Después de la sorpresa general que produjo la renuncia de Ratzinger al Papado, comienzan las especulaciones. La mayor, la de que no es precisamente la enfermedad la causa de su dimisión. Sobretodo por los señalamientos acerca de una vida teñida de participación no propiamente sancta sanctorum de Ratzinger, desde su juventud.
Todo, porque Ratzinger ha sido acusado de actitudes no compatibles con la conducta de un cristiano, primero, como participante activista nazi en las juventudes hitlerianas, y luego como cura y obispo ha tenido una vida muy ligada a las actividades negativas que se le han comprobado a sectores de la iglesia, como son las conocidas y continuas denuncias de corrupción sexual entre los sacerdotes ---de pederastia, principalmente-- no investigadas y sobre todo no rechazadas y castigadas ejemplarmente en su Papado, como corresponde.
Se rechaza también su actividad como participante de intrigas inter paria para subir y/o establecerse en las escalas vaticanas, así como los problemas relacionados con el Banco dependiente del Vaticano, problema aún no resuelto totalmente y muy oscuro, que tiene en el centro al más inmediato colaborador de Ratzinger. Sea cual sea la situación real, es significativo que Ratzinger ---Benedicto XVI--- pida el mayor tiempo posible para rezar y seguramente pedir perdón a Dios por sus pecados.