Por: Luis Britto Garcìa
¿Qué es la soberanía? Es la suprema,
perpetua e inalienable potestad de un Estado de darse sus propias leyes,
ejecutarlas con sus autoridades y decidir con sus propios tribunales las
controversias que se plantearan sobre dicha ejecución. Es una potestad suprema,
porque por encima de ella no hay ni puede haber otra. Es inalienable, porque un
Estado no puede cederla, comprometerla ni condicionarla sin dejar de existir.
Es perpetua, porque una vez instaurada, perdura sin limitaciones en el tiempo.
Ello es así porque la soberanía expresa la voluntad del pueblo libre. La
pérdida de la soberanía es la muerte del cuerpo político. Nadie puede consentir
válidamente en perder la soberanía o en ser esclavo, porque como decía
Rousseau, la locura no genera derechos.
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Estos conceptos son muy claros y muy
fáciles de entender para todos, salvo para la clase política que nos gobernó
durante casi dos siglos. A lo largo de esa desfalleciente historia republicana
tuvimos próceres como Bolívar, que defendió denodadamente el derecho a resolver
nuestras cuestiones internas con nuestros propios tribunales, incluso contra
potencias como Estados Unidos.