Por:Diego Peñalver. Especial para TP
Militante en la Célula «Alexandra Kollontai» del PCV en Monagas
En diciembre de 1934, unos 60 comunistas que habían sido apresados en diferentes redadas desde la fundación del Partido Comunista de Venezuela (PCV) en 1931, salieron de prisión después de varios años, y fueron expatriados a diferentes países, principalmente a Colombia, Francia, Panamá y España. Para ese momento, además de los comunistas venezolanos en el exilio y de los que continuaban en las mazmorras de la tiranía de Juan Vicente Gómez, había un número de militantes en la más estricta clandestinidad en diversos lugares del territorio nacional.
Así que para 1935 el PCV se encontraba muy desarticulado y, en consecuencia, varios camaradas tomaron la iniciativa de solicitar al Buró del Caribe (BC) de la Internacional Comunista (IC) asistencia para la reconstrucción del PCV en el país. En febrero de ese año el grupo de comunistas venezolanos en Trinidad envió al BC y a varios grupos de comunistas en Venezuela y en otras latitudes el aviso de la realización de una Conferencia Nacional organizativa del Partido, pero, según consta en los Archivos de la IC en Moscú, el BC se opuso rotundamente y sugirió que esa Conferencia no se realizara «[…] hasta tanto los camaradas del interior[de Venezuela] no estén en capacidad de participar en ella con el envío de delegados».
El Comité Organizador
Varios de los grupos propusieron entonces el ingreso clandestino de cuadros organizadores que se encontraban en el exterior para empezar a trabajar con miras a la Conferencia Nacional del PCV y posterior reestructuración del Partido. En particular, como indican también los documentos de los Archivos de la IC, en abril de 1935 se propuso al BC establecer «[…] un Organismo Constructor del PCV integrado por los camaradas del interior y del exterior que centralizara todas las actividades, coordinara, guiara y dirigiera los trabajos adentro y fuera del país, organizara las oficinas técnicas necesarias para editar el Órgano Central del Partido». El 20 de agosto, el VII Congreso de la IC aceptó al PCV como miembro efectivo de la organización comunista mundial.
El Comité Organizador (CO) del PCV inició sus actividades de inmediato en absoluta ilegalidad y persecución, situación que se mantuvo tras a la muerte del dictador en diciembre de 1935, puesto que el Inciso 6º del Artículo 32 de la Constitución Nacional, vigente desde 1928 y reformado en 1936 para darle todavía mayor fuerza y contundencia represiva, prohibía las actividades comunistas como actos de traición a la patria, y las castigaba con las más severas penas.
Desde fines de 1935, comenzaron a retornar clandestinamente los comunistas que se encontraban expatriados; muchos ya estaban en el país y en plena actividad el 14 febrero de 1936, cuando se realizó en Caracas y Valencia una gran jornada de protesta popular por la ampliación de las libertades democráticas, dirigida por la Federación de Estudiantes de Venezuela (FEV) y la Asociación Nacional de Empleados (ANDE).
La gran huelga petrolera
Al mismo tiempo comenzó la constitución abierta de partidos policlasistas «de izquierda», como el Partido Republicano Progresista (PRP) en Caracas, en el cual militaban masivamente los comunistas, el Movimiento de Organización Venezolana (ORVE), en el cual militaban muchos de la corriente aprista-socialdemócrata que dieron después origen al partido Acción Democrática, y el Bloque Nacional Democrático (BND) en el Zulia, en el cual participaban personas de distintas corrientes progresistas, incluyendo destacadamente a los comunistas. Estas organizaciones crearon en junio de 1936 un «partido único de izquierdas» llamado Partido Democrático Nacional (PDN).
Entre diciembre de 1936 y enero de 1937, tuvo lugar uno de los episodios de mayor combatividad y heroísmo de la clase obrera de Venezuela, la primera gran huelga petrolera, organizada y dirigida por la Unión Sindical Petrolera de Venezuela (USPV), fundada ese mismo año por todos los sindicatos de la industria. Este fue un conflicto dirigido principalmente por militantes del PCV, que constituían la fuerza determinante en esa organización.
Como consecuencia de la huelga petrolera, el gobierno desató una nueva ola de represión, que incluyó en febrero de 1937, apenas unos días después del final de la huelga, el decreto de ilegalización de todos los partidos considerados de izquierda y sus periódicos. Fueron prohibidas también las actividades de la FEV y de diversos sindicatos, y numerosos dirigentes estudiantiles, políticos y sindicales fueron desterrados a bordo del vapor «Flandre». Entre los expulsados del territorio nacional se contaban Gustavo Machado, Salvador de la Plaza y Rodolfo Quintero, acusados de violar el Inciso 6º del Artículo 32 constitucional.
Se realiza la Primera Conferencia
El 8 de agosto de 1937, en la ciudad de Maracay, específicamente en el domicilio del camarada Víctor Paiva, se realizó por fin, en difíciles condiciones de extrema clandestinidad, la Primera Conferencia Nacional del PCV. En esta Conferencia participaron 17 delegados y cuatro auxiliares de logística y organización, provenientes de las siete regiones del país en las que el Partido contaba entonces con organismos regulares.
Los delegados asistentes fueron: por Carabobo, Francisco «Kotepa» Delgado, Antonio José León y Luis Evaristo Ramírez; por el Distrito Federal, Alfredo Conde Jahn, Fernando González, Pedro Juliac, José Antonio Mayobre y Miguel Otero Silva; por Lara, Andrés Guevara, Emigdio Peña y Pedro Pablo Piña; por Sucre, Juancho Castro; por Táchira, Julio Álvarez Corvaia; y por el Zulia, Jacobo Belzicky, Jesús Faría, Espartaco González y José Martínez Pozo. La comisión de apoyo estaba integrada por Miguel Ramón Oviedo, Lourdes de Paiva y Víctor Paiva, de Aragua, y Fernando Key Sánchez, del Distrito Federal.
El tema central de los debates de la Conferencia era si los comunistas venezolanos debían «dar la cara», esto es, si los marxistas-leninistas debían abandonar los partidos policlasistas como el PDN, y organizar y levantar al PCV como partido autónomo en el territorio nacional con propaganda y programa propios. La gran mayoría de los delegados aprobaron hacerlo así y, en consecuencia, el PCV, por primera vez desde su fundación seis años antes, comenzó a tener una estructura orgánica nacional, una dirección centralizada y un correaje interno de comunicación que cubría todo el país.
La Primera Conferencia Nacional designó en ausencia a Juan Bautista Fuenmayor como Secretario General, y a Jorge Saldivia Gil como Secretario General Provisional, y encomendó al nuevo Comité Central la elaboración de tesis políticas sobre la situación sindical, campesina, femenina, estudiantil, del país.
Se decidió además publicar y distribuir propaganda de perfil específicamente clasista, con orientación marxista-leninista, y firmada por el PCV; en particular, la Conferencia acordó la preparación y distribución de un Manifiesto en que se anunciaba al pueblo la organización del Partido a nivel nacional y se fijaba posición ante los problemas de Venezuela, así como la reaparición del órgano informativo El Martillo, que había sido descontinuado tras la muerte de Juan Vicente Gómez.
Así fue como los comunistas venezolanos, siguiendo los principios leninistas del Partido de Nuevo Tipo, decidieron «dar la cara» para luchar junto al pueblo contra el imperialismo y la explotación capitalista. Hoy, ochenta años después, y con renovados bríos, el PCV continúa dándole la cara al pueblo trabajador de la ciudad y el campo, para cumplir la misión histórica de la conquista del poder y el triunfo de la revolución proletaria y popular.
Fuente: Tribuna Popular/PrensaPopularSolidaria
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