Los ideólogos burgueses empiezan a estar altamente preocupados por un fenómeno que se extiende y cuyos síntomas aparecen en público. A pesar de todo el inmenso esfuerzo propagandístico desplegado en Rusia y en los países imperialistas para diabolizar la figura del que fuera máximo líder de la Unión Soviética desde 1924 hasta su fallecimiento en 1953, José Dugashvili, conocido como “Stalin”, su popularidad no hace más que crecer entre la población ex soviética, y no sólo entre las viejas generaciones, sino también entre los más jóvenes.
Según informa la revista francesa Jeune Afrique, el Instituto burgués de Sociología Levada, de Moscú, ha realizado tres sondeos diferentes en tres años distintos para conocer la opinión de los rusos sobre Stalin. Los sondeos realizados en enero del 2003 y julio del 2004 en base a una muestra de 4.700 personas evidenciaron que un 13 % entre los menores de 30 años votarían por Stalin si éste, saliese de su tumba en el Kremlin y se presentase a las elecciones.
El 30 % de los mayores de 30 años, que por cierto fueron educados en el antiestalinismo oficial en la URSS desde 1956 y después en el régimen ultraderechista de Eltsin, manifiestan apoyo a Stalin. En junio del 2005 sobre una muestra de 2.000 jóvenes de 16 a 29 años, el 51 % declaró que Stalin era un líder capaz mientras que el 39 % opinó lo contrario. El 42 % opinó que se “ha exagerado el papel de las represiones” en el tiempo de Stalin mientras que el 37 % opinó lo contrario. El 56 % opinó que hizo más bien que mal mientras que el 33 % opinó que hizo más mal que bien1.
El diario de la gran burguesía francesa Le Monde señalaba en un artículo el 28 de agosto del 2005 que 10 ciudades rusas tienen el proyecto de rendir homenajes a Stalin y que el Instituto Levada ha revelado en otro de sus sondeos que el 36 % de la población de la Federación Rusa es partidaria de levantar estatuas a Stalin.
Se han levantado estatuas en la ciudad de Orel al sur de Moscú, en las ciudades siberianas de Krasnoyarsk, Jeleznogorsk y Mirny, en Taigunika en los Urales, en la ciudad de Digora en el Caúcaso ruso y en alguna más. Desde esa fecha la “stalinomanía” no ha hecho más que crecer.Los reaccionarios occidentales constatan con preocupación este fenómeno.
Así la BBC en español publica en su web el 22 de diciembre del 2005 que “el mito de Stalin,de gran dirigente, vencedor en la segunda guerra mundial todavía perdura. Las fotos de Stalin no sólo se ven en los parabrisas de los camiones o taxis; aparecen también en las oficinas de funcionarios gubernamentales o profesores universitarios”. Le Monde constataba con espanto que en la ciudad de Orel incluso un anciano de 82 años que a los 19 fué encarcelado por crímenes antisoviéticos, apoyaba con entusiasmo el homenaje a Stalin.
Los burgueses rusos coinciden en la misma preocupación ya que la nostalgia por Stalin es el fracaso de la intensa propaganda antiestalinista y una clara afirmación de apoyo a los valores revolucionarios, a la construcción socialista y a la lucha hasta la derrota total de su propia clase de propietarios explotadores, como ocurrió en la época Stalin.
Para la agencia de noticias rusa RIA-Novosti, en despacho del pasado 5 de mayo, el recoger firmas para levantar estatuas y bustos a Stalin se ha convertido en una auténtica moda en, al menos, 6 regiones de Rusia, desde el extremo occidental de Kaliningrado al extremo oriental de Sajalin. Muchos proyectos no fructifican por falta de fondos.
En Georgia Stalin goza de la consideración de héroe nacional y las calles y estatuas en su honor se han levantado después de la disolución de la Unión Soviética en 1991. Con motivo del 120 aniversario de su nacimiento se realizaron manifestaciones populares en su recuerdo.
Dos viajeros belgas que visitan el Museo de Stalin en su ciudad natal de Gori reciben el testimonio de una Señora:"Mis padres eran ricos. La Revolución y Stalin les quitaron todo. Sin embargo, yo no diría que Stalin era malo. Para la gente humilde lo era todo. Bajo su dirección hubo progreso, todo el mundo vivía mejor. Gracias a él, también hemos derrotados a los nazis" (semanario Solidaire, 28/2/2006).
En Bielorrusia los veteranos de la Gran Guerra Patria no dudan en exhibirse con la foto de Stalin y el gobierno inauguró en el 2005 un memorial llamado “Línea Stalin” que ha gozado del respaldo popular.Los propagandistas burgueses van a intentar seguir intoxicando en relación a este fenómeno. Inventarán diversas teorías que lo expliquen: la incompatibilidad de los atrasados rusos semisalvajes con la democracia, el renacimiento de un peligroso sentimiento imperial, un caso de locura colectiva, una alteración producida por el hambre, la atávica atracción por los tiranos, el efecto de la ingesta abusiva del vodka,....
Pero la cosa es mucho más fácil: la bien educada población trabajadora soviética, es capaz de comparar lo que conquistó con su sangre y su sudor bajo la dirección del Partido Comunista y de Stalin con lo que ha perdido en el horrible periodo de dominio burgués instaurado tras la destrucción de la URSS.
La simpatía activa por Stalin expresa el deseo de volver al camino socialista, de castigar a tanto criminal que se ha hecho con el poder, el orgullo legítimo frente a la titánica victoria sobre el fascismo que salvó a la Humanidad.Mientras eran los comunistas en sus iniciales manifestaciones de resistencia al poder burgués quienes exhibían de manera desafiante a comienzos de los años 90 el retrato de Stalin, son ahora un sector de las amplias masas no tan politizadas, incluidos los jóvenes, quienes se han apropiado de su figura.
Frente al prestigio creciente de Stalin, es llamativo el olvido absoluto en el que ha caído la figura de Nikita Jrushev, el líder soviético que en el XX Congreso del PCUS en 1956 hizo del antiestalinismo doctrina oficial de la Unión Soviética, iniciando el periodo de decadencia que permitió a las fuerzas contrarrevolucionarias agrupadas en torno a Gorbachov (figura unánimemente detestada en toda la ex Unión Soviética) y Eltsin liquidar el primer Estado de Obreros y Campesinos en 1991.
Sin embargo una tarea más difícil que levantar estatuas a Stalin es echar de sus poltronas a los burgueses que se subieron a ellas desde 1991.
Fuente: Conquista de la Civilización Socialista/PrensaPopularSolidaria
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