Por: Jean-Paul Piérot
¿Cuánto tiempo habrá que seguir esperando ? ¿Cuántos muertos tendremos que contabilizar aún para que se reconozca lo evidente ? La guerra llevada a cabo por la OTAN desde octubre de 2001 es un fracaso irreversible. Casi una década de presencia militar en Afganistán ha causado una situación paradójica : a pesar de que los talibanes ya no dirigen el gobierno central ni la ciudad de Kabul, de donde fueron expulsados durante las primeras horas de la intervención militar, hoy son más fuertes que nunca.
Las pérdidas humanas aumentan al ritmo de los bombardeos de la coalición dirigida por Estados Unidos. Familias que celebran una boda, paupérrimas casas en ruinas de pastores o convoyes que transportan alimentos son destruidos, daños colaterales de una guerra ciega. Las listas de soldados americanos, franceses o británicos muertos en el atolladero afgano se alargan a un ritmo cada vez mayor, sin que se vislumbre ninguna salida de la crisis en el horizonte. Como si la guerra durara por durar, por una falta de valentía política, de voluntad para resolver el conflicto.
Ahora bien, se trata de un fracaso previsible. Esta guerra estaba condenada de antemano, ya que los objetivos fijados por George Bush no podían tener otro efecto que levantar a la población en contra de las tropas extranjeras, vistas enseguida como un ejército de ocupación. La guerra contra todo un pueblo, como respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001, reivindicados por el saudí Osama Bin Laden, ha sido percibida como una profunda injusticia.
Las diatribas de Bush sobre el “choque de civilizaciones” sólo han avivado las tensiones con el mundo musulmán, y más concretamente con el Sur. El mundo occidental, en especial Europa, fue incapaz de liberarse de la dominación de la neoconservadora Administración estadounidense, la peor que haya conocido Estados Unidos en mucho tiempo. La Base de Guantánamo, donde hombres son encerrados durante largos años sin ningún tipo de proceso judicial o la legitimación de la tortura han favorecido la adhesión de jóvenes afganos a la causa de los talibanes. Éste es el resultado de la guerra de George Bush, caracterizada por el “no-derecho” y por el desprecio.
Dos años más tarde, sin ningún nuevo pretexto, Bush reincidía en Irak. Ante la Guerra de Irak, Francia hizo gala de una lucidez y de una valentía de las que careció en el caso de Afganistán.
Nicolas Sarkozy, quien no manifestó en ese entonces ni el más mínimo entusiasmo por la posición francesa sobre Irak, decidió en 2008 aumentar la presencia militar en Afganistán a petición de Estados Unidos y en contradicción con sus compromisos electorales.
Varios militares franceses pagaron con su vida esta decisión que vino acompañada por la vuelta de Francia al mando integrado de la OTAN. Esta inútil y contraproducente ocupación militar se salda con la muerte de más de 40 soldados franceses, sacrificados por la sumisión atlantista, por nada. Al realizar este sombrío balance no nos olvidamos de los periodistas de France 3, en cuyo favor el Ministerio de Asuntos Exteriores parece movilizarse de forma bastante discreta…
Terminar con la ocupación de Afganistán y ayudar a su pueblo a ejercer su soberanía en democracia requiere un compromiso diplomático en toda la región. Las Naciones Unidas son las únicas legitimadas para emprender un amplio diálogo que incluya a las fuerzas progresistas y feministas. Pero para ello primero es necesario un gesto significativo : la retirada de las tropas francesas.
Fuente:l*Humanité en Español/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
Encuentro de Partidos Comunistas de América Latina
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*Importante y trascendental iniciativa de los comunistas peruanos*
*Artículo de El Comunista, edición de Mayo)*
*Organizado por el Partido Comunista Peruan...
Hace 6 años
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