Entrevista con Mauro Iasi, candidato presidencial del Partido Comunista Brasileño (PCB). En la conversación, pone de relieve el proceso de reconstrucción del partido político más antiguo de Brasil y también lo que considera la principal necesidad de las fuerzas contrahegemónicas, incapaces de formar el llamado Frente de Izquierda en 2014. En su opinión, este desafío continúa planteado, incluso en el sentido de aglutinar fuerzas extrapartidarias. |
Entrevista con Mauro Iasi, candidato presidencial del Partido Comunista Brasileño (PCB).
Por: Gabriel Brito y Valeria Nader
“Hemos demostrado que es posible participar en el debate electoral
sin rebajar el programa, sin fantasear ni disfrazar nuestras verdaderas
intenciones. Nuestra lucha, ya bastante larga, es contra la
mercantilización de la vida, orienta la lucha por la educación, la
salud, la cultura, el acceso a bienes y servicios esenciales, lo que
podemos ver en la práctica en la campaña”, dijo Iasi.
En el contexto general de la elección, Iasi lamenta los “12 años de
proceso de despolitización” representado por la opción del PT de llevar
adelante un proyecto socioeconómico conciliador que ignoró los intereses
de clase y en ningún momento llamó a sus bases a luchar. Y para los
tiempos que requieren más instrumentos de participación política, el
candidato comunista critica un sistema electoral que sólo ofrece
oportunidades de triunfo a los previamente sometidos a las grandes
empresas.
“Es un debate muy empobrecido. Quien hace el contrapunto es la
izquierda, que sufre con la imposición de una política absolutamente
centrada en el pragmatismo y desconectada de los intereses de clase, lo
que ayudaría a la gente a entender la naturaleza de los proyectos y
elegir a quien representa en realidad sus intereses”.
-¿Cómo ves el momento político actual con las próximas elecciones?
-Estamos en una coyuntura electoral que expresa el resultado de un
largo período de despolitización en Brasil. Por desgracia, nos
encontramos en un contexto donde las elecciones terminan centrándose en
personas e iniciativas individuales. Poco se debate sobre los proyectos
reales y, menos aun, sobre los intereses de clase que están detrás de
cada alternativa. Este proceso de despolitización se produce por 12 años
de un gobierno de pacto social, que apostó a una baja diferenciación de
las propuestas, lejos de una verdadera concepción de gobierno con
políticas sociales, con propuestas de aplicación de un modelo de
desarrollo que se diferenciara claramente de las alternativas de la
burguesía y el gran capital y en favor de los intereses de la clase
obrera.
En ningún momento, el gobierno movilizó a su base social en defensa
de las propuestas quizá obstaculizadas por una supuesta mayoría
conservadora en el Congreso. Por el contrario, el gobierno facilitó el
debate y la implementación de medidas como la reforma de las pensiones,
la paralización de la reforma agraria, la flexibilidad de los derechos
laborales y la prioridad para el agronegocio (como lo que se hizo con el
Código Forestal). Todo esto sin que la población fuera mínimamente
convocada para defender sus intereses a través de la organización
autónoma y de la diferenciación didáctica de concepciones sobre la
naturaleza de los proyectos en disputa.
Situación que ahora culmina en un contexto electoral en el que la
población no tiene elementos para discernir las propuestas y que están a
punto de embarcarse de nuevo en una alternativa de cambio que cambie
muy poco. Ya sea en el campo de Dilma o de Marina.
Una vez más, Dilma y el PT intentan el discurso de que lo necesario
fue hecho, pero ahora vendrá el verdadero cambio. Nos reservamos el
derecho a dudar, porque fue el mismo discurso del segundo mandato de
Lula y el de la llegada de Dilma. Ahora aparece una vez más, pero, de
hecho, el gobierno y la campaña de Dilma demuestran claramente la opción
de continuar por el camino elegido hasta ahora. Marina, a su vez, no
presenta alternativa de cambio. Ella capitaliza los deseos de poner fin
al ciclo del PT, con concepciones que varían desde las más conservadoras
hasta las que no se identifican con un gobierno así, pero no trae
ningún cambio sustantivo en el debate político brasileño. Ella misma es
la reedición de medidas muy conservadoras en el ámbito económico,
reafirma el nivel establecido por F.H. Cardoso y, desde el punto de
vista de la política social, no indica ningún elemento nuevo. Por el
contrario, en este campo también representa el pensamiento conservador.
Por último, Aecio es la expresión misma de la política conservadora y
privatizadora.
Por lo tanto, es un debate muy empobrecido. Quien hace el contrapunto
es la izquierda, que sufre con la imposición de una política
absolutamente centrada en el pragmatismo y desconectada de los intereses
de clase, lo que ayudaría a la gente a entender la naturaleza de los
proyectos y elegir a quien representa en realidad sus intereses
-¿Cuáles son, en su opinión, los principales problemas y
temas que enfrenta el Brasil de hoy y, en sus aspectos más
fundamentales, cómo se ajusta el PCB a este escenario y con qué programa
se presenta en estas elecciones de 2014?
-El PCB formuló su propuesta de participación en las elecciones a
partir de nuestro Congreso y de la lectura que tenemos de Brasil y sus
desafíos.
Estructuramos el programa en cinco ejes.
El primero (eje) declara que Brasil completó un ciclo capitalista y
exactamente por eso produce una serie de problemas en el acceso de la
población a derechos esenciales, como el derecho a la vida, vivienda,
alimentación, educación, salud, transporte. Es decir, afirmamos una
política de desmercantilización de la vida, que nos sitúa claramente a
favor de la idea de que se trata de bienes y servicios esenciales para
la vida humana y por lo tanto deben ser ofrecidos por el estado de forma
pública, universal y gratuita.
El segundo eje se refiere a las condiciones económicas para llevar a
cabo la primera. Es posible proteger todos los derechos, pero hay que
cambiar profundamente la forma económica por la cual el país ha sido
conducido en los últimos 20 años. En este eje, se propone la reversión
de las privatizaciones y el control por el estado de los sectores clave
de la economía como la minería, la energía, las infraestructuras de
transporte, puertos y aeropuertos. Y una profunda reforma agraria,
combinada con la reforma urbana. Tanto una como la otra, en nuestra
opinión, están en el eje para garantizar la socialización de la vida y
de las condiciones necesarias para producir una mayor sociabilidad del
pueblo brasileño.
El tercer eje se refiere a las condiciones políticas para la
realización de tales tareas y, por tanto, la socialización de la
economía y la desmercantilización de la vida. Tiene que ver, por lo
tanto, con una crítica que a nuestro modo de ver emergió claramente en
las jornadas de junio, cuestionó los límites de la democracia
representativa y cobró formas de democracia directa. Tales protestas
cuestionaron las bases del presidencialismo de coalición que ha
prevalecido, donde los partidos hacen su juego en el mercado electoral
(financiados por las grandes empresas) y formando un Congreso
absolutamente servil a los intereses privados de los grandes grupos
económicos en el país. A través de este presidencialismo de coalición,
estos grupos controlan y limitan la acción del Poder Ejecutivo y lo
ponen a su servicio. En resumen, una gobernabilidad “por arriba”,
negociada a través de cargos en el gobierno, enmiendas al presupuesto,
financiamiento de campañas …
Para romper tamaño círculo vicioso, es necesario establecer formas de
poder popular, ya sea a través de las más inmediatas, los concejos, o
más perfeccionadas, como los órganos de poder popular. También existe la
posibilidad, en caso de una victoria, de sustentar la gobernabilidad en
la autoorganización de la población, sin caer en la trampa del
presidencialismo de coalición. Los órganos, consejos o asambleas serían
deliberativos, en lugar de consultivos como propone la actual
Presidencia. Tampoco serían meras formas de aprobación, según lo
propuesto por Marina y su idea de referendos y plebiscitos. Serían
órganos auténticos de construcción de políticas, determinación de
prioridades y de líneas de desarrollo. Tendrían poder deliberativo, en
el sentido de formular la voluntad que el Ejecutivo debe llevar al
Congreso. Y con actuación y correlación de fuerzas que no conviertan al
gobierno en rehén de negociados, como hoy.
El cuarto elemento (eje) es acerca de la necesidad muy urgente de
garantizar los derechos, ya que hoy se han flexibilizado y relativizado
al extremo. Esto es muy grave en el contexto de la legislación laboral o
de los derechos fundamentales y humanos. No se relativizan los derechos
en las negociaciones, sino en la práctica, como se ve en la violencia
urbana que promueve la PM, al suspender derechos más elementales para
producir un verdadero genocidio.
El quinto y último eje, firmes en nuestra convicción en cuanto partido, es que
tales transformaciones en Brasil deben ser articuladas en primer lugar,
al escenario de América Latina. Por la importancia de Brasil, pero más
que eso, la necesidad de articular las fuerzas de la resistencia
antiimperialista y antimonopolista, a través de la asociación de
nuestros pueblos. En América Latina y en todo el mundo, porque la
ofensiva contra los trabajadores y los derechos fundamentales, más allá
del desafío bélico y el expansionismo imperialista, amenaza a todos los
pueblos. Y sería esencial para una transformación social, que Brasil
contribuyera en un nivel más avanzado a la resistencia mundial contra la
globalización y el imperialismo.
-Dado un cuadro tan complejo, ¿cuál es la importancia de las
elecciones de 2014 para la izquierda y cuál es su papel en las
elecciones de 2014?
-El Estado burgués logró construir una hegemonía muy sólida en
Brasil. Afirmamos, y continuamos diciendo, que era necesario expresar en
el debate electoral las demandas que surgieron en las manifestaciones
callejeras del año pasado, aunque sólo fuera para romper el consenso
sobre las cuestiones que circunscriben el debate electoral de los
límites del orden burgués. Se necesita proponer la alternativa
socialista, la necesidad de la construcción del poder popular, para
hacer frente al modelo económico, social y cultural que ha prevalecido
durante los últimos 20 años. Y la izquierda está jugando un papel
importante en las elecciones.
Sin embargo, tal como lo conocíamos, y no estamos ni un poco
sorprendidos, el espacio en las elecciones es sumamente viciado y
limitado. El sistema jurídico brasileño hoy impide que tales debates se
hagan. Incluso el TSE (Tribunal Superior Electoral), que debe velar por
la legalidad del procedimiento, tiene una actitud totalmente pasiva y
tolerante con el verdadero atropello que es el proceso electoral
brasileño. No sólo existe una enorme desigualdad económica,
proporcionada por la financiación privada de las campañas, sino que
también hay una cobertura periodística absolutamente desigual. Y cuando
hay debates, prevalece el criterio, que el TSE estipuló como correcto,
de que las bancadas parlamentarias se sumen a la discusión,
restringiendo y penalizando, por lo tanto, a los partidos que entran
ahora a tratar de cambiar.
Es una paradoja: tenemos un espacio muy limitado, como sabíamos, pero
al mismo tiempo, es muy importante ocupar incluso las más pequeñas
brechas que podemos abrir. El PCB, consciente de ello, optó por un tipo
de campaña con movilización y viajes por todo Brasil. En un volumen
mayor de lo esperado, la campaña se ejecuta en los asentamientos de la
reforma agraria, en el movimiento sindical y social, en las
universidades, en la juventud, en lo que llamamos la reconstrucción de
una vanguardia social, tan duramente golpeada en el último período.
Por lo tanto, consideramos un éxito la participación en las
elecciones. Pero la tarea real viene después de las elecciones. Tenemos
la obligación, como izquierda brasileña, de construir una alternativa al
bloque dominante. Es una tarea urgente.
-Sobre lo que llamas una tarea urgente, llegamos a otra
pregunta: sobre la posibilidad de una izquierda socialista unificada,
¿crees que se perdió la oportunidad, abierta a tal escenario por las
manifestaciones masivas de 2013?
-Estoy de acuerdo en que sería un buen momento para ejercerla.
Nosotros en el PCB defendimos la propuesta en 2006, en São Paulo, cuando
fui candidato a vicegobernador en la fórmula de Plinio de Arruda
Sampaio (PSOL) para gobernador. Siempre fuimos unos de los principales
partidarios de esta propuesta. Por desgracia, en 2010, no fue posible y
ahora en el 2014 tenemos experiencias locales de Frente de Izquierda.
Estamos juntos en la disputa de Ceará, Sergipe, Piauí, Goiás
parcialmente…
Por lo tanto, nos esforzamos mucho para que esto fuese posible. Mucho
esfuerzo, por ejemplo, se hizo para que Minas Gerais tuviera una
plancha unitaria. Lamentablemente, por diversas razones, no se produjo
en la plancha de la mayoría. La dinámica con que el PSOL, por ejemplo,
operó en la definición de su candidato fue muy difícil. Nosotros
seguimos y respetamos la autonomía de nuestros colegas y la forma en que
decidió su candidatura, pero, de hecho, también se desaceleró el
proceso e hizo imposible un Frente de Izquierda en 2014.
Pero lo que estamos viendo es que nuestras bases sociales reclaman
esa unidad. Tenemos que encontrar una manera de conseguirla. La única
cosa que podemos decir en este momento es que el método por el cual está
siendo construido el Frente de Izquierda está mal. No debemos
constituir un Frente de Izquierda por un acuerdo electoral de última
hora después de que las alternativas ya están colocadas.
No se puede esperar una próxima elección con el fin de crear un
amplio movimiento para discutir y repensar el país, a partir de una
alternativa de izquierda real. Y este amplio debate debe incluir a todos
los sectores de la izquierda, no sólo los tres o cuatro partidos de la
izquierda institucional que compiten en las elecciones de hoy.
Es necesario que se unan al proceso varias organizaciones de
izquierda que no tienen, y no quieren, registro electoral. Asociaciones,
movimientos sociales, sindicatos, movimientos que luchan por la tierra,
la juventud, con el fin de crear una onda en la que se pueda discutir
sobre Brasil y sus opciones, con el fin de lograr un proyecto de
desarrollo mínimo.
Dentro de este proyecto, tenemos que pensar en el papel de las
elecciones, si debemos participar en el proceso electoral, y cómo
participar. A partir de esta construcción colectiva, estamos seguros de
que habrá mucha más madurez para alcanzar una alternativa electoral
también para las próximas elecciones, con mayor grado de unidad.
Yo creo que si los partidos de izquierda dependen de una dinámica que
se ha establecido, difícilmente saldrá una alianza electoral, o más
bien, lo que defendemos: un Frente de Izquierda. Se necesita trabajar en
esta perspectiva, para lo cual hay mucha disposición del PCB. Además de
que, ahora más que nunca, es evidente que esta construcción es una
necesidad para el avance de la disputa política brasileña.
-Considera que, en estas elecciones, el debate abierto por el
PCB y la izquierda en general, será capaz de hacer una diferencia de
alguna manera, frente al debate del orden?
-Creo que lo hemos hecho. El PCB completa un ciclo de reconstrucción
evidente. Estamos presentes en todos los estados de la federación, en
comités provisionales o como partido ya organizado. Tenemos frentes de
masas arraigados en el movimiento de mujeres, unidad clasista en el
movimiento sindical, una nueva juventud comunista … Esta presencia ha
mejorado ahora con la campaña en curso. Creo que conquistamos avances en
un trabajo consciente, sin afanes, donde damos prioridad a la
formulación estratégica, la lectura acerca de Brasil, el ajuste de
cuentas con nuestra historia, que nos ha posicionado bien para
participar en un debate tan necesario, que sucederá en el futuro.
Además, emprendimos una lucha contra lo que algunos consideran como un "sentido común" en la
izquierda brasileña. Aquel que entiende que, al participar en el
proceso electoral, teníamos que buscar mediaciones y discursos que
implicaban rebajar o disfrazar nuestros objetivos socialistas
revolucionarios y los temas sustantivos que juzgamos necesarios, pero
que el espacio electoral no permitiría.
Demostramos que es posible participar en el debate electoral sin
rebajar el programa, sin fantasear ni disfrazar nuestras verdaderas
intenciones. Sobre todo, porque consideramos que estas intenciones se
corresponden con una objetividad que requiere respuesta. La idea de
poder popular se materializó en la crítica de las manifestaciones del
año pasado.
Nuestra lucha, ya bastante larga, es contra la mercantilización de la
vida, orienta la lucha por la educación, la salud, la cultura, el
acceso a bienes y servicios esenciales, lo que podemos ver en la
práctica en la campaña.
Otro aspecto en el que tuvimos una buena sorpresa es que la lucha por
la tierra en Brasil se encuentra en un callejón sin salida, que puede
ser productivo, rico. Los grandes movimientos de lucha por la tierra en
Brasil se han dado cuenta claramente de que el enemigo se ha movido. Ya
no es aquel latifundio tradicional y esto no es sólo una mera
distribución de la tierra. Estamos frente a una profunda transformación
agraria, agrícola, en la política de abastecimiento. Los asentamientos
de reforma agraria pueden salir del dilema perverso en el que están:
depender del estado para sobrevivir bajo una competencia absolutamente
desleal con el agronegocio.
Se necesita un salto adelante en la lucha por la tierra, así como
todos los elementos de la reforma urbana. El partido se ha posicionado
en este debate con una política que articula estos temas y ata una
visión estratégica del país, una visión socialista.
Creo que esta es nuestra gran ganancia, independientemente de los
resultados numéricos de las elecciones. Pero también esperamos tener un
crecimiento y una mayor consolidación del PCB, un importante espacio que
todavía va a ser muy útil en el desarrollo de una estrategia
socialista.
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
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