propia industria automotriz. Organizó la producción de máquinas y herramientas que abarcan todo el abanico desde las herramientas muy finas de alta precisión hasta las prensas más pesadas.

Los anticomunistas modernos rusos tienen todos los motivos para odiar al Poder soviético. En comparación de los heroicos logros de la construcción de la época leninista y estalinista palidecen quienes metieron a Rusia en el foso crediticio, tomaron créditos en dólares en bancos extranjeros, exportaron capitales a las zonas offshore, desangraron la economía rusa, humillaron y saquearon a los ciudadanos. Los bolcheviques colocaban al país en la línea de vanguardia. La política de autoridades liberales garantiza su saqueo. En su libro “Los hombres que se robaron el mundo” el norteamericano Nicholas Shaxson escribe: Los ciudadanos de Rusia y muchos otros países observan impotentemente como las elites nacionales saquean las riquezas de sus países y pactan con los financistas nacionales y hombres de negocio procurando ocultar lo robado en las zonas offshore y evitar así el pago de impuestos.

Durante los primeros dos quinquenios fue creado un extraordinario potencial. En 1937, el 80% de los bienes industriales de la URSS se producían en las empresas construidas en los años 1929—1937. Durante ese período, en el país se duplicó la productividad de trabajo. Una especial atención se dedicaba a la ciencia y la educación. Se construían activamente los centros culturales: teatros, cines, bibliotecas, clubes infantiles. Tanto en el campo como en las zonas industriales.

El escritor norteamericano Theodore Dreiser escribió en 1937: Estoy especialmente agradecido a la revolución soviética porque ella es la primera que planteó agudamente a nivel global el problema de los ricos y los pobres. En 1917 la Unión Soviética empezó la gran cruzada en defensa de los pobres. En ello consiste la significación universal y el triunfo del marxismo. Aprovechar el trabajo, la agricultura, la industria, las riquezas naturales, la tecnología, los conocimientos humanos, el poder del hombre sobre la naturaleza, usarlo todo en beneficio de todos los trabajadores para asegurar a todos una vida próspera y cultural esta es la lección que la revolución soviética da a la humanidad...

Tras haber resistido en la temible contienda con el fascismo, la Unión Soviética logró restaurar rápidamente la economía arruinada, las ciudades y los poblados. Antes de 1952, los indicadores de construcción de la vivienda crecieron 8 veces en comparación con 1925. Ascendieron a nuevas cumbres la ciencia y la educación. Todo ello demostraba irrefutablemente las ventajas del socialismo como régimen social y sistema económico. Esta ventaja hasta hoy día moviliza a los adeptos del capitalismo a la lucha contra la historia soviética: tergiversan insistentemente la verdad sobre la guerra y la victoria del pueblo que defendió las conquistas del socialismo, que salvó del fascismo al mundo.

La muerte de Stalin fue una pérdida irrecuperable para el país. Con su desaparición la URSS perdió al fiel correligionario de Lenin que dominaba a perfección el marxismo y consolidaba consecuentemente el carácter socialista de la economía nacional. Empezó el abandono del importantísimo postulado leninista de resolver las tareas económicas empleando las leyes objetivas del desarrollo de la sociedad. Se convertían en una norma las decisiones administrativas de mando en el campo económico.

En 1957, en vez de los ministerios ramales fueron creados Consejos de la economía popular. Se violó la ley del desarrollo proporcional planificado al que Stalin atribuía el papel decisivo. Tres años después, se tuvo que restablecer los ministerios pero la calidad de la planificación y las relaciones intersectoriales bien afinadas fueron debilitadas considerablemente.

En 1958, bajo la dirección de N.S.Jruschov se tomó la decisión de entregar las estaciones de maquinaria y tractores a los koljoses. La eficacia del uso de la maquinaria agrícola se redujo drásticamente. Si desde 1954 hasta 1958 el volumen de producción agropecuaria en el país creció el 46%, ya en 1958—1963 no se registró crecimiento y la cosecha se redujo.

Aunque con todas las deficiencias, el CC del PCUS y el Consejo de Ministros de la URSS dedicaban mucha atención al perfeccionamiento de los métodos de gestión de la economía. La prueba de ello fue el debate pormenorizado en los amplios círculos partidistas acerca de la reforma de administración de la economía nacional en los años 1965—1970. Esa reforma entró en la historia bajo el nombre de “Reforma de Kosiguin”. En curso de la implementación de esta reforma la categoría principal de la economía de mercado -ganancia- se empezó a considerarla como indicador principal de la eficiencia del funcionamiento de las empresas. Ello entró en contradicción con las leyes objetivas del sistema socialista contra lo que había prevenido antes Stalin. La absolutización del factor rentabilidad entró en contradicción con la planificación de desarrollo de la economía.

Si, los años 1965—1970 se destacaron por los altos ritmos de crecimiento del producto social bruto, un 7,4% anual medio. El crecimiento anual medio de la renta nacional fue de 7,7%. Tuvo su efecto la implementación de los sistemas de estímulo económico y los incentivos materiales. Se les permitió a las empresas y sectores realizar transferencias para los fondos de estímulo material y los fondos de fomento de la producción.  El derecho a formarlos se corresponde totalmente con los principios leninistas de autogestión financiera. No obstante, el carácter de utilización de estos fondos no coincidía con su misión.  El afán de ganancias no estimulaba a las empresas a invertir en el desarrollo, implementación y asimilación de las nuevas tecnologías. Empezó a disminuir la dinámica del progreso científico-técnico. Ahondaba la brecha cualitativa entre la ciencia y la producción. Este problema no fue resuelto finalmente.

No de la mejor forma fueron utilizados los ingresos financieros procedentes de la exportación del petróleo y gas. Hasta mediados de los 1980, estimulaban la importación de mercancías. Lo que impactó negativamente en los ritmos del progreso científico-técnico. En el mercado soviético de los bienes de amplio consumo había cada vez más mercancías occidentales. Eso ayudaba a  los “artífices de la perestroika” a convencer a los ciudadanos de las ventajas de la economía capitalista y de que el “mercado libre”  es un buen objetivo por el cual vale la pena aguantar el alto precio de la terapia de choque y la privatización acelerada.

Crear una poderosa economía socialista era extraordinariamente difícil. Lo hacían las personas de la entelequia colosal y alto espíritu: Lenin, Stalin y sus correligionarios. En este gran proceso de creación participó todo el pueblo. La economía de la URSS la habían destruido los ignorantes que no dominaban la teoría marxista-leninista y que rechazaron las gigantescas experiencias de la época soviética. No fueron capaces de asimilar un complejo sistema de administración, utilizar los métodos científicos y colocar el país a un alto nivel de desarrollo del socialismo. Al fin de cuentas, las relaciones de producción entraron en contradicción con las poderosas fuerzas productivas.

El ex jefe de la Reserva Federal de EE.UU Alan Greenspan expresó triunfalmente: La significación económica de la desintegración de la Unión Soviética es grandiosa… más de un mil millones de trabajadores mal pagados, a menudo bien preparados, migraron al mercado mundial competitivo… Esta migración de la mano de obra en el mercado disminuyó la tasa mundial de salario, la inflación, expectativas inflacionistas y las tasas de interés, contribuyendo de esta forma al crecimiento económico a escala global.

Están sacando “provecho” de la destrucción de la gran potencia socialista quienes concentraron en sus manos las palancas de gestión de la economía capitalista mundial. Los ciudadanos de la URSS sufrieron colosales pérdidas.  Y la permanencia del capitalismo oligárquico, comprador amenaza que Rusia todavía tendrá que sobrevivir las más graves consecuencias de la destrucción de la economía socialista.

A todas las generaciones de los comunistas les es importante entender que la construcción del socialismo es un proceso fundamentado y gobernado científicamente. El socialismo posee una particularidad única: conociendo las leyes de desarrollo social, sus creadores podrán acelerar considerablemente el progreso socio-económico.


Causas de derrota provisional


Estimados camaradas, hoy nos encontramos en condiciones especiales. Los esfuerzos mancomunados del Occidente imperialista y de la contrarrevolución interna hicieron su trabajo. Con la colaboración directa del grupo de Gorbachov se hizo posible la victoria de la contrarrevolución burguesa y la restauración del capitalismo en el territorio de la Patria soviética y de nuestros hermanos de la edificación del socialismo. Tenemos que explicar honestamente por qué no salvaguardamos los resultados de las conquistas de los soviéticos. Por qué no defendimos los sueños de todas las generaciones que iban construyendo la gran potencia y que en reiteradas ocasiones se levantaron a la lucha por derrocar el poder de los malvados explotadores. Por qué en los años 1980 no salvaron el honor y la integridad del Partido Comunista de la Unión Soviética.

Gorbachov empezó su actividad en el puesto de Secretario General del CC del PCUS no con la mal llamada “perestroika” sino con la consigna publicitaria del desarrollo del país. El llamado a unir los logros del progreso científico-técnico con las ventajas del socialismo fue el resultado de los proyectos aún de la época de Brézhnev. Pero la aceleración a la Gorbachov anduvo por la vía criminal.

A fines de 1986, se aprobó la decisión sobre la creación de las cooperativas nuevas, realmente burguesas. Además de ello, para obtener la ganancia privada se les permitía utilizar los medios de producción de todo el pueblo. Fue el primer paso para la estratificación de la sociedad.  Sobre esta base empezó a formarse la unión integrada por los “empresarios clandestinos”, intelectuales disidentes y “artífices” de las nuevas cooperativas. Pronto se unieron a ellos los dirigentes de los primeros bancos comerciales y las empresas mercantiles creadas bajo el rótulo de Komsomol.

Un paso afrentoso con miras a largo plazo fue la negación jurídica de la propiedad de todo el pueblo y su calificación como pública. Para privatizar la propiedad de todo el pueblo se necesitaría el consentimiento de su propietario, el pueblo.  Pero el referéndum sobre este problema no figuraba en los planes de los “artífices de la perestroika”. Luego de la “transformación” de la propiedad, para su venta a los particulares era suficiente un decreto del Gobierno.

El equipo de los farsantes legitimaba paso a paso la transición a la realidad capitalista. El 6 de marzo de 1990, se adoptó la Ley “Sobre la propiedad en la URSS”, el 2 de abril de 1991, la Ley “Sobre los principios generales de la empresa de los ciudadanos en la URSS”, el 1 de julio de 1991, la Ley “Sobre los principios básicos de la desestatización y privatización de las empresas”. Apareció la posibilidad de privatizar las empresas públicas.

Gorbachov y sus acólitos no hacían prácticamente nada para mantener el poder vital de los ciudadanos. Al contrario, para provocar el descontento de los habitantes, contribuyeron a la creación del déficit de los bienes de consumo de vital importancia.

Para la deformación política del socialismo fue crucial el Pleno de Enero de 1987 del CC del PCUS. El Secretario General del CC del partido inauguró la temporada de la caza de los cuadros del partido. Muy pronto, se lanzaron consignas trotskistas de abrir fuego contra los “Estados mayores”. Contrariamente a los Estatutos del partido más de 100 miembros y candidatos a miembros fueron expulsados del Comité Central. Entre ellos los ex miembros del Buró Político, destacados dirigentes del país soviético. Luego, fueron sustituidos el 97% de los secretarios y jefes de los departamentos de los CC de los partidos comunistas de las repúblicas federadas, comités provinciales y regionales del PCUS, casi todos los dirigentes de los periódicos y revistas centrales y republicanos.

La dirección del partido mostró abiertamente la negación de la base social tradicional. Si en el XXVII Congreso del PCUS los obreros representaban el 34% de los delegados, y los campesinos-koljosianos el 17,4%, entre los delegados del XXVIII Congreso eran solamente el 11,6% y el 5,4%, respectivamente.

La negativa de apoyarse sobre la clase obrera se comprendía perfectamente. Porque precisamente la clase obrera rechazaba el rumbo hacia el llamado mercado bajo el cual los fariseos ocultaban astutamente el retorno al capitalismo. Casi el 90% de los que hicieron uso de la palabra en el Congreso criticaron a Gorbachov, exigían reconocer el trabajo del CC como insatisfactorio.  El obrero montador eléctrico de Irkutsk Guennadi Pershin explico así esa postura: Las decisiones del XXVII Congreso del PCUS quedaron incumplidas en la mayoría de los casos. Partiendo de eso, considero que la nota insatisfactoria reflejará en términos reales la actividad del CC y el Buró Político durante el período de rendición de cuentas.

Con el fin de facilitar la restauración del capitalismo se creaban las condiciones para el distanciamiento del partido respecto a la clase obrera. Los oportunistas-gorbachovianos incluso inyectaron en la conciencia social las ideas de prohibición de la labor de las organizaciones del partido en las empresas e instituciones públicas. En 1990, ya se discutía ampliamente la posibilidad del paso a la estructura territorial del PCUS.

Los principios de la construcción del partido se violaban cada vez con mayor frecuencia. De hecho, Gorbachov se puso fuera del control del partido. Para asegurarse contra una eventual destitución de las funciones del secretario general por primera vez en la historia del partido pudo lograr su elección para ese puesto directamente en el Congreso.

La posición del PCFR es conocida: la restauración del capitalismo en la Unión Soviética no era inevitable. Pero como resultado del olvido de las leyes sociales se configuró un conjunto de condiciones objetivas que facilitaban la realización de los planes contrarrevolucionarios del capital mundial y los traidores domésticos.

Primero, los dirigentes soviéticos sobreestimaron el nivel de desarrollo de la URSS. En realidad, la sociedad no alcanzó todavía la etapa del “socialismo maduro”. Y en el período transitorio del capitalismo al socialismo las contradicciones pueden desembocar en las crisis. En 1986, en el informe del presidente del Consejo de Ministros de la URSS N.I.Ryzhkov al XXVII Congreso del PCUS se trataba de las tendencias negativas de los años 1981—1985. Se empeoraron los indicadores cualitativos de economía. Cayeron los ritmos de crecimiento de la producción industrial. Frenó de hecho la subida de los ingresos reales de la población. No se logró alcanzar los objetivos del onceno plan quinquenal. Muchos sectores no lograron alcanzar las metas planteadas. Quedaron incumplidas las tareas de la elevación de los ingresos reales y del aumento del flujo mercantil al por menor. Se complicó la situación de las finanzas y la circulación monetaria.

En la segunda etapa de la perestroika, en los años 1987-1990, varios fenómenos de crisis comenzaron a transformarse en una crisis amplia debido a las acciones contrarrevolucionarias del grupo de Gorbachov. El año 1990 fue el más duro para la economía soviética.

Segundo, toda revolución se desarrolla exitosamente sólo cuando se plantea tareas que es capaz de resolver. En otras palabras, las tareas para las cuales hayan madurado las condiciones objetivas. Cualquier adelantamiento encierra las consecuencias más negativas. Así, la tarea planteada por el XXII Congreso del PCUS de “edificación avanzada del comunismo» no respondía a las realidades del día. Aún más, se planteaba de un modo totalmente incorrecto: la creación de la base material-técnica del comunismo se identificaba con el logro de unos indicadores económicos alcanzados por Estado Unidos de Norteamérica. Resultaba que en el marco del capitalismo norteamericano ya existía la base…del comunismo. Un ejemplo del “adelantamiento” en los años 1970 fue la concepción de la liquidación de los poblados inviables que causó enorme daño a la agricultura, sobre todo en la zona de tierras no negras de Rusia.

Tercero, durante todo el período de existencia de la URSS se mantenía la amenaza de la agresión de las fuerzas imperialistas. Más de cuatro decenios duró la extenuante “guerra fría”. Z.Bzezhinski subraya especialmente que la carrera de armamentos arruinaba a la Unión Soviética. A pesar de ello, la Unión Soviética logró la paridad militar con Estados Unidos y pudo aprovechar los logros de la revolución científico-técnica para el crecimiento de la producción de bienes de amplio consumo de calidad. Pero esa oportunidad fue perdida. Empezó la perestroika

Estos son algunos fenómenos objetivos que crearon condiciones para la restauración del capitalismo. Claro, incidiendo en eso el factor subjetivo. Aquí, lamentablemente, tenemos que señalar el papel extremadamente negativo de tales personajes como Gorbachov, Yeltsin, Yákovlev y Shevarnadze. Y lo que cuesta su ambición ilimitada y bajeza, que como se vio no andan lejos de la traición.

¿Vale la pena recordar ahora a los traidores infiltrados en el partido, al hablar del 100 Aniversario del Gran Octubre? Si, es necesario. En primer lugar, para que esa desgracia no se repita. En segundo lugar, para ayudar a cada uno a entender lo siguiente: lo que nuestros compatriotas vivieron en los años de la perestroika no era un socialismo auténtico sino deformado. Ante los ojos de muchos rusos aparece la imagen tergiversada del socialismo soviético y del partido comunista. Sobre ellos se proyecta la sombra de lo que unos llaman como “catástrofestroika”, los otros como “gorbachostroika” y otros como “marasmo yeltsiniano”.

Si, separamos decididamente de nuestra biografía partidista algunos actos y a algunas personalidades. Entendemos perfectamente lo importante que es la defensa de los comunistas contra los nuevos renegados y traidores, qué importante es en este caso la vigilancia y fidelidad al llamado leninista: “¡Más luz!”. La crítica y la autocrítica es la virtud de los fuertes y cada generación de los militantes del partido debe entender y recordarlo.

Pero incluso del período de la perestroika nosotros, los comunistas, no podemos abdicarnos totalmente. Porque con las personas de aquel entonces que conservaron su fidelidad a los ideales, al pueblo trabajador se formó el Partido Comunista de la Federación de Rusia. Fue creado por quienes entendían que el retroceso del socialismo es provisional. Y por quienes estaban dispuestos a actuar en aras del triunfo de la verdad y la justicia. Al vivir la tragedia de la derrota del socialismo en la tierra de la gran potencia, los comunistas rusos impidieron el entierro de su partido, luchan audaz y dignamente por el renacimiento del país.

Lo inquebrantable de las convicciones es una valiosísima parte de aquella herencia del que no nos abdicamos. Empieza su linaje desde los luchadores de la Presnia Roja de 1905, de los bolcheviques pasionarios Iván Bábushkin y Nikolai Bauman, del obrero ferroviario del Ferrocarril Nikolayevski Iván Voinov asesinado en verano de 1917 por divulgar el Pravda, de Nikolai Lazó quemado vivo por los ocupantes japoneses en la caldera de la locomotora en 1920… Esta convicción tiene la estructura resistente. Ella consolida la carcasa de nuestra causa. ¡Ayuda de nuevo a los comunistas a marchar adelante!



La herencia que cuidamos


¡Estimados participantes e invitados del Pleno!

La conversación sobre el 100 Aniversario del Gran Octubre la sostenemos en la antesala de otra gran fecha: el 70 Aniversario de la Victoria del pueblo soviético sobre la Alemania fascista y sus satélites. En adelante, tenemos otra fecha: 70 años de la derrota del Japón militarista.  El 9 de febrero de 1946, en la reunión preelectoral José Stalin dijo: Después de las lecciones ilustrativas de la guerra, ninguno de los escépticos se atrevía más a formular dudas en cuanto a la vitalidad del régimen social soviético. Ahora se trata de que el régimen…soviético… es la mejor forma de organización de la sociedad.

En la víspera del 70 Aniversario de la Victoria, el PCFR declara: las ventajas del socialismo fueron probadas por los grandes logros de la época victoriosa. Nunca nos abdicaremos de esta herencia. Vamos a multiplicarla.

En el mundo moderno existen varias concepciones y modelos del socialismo. Al tomar el relevo del Gran Octubre, nos presentamos como partido de la revolución proletaria y del socialismo soviético cuyas bases fueron sentadas bajo la dirección de Lenin y Stalin. La historia de nuestro partido tiene más de 110 años. La evaluamos a través del prisma de las tareas modernas. Cada faceta del socialismo soviético probada por el tiempo será valiosa para nuestros seguidores. Van a desarrollar los logros gracias a su actividad creadora intensa. Al tratar de la herencia de la época soviética, señalaremos antes que nada los rasgos principales del socialismo por el cual estamos luchando.



El socialismo es sociedad de los trabajadores en la cual el trabajo es derecho y obligación de cada hombre: “quien no trabaja, no come”. Esta sociedad es imposible crearla sobre el fundamento de la propiedad privada. La cuestión del cambio cardinal de las relaciones de propiedad es la esencia del tránsito del capitalismo al socialismo. La nueva sociedad se hace realidad cuando el trabajador toma conciencia de su responsabilidad por su unidad de producción, taller, fábrica, país. Para ello es preciso superar la enajenación del hombre respecto del trabajo y la propiedad. Debe coparticipar en la administración de la producción y la sociedad. Solamente en estas condiciones el trabajo se hace la causa del honor, dignidad y heroísmo.

La construcción de la nueva sociedad no es lo mismo que ajustar una máquina automática para trabajar según un programa preestablecido. Aquí se requiere la continua creatividad de las masas. En 1931, en la Conferencia de los trabajadores de la industria socialista de la Unión Soviética, Stalin no sólo planteó la tarea de recorrer en 10 años el camino que los países avanzados recorrieron en 50—100 años. Determinó tres herramientas principales de su resolución: primero, la crítica y autocrítica; segundo, movimiento de racionalizadores; tercero, competición socialista.

Para continuar la causa del Octubre y enrumbar el país hacia el socialismo se requiere no sólo vencer el dictado del capital. Entre la gran herencia de nuestra revolución hay experiencia de la dictadura del proletariado que expresa los intereses de la inmensa mayoría de los trabajadores. Así que, la tarea del futuro poder es no sólo trabajar en intereses de la clase obrera, sino también asegurar su posición dominante en la vida socio-política. El socialismo no sólo consiste en las garantías sociales, es el poder de los trabajadores.

El Pleno de Octubre de 2014 del CC del PCFR estudió muy a fondo el problema del trabajo del partido entre el proletariado. Se determinaron las tareas concretas. Tenemos que trabajar de manera enérgica y persistente para cumplirlas. Han transcurrido casi seis meses. Pero aún no todas las células del partido han colocado las nuevas decisiones del CC en el centro de su labor. La asamblea del partido de toda Rusia sobre este tema no se ha convertido aún en un importante acontecimiento en la vida del PCFR. Muchos comités de partido grandes tampoco han dado ejemplo de ese trabajo.

Todos nuestros camaradas deben comprender: durante el poder omnímodo de la propiedad privada, la clase obrera sigue siendo oprimida y explotada. Es por ello que objetivamente está interesada en la reforma socialista de Rusia. La clase obrera es el garante principal de la materialización exitosa del objetivo programático del PCFR: construcción del socialismo renovado.

Creo que cada uno de nosotros comprende: el partido está interesado vitalmente en la clase obrera. Pero la timidez en la realización de las resoluciones del Pleno de Octubre está presente. Está relacionada, en primer lugar, con el hecho de que la proporción de obreros en el partido es todavía baja y nuestros activistas no poseen habilidades necesarias para trabajar dentro del proletariado.

Hay que interiorizarse rápidamente en los colectivos de trabajadores. Solamente al formar la conciencia proletaria de clases de la mayoría de los obreros, la formaremos también en las capas que le son afines. Necesitamos vitalmente una sólida alianza entre el proletariado industrial, los proletarios del trabajo intelectual, el campesinado trabajador, capas semiproletarias de la ciudad y el campo y de la pequeña empresa. En una aguda confrontación con el gran capital, solamente esta alianza permite neutralizar las “capas superiores” de la pequeña burguesía y, sobre todo, la burguesía media. Esta es la condición decisiva del paso pacífico al socialismo. La solidez de tal alianza resolverá el final de asunto incluso en el caso si la lucha contra la dictadura del proletariado adquiere otras formas.

La herencia invalorable de nuestra Gran Revolución son los Soviets de diputados trabajadores. En las obras de Lenin se descubre la esencia del Poder soviético. En abril de 1917 subrayaba que la república parlamentaria burguesa encorseta, ahoga la vida política autónoma de las masas, deja intacta toda la maquinaria de la opresión: el Ejército, la policía, el aparato burocrático. Los Soviets, destruyen y eliminan esa maquinaria.

El Poder Soviético manifestó una genuina democracia directamente después de su victoria. Lo hizo todo a despecho del bloqueo, el hambre y la intervención. Y los observadores de buena fe lo reconocieron. La destacada figura del Partido Laborista de Gran Bretaña George Lansbury exclamó en 1920: Se echan las campanas al vuelo sobre las bestialidades en Moscú y Petrogrado. Pero yo, aquí… me siento igualmente seguro, incluso más seguro que en Londres. La fe verdadera no se persigue, el matrimonio es tan sagrado como siempre. Las iglesias se restauran con el dinero de la sociedad. Aquí no solamente no es peor que en otras capitales del mundo, sino en muchos, pero muchos aspectos es mejor. Les aseguraban que Rusia está en manos de una pandilla de déspotas. Pero en realidad Lenin y sus partidarios no poseen ningún otro poder individual a excepción del poder que les atribuyeron los Soviets. Encabezan el pueblo más grande de Europa, pero se alimentan, se visten y viven como obreros más pobres”.

A diferencia de la República de los Soviets, la burguesía separa a las masas de la administración de los asuntos del Estado. Nos convencen fácilmente las cifras concretas. A mediados de los años 1980, en el Sóviet Supremo de la RSFSR trabajaron 975 diputados. Hoy, en la Duma estatal de la FR hay 450 diputados, en el Consejo de la Federación, 170. El número de parlamentarios se ha reducido. Los intereses de los habitantes de la RSFSR a nivel estatal los representaban casi 900 diputados más del Sóviet Supremo de la URSS. Ahora los zhirinovianos al servicio del gran capital están dispuestos a reducirlo todo a una Duma de “boyardos” poco numerosa.

El número total de los diputados de los Soviets Supremos de las autonomías y los Soviets locales Rusia en los años 1980 superaba 1 millón 160 mil personas. Ahora a estos niveles hay un poco más de 250 mil diputados. Se les privó a los electores de 900 mil mandatos. El régimen burgués redujo el acceso de los ciudadanos de Rusia a la solución de los problemas en los lugares casi cinco veces.

La democracia se recorta no solamente en lo que se refiere a las características cuantitativas. Lo principal es la calidad. Casi por completo se excluyó de los órganos de poder y el autogobierno local a los representantes de la clase obrera y el campesinado trabajador. Muy a menudo ello se justifica con los argumentos de que administrar es de los profesionales. Sin embargo, es hoy cuando la descualificación de los cuadros de mando acrecienta con ritmos atemorizantes.

La tarea programática del PCFR: asegurar una amplia participación del pueblo trabajador en la administración del Estado a través de los Soviets, sindicatos, autogobierno obrero y demás órganos del poder de pueblo. Para ello ahora hay que incorporar cada día a las masas en una activa vida socio-política. Hay que luchar insistentemente por cada plaza de armas en los órganos del poder y de la autogestión local. Es hora de desplegar un trabajo esmerado no solamente para el Día único de votación en septiembre del corriente sino también para las elecciones a la Duma Estatal de la Asamblea Federal de la Federación de Rusia. Las zonas de responsabilidad aquí ya están determinadas. Es sumamente importante ir donde el pueblo, argumentar nuestra justeza. Para ello, los comunistas y nuestros partidarios están dotados de todos los argumentos posibles.



¡Estimados camaradas! El Gran Octubre abrió a nuestro país la época de realizaciones únicas y el auge inédito. Las obras de los quinquenios de preguerra y la revolución cultural, la victoria sobre el fascismo, la primera central atómica eléctrica y el satélite cósmico, el vuelo espacial del comunista Yuri Gagarin, la paridad político-militar con EE,UU, la creación de la comunidad de países socialistas y la valiosísima experiencia de la integración en el marco del CAME,   cada uno de esos acontecimientos para siempre quedará en la historia de la Humanidad.

La proeza del país se componía de las proezas de las personas concretas. Nosotros tenemos que hacer lo necesario para que no se olvide el heroísmo de los obreros y capitanes de la producción, de los científicos y estrategas políticos. El tributo del respeto debe ser otorgado al intelecto y la creatividad, el talento obrero y la maestría, un minucioso desarrollo de los planes y las decisiones científicas.

La Rusia moderna recibió como herencia del socialismo soviético una economía poderosa. Pero el régimen político actual no ha conservado los niveles alcanzados. Más, no está dispuesto a cuidar una digna memoria sobre los héroes. El antisovietismo se ha convertido en su marca distintiva. La memoria sobre el aporte único del pueblo soviético a la civilización humana la guardamos sagradamente nosotros, los comunistas. Esta herencia es nuestra arma ideológica en la lucha con el adversario de clase.

Comprendemos bien que tendremos que recorrer de nuevo el camino de Octubre. Recorrerlo, claro está, de otra forma, pero ello es inevitable. Y nuestra herencia importantísima es la práctica única de los pioneros del socialismo. Aquí se puede colocar con audacia en el primer plano la experiencia de la restauración de la economía popular destruida durante la guerra. Los bolcheviques resolvieron esta tarea dos veces.

Al final de 1920 terminó la Guerra Civil. El VIII Congreso de los Soviets de Toda Rusia adopta plan estatal único de desarrollo de la economía nacional. (GOELRO), el primero en la historia. La reanimación de la industria empezó sin demoras. Ya en 1921—1923, los volúmenes de producción se duplicaron, fue liquidada la crisis de combustibles, empezó a mejorar el transporte. La NEP permitió establecer un intercambio mercantil normal entre la ciudad y el campo. En 1926, la industria superó ya el nivel prerrevolucionario en un 8%, en un 80% creció la generación de la energía eléctrica. Se creó la plaza de armas para la industrialización.

El segundo período de restauración no era menos grandioso y complejo. En los años de la Gran Guerra Patria el país perdió el 30% del potencial industrial. Fueron destruidas más de 32 mil de empresas industriales, un 60% de las capacidades productivas de fundición de acero, un 70% de la extracción de carbónPero el papel organizativo del PCR (bolchevique) y la movilización de las fuerzas de todo el pueblo soviético permitieron restaurar la industria en los tiempos muy cortos. Es increíble, pero es un hecho: ya antes del final de 1946 la industria soviética alcanzó el nivel de preguerra en cuanto al volumen de producción. Y en el año 1950, su nivel de preguerra fue superado en el 73%. Al mismo tiempo, se implementaban cambios estructurales con vistas a acelerar el progreso científico-técnico.

Estas grandes experiencias los comunistas deben conocerlas bien: Nos toca llevarlas a la práctica. El capitalismo restaurado en Rusia casi en un cuarto del siglo no alcanzó ni incluso los indicadores del año 1990 muy problemático para el sistema soviético. Después de la contrarrevolución de 1991, los ritmos de la caída económica adquirieron carácter catastrófico.

Las fuerzas patriótico-nacionales tendrán que volver a levantar de rodillas a nuestro país, a ritmos bolcheviques, como nuestros padres y abuelos. El primer milagro económico en el XX siglo no tuvo lugar en Japón o China, sino en la Unión Soviética. Los ritmos anuales medios del crecimiento de la producción industrial durante todos los años 1930 fueron del 16,5%. Este record no se ha batido hasta ahora. Se puede repetirlo sólo al asimilar los métodos movilizativos del desarrollo económico.

La Época del Gran Octubre nos dejó como herencia la práctica única de desarrollo y realización de los programas científico-productivos. Gracias a ellos en un tiempo muy corto se creó el escudo coheteril-nuclear de la Patria. La conquista del espacio se basó en el genial programa multisectorial. Al implementarlo, la URSS no sólo conquistó la supremacía en la carrera de armamentos sino también aseguró la creación de nuevas tecnologías de uso civil.

La alta eficiencia la manifestaron los complejos territorial-productivos. Los frutos de estos proyectos de gran envergadura se utilizan hasta hoy día. Solamente gracias al complejo de gas y petróleo de Siberia Occidental la economía del país sigue manteniendo la importancia mundial.  Un destacado fenómeno es el complejo territorial-productivo de Bratsk. También el Ferrocarril de Baikal-Amur y, claro, el pionero de los gigantescos proyectos, la base metalúrgica de carbón de los Urales-Kuznetsk.

Durante los años del Poder Soviético se produjeron cambios radicales en la vida espiritual del país. Antes del Gran Octubre en Rusia existían dos culturas: la de los nobles y la de los mujikEl pueblo soviético se convirtió en creador de la cultura única, socialista por su contenido. Sus valores coincidían con los valores del pueblo trabajador. En la literatura y las artes el hombre trabajador, creador y defensor de la Patria, se convirtió en su protagonista. Desde la novela “Cemento” de Fiódor Gladkov esa línea sigue en las obras de Yuri Bóndarev, Valentín Rasputin, Vasili Belov. Las tarjetas de presentación de la escultura soviética son obras de Iván Shadr “La piedra: arma del proletariado”, “El obrero”, “El campesino”, “El sembrador”. Un brillante símbolo del trabajo liberado es el grupo de esculturas de Vera Mújina “El obrero y la koljosiana”. Grandes esculturas las creó Yevgueni Vuchétich. Una herencia única la dejaron los pintores Alexander Laktiónov, Arkadi Plastov, Alexander Deineka, Mitrofán Grékov.

Una parte inalienable de la cultura soviética era su humanismo. Es característico para las obras literarias de Máximo Gorki y Konstantín Fedin, Alexei Tolstoi y Mijail Shólojov, Konstantín Símonov y Leeonid Leónov, Konstantín Paustovski y Vasiliy Shukshín. Por un gran humanismo se caracterizan los poemas de Alexander Tvardovski y Yegor Isáev, los versos de Mijail Isakovski y Alexey Fatiánov, la música de Gueorgui Svirídov, Isaak Dunayevski, Vasiliy Soloviov-Sedoy, Valeriy Gavrilin, Borís Mokroúsov, Alexandra Pájmutova… La cultura soviética es tan rica en talentos que mencionarles a todos no hay ninguna posibilidad.

La cultura socialista ayudó activamente a formar una nueva virtud civilizadora, de humanismo, de servicio a su pueblo. El desarrollo de la civilización soviética fue interrumpido en pleno vuelo. Pero sus logros, sus muestras supremas aún nos ayudarán a resolver las tareas del nuevo tránsito del capitalismo al socialismo. Es por ello que tenemos una actitud muy venerable ante esta herencia. Tenemos que transmitirla a quienes llevarán más adelante la bandera de la lucha por el socialismo. Somos llamados a hacer todo lo posible para que las nuevas generaciones de la juventud rusa se impregnen de los grandiosos logros de la altísima cultura soviética.

Apoyándose sobre la inapreciable herencia del socialismo soviético, todavía tienen por delante la creación de los nuevos proyectos de gran envergadura. Les tocará restaurar también el proyecto más gigantesco de la época soviética: el complejo de economía nacional único de la Patria socialista.

La ciencia del renacimiento y creación es los principal que deberían asimilar las nuevas generaciones de los leninistas. Su quehacer lo van a subordinar de nuevo a la ley socialista del desarrollo proporcional planificado de la economía nacional. Pera ello, primero, hay resolver la tarea cardinal: devolver la economía nacional a su pueblo.

Poniendo a Rusia en los rieles del socialismo, el PCFR no sólo tendrá que superar la ruina económica actual. Habrá que alcanzar a los países que nos han adelantado. Por ello, incluso antes del periodo de restauración, hay que ganarnos la confianza del pueblo, convencer a la clase obrera, los ingenieros, científicos, maestros, a todos los trabajadores de que somos capaces de ser vanguardia de las grandes transformaciones.  Para ello, en todas las direcciones debemos arreciar la propaganda de nuestro programa de superación de la crisis. Es de insistir enérgicamente en el cambio cardinal de la política.

En calidad de la medida primordial, el PCFR propone formar el gobierno de confianza popular que de un modo correcto y enérgico libre la lucha contra la crisis. Entre las medidas clave para asegurar el crecimiento económico ese gobierno está llamado a cumplir el plan de diez puntos:

1. Organizar el control público sobre las operaciones monetarias y todo el sistema bancario. Nacionalizar los bancos principales. Obligar a los exportadores de materias primas vender no menos de una mitad de sus beneficios en divisas al Estado.

2. Poner al Banco Central al servicio de los intereses de Rusia. Obligarlo a otorgar créditos específicos para el sector real de la economía. Bajar la tasa de interés principal hasta el nivel de inflación. Establecer un riguroso control sobre la utilización real de los fondos prestados.

3. Llevar a cabo una desoffshorización de gran calado. Hacer retornar a Rusia no solamente las ganancias, sino también los activos. Prohibir el movimiento transfronterizo del capital.

4. Salir de la Organización Mundial de Comercio. Establecer la moratoria sobre el servicio de la deuda externa hasta el total levantamiento de las sanciones internacionales.

5. Formar un poderoso sector estatal de la economía, abrir el camino a las altas tecnologías sobre la base de los nuevos logros de la ciencia fundamental y ramal.

6. Nacionalizar el sector electroenergético, el transporte ferroviario, el complejo de gas y petróleo y otros sectores de materias primas. Vincular el acceso a los recursos naturales con las necesidades de la industria nacional. Establecer la moratoria sobre el crecimiento de las tarifas a los productos de los monopolios naturales. Asegurar la regulación estatal de los precios sobre los combustibles y lubricantes.

7. Establecer el control inmediato sobre los precios de los bienes de primera necesidad. Crear el sector público de comercio para asegurar la competencia con las compañías comerciales privadas.

8. Asegurar el apoyo prioritario público al complejo agro-industrial. Aumentar el apoyo a la agricultura hasta un 10% de la parte de egresos del presupuesto federal. Crear condiciones para los campesinos para que comercialicen sus productos en los mercados urbanos especializados.

9. Establecer el monopolio estatal sobre la producción y comercialización de bebidas de alcohol.

10. Implantar el impuesto progresivo sobre las superganancias. Liberar a los pobres del impuesto sobre las ganancias.

Cada uno de estos diez puntos requiere de una minuciosa detallización. Para estudiarlos profundamente debemos contar con los grupos de trabajo activos con participación de especialistas destacados. Un ejemplo de una investigación atenta de los problemas grandes nos dio el reciente Simposio en San Petersburgo “Tecnologías de avanzada del siglo XXI” dedicado al aniversario del científico mundialmente conocido Zhorez Alfiórov.

Estamos seguros firmemente de que solamente la realización inmediata de un conjunto de medidas propuestas por el PCFR permitirá liberar al país de las tenazas de la crisis. Esta posición le ayudó al gobierno de Primakov—Masliukov— Gueráshenko a salvar al país del abismo. Son estas las medidas que se plantean en el orden del día partiendo también de la evaluación de la situación que Evgueni Primakov hizo en la reunión de la Cámara de Comercio e Industria de la Federación de Rusia en el informe sobre los resultados de 2014.

Hasta hoy día, el viraje de Putin hacia la política exterior con orientación nacional no se ha afianzado con medidas para sacar al país del callejón sin salida socio-económico. Es totalmente evidente que el gobierno de Medvédev no arregla los problemas. En la agenda del día figura la formación del gobierno de confianza popular.



El antisovietismo como ley principal de la restauración capitalista


Hoy es una regularidad: tan pronto como empeora la situación en Rusia, empieza una nueva vuelta del antisovietismo y rusofobia. Tras cada estallido suyo se hallan las tentativas de distraer la atención de los ciudadanos de los agudos problemas sociales. A partir de los principios de los años 1990, los ataques antisoviéticos son ininterrumpidos, y las diferentes formas de mentiras contra el modo de vida soviético se complementan. Ya son habituales las exclamaciones liberal-burgueses de que el Poder soviético ahogaba la libertad individual y los derechos del hombre. Son igualmente regulares los ataques contra el mismo desde las posiciones del patriotismo de la guardia blanca. Se alimenta el antisovietismo para reprimir la conciencia socialista en las amplias masas populares.

En la Rusia del capitalismo restaurado el antisovietismo es objetivamente lógico. En 1929, en la obra “El problema nacional y el leninismo” Stalin propuso la concepción de sustitución de las naciones burguesas por las naciones socialistas. Escribió: ¿Es realmente difícil entender que con la desaparición del capitalismo deben desaparecer las naciones burguesas que originó?.. Sobre las ruinas de las viejas naciones burguesas surgen y se desarrollan nuevas naciones socialistas que son mucho más consolidadas que cualquier nación burguesa, pues son libres de las contradicciones clasistas irreconciliables que corrompen a las naciones burguesas, y son mucho más de todo el pueblo que de cualquier nación burguesa.

En la URSS fue precisamente así. La solidez de la alianza de las naciones socialistas la probó la Gran Guerra Patria de 1941—1945. En el país nacía una nueva comunidad histórica: el pueblo soviético. No es casual que el Mariscal de Victoria G.K.Zhúkov escribe: Como resultado de la influencia del modo de vida soviético, del ingente trabajo educativo del partido, en nuestro país se formó el hombre convencido ideológicamente en su justeza de su causa, que tiene conciencia profunda de su responsabilidad personal por el destino de su Patria”. Se producía tal acercamiento de las naciones que había desconocido anteriormente la historia. No es casual que la subversión contra el Poder soviético se acompañaba con la instigación del nacional-patriotismo y el nacional-separatismo. El antisovietismo desde el inicio se mezcló con el liberalismo burgués y el tufo nacionalista.

La esencia del antisovietismo consiste en la eliminación bárbara de las naciones socialistas, y su transformación violenta en las naciones burguesas. Para ello el capital oligárquico prooccidental en Rusia necesita liquidar la base conceptual del socialismo. No se pudo hacerlo de una manera pacífica, con el acuerdo voluntario de las masas populares. Incluso tras la destrucción de la sociedad soviética sus valores permanecen vivos en nuestra memoria histórica, en la sicología nacional de los rusos, tártaros, yakutos y demás naciones de Rusia.

Últimamente no pocas palabras se pronunciaron acerca del mundo ruso. Es lógico: durante ya un cuarto del siglo la rusofobia está golpeando con un pesado martillo el sentimiento de dignidad nacional del pueblo formador del Estado. La rusofobia proviene de los liberales que llevan la batuta no sólo en la economía sino también en lo espiritual: medios de comunicación, cine, teatro, literatura.  El problema se ha hecho más sensible con el comienzo de la guerra civil en Ucrania, donde la rusofobia es una de las armas ideológicas de los banderistas.

Todo ello es verdad. Pero es igualmente importante tratar del mundo soviético: mundo de la raíz colectiva, del internacionalismo de los trabajadores. De la ayuda y cooperación camaraderil. Ese mundo no desaparecerá ni en Rusia, ni en Bielorrusia, ni en Ucrania, ni en las demás ex repúblicas federadas.  La memoria de la Gran Victoria del pueblo soviético sobre el fascismo alemán levantó a los milicianos y habitantes de Lugansk y Donetsk a la lucha sin cuartel contra los banderistas. El pueblo ruso conserva la naturaleza soviética en su sicología nacional y la cultura. En esto consiste hoy la causa principal de la rusofobia que viste el ropaje del antisovietismo.

El colectivismo soviético no está liquidado. Se expresa activamente en las múltiples formas de cooperación camaraderil. Funcionan las empresas populares, las asociaciones en el sector de la pequeña empresa semiproletaria. Desarrollan su labor los colectivos de artistas para recuperar la cultura soviética: música, dramaturgia, literatura. Los proletarios aprenden a luchar por sus derechos. Surgen sindicatos que lanzan el desafío al capital.  Las formas políticas de la lucha por el socialismo las proponen el PCFR y el amplio bloque de las fuerzas patriótico-nacionales con participación de la Unión Comunista Leninista de Jóvenes de la Federación de Rusia, la “Unión de Mujeres de Toda Rusia – “Esperanza de Rusia”, los movimientos “Niños de la guerra” y “Vida Rusa”, RUSO, la Unión Internacional de Oficiales Soviéticos, el movimiento “En apoyo del Ejército”, varias uniones sindicales.

Somos partido de internacionalistas soviéticos. Como ayuda a la lucha de Donbass, el PCFR movilizó a sus mejores fuerzas entre rusos y tártaros, bashkirios y chechenos, osetios y сalmuсos, chuvasios y judíos. En esta causa consolidamos activamente a nuestros partidarios de toda la Rusia multinacional.

El internacionalismo soviético está vivo. Ayuda al PCFR a continuar la lucha por el renacimiento del Estafo federado de los trabajadores. Esta tarea histórica la resolvemos junto con los partidos comunistas hermanos que integran la Unión de Partidos Comunistas – PCUS (UPC-PCUS). Todos nosotros -comunistas soviéticos- llevamos la responsabilidad por la conservación de los valores del socialismo en la memoria histórica de nuestros pueblos, en su conciencia nacional. Nuestra importantísima misión es impedir que las naciones socialistas de la ex URSS se conviertan en naciones burguesas de los países de la Comunidad de Estados Independientes.

El pueblo cuida los valores del socialismo soviético. Esto lo confirmaron los programas de TV con varios meses de duración: “Nombre de Rusia”, “Juicio del tiempo”, “Proceso histórico”. Los liberales que los inventaron sufrieron un fiasco. En cada caso la conciencia de clases de los ciudadanos hacía pedazos de las esperanzas de los antisoviéticos, daba una contundente respuesta a los rusofobos patentados.

El potencial del renacimiento de los valores socialistas en nuestro pueblo es grande. Nosotros, los comunistas, tenemos que materializarlo. Es una tarea de extraordinaria complejidad. El proceso de formación de las naciones burguesas aporta cierto éxito para el capital dominante. El antisovietismo en Rusia recoge sus frutos envenenados.

Durante un cuarto del siglo el modo de vida soviético es llamado como gregario, de cuartel, esclavizador de la individualidad. El individualismo de propiedad privada se presenta como expresión de la libertad individual. El capital necesita esta libertad de lucro y avaricia, de la prostitución moral e intelectual. Es la libertad del consumidor que vive a su gusto, sin violentar su inteligencia y honor con los pensamientos sobre el bien de la sociedad. Esta libertad fortalece el poder del capital, le garantiza el dominio no sólo económico, sino también espiritual.

Durante un cuarto del siglo fue creada una poderosa industria de la anti-cultura: “cultura masiva”, negocios de los show, casino, libritos de detectives y pornográficos, cine de la violencia, terror y perversión.  Este flujo cambia la vida cotidiana y la moral de muchas personas, introduce la sicología del consumo de la vida. El culto a la fuerza bruta del dinero es capaz de penetrar en los lujosos apartamentos y la modesta vivienda del obrero. No pensar, no sufrir, no crear, pero tener dinero que “lo puede todo”, este es el credo de un consumidor pequeñoburgués. El individualismo beligerante se afianza con el egoísmo de grupo. Afecta no solo a los oligarcas y funcionarios corruptos, sino también a los funcionarios públicos altamente renumerados, a la elite de los trabajadores de las artes, la “aristocracia obrera” y los burócratas sindicales. Este egoísmo de grupo siempre lo usa el gran capital en sus intereses.

Para el capital el renacimiento del socialismo es un peligro mortal. Por ello sueña con destruir todo lo soviético: la economía y el régimen social, la ciencia y la cultura, todo lo que determinaba los valores de la mundividencia de las naciones socialistas. No hay nada de extraño que todas las reformas en Rusia después del agosto de 1991 tenían carácter destructivo. La restauración del capitalismo es un fenómeno etnohistórico, reaccionario. Y el antisovietismo es la regularidad de esa antihistoria. Es inevitable cuando el desarrollo del país por la vía del socialismo se interrumpe violentamente.

¿No es un absurdo la demolición del mejor sistema de educación en el mundo? ¿No es una prueba de la reacción y el oscurantismo? A la ciencia se la priva del papel de la fuerza productiva de la sociedad, pero al mismo tiempo vociferan sobre la necesidad de las innovaciones. ¿Dónde está el juicio sano? La causa de este salvajismo beligerante es que la escuela, el centro superior, la ciencia del país soviético formaba la personalidad del creador. Esa personalidad crítica pensante es peligrosa para el capital. Necesita personas con un pensamiento utilitarista, los hombres-robots, programados para el trabajo extenuante. El capital necesita persona sumisa, sojuzgada espiritualmente, fácilmente manejable, con un estrecho surtido de conocimientos y habilidades, que produce la plusvalía. La escuela rusa burguesa se construye según el principio de la división típica clasista de los alumnos.

Convertir la escuela en un taller que estampe a un consumidor primitivo, esta es la esencia de la reforma de educación con su Examen estatal único y los nuevos programas. Pero el capital no es capaz de llevar rápidamente al denominador común todo el proceso educativo. Continúan la búsqueda creadora los maestros de escuelas y profesores universitarios fieles a las tradiciones de la educación de desarrollo soviética. Nuestra tarea es levantar en alto su creatividad, consolidarles, unir en el movimiento social “Educación para todos”. Se requiere dedicarse más enérgicamente a la creación de las organizaciones de jóvenes comunistas y pioneros en las que los niños y los jóvenes deberían realizar el curso de la educación patriótico-cívica.

Hoy el tema del antisovietismo se halla de nuevo en la punta de lanza de los acontecimientos. Rusia afronta un reto amenazador. Transcurridos 70 años desde la terminación de la Segunda Guerra mundial, Estados Unidos y sus satélites utilizan el nacismo para alcanzar sus objetivos geopolíticos. En Ucrania, el Occidente prendió el fuego de la guerra fratricida. A los ciudadanos del país hermano les emponzoñan con el veneno antisoviético. Se destruyen los monumentos a V.I.Lenin, los símbolos de la historia y cultura rusa y soviética.

La unión entre el antisovietismo y la rusofobia tiene más de 90 años. Desde la realización de la revolución socialista en Rusia, el Occidente veía en nuestro país una doble amenaza. El socialismo lo aterrorizaba como alternativa al orden capitalista mundial. Ese terror se multiplicaba porque el país más grande del planeta llamaba a crear un mundo nuevo.

Los imperialistas de Occidente se estremecen también hoy, recordando que durante más de un medio siglo nuestro país le cerraba el camino al domino mundial. Van a vengarse más por la industrialización y la construcción de una poderosa potencia industrial. Por el victorioso mayo de 1945 y el vuelo histórico de Yuri Gagarin. Por la creación de la paridad coheteril-nuclear.  Y por la ayuda a los pueblos de Asia, África, América Latina que con la ayuda del poder soviètico se liberaron del yugo colonial. El objetivo más acariciado de la propaganda occidental es destruir la memoria de las grandes proezas del socialismo.

A la URSS no la vencieron con fuerza la de las armas, ni la ahogaron con las sanciones. Pero ayudó a socavarla la “quinta columna” de traidores-antisoviéticos. La ola de la rusofobia y el antisovietismo contribuyó a destruir la URSS y desembocó en el sangriento octubre de 1993. La Casa de los Soviets carbonizada por llamas del fuego en Moscú fue la precursora de la masacre en Odessa y las operaciones punitivas en Donbass. Con el apoyo en Estados Unidos, los banderistas libran la guerra contra todos nosotros en la Novorrussia. Si no se da una merecida respuesta, las bases de la OTAN pueden instalarse bajo la ciudad de Járkov.

Se ha desplegado contra Rusia no solamente la ofensiva diplomática y económica. Se ha desencadenado también la guerra informativa. Entre sus metas: privarnos del pasado heroico capaz de inspirarnos a la lucha por un futuro mejor. A pesar de ello, los antisoviéticos de toda calaña también hoy viven a sus anchas en Rusia. Al poner al descubierto su identidad espiritual con los banderistas, ensucian los logros de la época soviética. No solo en Ucrania, sino también en nuestro país se dañan los monumentos de la herencia soviética histórico-cultural. Se llama a demoler el Mausoleo Lenin y la necrópolis al lado del muro de Kremlin. Representantes de las autoridades también se ponen en el camino de lucha contra los monumentos. Las telecadenas conceden su tribuna a los rusofobos agresivos y los antisoviéticos. Con los impuestos de los contribuyentes Nikolai Svanidze produce en cadena sus seriales pseudodocumentales.

A despecho de la justicia histórica el gobierno desarrolló un amplio programa de celebración del 100 aniversario del antisoviético patentado Alexander Solzhenitsin. Sucede en los momentos cuando se acercan los aniversarios de la pléyade de los maestros de cultura verdaderamente grandes. Entre ellos: 200 años de natalicio de I.S. Turguenev, 100 aniversario de natalicio de K.M.Símonov, 100 aniversario del natalicio de G.V. Sviridov.

Los bacilos del antisovietismo incentivan a las autoridades a disfrazar el edificio del mausoleo durante los actos solemnes en la Plaza Roja. El mausoleo Lenin, testigo de los grandes acontecimientos, vio la parada militar del 7 de noviembre de 1941. En 1945 a los pies del mausoleo fueron echadas las banderas de las huestes hitlerianas derrotadas. De esto están orgullos los veteranos. De esto estamos orgullosos nosotros, herederos de los héroes-triunfadores. Y nos pronunciamos categóricamente en contra de que el día del 70 Aniversario de la Gran Victoria la verdad de la historia se oculte vergonzosamente con madera contrachapada.

El antisovietismo es peligroso para Rusia. Ayuda a aniquilar a las fuerzas productivas del país; la clase de los trabajadores y la ciencia. Golpea contra la cultura nacional y contribuye a que las naciones de Rusia se conviertan en naciones burguesas de tipo colonial. Cambiando violentamente la conciencia nacional, reemplaza los valores soviéticos, las tradiciones humanistas de la cultura rusa con los sucedáneos de la cultura burguesa de Occidente en descomposición.  En esa situación no es admisible guardar silencio. En mi carta abierta a los ciudadanos de Rusia llamo a cada uno a incorporarse a la lucha contra la rusofobia y el antisovietismo.

Los militantes del Partido Comunista de Rusia entienden bien: el socialismo no es viable si es separado del suelo nacional, de la gran herencia cultural que se formó durante siglos. Los mejores logros de las épocas precedentes sirven de base para la formación de una nueva cultura socialista.

El antisovietismo es la bandera de los traidores y derrotistas. Empuja al país hacia el abismo. Los inspiradores y los promotores del antisovietismo hoy son las mismas fuerzas políticas foráneas que en los tiempos de la “guerra fría” con la URSS. Los enemigos del socialismo desbancaron a nuestro país a la vía de la degradación y descomposición. Pero no se proponen tranquilizarse. Los disfraces fueron quitados. No quieren a una Rusia imperial, ni socialista, ni burguesa.

Para defender nuestro derecho al futuro, hay que recuperar los logros de nuestra cultura. Hay que recordar las brillantes décadas y fiestas de amistad de los pueblos. Hay que respaldar a los talentos que cuidan las mejores tradiciones. Hay que editar 100 tomos de obras escogidas de los clásicos rusos, enviarlos a cada biblioteca y escuela. Y, finalmente, lo principal: hay que extirpar decididamente la carcoma del antisovietismo que consume los institutos del poder.

No somos ingenuos. Entendemos que el antisovietismo lo necesita el régimen gobernante. Ayuda a encubrir y justificar la política destructiva del capital oligárquico. Pero para todos ya es obvio: la rusofobia es el arma contra nuestro país. Lo saben quienes defienden a la Patria y quienes tratan de destruirla. Y los comunistas tienen que demostrar enérgicamente que la rusofobia y el anticomunismo se plantean la tarea común.

Hoy un patriota de verdad no puede ceder ninguna de las proezas de nuestra historia milenaria. En la lucha por Rusia están con nosotros en nuestras filas las druzhinas de la Rus Kievliana y los regimientos del Estado Moskovita, los milicianos provinciales y los milagrosos héroes de Suvórov, los soldados de Borodinó y los héroes de la Guardia Roja, los combatientes del Ejército Rojo que derrotaron a los invasores extranjeros y sus secuaces de la Guardia blanca y los valerosos combatientes de la Gran Guerra Patria. Quienes luchan contra la historia soviética, están luchando contra Rusia independientemente del color de sus banderas.

No se podrá unir al pueblo sobre la base del patriotismo de la Guardia blanca. Estos intentos sólo van a dividir a la sociedad. No es casual que la historia invalidó el patriotismo burgués de los guardias blancos, de las fuerzas antisoviéticas. Fue el patriotismo de las haciendas de la nobleza, de la explotación latifundista y capitalista. Mientras la sociedad esté dividida por antagonismos de clase, nunca se van a hermanar los blancos y los rojos. No es un secreto para todo el mundo que los organizadores con cintas blancas de los mítines semejantes al de la Plaza Bolótnaya no denunciaron ni una sola vez a los vándalos en Ucrania que van demoliendo los monumentos a Lenin, profanando los monumentos a los vencedores del fascismo y demás héroes de la época soviética. Gritan sobre las represiones de las autoridades pero no protestan cuando se reprime a los comunistas. Así sucedió más de una vez con nuestros camaradas. Así sucede ahora con Vladimir Bessonov.

El PCFR declara firmemente: el lugar del antisovietismo es el basurero de ideas podridas y perniciosas. No debe envenenar nuestra vida. La reunificación de Crimea con Rusia confirmó: nuestro pueblo anhela respirar un aire puro y fresco. El país necesita una atmósfera sana del orgullo por las obras de nuestros antecesores, de la fe en el futuro, la creación y el progreso.

Todo ello lo vamos a argumentar persistentemente. Seguiremos consecuentemente este camino. Y los demás, que se determinen ellos mismos. Ahora ya es claro: en una “situación especial” no todos podrán marcharse y vivir con dinero robado y transferido a las zonas offshore. Algunos tendrán que escoger: o la defensa de la independencia nacional sin antisovietismo, o la amenaza real de comparecer en la Haya. E, incluso, el patriotismo podrá ser para ellos tan solo una táctica. Tenemos que proceder así para que ello sirva a nuestros objetivos estratégicos de conservación y renacimiento del país.



Es la lucha contra la catástrofe nacional


¡Estimados camaradas!

Para el partido que aboga por la construcción de un socialismo renovado es importante comprender: ¿si permanecen hoy los rasgos de aquella época cuando V.I.Lenin conducía al partido a la victoriosa revolución socialista?

El programa del PCFR dice con precisión: vivimos en la sociedad del capitalismo restaurado. En el Pleno de Octubre de 2014 del CC del partido,: èste fue definido como “regresivo y parasitario, oligárquico y comprador”, que “no es viable y condenado históricamente”.

Según los datos de los sociólogos, los ciudadanos de Rusia desean vivir en una sociedad donde el valor supremo es la justicia social. Ello lo indican casi la mitad de los encuestados. Casi un 36% de los encuestados sueñan con el retorno a tradiciones nacionales, entendiéndolo con mayor frecuencia como tradiciones de la época soviética. Uno de cada tres desea un futuro en el cual Rusia será gran potencia. Sólo un 13% relacionan sus esperanzas con el “mercado libre y la propiedad privada”. Y es lógico: el futuro anhelado por nuestros compatriotas es inalcanzable mientras el poder se halle en manos del gran capital.

Rusia se encontró de nuevo en el nudo de agudísimas contradicciones. La principal de ellas es entre el trabajo y el capital. La restauración del capitalismo es acompañada por la pauperación de los trabajadores, absoluta y relativa. Según los datos del Instituto de Sociología de la Academia de Ciencias de Rusia, un tercio de nuestros compatriotas viven en condiciones de pobreza. La mayoría de ellos cobran salario, pero este mismo no representa incluso el mínimo vital. La brecha entre los grupos de rusos que tiene ingresos máximos y mínimos constituye 40 veces. Y es mucho mayor que en la Rusia zarista.

Es patente la indigencia y pobreza de las clases oprimidas. Las investigaciones demuestran que en los últimos 20 años se redujo considerablemente el empleo en el sector público y disminuyó la protección social de los trabajadores de las empresas privadas. Crece el paro. Sin sentir vergüenza de eso hablan el primer vice-presidente del gobierno Shuválov, el jefe del ministerio de Desarrollo económico Uliukaev, el ministro del Trabajo Topilin y el presidente del Banco central Nabiúlina. De este modo, el gobierno reconoce que la pauperación sucesiva de los trabajadores es inevitable.

En cuanto a las contradicciones de hace un siglo, hoy desaparecieron los antagonismos entre el campesinado y los latifundistas, entre la burguesía rural y la comunidad. Pero el último censo de 2006 confirmó la existencia de contradicciones agudas dentro del campesinado estratificado. En el campo ruso ya en aquel momento había más de 550 mil asalariados explotados por los terratenientes.

Las formas cada vez más agudas en el país adquiere el problema de tierra. Por un lado, los millones de hectáreas de tierras fértiles están abandonadas e inutilizadas. Por el otro, como resultado de la compra-venta de la tierra, en el campo crece la estratificación en cuanto al tamaño de las parcelas. Más del 17% de familias campesinas no tienen tierra, el 43% son propietarios de parcelas minúsculas. Al mismo tiempo, existen verdaderos terratenientes-latifundistas cuya propiedad alcanza decenas de miles de hectáreas.

En la época prerrevolucionaria en Rusia existió un agudo problema nacional. Luego del golpe contrarrevolucionario de 1991-1993 volvió a agudizarse excepcionalmente. Están presentes también las contradicciones interreligionarias. Según los datos de los sociólogos, el extremismo religioso no le preocupa sólo a la quinta parte de los habitantes. El 42% de los encuestados están preocupados por el problema, y casi el 40% experimentan una aguda angustia y temor.

El antagonismo característico para Rusia zarista entre la ciudad y el campo se transformó en agudas contradicciones entre diferentes tipos de poblaciones. Y son muy fuertes entre las regiones, entre diferentes partes del país.

Resumiendo, en la Rusia moderna se forman contradicciones cada vez más agudas entre “los de abajo” y “los de arriba”. ¿Pero si pueden “los de arriba” gobernar como antes? Por lo visto, todavía si, pueden. Pero sus posibilidades casi se agotan.

Las investigaciones muestran que un 80% de nuestros ciudadanos están dispuestos a no consumir los alimentos importados de los países Occidentales, el 55%, no viajar a los países de la Unión Europea y Estados Unidos. Todo ello muestra que están dispuestos a rechazar una especie de “excesos”. Pero a las propuestas de las autoridades de ajustar más los cinturones, la respuesta de los ciudadanos de Rusia ya es totalmente diferente: un 82% no están de acuerdo con la subida de los impuestos, un 84% no aceptan la congelación de los salarios y las pensiones.

En condiciones de la crisis económica la cuestión obrera en Rusia   se sigue agudizando. Aumenta la pauperación de “los de abajo”. Maduran las condiciones de la situación revolucionaria. Pero Lenin advirtió que el viraje puede madurar, pero puede ser que sus creadores no tengan fuerzas suficientes para su realización, entonces la sociedad se pudre y esa putrefacción se prolonga a veces durante varios decenios.

Lo que sucede en el país testimonia que Rusia ya atraviesa la fase de putrefacción. Con su lucha parlamentaria y extraparlamentaria el PCFR procura detener la descomposición de la sociedad originada por la restauración del capitalismo. Esa labor se requiere para defender el país y salvar los ahorros de los trabajadores. Pero la práctica confirma que los males del capitalismo no se pueden curar en su interior. La posición nuestra es invariable: “¡La salida de la crisis es el socialismo!”.  Y el rol de la clase de vanguardia sólo puede jugarlo el proletariado.

Sobre el tema de la clase obrera se puso un tabú secreto. Los que están lejos de la producción pueden tener la impresión de que esta clase simplemente puede desaparecer. En eso consiste la apuesta. A ello hacen su aportación aquellos autores de los círculos patrióticos que cayeron bajo la influencia de las nuevas teorías de moda sobre la sociedad postindustrial e informatizada.  Con una inusitada ligereza razonan y argumentan sobre la desaparición del proletariado, la extinción de la lucha de clases, de su sustitución por la lucha de liberación nacional.

Pero si no existe la clase del proletariado, no existe el explotado y no se puede sacar de ninguna parte la plusvalía. ¿Cómo surge entonces el capital y de dónde provienen los capitalistas? Pero es inútil polemizar con los pseudoteóricos que presentan el absurdo como verdad. Todas sus construcciones provienen del campo de la capitulación ideológica ante el gran capital. Los ideólogos burgueses siempre trataban de separar a los obreros del análisis clasista de los hechos y fenómenos sociales. El capital recuerda bien las lecciones de la historia y por eso teme a la clase obrera en tanto su sepulturero.

Para apoyarse sólidamente sobre las masas trabajadoras, nosotros, los comunistas, tenemos que conocer cada vez con precisión el nivel de los ánimos de protesta en la sociedad y entender en qué punto nos encontramos y desde qué posiciones empezamos nuestra ofensiva. Al final del año pasado los científicos del Instituto de Sociología de la Academia de Ciencias de Rusia publicaron un Informe sobre los problemas de la política masiva. En este mismo se dice que un 70% de ciudadanos encuestados respondieron que tenían conceptos políticos. El grupo más numeroso, un 75%, son los partidarios de diferentes modelos de socialismo. Esta es la base con la que debemos trabajar. Esa mayoría representa la oposición real al capitalismo comprador y su régimen político. Los liberales de izquierda, los liberales de derecha y liberales “sin tendencia” constituyen sólo un 8% de los encuestados. Además, en la muestra figuran los anarquistas, los conservadores y los ecologistas, que obtuvieron un 7—8% de los simpatizantes.

Esta investigación es la mejor respuesta a todos quienes se quejan con lágrimas en ojos de la ausencia, o la pasividad de los proletarios. Entretanto, el 29% de los obreros declaran: les son cercanas las personas que participan activamente en los mítines. Otro 29% hablan de la afinidad de sus posiciones con quienes admiten la posibilidad de participación en las acciones políticas. Entre los intelectuales el porcentaje es más modesto. Y entre los empleados y los “cuellos blancos” es inferior más que 2,5 veces.

De tal modo, la disposición de los obreros de participar en las acciones de protesta crece. Cada vez es mejor el terreno para nuestra influencia entre el proletariado. Tenemos que aprovechar lo máximo esa tendencia. El Pleno anterior del CC dio encargos concretos en ese sentido. A los comités urbanos y distritales se les recomendó dotarse de la metodología de los “puntos de apoyo” de influencia sobre la clase obrera. Esos puntos deben ser empresas concretas. Hace falta una defensa activa de los intereses de los asalariados, la lucha con los despidos injustos, el desarrollo de la solidaridad proletaria. Ya al final del año nos toca verificar cómo se implementan las decisiones tomadas por cada organización.

La tarea del PCFR consiste en desarrollar por todos los medios el movimiento obrero, unirlo con la ideología socialista. La situación exige que incrementemos de paso a paso el trabajo cotidiano en las masas, conozcamos las necesidades de trabajadores de diferentes profesiones y edades, hablemos el mismo idioma con los creyentes y ateos, y convencer a los vacilantes y reconvencer a los confundidos. Si cumplimos  el papel organizador de la protesta masiva, nos podremos encontrar pronto al borde de la política. Seamos activos, acerquemos la hora de la transformación socialista de la Patria.

En la Rusia moderna, en la confrontación clasista chocaron a la vez cuatro fuerzas. En primer lugar, es la burguesía insaciable y el poder que expresa sus intereses. Su baluarte político es la “Rusia Unida”. Segundo, es la burguesía prooccidental liberal, que le es cercana desde el punto de vista clasista. Se apoya sobre los grupos oligárquicos que surgieron en la época del favoritismo de Yeltsin. Sus centros son los partidos poco numerosos, tales como el Partido del Progreso (A.Navalni), PARNAS (V.Ryzhkov, M.Kasyánov), “Solidaridad”, etc. La tercera fuerza es la pequeña burguesía que crece numéricamente en tiempos de las crisis económicas. Sus principales representantes políticos son la “Rusia Justa” y el Partido Liberal-Demócrata de Rusia (PLDR).  La cuarta fuerza es la clase obrera y sus aliados, a los que está llamada a encabezar el PCFR.

Estas estructuras multipolares son características para la vida política “pacífica”. Pero los acontecimientos en Ucrania han demostrado que cuando se trata de una confrontación directa, esos rectángulos se enderezan. Quedan dos polos, dos centros de gravitación. Para ello necesitan neutralizar a otras fuerzas políticas y sociales. Al activarse la lucha política en Rusia, la pequeña burguesía cumplirá habitualmente el papel de los adheridos En realidad, por el poder lucharán dos fuerzas.

Primera variante: serán la burguesía unida y el proletariado unido encabezado por el PCFR. Es una oportunidad para que Rusia vuelva al camino de la construcción socialista. Así fue la estrategia de los bolcheviques en la Gran Revolución Socialista de Octubre, Y aportó la victoria.

Segunda variante: lucharán por el poder los grupos oligárquicos en competición. La diferencia entre ellos son únicamente las modalidades de la dictadura del capital. La victoria de cada uno de ellos puede conducir a la instauración del régimen con “manchas pardas”: cuando al capital le faltan métodos democrático-burgueses, prefiere el fascismo. Así sucedió en Ucrania.

Para el PCFR todo ello significa que ninguno de los grupos del gran capital puede considerarse como aliado o compañero de viaje del partido. La alternativa real a las dos fuerzas de la contrarrevolución debe ser la clase obrera y el PCFR. Como afirmaba Stalin, el rechazo del partido de luchar por la dirección de las masas multitudinarias, su línea de coalición con la burguesía se corresponde con la estrategia menchevique. El bolchevismo prefiera reconocer al proletariado el papel de la fuerza hegemónica del movimiento.

El partido de los herederos del Octubre no puede permitirse ir a la zaga de los acontecimientos. Cumpliremos nuestro papel histórico solamente actuando como vanguardia de la lucha por el socialismo. El PCFR hace tiempo ha atravesado la fase de su formación. Ahora nos toca escalar nuevas cumbres. El partido está llamado a atraer a su lado a las amplias masas de obreros y campesinos. Al caracterizar una situación parecida, I.V.Stalin señalaba que el Partido en ese período ya no es tan débil como en el anterior; el partido, como fuerza motriz, se convierte en un serio factor. Ahora…se convierte…en una herramienta para dirigir la lucha de masas en la tarea del derrocamiento del capital…El centro de atención ya no es el propio partido, sino las masas multitudinarias de la población.

La putrefacción del país es la característica leninista del estado de Rusia dada hace 100 años y que es acertada también hoy. La clase obrera es la fuerza motriz del Gran Octubre que detuvo la catástrofe nacional. La tarea clave del PCFR es unir en sus filas a los mejores representantes de esta clase. Solamente ellos son capaces de librar la lucha irreconciliable contra el capital. Solamente con ellos el partido defenderá al país contra la amenaza de la catástrofe nacional.


Bandera para todos los tiempos


¡Queridos camaradas! ¡Amigos! ¡Correligionarios!

Casi cien años después de la victoria del Gran Octubre se hace cada vez más evidente que nuestra revolución es imposible considerarla como fenómeno limitado tan solo por el marco de una Rusia. La revolución rusa llevaba la impronta de los procesos de dimensión mundial. La revolución proletaria socialista se convirtió en providencial para toda la humanidad.

Ya en 1920, en su obra “Enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo” V.I.Lenin escribió que algunos de los rasgos fundamentales de nuestra revolución tienen una significación no solamente local, particularmente rusa, sino internacional. Bajo la influencia del Octubre todos los soviéticos comprendieron y apoyaron la gran consigna de Marx y Engels ¡Proletarios de todos los países, uníos! Los bolcheviques rusos la apoyaron y materializaron. El PCFR es fiel a esta consigna hoy en día.

Si, los bolcheviques confiaban en la victoria, levantando a las masas en octubre de 1917. Pero la revolución rusa la consideraban siempre como parte de la lucha global entre el trabajo y el capital. Al mismo tiempo, los leninistas rechazaban decididamente la idea de Trotski de convertir el Gran Octubre en un gabejo de leña para el incendio mundial. El internacionalismo de la revolución proletaria los bolcheviques lo entendían de una manera mucho más honda. En el III Congreso de los Soviets de diputados obreros, soldados y campesinos de Toda Rusia Lenin dijo que nuestra república socialista de los Soviets se mantendrá firme como antorcha del socialismo internacional y como ejemplo para todas las masas trabajadoras. Allí, la pugna, la guerra, la sangre; aquí, una verdadera política de paz y la república socialista de los Soviets.

Tres días antes de la inauguración del Congreso de los Soviets Lenin escribió: Los intereses del socialismo son superiores que los intereses del derecho de las naciones a la autodeterminación. Siguiendo fielmente esta tesis, Stalin afirmaba, que la eliminación de la opresión nacional es inconcebible sin la separación del imperialismo, el derrocamiento de “nuestra” burguesía nacional y la toma del poder por las propias masas trabajadoras. Este principio sigue vigente. Para el PCFR el respaldo a los trabajadores de Crimea y Novorrusia es un acto de solidaridad con su lucha contra el imperialismo, los banderistas y la burguesía pronacionalista ucraniana. Y la plenitud de nuestra solidaridad se relaciona directamente con la lucha de los trabajadores de nuestro país por el poder. Eso nos legaron Lenin y Stalin.

La defensa de las conquistas del Gran Octubre fue internacional. Al país de los Soviets le ayudó la lucha revolucionaria del proletariado internacional. En los años de la Guerra Civil en Rusia nació una gran tradición. En el Ejército Rojo combatían miles de internacionalistas. Entre ellos: serbios, húngaros, checos, polacos, chinos. Luego, entraron en la historia las brigadas internacionalistas que defendieron a la República española en 1936—1938. Esta gloriosa tradición está viva. Su línea avanzada es el Donbass obrero.

Entre la herencia del Gran Octubre hay numerosas lecciones de la solidaridad internacional. Desde mediados del siglo pasado en esa labor se integraron muchas organizaciones. Entre ellas: el Consejo Mundial de la Paz, la Federación Mundial de Antifascistas y Luchadores de la Resistencia, la Federación Sindical Mundial, la Federación Democrática Internacional de Mujeres, la Federación Mundial de la Juventud Democrática, la Asociación Internacional de Juristas Demócratas. A los representantes de estas organizaciones les esperamos pronto en Moscú para participar en el Foro dedicado al 70 Aniversario de la Victoria del pueblo soviético en la Gran Guerra Patria.

La significación de la Gran Revolución Socialista de Octubre es inmensa. Sentó las bases de un mundo nuevo. La Rusia soviética le ofreció al mundo una destacada experiencia de la construcción socialista. La bandera roja del Gran Octubre se convirtió en la bandera de los trabajadores de todo el mundo, bandera de la verdad y la justicia.

En los años de lucha contra el fascismo nuestra Bandera roja inspiró a los heroicos defensores de Moscú, Leningrado y Stalingrado. Escuchó el trueno de las salvas de artillería victoriosas en honor a la liberación de Oriol y Bélgorod. ¡En mayo de 1945, la Bandera fue izada sobre el Berlín rendido convirtiéndose así en símbolo principal de la Gran Victoria! ¡Es la Bandera para todos los tiempos!

La herencia del socialismo soviético está viva. Está en el romanticismo de la Revolución cubana, en las búsquedas impresionantes de Che Guevara y Salvador Allende, Daniel Ortega y Hugo Chávez, en los actuales éxitos de China y Vietnam, en el desarrollo consecuente de la modesta y laboriosa Bielorrusia, en la América Latina cada vez más roja.

Los comunistas rusos se enorgullecen de su historia. Nuestra lucha de hoy día recoge las experiencias multiformes e impresionantes de diferentes destacamentos del movimiento de izquierda internacional. En los orígenes de estas experiencias se halla el alba de una nueva vida nacida en Octubre de 1917. La riqueza de estas experiencias es nuestro gran patrimonio. Los logros de la época soviética son nuestra arma inoxidable, el norte y el fundamento de nuevas proezas.

¡Nuestra verdad nos infunde seguridad en la victoria de las fuerzas creadoras, de paz y progreso sobre todas las fuerzas del mal!

¡Nuestra causa es justa. La victoria será nuestra!
Fuente: PCFR/Solidnet/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com 
Correo: pcvmirandasrp@gmail.com 

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