Tenemos que conseguir entre todos y todas plantear una alternativa seria, creíble, y razonada, que sea capaz de plantar cara a los planes liquidacionistas que muchos dirigentes están planteando |
Octubre de 1938, un airado debate está teniendo lugar en el Comité Central del Partido Comunista de China, las contradicciones dentro de la organización están laminando sus posibilidades de victoria al frente del país; Mao Tse Tung se levanta pausadamente de su silla, toma la palabra, y dice: “Los servicios secretos del imperialismo japonés tratan constantemente de minar nuestro Partido y de hacer que, disfrazados de activistas, se infiltren en él colaboracionistas, trotskistas, elementos pro japoneses, degenerados y arribistas”.
Marx, al inicio de “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte”, plantea: “La historia se repite dos veces. La primera como tragedia, la segunda como farsa“. Que nadie se engañe, nosotros, los militantes de Izquierda Unida y del Partido Comunista de España no estamos asistiendo a la tragedia que vivió el PCCh; estamos presenciando la farsa. Izquierda Unida, por desgracia, no es la herramienta que emancipará a la clase obrera del yugo del capitalismo, como diría un comunista ortodoxo, y el que piense lo contrario, es que lleva demasiado poco tiempo militando en esta organización.
Sin embargo, sí es cierto que Izquierda Unida ha sido la única (y digo “única” con conocimiento de causa) organización política a nivel estatal desde hace décadas, que ha mantenido encendida la llama de la lucha de clases, que ha participado en todas y cada una de las luchas sociales que han tenido lugar en España durante los últimos 30 años, y que ha permitido, gracias a una abnegada militancia, que la izquierda española no corra la misma suerte que la italiana.