Por: Raúl Volcán
Fuente:PrensaPopularSolidaria ComunistasMiranda
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La independencia, la autodeterminación y el desarrollo soberano son principios por los que ha combatido nuestro pueblo a lo largo de más de 200 años, una heroica tradición de abnegación y sacrificio contra la esclavitud, el coloniaje, la servidumbre y toda forma de explotación. De estas experiencias invalorables nos nutrimos las fuerzas progresistas y democráticas venezolanas, de las que resaltamos la gesta internacionalista liberadora encabezada por Simón Bolívar, de la que también nos sentimos y sabemos continuadores. El proceso revolucionario venezolano, íntimamente ligado a las luchas de Latinoamérica y el Caribe, ha transitado por diversas etapas en las que el pueblo siempre ha sido protagónico combatiente, destacando el papel cumplido por organizaciones y dirigentes que con firmeza ofrendaron sus vidas en la resistencia contra la imposición de la Doctrina Monroe y su panamericanismo, ante la que levantaron –y seguimos reivindicando hoy- las banderas latinoamericanistas, de libertad, soberanía y democracia. Décadas de un sistema político, económico y social imposibilitado para dar respuestas a las profundas y reales necesidades del pueblo, además de una desprestigiada clase política dirigente llena de privilegios y servil a poderes económicos dependientes del imperialismo estadounidense, se acumularon y explotaron en un día de dignidad popular, el 27 de febrero de 1989, que marcó el inicio del fin del sistema establecido, y que junto a la rebeldía de jóvenes militares –que el 4 de febrero de 1992 decidieron sacrificarlo todo por un ideal- asumieron el compromiso de combatir la pretensión desideologizante imperante y convertir en realidad la utopía de tomar el cielo por asalto. Así, el pueblo venezolano logró la gran victoria de diciembre de 1998, con la que dio inicio a una etapa cualitativamente nueva del proceso revolucionario, con el indiscutible liderazgo del comandante Hugo Chávez, quien ha encarnado centenarios anhelos por una patria liberada y plena de justicia. Por ello, porque nunca una revolución es un hecho meramente nacional aislado de las luchas de los pueblos del mundo, la Revolución Bolivariana se ha convertido en un enorme referente moralizador a nivel continental y global, con una limpia y fructífera hoja de logros y reivindicaciones para las y los venezolanos y “los pobres del mundo” con quienes echamos nuestra suerte. Las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias, que en diversos alcances, tiempos y maneras hemos sido y somos expresión política de la construcción revolucionaria que se lleva a cabo en nuestra patria, estamos comprometidas con la profundización del cambio social iniciado; con las transformaciones antiimperialistas, liberadoras y democráticas; con el desarrollo independiente que termine con la influencia de los monopolios, especialmente los extranjeros, y finalmente los elimine; con la democratización de la economía; con el pueblo trabajador para ser parte integrante en la dirección del Estado para beneficio de las mayorías históricamente excluidas y explotadas; con la liberación de nuestro pueblo de todas las cadenas de dominación imperialista, para generar las bases de las transformaciones socialistas. Esto ubica al imperialismo estadounidense, y a los monopolios asociados a él en condiciones de dependencia, como el principal enemigo de la Revolución. Pero, al mismo tiempo, nos señala el amplio abanico de clases y capas sociales que tienen interés en los cambios planteados, especialmente la masa trabajadora del campo y la ciudad, técnicos, estudiantes, científicos, trabajadores de la cultura, profesionales y artesanos, pequeños y medianos propietarios, es decir, la inmensa mayoría del pueblo venezolano, los sectores que en mayor o menor medida son los oprimidos y explotados por el sistema capitalista, sostenido por el imperialismo y sus lacayos. En este marco y con las grandes exigencias que implican avanzar en un proceso revolucionario victorioso que se ha trazado el objetivo estratégico de construir el socialismo –una nueva sociedad basada en el trabajo de todos, en la justa distribución de la riqueza social y en la que exista la auténtica democracia, libertad y progreso- las fuerzas que activamos revolucionariamente, sin prepotencia y sin exclusiones, pero con firmeza, concebimos la política como una acción fecunda al servicio del pueblo y no como una actividad para beneficio propio, individual o de una parcialidad. A iniciativa del comandante Hugo Chávez, contextualizado en la necesidad de consolidar el proceso antiimperialista nacional liberador, las bases para la sociedad socialista y la continuidad histórica de la Revolución venezolana, se ha convocado a las fuerzas democráticas, progresistas y revolucionarias para constituir la Alianza Patriótica, como espacio permanente de coordinación de políticas, una estructura orgánica en crecimiento, con una dirección nacional central que se alimente del conjunto de las dinámicas y experiencias regionales, locales y sectoriales, una instancia no coyuntural ni restringida a la arena electoral, con visión estratégica caracterizada por una dinámica interna que estimule la discusión política e ideológica de fondo y que favorezca la participación equitativa y democrática de las fuerzas revolucionarias en su nivel respectivo, respondiendo al principio de “unidad en la diversidad”, con el decidido liderazgo del comandante Hugo Chávez. La Alianza Patriótica, expresión político-organizativa del germen de la dirección colectiva de la Revolución venezolana, asume como objetivos generales fundamentales: Construcción del Estado revolucionario, popular y democrático, combate al burocratismo, la ineficiencia y la corrupción, mediante la profundización de los mecanismos de ejercicio del Poder Popular y la contraloría social; Desarrollo planificado de la economía y de las fuerzas productivas, sobre la base de su diversificación, modernización e industrialización; Impulso de la socialización de la propiedad sobre los medios de producción y a formas de producción sustitutivas del capitalismo, y erradicación de las relaciones de producción latifundistas en el campo; Despliegue de una amplia revolución cultural, que tenga como centro la ideología revolucionaria, y sustituya paulatinamente los valores de la moral burguesa; Lucha intransigente por los derechos de los obreros, campesinos, mujeres, estudiantes, niños, abandonados, jóvenes y demás sectores oprimidos y explotados por el capitalismo; Defensa irrestricta de la patria y de la Revolución ante los enemigos internos y externos; Unidad de los pueblos latinoamericanos y caribeños sobre la base de la igualdad, la solidaridad y el respeto mutuo, y la común defensa contra el imperialismo. Entendemos, sin embargo, que la consolidación de estos avances y su desarrollo ulterior en fases superiores de progreso económico, bienestar material, participación política, arraigo de los valores éticos, despliegue cultural, equidad e igualdad social, se encuentran condicionados a su vinculación orgánica con la construcción de la sociedad Socialista. Sólo en el socialismo se podrá configurar una forma de organización de la sociedad que profundice los logros cosechados en la actual fase de transición y permita el despliegue de todas sus potencialidades. ¡Alianza Patriótica: Unidad popular antiimperialista, para la Paz y el Progreso! |
Por: Carlos Luis Rivero Tomado de: Correos y Envíos a Nuestra Redacción Fuente: Prensa Popular Comunistas Miranda.- |
Partido Comunista de Venezuela_PCV en la calle en defensa de la Revoluciòn y por su avance real al Socialismo |
Periodismo revolucionario Estos sesenta años de tenaz existencia que Tribuna Popular cumple como vocero de los comunistas venezolanos, con una permanente vocación de lucha por los intereses de la clase obrera y de la nación misma en su conjunto, pienso que bien merecen una reflexión sobre el significado extraordinario de tal hazaña periodística en un país como el nuestro. El siglo XX para Venezuela está signado de manera fundamental por el pase de país agrícola a país petrolero, no propiamente industrializado. Consecuencia de ello ha sido la pérdida de la soberanía nacional, para entrar a formar parte de lo que se ha llamado el mundo neocolonial, o sea, en nuestro caso, prácticamente como colonia de Estados Unidos. Por lo tanto, con unos medios informativos totalmente controlados por los monopolios yanquis, y bajo la supervisión de la embajada yanqui, como algo normal. En los mismos Estados Unidos, el renombrado diario The New York Times es sabido que actúa bajo la tutela del Departamento de Estado, y sigue fielmente la línea que le trazan los funcionarios gubernamentales. Por lo que respecta a Venezuela, resulta muy ilustrativo lo sucedido con los diarios Ultimas Noticias y El Nacional, ambos fundados en los años ‘40 por unos muy conocidos dirigentes comunistas de la época, Francisco J. “Kotepa” Delgado y Miguel Otero Silva, respectivamente. Durante la II Guerra Mundial se les dio vía libre, como parte de la alianza de Washington con Moscú, y así lo entendió el guachimán de turno, Isaías Medina Angarita. Pero al terminar dicha guerra, llegó el embajador yanqui Walter Donally con la orden de “mandar a parar” y esos dos diarios tuvieron que cambiar sus orientaciones políticas, e incluso cambió de dueño la popular Ultimas Noticias. Todo esto lo relató con amplios detalles el camarada Juan Bautista Fuenmayor, quien en aquel tiempo fue uno de los principales dirigentes del PCV, y luego rector de la Universidad Santa María. Persona muy respetable, resulta irrecusable su testimonio al respecto. Ver su libro 1928-1948: Veinte años de Política, Caracas 1969, 360 págs. Si se analiza la historia del periodismo venezolano, sin prejuicios, habrá que admitir que el papel desempeñado por los comunistas ha sido de primer plano, y no solamente en cuanto a la prensa legal, la comercial, sino en especial en lo referente a la clandestina. Cuando en 1931 se fundó el PCV, durante aquella bárbara dictadura de Juan Vicente Gómez, de inmediato comenzó a editar periódicos clandestinos en pequeñas imprentas. El más célebre de ellos fue El Martillo, iniciador de una tradición que Tribuna Popular, fundada el 17 de febrero de 1948, prosiguió en los tiempos “democráticos” de unos guachimanes adecos, Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, tras de haberlo hecho en la década del guachimán anterior, Marcos Pérez Jiménez. Ningún otro periódico venezolano ha sido tan exitoso en desafiar a las dictaduras, tanto a las que se ejercen en el terreno político como a las no menos duras que se expresan en lo económico. Aquí hemos visto pasar el periodismo, en el último medio siglo, de su fase inicial de una libre competencia a otra de la más opresiva monopolización. El desarrollo capitalista implica, fatalmente, la liquidación de la famosa libertad de prensa que pregonan los ideólogos burgueses. Son cada día menos los periódicos independientes, capaces de poder escapar a “la ley del mercado”. Asimismo, ha ido desapareciendo el tal “periodismo objetivo” que nos vendían como una mercancía para clientes exigentes. Puedo decirlo por mi propia experiencia personal, son muy escasos los periódicos acá en Venezuela que le permiten a un comunista expresarse como aquí lo hago. Lo curioso es que, en cambio, se nos han abierto algunos espacios en radio y televisión, aunque desde luego no en los controlados por esos globalizados pitiyanquis... más que identificados como tales. Este 17 de febrero, al celebrar el 60º Aniversario de TP, vaya un emocionado homenaje a la memoria de camaradas como Gustavo Machado, Eduardo Gallegos Mancera, Jesús Faría, Fernando Key Sánchez, Héctor Mujica, Alí Lameda, Jesús Sanoja Hernández, Federico Alvarez, y tantos otros que en labores diversas como las de Manuel Reverón, con sus esfuerzos han hecho posible este auténtico milagro de periodismo revolucionario. Jerónimo Carrera |