Declaración del Comité Central del Partido Comunista de Grecia (KKE)
Con optimismo revolucionario, el Comité Central del KKE rinde homenaje al 90 aniversario de la Gran Revolución Socialista de Octubre. Hoy las enseñanzas de Octubre guían la lucha del KKE.
La Revolución de Octubre recuerda a los comunistas la Primera Internacional de Carlos Marx y Federico Engels, a los de la Segunda Internacional y de la heroica Comuna de París, la primera revolución proletaria que "asaltó los cielos" pero no fue capaz de consolidar su poder debido a la inexperiencia, y a la consigna "Proletarios de todos los países, uníos". Evoca también a los ejércitos rojos, a la Tercera Internacional Comunista, a los trabajadores revolucionarios de Cantón, Turín, Berlín, España, Hungría y de todos los centros proletarios del mundo.
En la gloria de Octubre, los y las comunistas ven la realización de la misión histórica de la clase obrera. Ven la confirmación de lo que Marx y Engels escribieron en el Manifiesto Comunista: " De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía no hay más que una verdaderamente revolucionaria: el proletariado. Las demás perecen y desaparecen con la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto genuino y peculiar ."
Octubre revela el papel irremplazable del agente principal de la revolución socialista, el Partido Comunista, como Partido de nuevo tipo, en comparación con los partidos socialdemócratas partidarios de pactar con la burguesía. Octubre también revela la fuerza del internacionalismo proletario. Con gran emoción saludamos a los millones de personas que dieron sus vidas por el movimiento comunista internacional, a los revolucionarios invencibles de la heroica historia proletaria, a las revueltas de obreros, obreras y campesinos pobres – todos ellos masas creadoras de la historia.
Su ejemplo justifica la existencia humana; supone una enseñanza y un legado inestimable para los comunistas y los pueblos.
La revolución de Octubre fue un acontecimiento de proporciones históricas, el mayor acontecimiento del siglo XX, que marcaría durante décadas el curso de la humanidad. El "fantasma del Comunismo", que unas pocas décadas antes había recorrido Europa, se concretó como forma de poder (proletario).
El resultado victorioso de la revolución de Octubre implicó que a la Humanidad se le abría el camino para "pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad".
"Hemos iniciado esta tarea. Pero lo esencial no es exactamente cuándo, tras cuánto tiempo, los proletarios de cada país habrán finalizado esta tarea. Lo esencial es que se ha roto el hielo, se ha abierto la vía, se ha despejado el camino", escribió Lenin.
La revolución de Octubre fue la chispa que desencadenó el progresivo crecimiento del Movimiento Comunista internacional. Su llama aceleró la formación de un buen número de Partidos Comunistas, entre los que estaba el KKE. Llevó a la creación de la Tercera Internacional Comunista (1919-1943), cuya necesidad surgió del hecho de que el capitalismo es una potencia internacional, pero también del hecho de que la Segunda Internacional había traicionado los intereses de los trabajadores.
Desde 1917, el capitalismo internacional se vio obligado a tener en cuenta la existencia de una fuerza opuesta, como el primer factor determinante de su política.
Gracias a la revolución socialista de Octubre, se dieron las condiciones para establecer derechos, hasta entonces desconocidos para los trabajadores incluso en los países capitalistas más desarrollados.
Con el poder soviético, las conquistas de obreros y campesinos beneficiaron también a los trabajadores de los países capitalistas. Fueron un factor básico que obligó a los partidos gubernamentales burgueses, liberales y socialdemócratas a hacer concesiones a la clase trabajadora.
La sacudida de la Revolución de Octubre a las bases del viejo mundo tuvo un efecto positivo inmediato en los movimientos anticolonialistas. Fue fundamentalmente a partir de entonces cuando ese régimen inhumano empezó a derrumbarse.
Así mismo, el poder liberador de Octubre se expresó en la cultura global, en las artes y en las letras. Grandes artistas de todo el mundo se unieron al movimiento revolucionario de los trabajadores, se inspiraron en los mensajes de la Revolución de Octubre, y pusieron su trabajo al servicio de sus ideales, al servicio de la clase obrera internacional.
Los retrocesos contrarrevolucionarios de 1989-1991 no niegan la consideración de nuestro tiempo como la época de transición del capitalismo al socialismo, que fue inaugurada simbólicamente por la Revolución de Octubre.
El desarrollo histórico ha refutado la afirmación de que la naturaleza de la empresa socialista-comunista era utópica. Ningún sistema socioeconómico se ha consolidado completamente en la historia de la Humanidad, ni siquiera el capitalismo en su lucha contra el feudalismo. Frente a los representantes ideológicos y políticos de la clase burguesa, que afirman que el fin de la historia ha llegado, el socialismo continúa siendo necesario y oportuno.
La necesidad y oportunidad del socialismo surgen de las contradicciones del sistema capitalista. Brotan del hecho de que el capitalismo ha creado las condiciones materiales necesarias para la transición de la humanidad a un sistema socioeconómico superior, aunque esa transición se retrase hoy por la adversa correlación de fuerzas, que hace que la agresividad capitalista parezca invencible.
La necesidad de la transición al socialismo la genera el propio capitalismo, en el cual, a pesar de que el trabajo y la producción se han socializado a un nivel sin precedentes, los productos del trabajo socialmente organizado siguen siendo propiedad privada del capitalista.
Esta contradicción es la matriz de todos los fenómenos de crisis en las sociedades capitalistas contemporáneas, pero también es la señal que marca el camino de salida y la necesidad de establecer unas relaciones de producción que se correspondan con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas, que implica la abolición de la propiedad privada de los medios de producción centralizados y su socialización para su utilización planificada en la producción social por el poder socialista que expresa los intereses de los productores de la riqueza social.
Las teorías que argumentan que no existían las condiciones objetivas necesarias para la realización de la Revolución de Octubre son resultado de la propaganda o de análisis acientíficos de la realidad.
La Revolución de Octubre tuvo lugar sobre la base del desarrollo del capitalismo en Rusia, que ya había evolucionado a su etapa imperialista. Este hecho no lo refuta la circunstancia de la gran disparidad en el desarrollo capitalista de Rusia, ni la existencia de una herencia precapitalista que prevalecía en una gran parte del imperio zarista. La existencia de las condiciones materiales necesarias para la transformación socialista de Rusia puede probarse con estadísticas de la época.
Entre la clase obrera de Rusia, y particularmente en su sector industrial, se crearon los soviets como células alrededor de las cuales se organizó la lucha revolucionaria de la clase obrera.
El partido bolchevique tenía una confianza ilimitada en la fuerza y capacidad de la clase obrera – a pesar de ser por entonces una minoría de la fuerza de trabajo total – para llevar a las masas a la lucha y dirigirlas. Aprendió de la iniciativa revolucionaria de las masas, de las instituciones que ésta creó en los momentos en que la lucha de clases se agudizaba. Al mismo tiempo desarrolló la iniciativa de las masas y la elevó a un nivel más consciente.
Las palabras de Carlos Marx han demostrado ser ciertas, a saber, que la lucha de clases, con la violencia revolucionaria que implica, es "el motor de la historia", y que la historia hasta nuestros días es la historia de la lucha de clases. Octubre siguió los pasos de la gran revuelta de los esclavos liderada por Espartaco, de las revueltas campesinas de la Edad Media y de las gloriosas revoluciones burguesas, primeramente de la Revolución Francesa.
El victorioso Octubre supuso la más rotunda expresión de la superioridad de la teoría del socialismo-comunismo científico, del marxismo-leninismo, sobre cualquiera de las variaciones filosóficas idealistas y antidialécticas en que se basa la ideología burguesa. Confirmó que el marxismo supone verdaderamente un salto cualitativo en relación con las más avanzadas teorías creadas por la mente humana hasta el siglo XIX en filosofía y en las ciencias sociales: la economía política inglesa, la filosofía alemana y el socialismo utópico francés.
Las ideas de la Ilustración que inspiraron y guiaron las revoluciones burguesas habían sido superadas hacía tiempo, ya que la burguesía había dejado de ser una clase en ascenso y se había convertido en una clase reaccionaria.
El partido bolchevique tomó como un todo indivisible la lucha económica, política e ideológica de la clase obrera. Se guió por el principio leninista de que el papel del luchador de vanguardia sólo puede ser asumido por un partido guiado por una teoría de vanguardia.
La ideología socialista-comunista – que establece las leyes del movimiento de la sociedad capitalista y las leyes para la transición revolucionaria del capitalismo al socialismo, y generaliza la experiencia de la lucha de clases – se desarrolla y extiende entre la clase obrera por el Partido Comunista, su vanguardia consciente y organizada. Es precisamente aquí donde reside la necesidad del Partido Comunista.
La teoría de la revolución socialista se forjó en la incesante lucha contra la ideología burguesa y contra las muchas teorías reformistas y oportunistas. Estableció científicamente las razones por las que las condiciones de la clase obrera no pueden cambiar radicalmente por medio de una lucha por reformas.
Con la fundación del partido bolchevique (1903), y en la intensa lucha ideológica que se dio en el partido durante muchos años entre los seguidores de los puntos de vista leninistas y los oportunistas, se creó por primera vez en la historia política una fuerza organizada que estatutariamente establecía derechos y obligaciones para los miembros, que tenía en el centralismo democrático su principio operativo fundamental, con el derecho a opinar y criticar, con unidad de acción y disciplina unánime una vez tomadas las decisiones, con fuertes lazos con las masas trabajadoras y populares que se van consolidando con la democracia interna y la autocrítica, basado todo ello en el principio rector supremo de la colectividad.
La amplia preparación teórica del Partido Bolchevique, bajo la dirección de Lenin, lo capacitó para analizar correctamente la disposición y la correlación de fuerzas sociales y políticas, para mostrar la flexibilidad política adecuada sin distanciarse del objetivo estratégico, la toma del poder por los obreros revolucionarios, para solucionar problemas relativos a la política de alianzas en beneficio del movimiento revolucionario, para adaptar positivamente y desarrollar consignas adecuadas para cada momento, dentro de una serie de condiciones fluida, compleja y que evolucionaba rápidamente.
Uno de los factores decisivos para la victoria de la revolución fue la política de los bolcheviques durante la I Guerra Mundial.
Ésta fue una guerra imperialista cuyo objetivo era redistribuir los mercados, las esferas de influencia y las colonias. Agudizó al máximo las contradicciones en la sociedad rusa y causó uno profundo y brusco deterioro en las condiciones de vida de las masas. Se consideró que la guerra era la continuación de la misma política interna por medios militares, es decir, que servía a los intereses de las mismas fuerzas clasistas que estaban explotando a la clase obrera y habían llevado a decenas de millones de campesinos a la pobreza extrema.
La dirección de la Segunda Internacional, con la consigna de la "defensa de la patria", ocultó la naturaleza imperialista de la guerra, llevando a la fragmentación de la clase obrera mundial y a su conversión en defensora de su propio ladrón "nacional", la burguesía doméstica. Por el contrario, los bolcheviques no sólo denunciaron la guerra, como hacían los pacifistas, sino que apostaban por transformar la guerra imperialista en una guerra contra las clases dominantes para su derrocamiento. Sólo este camino podía llevar a una paz justa, con la eliminación de la explotación de clase y de la opresión imperialista.
La propia vida creó las condiciones para el comienzo de la revolución socialista. Dio forma a la situación revolucionaria, que es un hecho objetivo que se da, como enfatizó Lenin, cuando las siguientes condiciones se presentan simultáneamente: "1. La incapacidad de las clases dirigentes para mantener su poder invariablemente (…) para que estalle la revolución, no basta con que "los de abajo no quieran", sino que también es necesario que "los de arriba no puedan" seguir viviendo como antes. 2. Un deterioro mayor de lo habitual, en la privación y la miseria de las clases oprimidas. 3. Por las razones expuestas, un significativo aumento de la actividad de las masas, que en tiempos "de paz" permitirían que se les robase tranquilamente…"
Mientras duraba la guerra, los bolcheviques no permitieron que las masas revolucionarias fueran influenciadas por las fuerzas burguesas que alcanzaron el poder en la revolución de febrero de 1917 con el derrocamiento del gobierno zarista, sino que las llevaron a la revolución de Octubre. No participaron en los gobiernos burgueses que se formaron entre febrero y octubre de 1917. Aprovecharon las contradicciones que no sólo mantenían la situación revolucionaria, sino que también ayudaban a cambiar la correlación de fuerzas en los soviets. El último gobierno burgués, el de Kerensky, fue igualmente incapaz de resolver los problemas que habían movilizado a millones de personas en una lucha a vida o muerte, con el impulso de aquellos a quienes todo pertenece y merecen conquistarlo y vivir en paz.
La consigna "¡Todo el poder para los soviets!" ganó a la mayoría de la clase obrera y atrajo rápidamente a millones de campesinos, mientras también se utilizaba en las filas del ejército burgués, donde los soldados deponían a los oficiales reaccionarios y elegían a revolucionarios para sustituirlos.
La teoría leninista del eslabón débil en el sistema imperialista se confirmó plenamente. En condiciones de desarrollo económico y político asimétrico, ley absoluta del capitalismo, existe la posibilidad de victoria de la revolución socialista en unos pocos países o incluso en un solo país tomado individualmente.
El nuevo Estado, el de la dictadura del proletariado, basado en los Soviets, surgidos de la propia actividad de las masas en el fuego de la revolución de 1905-07, sustituyó a la vieja maquinaria estatal destruida por la Revolución de Octubre.
La ruptura de las estructuras del Estado burgués es necesaria porque "El Estado moderno, cualquiera que sea su forma, es una máquina esencialmente capitalista, es el Estado de los capitalistas, el capitalista colectivo ideal", como escribió Engels.
"¿Democracia basada en la propiedad privada o basada en la lucha por abolir la propiedad privada?" (…) ¡Libertad e igualdad para el trabajador, para el campesino, para la raza oprimida! ¡Esta es nuestra consigna!", declaró V.I. Lenin. Y enfatizó:
"La dictadura del proletariado… no es únicamente el ejercicio de la violencia contra los explotadores y, de hecho, no es principalmente violencia… el proletariado, en comparación con el capitalismo, representa y alcanza una más alta forma de organización social del trabajo."
El esfuerzo del joven gobierno soviético por construir las bases económicas del socialismo avanzó en condiciones de una dura lucha contra las fuerzas de la intervención militar extranjera y la burguesía doméstica, el cerco imperialista y la subversión interna, con conspiraciones, sabotajes y asesinato de bolcheviques.
Dadas las condiciones existentes, el hecho de que las bases del socialismo efectivamente se construyeran constituye un hecho histórico sin precedentes. No es casual que el tema sea tratado con tanta rabia por la burguesía y los oportunistas. Hasta hoy, la bandera de la cruzada "antiestalinista" se alza para desacreditar globalmente a la lucha comunista y sus perspectivas.
La actividad del Partido se basaba en la consolidada visión teórica relativa a la posibilidad de construir el socialismo en un solo país, especialmente uno del tamaño de Rusia, en oposición a la visión trotskista de la "revolución permanente". Se basaba en la unidad de la clase obrera y su alianza con los sectores pobres del campesinado. En ausencia de tales condiciones, el desarrollo industrial y la colectivización (o cooperativización) de la producción agrícola no se podría haber llevado a cabo.
Una fuerza significativa en la construcción del socialismo fue el trabajo de vanguardia del movimiento stajanovista, que incluía en sus filas a millones de revolucionarios, lo mejor de la nueva sociedad.
Gracias a todo ello, la Unión Soviética fue capaz de convertirse en una gran potencia económica y militar en vísperas de la II Guerra Mundial.
El papel de la Unión Soviética en la victoria antifascista de los pueblos en la II Guerra Mundial fue decisivo. La URSS diezmó la maquinaria militar alemana y de sus aliados, que habían invadido su territorio. Liberó numerosos países europeos de las fuerzas de ocupación alemanas. Por la patria socialista, más de 20 millones de ciudadanos soviéticos dieron sus vidas, y alrededor de 10 millones más sufrieron heridas o invalidez.
Las victorias del Ejército Rojo dieron un empuje considerable al desarrollo de los movimientos de liberación nacional y antifascistas, en los cuales los Partidos Comunistas participaban en primera fila. Es característico que su crecimiento fuera más vigoroso justo tras la batalla de Stalingrado, que marcó un giro en la guerra en detrimento de las fuerzas del Eje.
La lucha de la clase obrera y el pueblo de China, Cuba, Vietnam y la R.P.D. de Corea encontró en la política de la Unión Soviética un apoyo desinteresado y un puntal contra el imperialismo.
La Unión Soviética ayudó a los pueblos de Afganistán, Angola, Camboya, Yemen del Sur, Etiopía y docenas de países en África, Asia y las Américas. Defendió a Palestina y Chipre. Gracias a la URSS y al resto de países del Pacto de Varsovia, regiones enteras como los Balcanes vivieron décadas de cohabitación pacífica entre sus pueblos a pesar de su diversidad étnica.
La URSS buscó todas las vías para aplicar una política de paz y de eliminación de los puntos de tensión y guerra que desencadenaba el imperialismo, responsable de dos guerras mundiales y de cientos de conflictos locales. La Unión Soviética remitió docenas de propuestas para la abolición o reducción de todas las armas nucleares, para la conclusión de acuerdos de no proliferación. Sus propuestas chocaron con el carácter agresivo de los estados capitalistas.
El Pacto de Varsovia – formado en 1955, seis años después de la creación de la OTAN imperialista – fue un instrumento de defensa, un bastión del socialismo. La Unión Soviética y el resto de los estados miembros propusieron a menudo la disolución de ambas alianzas, sin obtener respuesta. La decisión del Pacto de Varsovia de proveer asistencia internacionalista a Hungría (1956) y Checoslovaquia (1968) tenía la intención de defender el poder socialista frente a la contrarrevolución. La lucha de clases, entre el capitalismo y el socialismo, se daba a nivel internacional.
El derecho humano al empleo fijo y estable, a la educación gratuita, al bienestar y a la sanidad, a la vivienda barata y a la garantía de los derechos básicos sociales y políticos para la mayoría del pueblo se deben todos a la Revolución de Octubre.
A los pocos años de la Revolución de Octubre, el desempleo desapareció en la Unión Soviética. Desde 1956, se instituyó la jornada laboral de 7 y 6 horas, así como la semana laborable de cinco días.
Se aseguró el tiempo de ocio para todos los trabajadores. Su contenido también cambió en base a las infraestructuras creadas por el poder soviético, tales como casas de descanso, centros de vacaciones y campings. La Unión Soviética estaba cubierta por una amplia red de teatros y salas de cine, asociaciones artísticas y deportivas, grupos musicales y librerías, llegando a los pueblos más pequeños y los más remotos lugares de Siberia, grandes extensiones que fueron explotadas y literalmente transformadas gracias a la heroica labor de miles de trabajadores, entre ellos muchos voluntarios.
La seguridad social era una preocupación fundamental para el estado soviético. La jubilación era universal a los 55 años para las mujeres y a los 60 para los hombres. Los fondos de la seguridad social se financiaban a través del presupuesto público y de contribuciones de las empresas. Había similar preocupación en el resto de países socialistas europeos. Los trabajadores nunca experimentaron la inseguridad, problemas y ansiedades que sufren los trabajadores, jóvenes y capas populares en los países capitalistas.
El poder soviético puso las bases para abolir la discriminación y la opresión hacia las mujeres. Les dio plenos derechos legales. Protegió en la práctica la maternidad, como una tarea social y no privada o familiar. Liberó a las mujeres de muchas responsabilidades en el cuidado de la familia, creando un sistema gratuito estatal de ayudas sociales. Desde el principio enfrentó prejuicios centenarios y enormes dificultades objetivas. Mostró particular interés en las parejas jóvenes. Aunque ello no significa que toda forma de desigualdad entre hombres y mujeres fuera eliminada, es un hecho que el poder soviético ayudó a la mujer a salir de su estatus de abandono, de ser humano de segunda clase.
El esfuerzo por elevar el nivel de la educación pública en todos los sentidos fue un componente integral y permanente de la política soviética. Más de ¾ de los trabajadores de la URSS tuvieron educación universitaria o secundaria completa, mientras que el analfabetismo, que en 1917 afectaba a dos tercios de la población de este enorme país, fue rápidamente erradicado.
Se vieron los resultados en el florecimiento de las ciencias, en el primer viaje espacial tripulado por Yuri Gagarin, en la aparición de científicos reconocidos mundialmente en campos como la física, las matemáticas, la química, la medicina, la ingeniería, la psicología y otras, creando una gran reserva de conocimiento científico.
La construcción de la base económica socialista y la formación de un estado de obreros se convirtieron en la base y el instrumento para moldear al nuevo hombre, al creador de la cultura socialista. Su influencia fue universal y abarcó a todos los pueblos y naciones de este vasto país. Los logros de la cultura socialista en todos los campos se los apropiaron las amplias masas populares, como un beneficio social estatal.
El estado proveyó los recursos para la educación artística, para el desarrollo de la creatividad artística, desde la infancia. En la Unión Soviética no sólo destacaron grandes artistas en todos los campos de la estética, sino sobre todo el alto nivel cultural de las masas.
Igual cuidado se tuvo en proteger y diseminar los mejores logros intelectuales jamás conocidos por la humanidad. Junto con los trabajos del arte socialista y de la cultura socialista en general, millones de ciudadanos soviéticos pudieron aprender y asimilar las grandes obras de la cultura humana. Tras el Louvre y el Vaticano, el museo del Hermitage tuvo la mejor colección de obras de arte del mundo, siendo accesible para todos. El pueblo soviético comenzó a familiarizarse ampliamente con las creaciones culturales desde los primeros momentos de la Revolución de Octubre y la guerra civil, en una época en que pasaban hambre, frío y morían de cólera o en el campo de batalla.
Los avances hechos por los pueblos de la Unión Soviética y el resto de países socialistas demuestran la superioridad del modo de producción socialista frente al capitalista. Adquieren aún más valor si tenemos en cuenta la herencia de la asimetría capitalista y el retraso en el momento de la revolución, en comparación con los EEUU, Gran Bretaña, Francia, Alemania y Japón.
La construcción del socialismo comenzó en Rusia sobre las ruinas resultantes de la I Guerra Mundial, la guerra civil y la intervención de los ejércitos de 16 estados imperialistas. A ello hay que añadir la aún mayor destrucción resultante de la II Guerra Mundial. La reconstrucción de la URSS sin ninguna ayuda extranjera en cuatro años (1945-1949) supuso otra hazaña del poder socialista soviético. Por el contrario, la reconstrucción de la Europa capitalista se basó principalmente en el "Plan Marshall" de EEUU.
La creación de la Unión Soviética fue una unificación progresiva y popular, en contraste con los "Estados Unidos de Europa bajo el capitalismo" que son "imposibles o reaccionarios", como predijo Lenin.
Hoy, las uniones imperialistas están impregnadas de contradicciones insalvables. Su competencia por la dominación es debida a la propiedad privada de los medios de producción. Las relaciones de la UE con otros estados y entre sus propios miembros están gobernadas por la desigualdad y la dominación.
El gobierno soviético se opuso al nacionalismo, al particularismo y a la xenofobia. Reconoció el derecho de todo pueblo a la autodeterminación, incluyendo la plena separación. Promovió el respeto mutuo y la igualdad entre naciones y grupos étnicos, cultivó y estableció la idea de su unión voluntaria en el único marco de la Unión Soviética.
Esta política se basaba en el internacionalismo proletario, el único principio cuya aplicación consistente puede asegurar el respeto a las particularidades nacionales, lingüísticas y culturales y la participación uniforme en el camino de la construcción socialista. Por el contrario, la violación del internacionalismo proletario, principalmente bajo condiciones de acumulación de problemas internos, puede dar lugar a que se deshagan los lazos, e incluso a una abierta oposición a la unificación.
El factor imperialista, en colaboración con las fuerzas contrarrevolucionarias internas, aprovechó las distorsiones y errores y desencadenó lo que quedaba de los sentimientos nacionalistas para socavar el sistema socialista y agravar las tendencias secesionistas.
El manejo por el gobierno soviético, a un nivel u otro, de tantos problemas populares demuestra que la constante mejora de las condiciones de vida y el desarrollo de la personalidad de los trabajadores está en la propia naturaleza e inherente potencial del socialismo-comunismo. Sin embargo, sólo puede lograrse por medio de la aplicación de una política correcta por parte de los Partidos Comunistas. Las desviaciones y violaciones de los principios se convierten en factores que promueven el retraso, el estancamiento e incluso la deriva contrarrevolucionaria.
El KKE, con las conclusiones y elaboraciones de su Conferencia Nacional de julio de 1995 sobre "Las causas del derrocamiento del sistema socialista en Europa", dio un primer paso en el estudio de este adverso acontecimiento para los pueblos. Posteriormente, se formularon más observaciones y valoraciones en las "Tesis del CC del KKE en el 60 aniversario de la gran Victoria Antifascista de los pueblos – mayo de 2005".
Hoy el KKE, tras haber adquirido mayor madurez y conocimiento de las fuentes históricas, pero también siguiendo las discusiones que se han dado a nivel internacional entre eruditos marxistas, se esfuerza por profundizar en su conocimiento de las causas de la victoria contrarrevolucionaria, sin considerar que esta investigación haya sido completada.
El derrocamiento del sistema socialista constituye una contrarrevolución porque supuso retrocesos sociales.
La absoluta dominación del capitalismo ha supuesto grandes sufrimiento para millones de personas, dentro y fuera de los países socialistas que conocíamos. La explotación del hombre por el hombre, el crimen, la prostitución y las drogas, el paro y el expolio capitalista de la enorme riqueza de la Unión Soviética – todo lo cual había sido desconocido durante siete décadas – son ahora características de la situación que ha surgido tras la contrarrevolución y el desmembramiento de la URSS. La contrarrevolución supuso una destrucción increíblemente generalizada de las fuerzas productivas. La propaganda contrarrevolucionaria se ha esforzado por presentar a escala global los desastres de la contrarrevolución como un problema de la construcción socialista.
Los pueblos se han visto privados temporalmente de su gran apoyo, de su sincero aliado. Son miles los muertos, las víctimas de la agresión imperialista, los desvalidos y los refugiados. Los Balcanes, Irak y Afganistán, los pueblos de Ruanda, Haití y Somalia son las víctimas más claras de la nueva correlación de fuerzas global tras 1989-91.
El nacionalismo, el racismo social, las diferencias religiosas y culturales, el antisocialismo y el anticomunismo se están convirtiendo en armas en manos de los imperialistas para fomentar la discordia entre los pueblos y el desmembramiento de estados. Se están desarrollando nuevas armas y sistemas nucleares. Las nuevas dimensiones que ha adquirido el anticomunismo, convirtiéndose en muchos casos en política oficial de los gobiernos, revelan el carácter formal y limitado de la democracia burguesa como dictadura del capital. En algunos estados que emergieron de la restauración del capitalismo y el desmembramiento de la Unión Soviética, en los países bálticos, en Polonia, en la República Checa y en otros lugares, los criminales de guerra y colaboradores de los alemanes reciben honores, mientras que los héroes de la lucha antifascista son perseguidos y los símbolos de la victoria de los pueblos contra el fascismo se derrumban.
Rechazamos el término "colapso" del sistema socialista, porque sugiere una especie de necesidad del proceso contrarrevolucionario, y oculta la lucha social y las condiciones necesarias para su evolución hacia una abierta lucha de clases.
Consideramos fundamental reconocer que en esos países se había iniciado la construcción socialista, con sus debilidades, errores y desviaciones. No se trataba de un "sistema explotador transitorio" o un "capitalismo de estado", como dicen algunas corrientes del movimiento obrero.
El hecho de que en los antiguos países socialistas el derrocamiento fuera dirigido por las direcciones del partido y del estado demuestra lo que afirma la historia entera del movimiento obrero: en su desarrollo, particularmente en condiciones de agudización de la lucha de clases, el oportunismo madura en fuerza contrarrevolucionaria.
Nuestros adversarios, distorsionando nuestras posiciones, aseguran que el KKE reduce toda la cuestión de las causas del vuelco contrarrevolucionario a las actividades subversivas de los agentes imperialistas en el partido y en el estado. Esto es una vulgarización de las posiciones del KKE, cuyo objetivo es presentar que el pensamiento del Partido se queda corto en cuanto a lo que demandan las condiciones, desacreditarlo a los ojos de los preocupados trabajadores.
El cerco imperialista al sistema socialista supuso un fortalecimiento importante de sus problemas internos y sus contradicciones. Llevó a decisiones que hicieron la construcción socialista más difícil. La carrera armamentística absorbió una gran parte de los recursos de la Unión Soviética.
La línea de la coexistencia pacífica, desarrollada durante el período inmediato de la posguerra, a cierto nivel en el XIX Congreso (octubre de 1952), pero especialmente en el XX Congreso del Partido Comunista de la URSS (febrero de 1956), permitió la aparición de visiones utópicas, de que era posible para el imperialismo renunciar a la guerra y los medios militares.
A la hora de fijar la correlación de fuerzas global, jugó un papel importante el desarrollo del movimiento comunista internacional y las cuestiones sobre su estrategia. La decisión de disolver la Internacional Comunista (mayo-junio de 1943) señaló la ausencia de un centro que pudiera formular una estrategia revolucionaria contra el sistema imperialista internacional. A pesar del hecho de que la II Guerra Mundial creó las condiciones en las que las contradicciones de clase se agudizaron enormemente, la lucha antifascista llevó al derrocamiento del poder burgués sólo en los países de Europa central y oriental, con la decisiva contribución del Ejército Rojo en un sentido u otro.
En el occidente capitalista, los Partidos Comunistas no pudieron elaborar una estrategia para la transformación de la guerra imperialista o la lucha de liberación en una lucha por la conquista del poder por la clase obrera. Pospusieron la meta del socialismo para el futuro y establecieron tareas que limitaban la lucha al frente contra el fascismo. Prevaleció la visión de que era posible algún tipo de forma intermedia de poder, entre la burguesía y el poder de la clase obrera revolucionaria, con la posibilidad de que evolucionara hacia un poder obrero.
Tras la II Guerra Mundial, se produjo una obvia falta de lazo organizativo entre los Partidos Comunistas que permitiera conformar una estrategia unida e independiente contra la estrategia unida del imperialismo internacional. La Oficina de Información de los Partidos Comunistas, creada en 1947 y disuelta en 1956, y las conferencias internacionales de Partidos Comunistas que se celebraron desde entonces, no tuvieron éxito en contribuir a la unidad ideológica y a la plasmación de una estrategia revolucionaria.
En los análisis realizados por el movimiento comunista internacional, las tácticas flexibles del capitalismo no fueron evaluadas apropiadamente. Las contradicciones entre estados capitalistas, que por supuesto contenían el elemento de la dependencia, como en el caso de la pirámide imperialista, no fueron analizadas así, un hecho que llevó a una política de alianzas con sectores de la burguesía que eran descritos como "nacionales", contra las denominadas burguesías dominadas desde fuera. Además, las direcciones comunistas no elaboraron conclusiones correctas y exhaustivas en relación a las abiertas actividades contrarrevolucionarias del imperialismo, inicialmente en la República Democrática Alemana y más adelante en Hungría, Polonia y Checoslovaquia.
La política seguida por un número importante de Partidos Comunistas de colaborar con la socialdemocracia fue parte de la estrategia del "gobierno antimonopolista", una especie de paso entre el capitalismo y el socialismo, también expresada a través de gobiernos que intentaban administrar el sistema capitalista.
Por otro lado, justo tras el fin de la guerra, bajo la dirección de EEUU, el imperialismo lanzó la "guerra fría".
La "guerra fría" incluyó la organización de una guerra psicológica contra los países socialistas, la escalada de la carrera armamentística, redes de subversión y sabotaje del sistema socialista, abiertas provocaciones del imperialismo, fomento de actitudes contrarrevolucionarias y una política económica y diplomática diferenciada respecto de los nuevos regímenes obreros, dirigida a romper su alianza con la URSS. Al mismo tiempo, el sistema imperialista estableció coaliciones militares, civiles y económicas, así como organizaciones internacionales prestamistas, como la OTAN, la Comunidad Europea, el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y los acuerdos transnacionales de comercio, que aseguraban la coordinación entre los estados capitalistas.
Ambas secciones del movimiento comunista, la que estaba en el poder y la que no, no supieron valorar correctamente la correlación de fuerzas mundial, mientras subestimaban el potencial de la reorganización del capitalismo de posguerra.
Al mismo tiempo, la crisis se profundizó en el movimiento comunista internacional, inicialmente manifestándose en la total ruptura de relaciones entre el Partido Comunista de la Unión Soviética y los Partidos Comunistas de China y Albania. Luego crecieron las dificultades con la cristalización del oportunismo de derecha en el movimiento comunista en Europa occidental en la corriente denominada "eurocomunismo" que abiertamente convergía con la socialdemocracia.
Desde ambos lados se manifestó el antisovietismo, que llegó a ser un componente elemental en sus políticas. Del lado del PC Chino alcanzó sus expresiones más crudas. Al mismo tiempo, la recíproca influencia del oportunismo en los Partidos Comunistas de los países capitalistas y en los Partidos Comunistas en el poder se reforzó bajo condiciones de amenaza de un golpe nuclear contra los países socialistas.
Debe señalarse que la diferencia fundamental entre el capitalismo y el socialismo-comunismo es que las relaciones de producción capitalistas surgieron en el seno del feudalismo, mientras que las del socialismo-comunismo no pueden nacer en el seno del capitalismo porque están en contradicción con toda forma de explotación.
El poder de los obreros revolucionarios debe derribar y remodelar radicalmente todas las relaciones sociales heredadas del capitalismo, conscientemente debe construir un nuevo modo de producción, resolviendo las contradicciones sociales en beneficio de la construcción socialista. Por ello encuentra grandes dificultades en la construcción, extensión y pleno desarrollo y dominio de las nuevas relaciones de producción y distribución. El capitalismo no se encontró con tales dificultades. La sociedad socialista tiene grandes cargas de la sociedad capitalista que la hacen peligrar a todos los niveles. En el socialismo, la explotación de clase está abolida, pero no se puede abolir toda forma de desigualdad social y estratificación que se refleja en la conciencia de la gente y en su actitud hacia la vida. En la construcción socialista, las diferencias entre el campo y la ciudad, entre el trabajo manual e intelectual también deben ser eliminadas. Sólo entonces seremos capaces de decir que hemos clavado "el último clavo en el ataúd de la sociedad capitalista que estamos enterrando", como escribió Lenin.
La lucha por establecer y desarrollar la nueva sociedad es dirigida por los obreros revolucionarios cuyo núcleo es el Partido Comunista, el cual actúa conscientemente en base a las leyes del movimiento de la sociedad socialista. Por ello, la naturaleza científica y la orientación de clase de la política del Partido Comunista, sobre todo el desarrollo de la teoría del socialismo-comunismo científico por el Partido Comunista, es una condición fundamental y previa de la construcción socialista.
Los partidos comunistas en el poder no realizaron esta tarea con éxito. Y, en la medida que las políticas del poder socialista no lograban resolver tales contradicciones en beneficio de la construcción socialista, tales contradicciones evolucionaron hasta ser antagónicas. La teoría oportunista de que las contradicciones no antagónicas no pueden evolucionar a contradicciones antagónicas no se confirmó. Tras la guerra, como señaló el XIX Congreso del PCUS, a pesar de los éxitos logrados en el cumplimiento del 4º plan quinquenal (1946-1950), hubo problemas en lo relativo a la modernización y desarrollo de los medios de producción, la dirección de las empresas y el nivel de bienestar social.
A partir del XX Congreso del PCUS, se fueron adoptando aproximaciones teóricas erróneas para resolver tales problemas, y las políticas oportunistas que se aplicaron en la economía se extendieron al poder socialista y a las relaciones internacionales. Al mismo tiempo, con el pretexto de combatir el "culto a la personalidad", se desencadenó una desenfrenada campaña contra la política del estado soviético bajo Stalin, y se trazó el camino para la gran deriva oportunista de derecha del Movimiento Comunista Internacional.
En lugar de fortalecer las relaciones socialistas de producción / distribución, se reforzaron las relaciones mercantiles, potencialmente capitalistas. La planificación central comenzó a desaparecer y la propiedad social se erosionó. Una parte importante de la producción agrícola privada y cooperativa se vendía libremente en el mercado, esto es, al punto más alto en la fluctuación de precios. La diferenciación social en la industria era incluso mayor. El enriquecimiento ilegal, el denominado "capital a la sombra", trataba de operar legalmente como capital productivo, es decir, trataba de restaurar el capitalismo. Esto afectó al Partido, reforzando la erosión oportunista y la degeneración socialdemócrata.
El subjetivismo a la hora de analizar la marcha de la construcción socialista como "socialismo desarrollado" y el desarrollo del oportunismo quedaron recogidos en los análisis del XXI Congreso del PCUS en 1959: "El socialismo en la URSS ha triunfado absoluta y definitivamente (…) Ha entrado en el período de la gran extensión de la sociedad socialista". El XXII Congreso en 1961 adoptó el "Programa de construcción del comunismo". En los cambios formulados en la Constitución de 1977, se institucionalizaron el "Estado de todo el pueblo" y el "partido del pueblo".
La teoría del "Estado de todo el pueblo" tuvo otro efecto a la hora de alterar las características del Estado y en degradar el papel de la clase obrera. También alteró la naturaleza de la democracia socialista. Al mismo tiempo, la definición del partido como un "partido de todo el pueblo" significó un cambio en su carácter de clase.
En los Documentos de la Conferencia Nacional del KKE de julio de 1995 sobre "Las causas del derrocamiento del sistema socialista en Europa", se menciona el hecho de que "el papel de vanguardia del Partido se hizo cada vez más débil (…). En el período de la perestroika, el estado del Partido alcanzó el punto de la degeneración." Las fuerzas en el partido comunista que no habían derivado conscientemente hacia el oportunismo consideraban el papel preponderante del partido en la sociedad como un hecho e indiscutible.
El control del partido por las fuerzas de la clase obrera se debilitó gradualmente y finalmente desapareció. El principio de igualdad entre comunistas se violó. Se crearon las condiciones para el crecimiento del arribismo entre los cuadros.
La clase obrera y las masas populares en general no rechazaban el socialismo. Es típico que los eslóganes usados durante la perestroika fueran "revolución dentro de la revolución" y "más socialismo".
El hecho de que la clase obrera no reaccionara contra la contrarrevolución puede explicarse por estos y otros factores.
Al tiempo que las direcciones de los partidos comunistas tomaban posturas que erosionaban la naturaleza social de la propiedad y fortalecían intereses estrictamente privados, los sentimientos de alienación de la propiedad social fueron apareciendo y al mismo tiempo se fue erosionando la conciencia social. Se fomentaron la pasividad y la indiferencia.
La erosión oportunista del Movimiento Comunista Internacional fue un proceso a largo plazo, con profundas raíces en el desarrollo capitalista del siglo XX, que no fue analizado a tiempo y objetivamente. La interacción entre el oportunismo en los partidos comunistas de los países capitalistas desarrollados y el del PCUS y el resto de partidos comunistas en el poder requiere una mayor investigación histórica, necesaria para el fortalecimiento ideológico y político y la unidad del movimiento comunista en el siglo XXI.
Es igualmente necesario sacar y asimilar conclusiones acerca del desarrollo y crecimiento de la lucha de clases durante la construcción socialista del siglo XX. La futura construcción socialista comenzará y evolucionará seguramente a un nivel superior al del siglo XX. Sin embargo, también es cierto que llegará a una dura confrontación con la herencia capitalista en lo económico, en lo político y en lo ideológico.
Para el movimiento obrero en los países capitalistas actuales, se mantiene el problema de que las masas están atrapadas en las estructuras del sistema (parlamento, control del gobierno y el patrón, sindicato, gobierno municipal y otros). La poderosa influencia burguesa en el movimiento obrero también se expresa a través del revisionismo y oportunismo en un número importante de partidos comunistas.
Hoy, más que nunca antes, se ha demostrado que la lucha de clases no puede ser principalmente defensiva, para defender determinadas conquistas, cuando las necesidades inmediatas están cambiando tanto del lado del capital como de la clase obrera. Resultados inmediatos, y también a largo plazo, sólo pueden conseguirse politizando la acción, poniendo por delante exigencias que chocan con la estrategia del capital, que reclaman para sus productores directos la riqueza que se está creando, y a la vez preparando el factor subjetivo de la conquista del poder. Tales luchas pueden crear correlaciones de fuerzas favorables a la clase obrera y sus potenciales aliados, las masas populares.
Una de las principales tareas del frente ideológico comunista es restaurar a los ojos de la clase trabajadora la verdad acerca del socialismo en el siglo XX, sin idealizaciones, objetivamente, libre de las calumnias burguesas. La defensa de las leyes del desarrollo del socialismo y, al mismo tiempo, la defensa de la contribución del socialismo en el siglo XX suponen una respuesta a las teorías oportunistas que hablan de "modelos" de socialismo adaptados a peculiaridades "nacionales", pero además responden también a la discusión derrotista acerca de los errores. La defensa de esta contribución es, para el KKE, un criterio en las relaciones con otros Partidos Comunistas y Obreros para la creación de un polo comunista en el movimiento internacional. La calumnia y la cruzada anticomunista no pueden esconder la verdad durante mucho tiempo. El anticomunismo, uno de cuyos elementos es la reescritura de la historia, es un indicador del miedo de la clase burguesa.
Se ha confirmado que no hay una tercera vía o una vía no clasista al desarrollo. En cualquier caso, ésta servirá al imperialismo, es decir, a la dirección del sistema capitalista, o servirá al pueblo. Todos los mitos antiguos y contemporáneos están siendo derribados y desvelados en la práctica: el mito del "libre mercado" y la "competitividad", de la "modernización", "consenso", "diálogo social", la "democracia de las instituciones", "vías de un solo sentido" y los mitos de la seguridad y respeto por los derechos soberanos y las fronteras. La pregunta es: quién está en el poder, quién domina, para el beneficio de quién y con qué finalidad.
La clase obrera y las capas pobres de las masas populares no se quedarán ancladas en el pasado. La clase obrera, especialmente sus generaciones más jóvenes, así como las jóvenes generaciones de las masas populares, merecen un solo futuro, el que teme el imperialismo: el socialista-comunista. Como se enfatiza en el Programa del KKE adoptado en su XV Congreso: "El siglo XXI será el siglo de la reagrupación de las fuerzas revolucionarias, se repelerá la ofensiva del capital internacional y se organizará la contraofensiva decisiva. Será el siglo de un nuevo crecimiento en el mundo revolucionario y una nueva serie de revoluciones sociales".
25 de mayo de 2007.
Comité Central del KKE
Fuente: Partido Comunista de Grecia_KKE/Prensa Popular Comunistas Miranda