Artículo Original: Susann Witt-Stahl / Junge Weltrtí
Le encanta la literatura, Remarque, Márquez, Pushkin, y la música clásica. Y nunca sirvió en un ejército. “La guerra es un negocio repugnante y profundamente inhumano“, dijo Alexey Markov en una entrevista con Junge Welt. Sin embargo, hoy viste voluntariamente el traje de camuflaje, es incluso comisario político principal de una unidad militar y combatió en la sangrienta batalla del cerco de Debaltsevo. La explicación se debe a que a veces en la historia hay “alternativas aún peores“.
El siberiano, nacido en Omsk en 1973, había emprendido inicialmente en una carrera académica. A los 16 años se trasladó a Novosibirsk y estudió física atómica. Después del colapso de la Unión Soviética, abandonó la universidad y dirigió durante muchos años el departamento de tecnologías de información de varias empresas.
Cuando el gobierno golpista de Kiev lanzó en abril de 2014 su “operación antiterrorista” contra las dos repúblicas no reconocidas de Donetsk y de Lugansk, se dedicó inicialmente solo a recaudar dinero para las fuerzas progresistas entre los insurgentes, explica Markov, que desde 2001 tenía su domicilio en Moscú.
Pero durante una visita a la brigada Prizrak prometió volver con refuerzos al entonces comandante, después asesinado, Alexey Mozgovoy. Éste se limitó a replicar: “Eso ya lo han dicho tantos“. Pero Markov cumplió su palabra: el 6 de noviembre de 2014, fundó con 18 camaradas rusos la unidad de voluntarios comunistas [Добровольческий коммунистический отряд, DKO]