Por: Mario. R. Fernández
Recuerdo que en las tardes, en el hotel Montecarlo se encontraban muchos hombres maduros y jóvenes de izquierda, porque el tema de la política era el centro de la vida social, y junto al vino blanco con rodajas de limón, se discutía muchas veces sobre las contradicciones que tenía la Unidad Popular en la región, tema que levantan particularmente los jóvenes. Muchas personas importantes del frente político del gobierno de Allende eran gente jerárquicas y adineradas, porque aunque la sociedad magallallánica tenía apariencia de más democrática era conocimiento común que los ricos de Magallanes eran muy corruptos y que muchos de ellos se habían enriquecido con el contrabando y otras actividades ilegales.
Además, era visible que gran parte de las clases medias estaban más dedicadas al consumismo y al arribismo que al proceso que vivía el pais. Sin duda el sostén del proceso era el pueblo trabajador magallánico, muy sacrificado y honesto, gente con palabra y honor. Quizás todo esto quedó guardado por muchos años como en un baúl, como se guardan las cosas del pasado, y la protesta de Magallanes en enero de este año es un signo de que ha llegado el momento de revisar el pasado, demostrarndo que esa historia de luchas no fueron en vano.
En años de la Unidad Popular, como seguramente sigue siendo ahora, la economía de Magallanes dependía mucho del Estado chileno. Durante la dictadura y los gobiernos de la Concertación el proyecto regional fue destruído, al destruirse la CORMAG. La Administración Pública, las Fuerzas Armadas y la Enap eran el sostén de la zona. La ideología imperante en todo Chile ha revindicado el papel de los “pioneros”, pero estos han sido verdaderos nuevos conquistadores que levantaron fortunas importates a principios del siglo 20 en base a la usurpación de tierras fiscales, el genocidio contra los aborígenes de la región, monopolios y explotación al pueblo magallánico.
Con la vuelta a los “pioneros” se quiere imponer la idea de que el capitalista privado es, y ha sido, fundamental para el desarrollo de la zona, pero la verdad es que sin que el Estado juegue ese papel fundamental como proveedor e inversionista, toda la región sería muy poco desarrollada y muy poco habitada. Sin duda, Magallanes, como tantas otras regiones del mundo, y los magallánicos tendrán que enfrentar grandes desafios en un futuro no muy lejano. Su principal motor económico, que fué por muchas décadas Enap-Magallanes está en vias de extinción, el colapso del gas natural se ve muy cercano, y los recursos del mar también se están terminando. Estos tiempos difíciles convocarán nuevamente al pueblo magallánico al protagonismo, tendrán que definir su destino.
Un día, por las circunstancias y mi propia voluntad, dejé Magallanes. Quizás no vuelva nunca más a residir en esas tierras de la Patagonia chilena, pero disfruto siempre con la amena lectura de las páginas escritas por sus talentosos narradores, poetas y ensayistas -Ramón Diaz Eterovic, Pavel Oyarzún, Rolando Cárdenas entre muchos otros. Gracias a ellos vuelvo a caminar por sus calles, su pampa de coirones o sus bosques de árboles torcidos por el viento, en los muchos días grises y fríos que viven quienes habitan esas lejanías.
Y desde donde estoy, lugar ventoso también en el otro extremo del continente americano, bañado por las aguas del Atlántico, rindo honor a todos aquellos que con su honor, consciente y hasta inconscientemente, han luchado y luchan por defender los derechos básicos y muestran un ejemplo valeroso al resto del país con sus acciones dignas.
Fuente: Bellaciao.Org/PrensaPopularSolidaria
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