La administración Bush parece inspirarse en las políticas exteriores de dos Roosevelt: Theodore, el de la “mano dura”, y Franklin Delano, el de la “diplomacia del dólar”.
Un ejemplo reciente lo confirma: un garrotazo al rebelde Ecuador y “buena vecindad” con el complaciente Paraguay.
ESTE RTÍCULO FUE PUBLICADO CON BASTANTE ANTERIORIDAD, PERO SU CONTENIDO ES MUY ILUSTRATIVO Y POR TANTO LO INSERTAMOS EN NUESTRO PORTAVOZ
Por Roberto Bardini (Bambú Press)
Dos Roosevelt fueron presidentes de Estados Unidos. Ambos descendían de colonos holandeses, estaban lejanamente emparentados y se graduaron en Harvard. Pero cada uno tuvo su propio estilo en política exterior.
Theodore Roosevelt (1858-1919), mandatario número 26 de la Unión Americana, era republicano y aplicó la política del “gran garrote” o mano dura. Franklin Delano Roosevelt (1882-1945), presidente número 32, era demócrata y utilizó “la buena vecindad” y el dólar.
En el fondo, los dos buscaban lo mismo: la hegemonía estadounidense a nivel mundial que, bien entendida, comenzaba por casa. Es decir, por el patio trasero, América Latina. Hoy, George W. Bush se inspira en uno y en otro.
El mandato de Theodore Roosevelt se extendió dos períodos, de 1901 a 1909. Antes, en 1898, había sido subsecretario de Marina y dirigió los preparativos para la guerra contra España por el dominio de Cuba. En 1903, impulsó la separación de Panamá respecto de Colombia para construir un canal de navegación que comunicara los océanos Atlántico y Pacífico en beneficio de Estados Unidos. Ese año estableció la base militar de Guantánamo en territorio cubano.
Después de su reelección en 1904, Theodore reafirmó la doctrina Monroe, reservando a su país el derecho a mantener el orden en el hemisferio occidental y lanzó la definición política de “gran garrote”. Hablaba en serio: invadió República Dominicana (1905) y Cuba (1906). Cuando en 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, fue uno de los críticos más duros de la política de neutralidad del presidente Woodrow y demandó que Estados Unidos interviniera en apoyo de Gran Bretaña, lo que finalmente ocurrió en 1917.
Franklin Delano Roosevelt, en cambio, proclamó la política del “buen vecino”. Fue el único presidente en la historia de Estados Unidos que gobernó cuatro periodos consecutivos (1932-1945) y tuvo tiempo de sobra para recubrir el puño de hierro con un guante de terciopelo.
En los dramáticos años 40 se apoyó en una variada fauna de dictadores latinoamericanos, como el dominicano Rafael Leónidas Trujillo, el salvadoreño Maximiliano Hernández Martínez, el haitiano François Duvalier y el nicaragüense Anastasio Somoza García. Precisamente de Somoza dijo Roosevelt: “Es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Tenía razón: el hijo de puta nativo resultó más barato y eficaz que una compañía de marines .
La administración Bush se inspira en Theodore y Franklin Delano, según el caso. Un ejemplo reciente lo confirma: mano dura con el rebelde Ecuador; “buena vecindad” (y un puñado de dólares) con el complaciente Paraguay.
Estados Unidos suspenderá la ayuda militar a Ecuador por no otorgar inmunidad a militares y funcionarios norteamericanos en su territorio. El apoyo se estima en 70 millones de dólares anuales. La intención de Washington es que la mayoría de países acepten el artículo del Estatuto de Roma, que impide la acción de la Corte Penal Internacional (CPI) en caso de que se cometan genocidio, crímenes de guerra y casos de lesa humanidad. Según el Pentágono, 102 países han firmado ese convenio. La vicepresidenta de Asuntos Internacionales del Congreso ecuatoriano, Ana Lucía Cevallos, dijo que el país no debe ceder ante los “chantajes” de Estados Unidos.
El gobierno de Paraguay fue menos digno y abrió sus puertas a un contingente de militares estadounidenses después que el Senado les concediera inmunidad. Simultáneamente, la embajada norteamericana anunció el viernes pasado que su país le otorgará ayuda económica “para fortalecer la lucha contra la corrupción, el lavado de dinero y el terrorismo”.
Alrededor de mil soldados norteamericanos permanecerán en territorio paraguayo hasta el 31 de diciembre de 2006. Las tropas no tendrán que responder judicialmente por los daños que causen al medio ambiente, la salud y los recursos de la población. Se beneficiarán, además, con “liberación aduanera sobre la importación y exportación, la exención de inspección e impuestos locales para los productos, propiedades y materiales”. También se les reconocerán las matrículas médicas y las licencias de conducción de vehículos que traigan de su país.
Brasil y Argentina se negaron a otorgar estos privilegios de las épocas del “gran garrote” y la “buena vecindad”. A diferencia de los legisladores paraguayos, parece que ni Lula da Silva ni Néstor Kirchner quieren ser recordados en Estados Unidos como “nuestros hijos de puta”.
Fuente: Bambú Press/PrensaPopular Comunistas Miranda http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/ Correo: pcvmirandasrp@gmail.com
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