Fuente: Kaosenlared.netPor: Pedro BrenesLa burguesía nacional venezolana, que ostenta el Poder a través del partido chavista, empieza a mostrar su lado más siniestro, antiobrero y anticomunista. Sintiéndose fuerte y segura en su posición dominante después de librarse de la opresión económica y política imperialista, cree llegado el momento de acabar con los comunistas considerados por los empresarios, los banqueros y los militares, como enemigos tanto o más peligrosos para sus intereses de clase que el imperialismo extranjero y sus cómplices de la burguesía intermediaria y antinacional.
Hasta ahora reprochaban agriamente a los comunistas, a pesar de que los camaradas de PCV siempre se han mantenido en la vanguardia del movimiento antiimperialista popular, su negativa a disolverse e integrarse en el PSUV, partido con indisimulada vocación de único que, a pesar de reunir una amplia base de trabajadores revolucionarios, está dirigido fundamentalmente por militares reaccionarios y anticomunistas veteranos de la “contrainsurgencia”, empresarios explotadores, políticos profesionales adecos y copeyanos reinstalados rápidamente en las instituciones “socialistas” y “revolucionarias”, sin olvidar, por supuesto, a los inevitables advenedizos, socialistas de última hora, agarrados al Poder como parásitos a través del nepotismo, las intrigas y la corrupción.
Pero al calor de la campaña electoral, Chávez ha mostrado su verdadero rostro acusando a los comunistas de “traidores y contrarrevolucionarios” enfrentados, según él, a los “verdaderos revolucionarios” y “verdaderos cristianos”, amenazando con encargarse personalmente de “desaparecerlos”, delatando de esa manera al militar anticomunista y antiguerrillero disfrazado de socialista.
Se repite pues la misma situación de Petrogrado en 1917, cuando el primer ministro del gobierno burgués de la Rusia revolucionaria antimonárquica, el socialista Kerensky, clamaba contra Lenin y los bolcheviques acusándolos de traidores y contrarrevolucionarios, ordenando su detención y amenazando con ahorcarlos.
Nuestros camaradas venezolanos se han encargado inmediatamente de recordarle que ni Hitler, ni Franco ni la CIA norteamericana, a pesar de todos sus esfuerzos y de todos sus crímenes, consiguieron acabar con los comunistas, por lo que sus posibilidades de conseguirlo, por grandes que sean sus deseos, compartidos desde hace más de ciento cincuenta años por todos los burgueses del mundo y sus cómplices, son realmente muy escasas.
Acusar al PCV de “contrarrevolucionario” cuando esta organización lleva más de setenta años combatiendo por todos los medios a su alcance, incluyendo la lucha armada, contra la reacción capitalista e imperialista, sólo pone de manifiesto la concepción estrecha, vulgar, mezquina, caritativa cristiana, exclusivamente reformista y, en definitiva, burguesa que Hugo Chávez y los dirigentes del PSUV tienen de la revolución.
Pero ¿qué se esconde tras la denigrante imputación de “traidores”? ¿A qué o a quién han traicionado los comunistas de Venezuela? ¿Al propio Chávez?
Esta acusación no se sostiene pues el PCV, a pesar de los insultos y las amenazas que debe soportar, sigue considerándolo como el líder del proceso antiimperialista que se desarrolla en Venezuela y mantiene contra viento y marea la política de unidad del Frente Patriótico, política que el PSUV, habiéndose comprometido a respaldar, desprecia e ignora en la práctica, ya que sólo son capaces de entender la unidad como la rendición incondicional de todos los grupos y partidos, su disolución definitiva y la incorporación al Partido Único de Chávez.
¿Acaso han traicionado los comunistas al pueblo de Venezuela en su afán por librarse de la dominación y la explotación neocolonial del imperialismo euronorteamericano?
Todo lo contrario, los comunistas están y han estado siempre en la primera línea de fuego contra la dominación extranjera del país, el saqueo de sus riquezas naturales, el neoliberalismo y el capitalismo salvaje que condena a los trabajadores a la miseria, el desempleo y el hambre.
En realidad, el crimen imperdonable que han cometido nuestros camaradas, causa del odio y del resentimiento de los capitalistas y de sus representantes en la dirección del PSUV, consiste en su rechazo, condena y denuncia (que no traición pues nunca lo han apoyado) al proyecto político de la burguesía nacional venezolana.
Proyecto que pretende, después de librarse de la competencia ruinosa de las multinacionales extranjeras, consolidar un capitalismo “patriótico” creando, a través del desarrollo de las infraestructuras y los servicios públicos, un mercado nacional que les permita conquistar la posición de clase dominante y asegurar el régimen de explotación de la clase obrera.
Este conjunto de reformas sociales, económicas y políticas, que las burguesías nacionales de los países capitalistas avanzados realizaron hace mucho tiempo, y que lejos de cuestionar el sistema, son necesarias para acrecentar el consumo interno, la cualificación de la mano de obra, la docilidad de los trabajadores y el más amplio dominio de la burguesía nacional en los planos económico, político e ideológico, es a lo Chávez y sus cortesanos llaman “revolución socialista”.
La estafa es tan descomunal que cuando los comunistas explican que los trabajadores deben frustrar los planes de la burguesía de traicionar los anhelos revolucionarios y socialistas del pueblo, se ponen histéricos y brotan sus tendencias antidemocráticas y anticomunistas más profundas y viscerales.
Pero si bien es cierto que la clase obrera y su partido de vanguardia deben participar con la mayor decisión en el proceso de transformaciones democráticas antiimperialistas, al mismo tiempo, debe también, con la misma energía, denunciar los intentos de frenar y desviar este proceso en función de los intereses de los capitalistas.
La tarea de los comunistas es justamente el de hacer avanzar el proceso mucho más allá de lo que pretenden los capitalistas y el PSUV. Exigiendo la nacionalización, bajo control obrero, de las grandes empresas y de los bancos, no sólo de los de propiedad extranjera sino también de los venezolanos, creando una estructura política de verdadero Poder Popular que sea capaz de desplazar de la dirección del PSUV y del gobierno a los burgueses y sus secuaces.
En la medida que avanza la politización y la radicalización de la sociedad de Venezuela, se agudiza la lucha de clases y se destacan progresivamente a primer plano las contradicciones principales entre el proletariado y la burguesía. Por eso los comunistas deben tomar en sus manos la responsabilidad de preparar con la elaboración teórica, la propaganda y la organización, a la clase obrera y a todo el pueblo para las batallas decisivas que se avecinan.
(*) Pedro Brenes es miembro del
Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias (PRCC)http://independenciaysocialismo.wordpress.com/