Por; OFRANEH
A partir del 28 de junio en Honduras se ha dado un salto atrás histórico, revertiendo el país a la infortunada época de las botas militares como eje de gobernanza y destierro de los derechos humanos.
El golpe de estado se encuentra enraizado en la política de los neocon(servadores) de la época del régimen Bush, los que comenzaron desde hace años una ofensiva para frenar al movimiento social latinoamericano y los logros que han obtenido en el continente.
No obstante el supuesto cambio político acontecido en los Estados Unidos, su estrategia en el manejo de sus relaciones con las consideradas colonias de ultramar, no ha sido alterado; y lo que se ha establecido como su inclinación por "las guerras preventivas", en este caso se redujo a un golpe de estado preventivo, con una aroma de intervención en los asuntos internos de Honduras, de parte del Departamento de Estado y el Pentágono.
Después de las reacciones iniciales de repudio al golpe de parte de Barack Obama y las titubeantes declaraciones de Hillary Clinton, la que no se atrevió a declarar los acontecimientos como un golpe de estado, quedó en el aire la ambigüedad del gobierno de Estados Unidos, y las dudas sobre su participación en el golpe de estado se incrementaron.
Honduras posee una dramática historia hilada a través de una serie de golpes de estado e intervenciones de Estados Unidos. En el corazón del país se encuentra la base militar estadounidense Soto Cano, la cual cuenta con la presencia de más de 600 efectivos estadounidenses y la pista más larga del istmo centroamericano. Honduras en tope de todo, se prestó para convertirse en una punta de lanza de imperio con el propósito de atacar a Nicaragua durante la década de los años 80, siendo la Base Soto Cano un legado de esa guerra fratricida.
El Presidente Manuel Zelaya aceptó de buena fe a instancias de la Sra. Clinton la mediación del Presidente costarricense Oscar Arias, abriendo un interregno de negociaciones, que se convirtió en una compra de tiempo para ratificar a los golpistas y esperar diluir el movimiento social que ha respaldado de forma persistente y heroica el retorno a la institucionalidad.
Sin embargo las supuestas negociaciones han estado plagadas de contradicciones e intervenciones de parte de la Sra. Clinton y sus agentes. En la primera ronda de negociaciones en San José, el Sr Bennett Ratcliff fue consultado paso a paso por la delegación golpista (1) http://www.dailykos.com/story/2009/7/14/04917/9270 , mientras Lanny Davis fue contratado por empresarios hondureños para efectuar un cabildeo en Washington a favor del gobierno de facto. Existe la enorme casualidad que tanto Ratcliff como Davis son abogados cercanos a Hillary Clinton, destacándose Davis durante la campa del 2008 como un especialista en atacar a Barack Obama (2) www.nytimes.com/2009/07/13/world/americas/13honduras.html .
El golpe de estado ha sido categorizado por los golpista como una sucesión constitucional, abriendo puertas a una nueva modalidad de golpe. Si en el siglo XIX, con la creación de las nacientes repúblicas en América Latina, se dio lugar a un caudillismo que ha sido retratado a la saciedad por nuestra imaginativa literatura, prolongándose hasta la figura del despótico Augusto Pinochet, ya para las postrimerías del siglo XX se presentan los golpes de segunda generación, tal como el efectuado por Alberto Fujimori en 1992, cuando cerró el Congreso en el Peru, acción imitada un año después por Elias Serrano en Guatemala.
El caso de Honduras puede dar inicio a una nueva tendencia, golpes de estado de tercera generación o preventivos, fraguados por el poder judicial en contubernio con el legislativo y por supuesto con la venia de los militares. Esta estrategia sería determinante para frenar los logros sociales que se vienen cosechando en el continente y destruir el bloque económico que surge con el ALBA, específicamente en países con enorme potencial energético.
Las violaciones sistemáticas a los derecho humanos, acompañados por un estado de sitio que ha durado prácticante un mes, y la denegación al derecho a la movilidad que se está dando en la frontera con Nicaragua, además de la cacería humana de los manifestantes que apoyan al depuesto presidente, es una responsabilidad directa del gobierno estadounidense, en especial de la Sra Hillary Clinton, la cual parece estar pasando una cuenta personal sobre la actitud asumida por Mel Zelaya y el Estado de Honduras en la última reunión del OEA en San Pedro Sula, un mes antes del golpe, en la cual el organismo interamericano finalmente corrigió su nefasta política hacia Cuba.
Los días pasan y el pueblo hondureño continua demostrando su repudio a los golpistas, pequeña oligarquía y por ende a las políticas imperialistas de los Estados Unidos. Es hora que la administración Clinton-Obama asuma responsabilidad de los hechos y aclare de una vez por todas su posición. Los golpes de estado no generan la confianza de los pueblos y destruyen cualquier posibilidad de acercamiento a América Latina. Los días de la hegemonía han caducado y el imperio puede comenzar a recibir en su seno a la serie de torturadores y saqueadores de turno que nos han impuesto durante el último siglo.
Dado en La Ceiba, a los 27 días de Julio de 2009
OFRANEH
Fuente: Bellaciao.Org/Edición de: PrensaPopularSolidaria_ComunistasMiranda (PPS_CM)
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/
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