Por: Pedro Brenes
Más allá de los asertos de la ancestral sabiduría popular en relación a que “la unión hace la fuerza”. Superando también el conocido principio táctico de los generales romanos sobre el “divide y vencerás”. Avanzando sobre la indiscutible verdad de que al estar disgregados en pequeños colectivos ninguno de ellos por sí solo tiene la menor posibilidad de victoria sobre nuestros bien organizados, coordinados y unificados enemigos.
Remontándonos de la simple y elemental aritmética que nos dice que unidos alcanzaremos un nivel de medios y recursos impensable e inaccesible a ninguno de los partidos o grupos de la hoy dividida y mal avenida izquierda canaria, la Unidad es, ante todo, un principio moral y revolucionario.
Pues la garantía y la posibilidad de victoria sobre el enemigo imperialista reside en la Unidad de los luchadores de la clase obrera y del pueblo. No hay otro camino. Por encima de discrepancias ideológicas, indiferente a las simpatías y antipatías entre grupos y personalidades, el realismo político, la responsabilidad histórica y la madurez alcanzada tras la dilatada y frustrante experiencia sectaria y divisionista nos obliga a reconocer, con todas sus consecuencias, que sólo la Unidad nos permitirá avanzar hacia la Patria Libre y Socialista a la que aspiramos.
Y, en sentido contrario, debemos admitir, también con todas sus consecuencias, que el sectarismo y la promoción de la tradicional tendencia centrífuga de separar y distanciar a los revolucionarios en grupos cada vez más reducidos, enfrentados e incapaces, de todos los que se aplican con fatuidad y soberbia a la labor, consciente o inconsciente, en forma de mercenariato remunerado o de estúpida, inmadura e inconsistente colaboración gratuita con el enemigo de clase, igualando al fin a todos los sectarios cualesquiera que sean sus motivaciones, representa y significa a la contrarrevolución.
Pero el proceso unitario que hemos iniciado y que, alcanzado ya el nivel suficiente de acumulación de fuerzas, capacidades y experiencia, se ha vuelto históricamente necesario, posible e irreversible, tiene también, como es natural, sus paradojas, sus contradicciones y sus límites.
Quizá la más llamativa paradoja de la Unidad, tan difícil de asimilar para algunos, consiste precisamente en que para unificar, primero hay que delimitar claramente las diferencias. Y que no hay mejor caldo de cultivo para el sectarismo y los odios personales y de grupos que el llamado al batiburrillo ideológico de los que propugnan la eliminación de las siglas y de las posiciones de clase creyendo, con una simplonería patética y lamentable, que de la confusión y la mezcolanza política pueda salir otra cosa que la desorientación, la carencia de planificación y de objetivos y, como consecuencia, el fracaso y la desmoralización.
Por eso, el primer paso práctico hacia la Unidad ha sido la aparición de un partido comunista, revolucionario, independentista y unitario que, aunque acogido en su momento por algunos como un factor de división, abandera hoy, justamente merced a su clara delimitación política y su definición ideológica sin ambigüedades ni complejos, el proceso de unificación de toda la izquierda canaria.
Y, desde luego, tampoco es casual que el complicado y contradictorio camino hacia la Unidad, comience con el acercamiento y la unidad de acción entre los grupos y partidos comunistas isleños sobre la base del derecho a la autodeterminación y al objetivo de la creación de la República Socialista Canaria.
En cuanto a las contradicciones propias del proceso unitario, debe resaltarse, en primer lugar, la que se establece entre la unidad y la crítica. Porque una comprensión superficial de la confluencia de las fuerzas de la izquierda antiimperialista de las Islas, nos puede llevar a la concepción primitiva de que en el seno de la alianza deben evitarse la crítica y el debate sano y sincero de las naturales e inevitables diferencias políticas e ideológicas.
Por el contrario, sin un debate crítico abierto y público de las diferencias, en el que todos aprendamos y maduremos y que sirva a las masas populares para contrastar las propuestas de cada partido, acumulando así la experiencia y los conocimientos políticos necesarios para gestionar democráticamente la futura República Canaria, la Unidad farisaica y mendaz, reducida a un acuerdo burocrático, electoralista, hipócrita y puramente diplomático, valdría menos que nada y llevaría en su seno, tal como nos ha ocurrido ya en varias ocasiones, el germen de la implosión y la disgregación.
Y si todavía queda alguien que dude de lo que afirmamos, le recomendamos que repase la historia, y recuerde y analice a dónde llevó la indefinición política y la falta de debate interno a la Unión del Pueblo Canario.
¿Y los límites de la Unidad? ¿Dónde deberíamos establecerlos? Lógicamente, si hablamos de la Unidad de la izquierda canaria podríamos decir, de una forma un tanto mecánica, que incluye a todas las opciones a la izquierda de la línea política fijada por el PSOE-Nueva Canarias-Coalición Canaria.
Pero lo cierto es que las fronteras del bloque de los defensores de los intereses de la clase obrera y de los trabajadores de Canarias no están claramente definidas. Existe inevitablemente una zona intermedia donde algunos sindicatos burocratizados, ciertos partidos sin ideología clara y otros grupos humanistas, ecologistas o con base religiosa, oscilan en función de las circunstancias sociales, los intereses clientelares y la correlación general de fuerzas, entre el apoyo a las posiciones populares y su distanciamiento de ellas, adoptando con frecuencia actitudes y discursos “neutrales”.
Y, por supuesto, debemos excluir y combatir enérgicamente al fascismo independentista, insularista y divisionista, aliado estratégico del imperialismo que practica, en su forma más extrema y grosera, la política del chantaje a Madrid y a Bruselas, buscando, en definitiva, el acuerdo más ventajoso y la entrega incondicional al colonialismo, una vez puestos de acuerdo sobre el precio de la traición al pueblo y a la causa liberadora y republicana.
Fuente: Independencia y Socialismo, Portavoz del Partido Revolucionario de los Comunistas Canarios PRCC/ Edición: PrensaPopularSolidaria_ComunistasMiranda
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