Por Osbaldo Zuñiga.
La burguesía y sus lacayos, la intelectualidad burguesa y sus agentes en el seno del movimiento obrero, se han dedicado durante décadas a enlodar la figura histórica, política y revolucionaria de Stalin, porque saben que su conducción del Partido bolchevique y los logros alcanzados por el primer Estado socialista, son la encarnación de los ideales comunistas del proletariado internacional.
En los ataques, aparentemente personales, contra Stalin se esconden los ataques contra el marxismo-leninismo; contra el legado de Marx, Engels, Lenin y Stalin; contra la luminosa experiencia histórica de las revoluciones proletarias y la construcción del socialismo. Los ataques contra Stalin se dirigen también contra las luchas políticas y revolucionarias de la clase obrera internacional y contra la lucha antiimperialista de los pueblos oprimidos del mundo, luchas dirigidas por partidos comunistas; contra el actual ascenso de la marea revolucionaria, que en algunos países ya ha tomado la forma de lucha armada; contra la reconstrucción y el fortalecimiento de los partidos comunistas en el mundo; contra el reagrupamiento del movimiento comunista internacional.
Por esa razón, una de las tareas importantes e ineludibles de los verdaderos comunistas ha sido y sigue siendo la defensa de Stalin.
Los intentos revisionistas y oportunistas de disociar a la clase obrera, a su vanguardia y a los verdaderos partidos marxista-leninistas de la figura, la obra y el legado de Stalin son parte de la lucha reaccionaria de la burguesía imperialista y sus agentes y escritores a sueldo contra los principios del marxismo-leninismo y la revolución proletaria mundial.
La defensa de Stalin no es una cuestión de reivindicación histórica, aunque ésta es importante para restablecer la verdad; no es una cuestión de mera defensa de lo alcanzado por la experiencia socialista de la Unión Soviética, China, Albania y el resto de países que fueron socialistas, aunque ésta es parte de esa defensa. La defensa de Stalin es una cuestión de principios, particularmente una defensa del marxismo-leninismo que Stalin sistematizó, defendió y desarrolló; una defensa de los partidos comunistas militantes que preparan y hacen la revolución, y la dirigen; una defensa del camino revolucionario al socialismo y el comunismo; una defensa de la revolución proletaria violenta, de su estrategia y su táctica; y una defensa del principio de la dictadura del proletariado.
Disociarse de Stalin y su legado es disociarse de la revolución proletaria y del marxismo-leninismo, es unirse al coro de la burguesía, los revisionistas, trotskistas y oportunistas de todo color y calibre. Para decirlo de forma gráfica: Los que retiran a Stalin o sustituyen a Stalin, o peor aún, nunca lo tuvieron, en la imagen de los clásicos del marxismo han abandonado el marxismo y lo han sustituido por un falso marxismo, vaciado de su contenido revolucionario.
La defensa de Stalin es una cuestión de principios que los verdaderos comunistas, los marxista-leninistas, deben enarbolar de forma combativa y con orgullo proletario. Defender a Stalin es defender el marxismo-leninismo y la revolución proletaria mundial, contra la burguesía y el revisionismo y el oportunismo.
¡Viva el gran Stalin!
¡Viva el marxismo-leninismo!
¡Viva la revolución proletaria internacional!
¡Proletarios de todos los países, uníos!
Fuente: Amistad Hispano Soviética/PrensaPopularSolidaria
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