Cualquier observador atento a lo que ahora mismo sucede en los “países al sur del Río Grande”, como se decía hasta hace poco un tanto despectivamente, o sea “en el patio trasero de Estados Unidos”, como creo yo habrá también que dejar de decirse algún día, tiene que darse cuenta del súbito cambio que viene operándose en las relaciones interamericanas de unos años para acá.
La dominación yanqui está perdiendo terreno, poco a poco, y las causas pueden ser explicadas de diferente modo, es cierto, aunque en común tienen el hecho de haber perdido Estados Unidos mucho de aquel brío agresivo que lucían en tiempos de la Guerra Fría. En efecto, el sueño de dominación mundial se ha desvanecido y sus imperialistas lo que ahora pretenden es atrincherarse por acá para poder enfrentar, de algún modo, sobre todo a las nacientes potencias asiáticas y a la vez al grupo de ciertas renacientes potencias europeas.
Lo que se hace cada día más evidente es que el gigante yanqui ha quedado herido mortalmente, igual que le sucedió a la URSS, por el gasto armamentista desmesurado durante nada menos que unos cuarenta años. Ningún pueblo puede soportar semejante sangría, pese a que en el caso de los yanquis, ellos aminoraban dicho costo con los recursos que extraían de países como nuestra Venezuela.
La realidad de hoy es que, poco a poco, han ido surgiendo países de este continente americano que desafían, de algún modo y en grados un tanto diferenciados, el control que sobre ellos tenía Washington. Cosa que solamente Cuba, gracias al apoyo decisivo de la URSS, viene haciendo desde la década de los años ’60 con pleno éxito y la admiración del mundo entero. También otros lo intentaron en esa época, como fue el caso de aquel movimiento guerrillero venezolano de entonces, pero “murieron en el intento”….
Si revisamos la historia, veremos que la penetración imperialista de los yanquis se efectuó gradualmente, y se podrá constatar que no llegó a ser completa sino como uno de los resultados más significativos de la II Guerra Mundial, como fue la virtual disolución del imperio británico.
Hasta entonces Inglaterra había sido la gran rival que se equiparaba con Estados Unidos en nuestro continente. En Venezuela, por ejemplo, la explotación de nuestro petróleo se la repartían por igual la Shell y la Standard Oil, una inglesa y la otra yanqui.
Todavía no podemos decir que nuestro petróleo es enteramente lo que deberá ser algún día, ya que en buena parte su explotación la siguen haciendo empresas extranjeras.
De todos modos, el pueblo venezolano siente hoy mayoritariamente que estamos avanzando hacia la plena recuperación de la soberanía nacional.
Asimismo, nuestro pueblo siente que no estamos nosotros solos en tal camino, que también hay otros pueblos hermanos que de una u otra forma marchan en igual dirección. Y allí, en la unificación de los esfuerzos, está la clave del éxito final.
Ya Simón Bolívar lo dijo hace dos siglos, y lo intentó en la práctica con el gran Congreso de Panamá, en 1826. Un intento que finalmente resultó fallido por maniobras conjuntas del todavía para entonces nonato imperialismo yanqui y de su padre inglés.
No podemos ignorar que la consigna de los yanquis sigue siendo la misma, “divide y vencerás”, que la de los ingleses. Los avances de hoy se convertirían seguramente en retrocesos de mañana si nos dejamos llevar a conflictos, de cualquier tipo, internos o externos, con nuestros hermanos.
Para poder avanzar sin retroceder, ningún arma podrá suplantar a la unidad, no lo olvidemos
Para poder avanzar sin retroceder, ningún arma podrá suplantar a la unidad, no lo olvidemos
Fuente: PrensaPopularSolidaria http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/ Correo: pcvmirandasrp@gmail.com .
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