Por: Jerónimo Carrera
Desde sus todavía no totalmente esclarecidos orígenes, el género humano parece empeñado en erigir muros a su alrededor. Y lo hace por razones muy diversas, empezando por el color de la piel o el sitio donde se ha nacido. Así han aparecido las tantas prácticas discriminatorias, que aún subsisten y le han traído numerosas veces las peores desgracias a la humanidad.
Estas reflexiones me vienen a la mente con motivo del ruidoso brote de propaganda anticomunista, por todos los medios y casi se puede decir sin excepciones, aunque en grados variados, que hemos visto acá en Venezuela con motivo del aniversario vigésimo de la desaparición de un fuerte muro que mantuvo dividida a la ciudad de Berlín a raíz de la II Guerra Mundial.
Pero lo significativo es que nunca esos medios “informativos”, y por razones que aquí trataré de explicar, “echan el cuento completo”. Porque la erección de ese muro - que mantuvo al pueblo alemán en una situación casi de guerra durante varias décadas, posteriores a la finalización aparente de dicho conflicto internacional- debe saberse que fue a consecuencia de la política de “guerra fría” adoptada por las potencias capitalistas occidentales, encabezadas entonces por el imperialismo acantonado en Washington.
En efecto, el presidente yanqui Franklin D. Roosevelt se había mostrado como partidario de que Alemania fuese dividida en doce o trece Estados, tal como habían existido antes de su unificación en 1862, forzada por Prusia bajo la conducción de Bismarck, llamado el “Canciller de Hierro” por sus procederes militaristas.
Por el contrario, el dirigente soviético Iosef Stalin defendió la tesis de la unidad de la nación alemana, pero totalmente desarmada, pacífica, y pagando reparaciones de guerra. Sostuvo él esa posición hasta su muerte en 1953.
Tras la sospechosa –se dice que fue envenenado- muerte repentina de Roosevelt en abril de 1945, justo al finalizar en Europa las hostilidades, su sucesor Harry Truman inició un giro de 180 grados en la política yanqui. Utilizando la bomba atómica como chantaje, emprendió una cruzada contra la URSS.
Propició la creación en la derrotada Alemania de cuatro zonas de ocupación, y luego de las dos repúblicas antagónicas, la RFA y la RDA. Así apareció el famoso muro, poco a poco, a comienzos de los años sesenta, empezando en Berlín.
Igual cosa sucedió entonces con Palestina, donde Stalin había estado a favor de la creación de un Estado único, binacional, con judíos y árabes juntos, y Estados Unidos desde un principio se opuso, fomentando con ayuda de los ingleses el antagonismo y todo el belicismo existente hoy en esa parte del mundo.
En la URSS hubo un gran cambio de políticas al morir Stalin, y uno de ellos fue respecto a la situación alemana. Su sucesor Jruschov fue convencido por el camarada alemán Walter Ulbricht para que aceptara la división de Alemania como algo definitivo, o sea la existencia de las dos repúblicas alemanas separadas, algo que duró hasta 1989, como es sabido.
En lo personal, puedo decir que yo estuve en Berlín justo cuando se comenzaba a construir ese muro. Allí estaban mis recordados grandes camaradas venezolanos Alí Lameda, Cayetano Ramírez, Rubén Ruiz y unos cuantos más. Todos sabíamos que a ningún pueblo le gusta que lo dividan. Eso se comprobó en Vietnam, por ejemplo.
Los grandes divisionistas son los burgueses, los capitalistas, en todas partes. Por eso, yo creo que el ya insoportable muro es el que todavía nos divide en clases, en propietarios y no propietarios.
Un muro que en todos los países sólo los comunistas con el apoyo de la clase obrera somos capaces de demoler, y lo haremos algún día. Tal es el auténtico muro mayor que divide a los seres humanos. Es el muro por derribar.
Fuente: PrensaPopularSolidaria_ComunistasMiranda http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com Correo: pcvmirandasrp@gmail.com