Se ve a él mismo muriendo.
Tiene nueve años y durante el día aguarda a que le llegue la hora. La muerte se ha llevado a parientes, amigos y vecinos suyos, ¿por qué no le iba a tocar a él? Así que Mohamed está a la espera.
Vive con su familia en una escuela de la UNRWA en el oeste de la ciudad de Gaza.
Durante el día, los niños juegan en el patio, mientras que los hombres fuman a la sombra de los árboles. Las risas infantiles se entremezclan con las preocupaciones que expresan los adultos en sus conversaciones.
Por la noche, sin embargo, reina la calma. Yacen en los colchones que se han repartido por las clases de la escuela y esperan que la lluvia de misiles.
Más de 250.000 personas han buscado la protección de las instalaciones de la UNRWA. La cifra total de desplazados internos, sin embargo, es mucho mayor.
Según estima la ONU, casi una cuarta parte de los 1,8 millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza se ha visto obligados a huir: ya sea porque el Ejército israelí les ha instado a ello, porque los combates en su barrio se han vuelto cruentos o sencillamente porque temen por su vida.
«Lo normal en un conflicto es que las personas puedan salir de la zona, ir a algún lugar donde no haya guerra», dijo Andrew Gardiner, colaborador de la Cruz Roja.
Sin embargo, los Palestinos no pueden salir de la Franja: Israel solo deja salir a personas en casos excepcionales y Egipto ha cerrado su frontera. «En Gaza no hay ningún lugar que sea seguro», agrega.
La familia de Mohamed vivía antes de la guerra en un edificio de tres plantas en Sayaiya. Cuando comenzaron los combates en el barrio, los Al Hilu se marcharon con unos parientes al centro de la ciudad de Gaza. Eran 33 personas en una casa. Finalmente decidieron irse a una escuela de la UNRWA, donde ahora se hacinan 800 personas.
Las Naciones Unidas reparte alimentos, agua y medicamentos, pero el conflicto en Gaza les ha colocado también ante una situación límite: apenas hay electricidad, el agua escasea y ya hay casos de sarna.
«Vivimos como animales», dice Riad al Hilu, el padre de Mohamed.
Tiene nueve años y durante el día aguarda a que le llegue la hora. La muerte se ha llevado a parientes, amigos y vecinos suyos, ¿por qué no le iba a tocar a él? Así que Mohamed está a la espera.
Vive con su familia en una escuela de la UNRWA en el oeste de la ciudad de Gaza.
Durante el día, los niños juegan en el patio, mientras que los hombres fuman a la sombra de los árboles. Las risas infantiles se entremezclan con las preocupaciones que expresan los adultos en sus conversaciones.
Por la noche, sin embargo, reina la calma. Yacen en los colchones que se han repartido por las clases de la escuela y esperan que la lluvia de misiles.
Más de 250.000 personas han buscado la protección de las instalaciones de la UNRWA. La cifra total de desplazados internos, sin embargo, es mucho mayor.
Según estima la ONU, casi una cuarta parte de los 1,8 millones de palestinos que viven en la Franja de Gaza se ha visto obligados a huir: ya sea porque el Ejército israelí les ha instado a ello, porque los combates en su barrio se han vuelto cruentos o sencillamente porque temen por su vida.
«Lo normal en un conflicto es que las personas puedan salir de la zona, ir a algún lugar donde no haya guerra», dijo Andrew Gardiner, colaborador de la Cruz Roja.
Sin embargo, los Palestinos no pueden salir de la Franja: Israel solo deja salir a personas en casos excepcionales y Egipto ha cerrado su frontera. «En Gaza no hay ningún lugar que sea seguro», agrega.
La familia de Mohamed vivía antes de la guerra en un edificio de tres plantas en Sayaiya. Cuando comenzaron los combates en el barrio, los Al Hilu se marcharon con unos parientes al centro de la ciudad de Gaza. Eran 33 personas en una casa. Finalmente decidieron irse a una escuela de la UNRWA, donde ahora se hacinan 800 personas.
Las Naciones Unidas reparte alimentos, agua y medicamentos, pero el conflicto en Gaza les ha colocado también ante una situación límite: apenas hay electricidad, el agua escasea y ya hay casos de sarna.
«Vivimos como animales», dice Riad al Hilu, el padre de Mohamed.
Fuente: DPA/Palestina Libre/PrensaPopularSolidaria
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