Las maniobras militares que se están llevando a cabo en Puerto Rico, disfrazadas de "ensayo de una misión humanitaria de rescate ante un hipotético desastre natural", tienen un propósito muy específico. Se trata de un simulacro de control del País por los militares en caso de una insurrección política y social de parte del pueblo trabajador en Puerto Rico.
Cuando se habla de una insurrección en Puerto Rico, ¿se está
fantaseando? ¿O se está anticipando realistamente las consecuencias
sociales y políiticas del derrumbe final del aparato colonial?
Los procesos revolucionarios no revientan de la noche a la mañana.
Casi imperceptiblemente, el deterioro de las condiciones sociales
avanza lentamente. Nos quejamos, hablamos pestes de los políticos, pero
seguimos con nuestra lucha diaria por llevar el pan a nuestras mesas,
por educar a los muchachos, por pagar la hipoteca, y en general, por
mantener las narices fuera del agua y no ahogarnos en unas condicones
que cada vez son más adversas. Se brega.
Pero llegará el día en que la cosa no aguante más. El gobierno no
tendrá con qué pagarle a los bonistas de Wall Street, y se congelará el
crédito. Los exportadores de arroz, de pollo, de medicinas, de
combustible, de piezas para los autos, en fin, de todos los artículos
necesarios para sobrevivir paralizarán los envíos a Puerto Rico. No más
fiao. Dinero alante. Se vaciarán las tablillas de los colmados. Se
apagará el País, se detendrá el sistema de acueductos, no habrá
medicinas.
Se puede pensar que el pueblo se va a echar a llorar dócilmente, y
a esperar que los americanos vengan a socorrernos. Pero nosotros
pensamos diferente. Pensamos que, guiados por la clase trabajadora, las
masas laboriosas de este País se van a lanzar a la calle a pedirle
cuentas a los mequetrefes de todos los partidos políticos que han
estado viviendo como príncipes, mientras que a los que trabajamos y
mantenemos esta sociedad a flote nos arropa la mierda. Los jerarcas de
Washington, DC, y de Wall Street, piensan igualmente que nosotros. Por
esa razón ensayan su ocupación militar con la que pretenderán sofocar
la rebelión de los puertorriqueños.
Puerto Rico es hoy una colonia de Estados Unidos —¿todavía queda
alguien que lo niegue?— que comenzó el 25 de julio de 1898, cuando
invadieron por Guánica, y ocuparon el País. Después de “pacificar” a
los puertorriqueños, y protegerles las propiedades a quienes los
explotaban sin piedad, retiraron a muchos de sus efectivos,
construyeron inmensos campamentos militares y bases navales, y dejaron
la seguridad del aparato colonial en manos de una Policía paramilitar
dirigida por militares norteamericanos.
Ese arreglo perduró algunas décadas, ya que, en todo caso, siempre
estarían disponibles las tropas del Ejército de Estados Unidos, en
alguno de sus sabores, fueran éstas rubias y de ojos azules, o los más
criollos voluntarios de las ramas coloniales de la Guardia Nacional y
la Reserva.
En efecto, cada vez que el control político se les ha ido de las
manos a los esbirros del patio, como ocurrió el 30 de octubre de 1950,
allí estaban los aviones de guerra de Estados Unidos, y sus tropas de
la llamada Guardia Nacional para bombardear y titotear a los
insurrectos, y aplastar por la fuerza a quienes rehusaran someterse al
orden militar colonial.
Para el pueblo trabajador de Puerto Rico el Ejército de Estados
Unidos y su Guardia Nacional son guanábanas del mismo gancho. Cuando la
Policía de Puerto Rico no puede imponer la voluntad de los patronos,
llega a escena la rama criolla del Ejército de Estados Unidos, como
ocurrió durante las Jornadas de Julio de 1973, la confrontación
histórica entre los trabajadores del servicio de Bomberos, de Obras
Públicas y de la Autoridad de Energía Eléctrica, estos últimos
representados por la UTIER, y las bayonetas Made in USA caladas por las
tropas de la rama colonial del Ejército de Estados Unidos.
Las confrontaciones entre los puertorriqueños y las fuerzas armadas de Estados Unidos han abarcado a todas sus ramas.
El 6 de febrero de 1978, —una efeméride nacional— los pescadores
viequenses detuvieron las maniobras de la OTAN, auspiciadas por el US
Navy, que operaba un magnífico negocio alquilando la Isla Nena como
tarjeta de tiro al blanco por los buques de las potencias imperialistas
del Atlántico.
Unos años más tarde, en 1981, los aviones de combate de la rama
colonial de la Fuerza Aérea de Estados Unidos volaron en pedazos como
resultado de un operarivo de los Macheteros.
La confrontación entre el pueblo trabajador y los militares pasa
ahora a una nueva etapa, ya que, para los jerarcas de Washington, DC y
Wall Street, la rama colonial del US Army, la llamada Guardia Nacional,
ya no es un cuerpo confiable. Ante la necesidad de contar con una
fuerza preponderante de acción violenta y rápida, capaz de sofocar el
avance revolucionario del pueblo trabajador de Puerto Rico es necesario
ensayar alternativas. Esta fuerza tiene que ser capaz de dispararle a
los trabajadores en lucha que estén ocupando las calles, sus centros de
trabajo, e instalaciones claves para el pueblo. Tienen que arrestar y
aislar a los líderes de la insurrección, y tratar de someter por el
terror, la violencia y el hambre a la rebeldía generalizada del País.
La administración colonial de Luis Fortuño de, so pretexto de
combatir los índices de criminalidad que las propias políticas de clase
de la camarilla guaynabita en Fortaleza estaban haciendo crecer,
ensayó, bajo supervisión federal, lanzarle los militares al pueblo.
Todo el operativo resultó en un fracaso rotundo, y los federales
pudieron entender que sus tropas coloniales, salvo uno que otro
sociopata en uniforme —que los hay— no estarían dispuestas a obedecer
órdenes de dispararle a mansalva a una multitud de sus compatriotas.
Por otro lado, se agrava a diario la corrupción y el traqueteo en
las cúpulas políticas de la rama colonial del US Army. La presente
comandante se ha destacado por traqueteos de nepotismo (su hijo
disfruta de las misiones más privilegiadas, y se comporta como un
turista hi-class en uniforme). Ha alterado informes y evaluaciones para
premiar a quienes la apoyan y perjudicar a quienes se le oponen. Se ha
enganchado ella misma insignias y honores que no le corresponden.
La rama colonial del US Army está en crisis también porque el
éxodo poblacional de puertorriqueños ha causado la pérdida de los
cuadros militares más talentosos y mejor preparados.
Por esas razones, los jerarcas que deciden sobre Puerto Rico han
optado por ensayar con la posibilidad de emplear tropas de otros
estados, en caso de que sea necesario contener una insurgencia del
pueblo trabajador en Puerto Rico. Los soldados que tratarán de imponer
el orden de Wall Street en la colonia no serán los primos y los cuñados
buena gente que se enlistaron para ganarse unos chavitos adicionales y
usar el PX. Serán militares para quienes nosotros representaremos
solamente caras oscuras, como los árabes, y no se les hará difícil
dispararnos.
Se hace necesaria la autocrítica general de todo el movimiento
obrero, de nosotros mismos los comunistas, y del movimiento patriótico y
estudiantil, por no haber estado a la altura del momento, convirtiendo
estas maniobras en nuestro propio ejercicio de resistencia.
Fuente: Partido Comunista de Puerto Rico/El Abayarde Rojo/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
Fuente: Partido Comunista de Puerto Rico/El Abayarde Rojo/PrensaPopularSolidaria
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com
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