Se han cumplido los 88 años de la Revolución de Octubre. El 7 de noviembre de 1917 destacamentos de soldados y obreros rusos asaltaron y tomaron posesión del Palacio de Invierno de San Petersburgo, residencia de los zares y capital del inmenso Imperio, iniciando el más formidable movimiento revolucionario de la historia moderna
El poder del Estado recayó en los «soviets» (consejos) que habían sido creados desde mucho antes por las masas populares y varios partidos y organizaciones políticas revolucionarias, entre las cuales pasó a jugar un papel principal la fracción «bolchevique» del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, encabezado por Lenin.
Presentamos un interesante recuento acerca de la toma del Poder por los bolcheviques, que constituye una importante lección de uso de la estrategia, la táctica y manejo operacional de la lucha revolucionaria.
Ratificamos, una vez más, que sólo el Comunismo, y llegar a él mediante la aplicación en la lucha revolucionaria de las enseñanzas del marxismo leninismo de una manera fiel y a la vez creadora, de acuerdo a las circunstancias de cada país, constituirán el camino para salvar a la humanidad de la explotación del hombre por el hombre y a la tierra de la hecatombe que nos amenaza.
Redacción de Prensa Popular Comunistas Miranda
La Primera Guerra MundialTodo se desencadenó con la I Guerra Mundial. Al lado de la Entente (alianza estratégico-militar de Inglaterra y Francia) contra Alemania y Austria-Hungría, también participaba la Rusia zarista. Los partidos socialdemócratas de los países europeos justificaron la guerra de rapiña de sus respectivos gobiernos. También los mencheviques y eseristas rusos se aliaron con la burguesía, encubriéndose con la bandera de la defensa de la patria. Los únicos que actuaron como auténticos revolucionarios internacionalistas fueron los bolcheviques.
En los primeros meses de la contienda Rusia perdió la batalla por la Prusia oriental, aunque venció en Galicia. Pero ya en el siguiente año perdió casi toda Galicia, Polonia y parte de las provincias del Báltico y de Bielorrusia. En el tercer verano de la guerra las tropas rusas mandadas por el general Alexei Brusilov expulsaron a las fuerzas austro-húngaras de Bukovina y Galicia Occidental, obligándolas a replegarse hasta los puertos de los montes de los Cárpatos; en el frente del Cáucaso se lograron grandes victorias sobre las tropas turcas.
Sin embargo, eso no incidió mucho en la marcha de la guerra. Se avecinaban grandes batallas, y la Rusia zarista se preparaba para ellas no sólo en el teatro de operaciones, sino también en la retaguardia. Para mediados de 1916 la producción de material bélico alcanzó máximo nivel, en detrimento, naturalmente, de las industrias civiles y del transporte. Se agravó la crisis de abastecimientos, que era la más evidente manifestación de la desorganización y el quebranto de toda la vida económica del país.
El descontento iba extendiéndose a capas cada vez más amplias de la población trabajadora. En octubre de 1916 en Petrogrado en las huelgas participaron 250.000 obreros. En el verano de ese año estalló una insurrección popular en el Asia Central y Kazajstán, y crecieron las agitaciones campesinas. El movimiento de masas contra la guerra y la autocracia se extendió al ejército: unidades enteras se negaban a atacar, se hicieron más frecuentes los casos de confraternización de los soldados rusos y alemanes.
El inicio de la revolución de febrero 1917
El país estaba en vísperas de la revolución. Ésta empezó el 23 de febrero (8 de marzo) de 1917. La huelga que estalló en la mayor empresa industrial de la capital -la fábrica de Putilov- fue apoyada por millares de obreros de otras empresas. A primeras horas de la tarde en la arteria principal de la ciudad, la avenida Nevski, aparecieron manifestantes, a los que se unieron los estudiantes y empleados. El 25 de febrero se generalizó la huelga política y, al día siguiente, al lado de los obreros empezaron a pasarse unidades militares.
El 27 de febrero casi toda la ciudad estaba ya en manos de los insurrectos. La insurrección armada triunfó. Ese mismo día en el Palacio de Tauride se reunió el Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado. Debido a que muchos de los dirigentes del Partido bolchevique estaban entonces en la emigración, encarcelados o deportados, los representantes de los partidos pequeñoburgueses lograron imponerse en la dirección del Soviet. Su línea política respondía al viejo esquema de que al zarismo sólo podría sustituirle el poder de la burguesía.
En la noche del 28 de febrero se crea el Comité Provisional de la Duma de Estado. En él entraron, a excepción de la ultraderecha, representantes de todos los grupos de la Duma, incluidos los eseristas y mencheviques. La directiva menchevique-eserista del Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado dejó al Comité Provisional de la Duma la iniciativa de formar gobierno, reservándose sólo el derecho de controlar su política. El 2 de marzo se formó el Gobierno provisional burgués. En la noche del 3, bajo la presión de los acontecimientos, Nicolás II firmó el manifiesto abdicativo. La revolución popular había triunfado.
El 27 de marzo de 1917 Lenin salía de Suiza, donde había permanecido desde 1914 debido a la persecución de las autoridades zaristas, y regresó a la Rusia para encabezar personalmente la lucha revolucionaria.
La dualidad de poderes
Como resultado del triunfo sobre el zarismo en febrero de 1917 se dio una situación muy poco frecuente en la historia, que Lenin definió, con el término de dualidad de poderes: nominalmente el poder estatal había pasado a manos del Gobierno provisional burgués, pero las masas populares, que habían realizado la revolución, crearon sus propios órganos de poder, los Soviets de diputados obreros y soldados.
Los eseristas y mencheviques consideraban que la revolución burguesa había terminado y que el país no estaba preparado para la revolución socialista. Por eso seguían una política de entendimiento con la burguesía, detener el desarrollo de la revolución y disolver los Soviets. Por su parte, los bolcheviques demostraban que el Gobierno provisional era contrarrevolucionario, advertían que la burguesía no daría a las masas populares ni paz, ni tierra, ni un régimen estatal democrático y exhortaban al proletariado y a su aliado, el campesinado, a seguir desarrollando la revolución.
Las tesis de abril: ¡Todo el poder a los soviets!
En la noche del 3 de abril llegó Lenin a Petrogrado. En la plaza de la estación de Finlandia, subido en un blindado, pronunció un breve discurso ante la multitud de obreros, soldados y marineros revolucionarios que habían acudido a recibirle. Les expuso las tesis fundamentales de su programa, que pasó a la historia con el nombre de "Tesis de Abril". Su esencia la expresaba la consigna de ¡Todo el poder a los Soviets! En las condiciones de entonces significaba un llamamiento a continuar la revolución, o sea, a terminar con la dualidad de poderes a favor de los Soviets y a pasar de la etapa democrático-burguesa de la lucha revolucionaria a la etapa socialista.
Las Tesis de Abril de Lenin fueron discutidas y aprobadas en la VII Conferencia de toda Rusia del Partido bolchevique, llamada Conferencia de Abril. Entonces se desató una campaña difamatoria contra Lenin y sus partidarios. El hecho de que los mencheviques y los socialistas revolucionarios (eseristas) actuasen al lado de la burguesía, permitió al Gobierno provisional preparar una nueva ofensiva en el frente. Comenzó el 18 de junio, pero pronto fracasó. Como consecuencia, creció la influencia de los bolcheviques entre las masas.
Entonces los dirigentes de los partidos conciliadores dieron el visto bueno al Gobierno provisional para disparar sobre una manifestación que tuvo lugar el 4 de julio, en el centro de Petrogrado, bajo la consigna
Esa fecha fue decisiva; en el país se había acabado la dualidad de poderes, pero a favor de la burguesía. El Gobierno provisional dio la orden de detener a Lenin, quien tuvo que pasar por última vez a la clandestinidad, que duró ciento doce días.
El inicio de la insurrección armada
Sin embargo, la victoria de la burguesía rusa resultó ser la antesala de su derrota definitiva y liquidación como clase gobernante. En aquel momento cambió radicalmente la dirección de la actividad del Partido bolchevique: su VI Congreso, a propuesta de Lenin, señaló la orientación hacia la insurrección armada, indicando que "el nuevo auge de la revolución rusa pondrá en el poder a los obreros y campesinos pobres antes del triunfo de la revolución en los países capitalistas de occidente".
En respuesta a la intentona de la burguesía de establecer en el país una dictadura militar, los obreros de Petrogrado empuñaron las armas y fueron apoyados por unidades de la guarnición de la capital. A la cabeza de las masas revolucionarias iban los bolcheviques. Bajo su dirección inmediata fue aplastado el pronunciamiento reaccionario del general Kornilov. El prestigio de los bolcheviques creció. Comenzó un período de rápida bolchevización de los Soviets.
De un instrumento de política de componendas con la burguesía, que eran bajo la supremacía de los partidos oportunistas, se iban convirtiendo en órganos de lucha abierta contra ella. El 31 de agosto el Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado aprobó una resolución bolchevique que incluía reivindicaciones programáticas como la paz, la tierra y el control obrero sobre la producción. Unos días después el Soviet de Moscú aprobó una resolución idéntica.
Para no perder definitivamente la confianza de las masas, los dirigentes mencheviques y eseristas se negaron a entrar en un nuevo gobierno de los kadetes (demócratas constitucionalistas). Entonces Lenin les propuso romper el bloque con la burguesía y formar inmediatamente un gobierno responsable ante los Soviets. Lenin subrayaba que la libertad de propaganda y la inmediata aplicación de los principios de la democracia en las próximas elecciones a los Soviets y en el funcionamiento de los propios Soviets podrían asegurar el avance de la revolución, el paso del poder a los Soviets.
Pero los mencheviques y eseristas, encubriéndose con frases sobre la unificación de todas las fuerzas del país y arguyendo que la entrega de todo el poder a los Soviets sería un crimen contra la revolución, emprendieron una campaña contra los Soviets. En vez de reunir un nuevo congreso de los Soviets, decidieron convocar una Conferencia democrática e invitaron a participar en ella a los representantes de las organizaciones de la burguesía y de los grandes terratenientes, de los municipios reaccionarios y los ayuntamientos urbanos, mientras reducían el número de puestos correspondientes a los Soviets, los comités de fábrica y los sindicatos.
La Conferencia constituyó el consejo provisional de la república, o anteparlamento, con los representantes de la gran burguesía. De hecho, los conciliadores habían abandonado definitivamente las posiciones de los Soviets. Las masas populares se pusieron decididamente al lado de los bolcheviques.
Lenin escribía al Comité Central del Partido bolchevique: «El descontento, la indignación y la exasperación reinantes en el ejército, entre los campesinos y entre los obreros van en aumento. La coalición de los eseristas y mencheviques con la burguesía, coalición que lo promete todo y no cumple nada, enerva a las masas, les abre los ojos y les subleva».
El Comité Central del POSDR llama a la insurrección armada
El 7 de octubre Lenin tomó en sus manos la dirección de los preparativos de la insurrección armada. Tres días después se celebró la histórica sesión del Comité Central del Partido bolchevique, en la que se acordó dar comienzo a la insurrección armada. La resolución, redactada por Lenin y aprobada por el Comité Central, decía:
«El Comité Central reconoce que tanto la situación internacional de la revolución rusa (insurrección de la flota alemana, signo agudo de la marcha ascendente de la revolución socialista mundial en toda Europa, luego la amenaza de una paz entre imperialistas con el fin de estrangular la revolución en Rusia), como la situación militar (decisión indudable de la burguesía rusa y de Kerenski y compañía de entregar Petrogrado a los alemanes) y la conquista por el Partido proletario de la mayoría dentro de los Soviets;
Unido todo ello a la insurrección campesina y al viraje de la confianza del pueblo hacia nuestro Partido (elecciones de Moscú); y, finalmente, la preparación manifiesta de una segunda kornilovada (evacuación de tropas de Petrogrado, concentración de cosacos en esta capital, cerco de Minsk por los cosacos, etc.), pone a la orden del día la insurrección armada».
«Reconociendo, pues, que la insurrección armada es inevitable y se halla plenamente madura, el Comité Central insta a todas las organizaciones del Partido a guiarse por esto y a examinar y resolver desde este punto de vista todos los problemas prácticos (Congreso de los Soviets de 1a región Norte, salida de tropas de Petrogrado, acciones en Moscú y Minsk, etc.)»
Kamenev y Zinoviev intervinieron y votaron en contra de la resolución. Como los mencheviques, ellos aspiraban a una República parlamentaria burguesa y afirmaban que la clase obrera no era lo bastante fuerte para la revolución socialista, que no estaba aún capacitada para tomar el poder.
Aunque en esta sesión Trotski no votó abiertamente contra la resolución del Comité Central, presentó una enmienda que, de haberse aceptado, habría hecho fracasar la insurrección. Propuso que no comenzase hasta la apertura del II Congreso de los Soviets, lo que equivalía a dar largas a la insurrección, a fijar de antemano el día en que había de estallar, poniendo en guardia al Gobierno provisional.
El Comité Central del Partido bolchevique envió delegados a todo el país con el fin de organizar sobre el terreno la insurrección y poner en conocimiento de los dirigentes de las organizaciones de base el plan de la insurrección y estimularles a preparar y movilizar sus fuerzas para ayudar al movimiento en Petrogrado.
Se creó, por mandato del Comité Central, el Comité Militar Revolucionario adscrito al Soviet de Petrogrado, que había de asumir las funciones de Estado Mayor de la insurrección.
Al mismo tiempo, la contrarrevolución concentraba sus fuerzas; la oficialidad del ejército se organizó en Liga de Oficiales. Creaban por todas partes Estados Mayores para la formación de batallones de choque. A finales de octubre la contrarrevolución disponía de 43 batallones. El Gobierno de Kerenski propuso su traslado de Petrogrado a Moscú porque esperaba la entrega de Petrogrado a los alemanes para atajar la insurrección en la capital. Pero la protesta de los obreros y soldados de Petrogrado obligó al Gobierno provisional a permanecer allí.
El Comité Militar Revolucionario adscrito al Soviet de Petrogrado dirige la insurreción
El 16 de octubre, se celebró una sesión ampliada del Comité Central del Partido bolchevique que eligió un Centro del Partido encargado de dirigir la insurrección, con Stalin a la cabeza. Este Centro era el núcleo dirigente del Comité Militar Revolucionario adscrito al Soviet de Petrogrado y fue el que dirigió toda la insurrección.
En esta sesión del Comité Central, Zínoviev y Kamenev volvieron a pronunciarse contra la insurrección y combatieron abiertamente desde la prensa a la insurrección y al Partido. El 18 de octubre, el periódico Novaia Zhin (Vida Nueva) publicó una declaración suya manifestando que los bolcheviques preparaban una insurrección. Con ello, ponían en conocimiento de los enemigos la decisión. Este acto era una traición. Lenin escribió al respecto: Kamenev y Zinoviev han delatado a Rodzianko y a Kerenski el acuerdo del Comité Central de su Partido sobre la insurrección armada, y planteó ante el Comité Central la expulsión de ambos.
Los enemigos de la revolución, prevenidos por los traidores, comenzaron a tomar medidas para atajar la insurrección y aplastar al Partido bolchevique. El Gobierno provisional celebró un Consejo de ministros secreto, en el que se acordaron las medidas de represión contra los bolcheviques. El 19 de octubre trajo apresuradamente tropas del frente a Petrogrado; comenzaron a merodear por las calles patrullas reforzadas; en Moscú la contrarrevolución concentró una gran cantidad de fuerzas.
El Gobierno provisional había trazado el plan de atacar y tomar el palacio Smolny, sede del Comité Central del Partido bolchevique, la víspera del día en que habían de abrirse las sesiones del II Congreso de los Soviets y aplastar el Centro dirigente de los bolcheviques.
Pero no había ya fuerza capaz de detener la marcha arrolladora de la Revolución socialista. No era extraño que el pueblo no viese ninguna diferencia esencial entre la política del zar y la de la burguesía y transfiriese al Gobierno provisional su odio contra el zarismo. Mientras los socialistas revolucionarios y menchevique conservaron cierta influencia sobre el pueblo, la burguesía pudo atrincherarse detrás de ellos y mantener en sus manos el poder. Pero, después de desenmascararse como agentes de la burguesía imperialista, perdieron su influencia sobre el pueblo; la burguesía y su Gobierno provisional quedaron en el aire.
Lenin dirige el Plan de la insurrección armada
El 21 de octubre, fueron enviados comisarios bolcheviques del Comité Militar Revolucionario a todas las unidades revolucionarias de tropas. Durante los días que precedieron a la insurrección, se desarrolló la labor preparatoria de la lucha armada en el seno de las unidades militares y en las fábricas. Se asignaron también misiones concretas a los barcos de guerra, a los cruceros Aurora y Zaria Svobodi (Amanecer de la libertad).
En la sesión del Soviet de Petrogrado, Trotski se fue de la lengua y delató al enemigo la fecha de la insurrección, el día señalado por los bolcheviques para desencadenar el movimiento. Para no dar al Gobierno de Kerenski la posibilidad de hacer fracasar la insurrección armada, el Comité Central del Partido decidió comenzar y llevar a cabo la insurrección antes de la fecha proyectada, la víspera del día en que habían de abrirse las sesiones del II Congreso de los Soviets.
Kerenski comenzó a actuar en las primeras horas de la mañana del 24 de octubre (6 de noviembre), ordenando suspender el periódico Rabochi Put (La Senda Obrera), órgano central del Partido bolchevique, y enviando los blindados de asalto al local de la redacción del periódico y a la imprenta de los bolcheviques. Pero, hacia las 10 de la mañana, siguiendo instrucciones de Stalin, los guardias rojos y los soldados revolucionarios desalojaron a los carros de asalto y reforzaron la guardia de la imprenta y de la redacción del periódico. Hacia las 11, salió La Senda Obrera con un llamamiento para derribar al Gobierno provisional.
Las fuerzas de la contrarrevolución estaban concentradas en el centro de Petrogrado; cerca del Palacio de Invierno, donde se encontraba el Gobierno provisional, estaban el Estado Mayor de la región militar de Petrogrado y el Almirantazgo.
Al mismo tiempo, el Palacio del Smolny era la sede del Soviet de Petrogrado y del Comité Central del Partido bolchevique, verdadero Cuartel General de la revolución. En el mismo edificio se encontraba el Comité militar revolucionario, el Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado y el Centro militar revolucionario del Partido para la dirección de la insurrección. De allí salían todas las órdenes de batalla.
Siguiendo instrucciones del Centro militar revolucionario, se concentraron allí los destacamentos de soldados revolucionarios y de guardias rojos.
En la noche del 24 de octubre, Lenin se trasladó al Smolny, para hacerse cargo personalmente de la dirección del movimiento y trazar los planes concretos para la insurrección: cómo debían utilizarse las unidades militares, la flota y los guardias rojos, qué puntos decisivos era necesario ocupar en la capital para garantizar el éxito de la insurrección, etc.
El objetivo era cercar y aislar a Petrogrado, apoderarse de la ciudad mediante un ataque combinado de la escuadra, los obreros y las tropas. La revolución disponía de tres fuerzas de combate principales: los destacamentos de guardias rojos (obreros armados) envolvían el centro de la ciudad por el norte, el este y el sur; las unidades revolucionarias de la guarnición de Petrogrado formaban el segundo semicírculo interior; mientras que del oeste, a la primera llamada del Comité militar revolucionario, entrarían en la desembocadura del Neva las unidades de la armada del Báltico.
Lenin decía:
«La insurrección, para poder triunfar, no debe apoyarse en una conjura, en un partido, sino en la clase de vanguardia. Esto, en primer lugar. En segundo lugar, debe apoyarse en el entusiasmo revolucionario del pueblo. Y en tercer lugar, debe apoyarse en el momento crítico de la historia de la creciente revolución en que sea mayor la actividad de la vanguardia del pueblo, en que sean mayores las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, inconsecuentes e indecisos de la revolución»
La insurrección comienza
Esta tarea se cumplió en los días 24 y 25 de octubre (6 y 7 de noviembre) de 1917.
La insurrección había comenzado. Con el estruendo de sus cañones, enfilados sobre el Palacio de Invierno, el crucero Aurora anunció, el 25 de octubre, el comienzo de la nueva era, la era de la Revolución Socialista.
Durante toda la noche del 25 al 26 de octubre (7 de noviembre), no cesaron de llegar al Smolny unidades revolucionarias de tropas y destacamentos de guardias rojos. Los bolcheviques los enviaban al centro de la ciudad, a cercar el Palacio de Invierno, donde se había atrincherado el Gobierno provisional, bajo la protección de los kadetes y de los batallones de choque. Aquella noche los destacamentos de la revolució se apoderaron del Palacio de Invierno y del Gobierno provisional.También se apoderaron de las estaciones de ferrocarril, las centrales de Correos y Telégrafos, los Ministerios y el Banco del Estado. Fue disuelto el anteparlamento.
Los obreros de Petrogrado demostraron en estas jornadas que habían pasado, bajo la dirección del Partido bolchevique, por una buena escuela. Las unidades militares revolucionarias, preparadas para la insurrección por la labor de los bolcheviques, cumplían las órdenes de batalla que les daba el Centro y se batían en fraternal compenetración con la Guardia Roja. La marina de guerra no desmereció del ejército. Cronstadt era una fortaleza del Partido bolchevique, donde hacía ya mucho tiempo que no se reconocía al Gobierno provisional.
La insurrección ha vencido, cae el Gobierno provisional
El 25 de octubre se publicó un llamamiento del Partido bolchevique «A los ciudadanos de Rusia». En él se decía que el Gobierno provisional burgués había sido derribado y que el Poder había pasado a manos de los Soviets.
La insurrección armada en Petrogrado había vencido.
El II Congreso de los Soviets de toda Rusia abrió sus sesiones a las 10:45 de aquella misma noche, cuando se hallaba en todo su apogeo la insurrección triunfante en Petrogrado, y el poder, en la capital, había pasado ya a manos del Soviet de la ciudad.
Los bolcheviques obtuvieron una aplastante mayoría. Los mencheviques, los delegados del Bund y los socialistas revolucionarios de derecha, viendo que ya no tenían nada que hacer allí, se retiraron del Congreso, no sin antes declarar que renunciaban a tomar parte en sus tareas. En esta declaración calificaban como una conspiración militar la Revolución. El Congreso puso en la picota a los mencheviques y socialistas revolucionarios, manifestando que no sólo no lamentaba su retirada, sino que se congratulaba de ella, ya que, gracias a la retirada de los traidores, el Congreso se convertía en un verdadero Congreso revolucionario de diputados obreros y soldados.
En nombre del Congreso, fue proclamado el paso de todo el poder a manos de los Soviets. En el llamamiento del II Congreso de los Soviets, se decía:
«Apoyándose en la voluntad de la inmensa mayoría de los obreros, soldados y campesinos y en la insurrección triunfante llevada a cabo por los obreros y la guarnición de Petrogrado, el Congreso toma en sus manos el Poder».
Las primeras medidas del Gobierno Revolucionario de los Soviets
Su primer acuerdo fue aprobar el Decreto sobre la paz, donde la guerra imperialista se declaraba el mayor crimen contra la humanidad y se hacía una declaración dirigida a todos los países beligerantes y sus gobiernos sobre la decisión del Gobierno soviético de firmar inmediatamente la paz en condiciones justas y equitativas para todos los pueblos, una paz sin anexiones ni tributos.
Al tiempo que se dirigía a los gobiernos y a los pueblos de todos los países beligerantes haciendo un llamamiento a los obreros conscientes de las tres naciones más adelantadas de la Humanidad y de los tres Estados más importantes que toman parte en la actual guerra: Inglaterra, Francia y Alemania, instándoles a que ayudasen a llevar rápidamente a término la causa de la paz y, con ella, la causa de la liberación de las masas trabajadoras y explotadas de toda esclavitud y de toda explotación.
Por el segundo decreto del Congreso, toda la tierra pasaba a manos del pueblo, sin indemnización alguna, aboliendo para siempre la propiedad de los terratenientes sobre la tierra, que pasaba a ser sustituida por la propiedad de todo el pueblo, del Estado. Esta ley se aprobó tomando como base un mandato campesino general, redactado con arreglo a los 242 mandatos locales formulados por los campesinos. Las tierras de los terratenientes, de la familia imperial y de la Iglesia fueron entregadas en disfrute gratuito a todos los trabajadores.
Mediante este decreto, la Revolución entregaba a los campesinos más de 150 millones de has. de tierra, que estaban en manos de los terratenientes, de la burguesía, de la familia real, de los conventos y de la Iglesia. Los campesinos quedaban libres de pagar las rentas a los terratenientes. Todas las riquezas del subsuelo (el petróleo, el carbón y los minerales, etc.), los bosques y las aguas pasaban también a ser propiedad del pueblo.
Fue elegido el Comité Ejecutivo Central de los Soviets de toda Rusia, órgano supremo del poder soviético entre los congresos de los Soviets, con funciones legislativas, directivas y de control. El 8 (21) de noviembre fue elegido Presidente del Comité Ejecutivo Central de los Soviets, equivalente al de Presidente de la República, el dirigente bolchevique Jakov Sverdlov.
El Congreso también formó el primer Gobierno soviético: el Consejo de Comisarios del Pueblo, encabezado por Lenin.
El 15 de noviembre de 1917, el Comité Central del Partido aprobó una resolución, desechando todo compromiso con estos partidos contrarrevolucionarios y declarando a Kamenev y Zínoviev esquiroles de la revolución. El 17 de noviembre, Kamenev, Zinoviev, Rikov y Miliutin, desconformes con la política del Partido, declararon que dimitían sus puestos en el Comité Central.
El mismo día 17 de noviembre, Noguin, en su nombre y en el de Rikov, Miliutin, Teodorovich, A. Shliapnikov, D. Riazanov, Yurenev y Larin, que habían entrado a formar parte del Consejo de Comisarios del Pueblo, formuló una declaración de desacuerdo con la política del Comité Central del Partido, anunciando que dimitían sus cargos en el Gobierno Soviético.
Su huída produjo alegría entre los enemigos de la Revolución. Toda la burguesía y sus lacayos se frotaban las manos de gusto, chillando acerca del derrumbamiento del bolchevismo y pronosticando el naufragio del Partido. Pero este puñado de desertores no consiguió hacer que el Partido vacilase. El Comité Central los cubrió con su desprecio, como a desertores de la Revolución y lacayos de la burguesía, sin detenerse un instante en su camino.
En cuanto a los socialistas revolucionarios de izquierda, deseando no perder su influencia entre las masas campesinas, que simpatizaban claramente con los bolcheviques, decidieron no romper con éstos y mantener, el frente único con ellos. El Congreso de los Soviets campesinos, celebrado en noviembre, reconoció todas las conquistas de la Revolución Socialista de Octubre y los decretos del poder soviético.
Se pactó un acuerdo con los socialistas revolucionarios de izquierda, algunos de los cuales (Kolegaiev, Spiridonova, Proshian y Steinberg) fueron incluidos en el Consejo de Comisarios del Pueblo. Pero sólo se mantuvo en pie hasta la firma de la paz de Brest-Litovsk y la constitución de los Comités de campesinos pobres; las diferencias de clases que se produjo entonces entre los campesinos, hizo que los socialistas revolucionarios de izquierda, cuya posición reflejaba cada vez más los intereses de los kulaks, desencadenaran una sublevación contra los bolcheviques, siendo aplastados por el poder Soviético.
Con la elección del nuevo Gobierno, terminó sus tareas el histórico II Congreso de los Soviets.
No en todas partes fue tan rápido el paso del poder a los Soviets. Si en Petrogrado la insurrección había triunfado rápidamente, en Muscú, donde la contrarrevolución aún disponía de considerables fuerzas (academias militares, escuelas de oficiales y ciertas unidades regulares), se reñían furiosos combates armados que duraron siete días. Antes de consentir que el poder pasase a manos del Soviet de Moscú, los partidos contrarrevolucionarios, unidos a los guardias blancos y a los kadetes, desencadenaron la lucha armada contra los obreros y los soldados.
La revolución soviética se extiende a todo Rusia
Los delegados del II Congreso de los soviets se diseminaron por el país, para difundir la noticia del triunfo de los Soviets en Petrogrado y asegurar la victoria del poder soviético en toda Rusia. Desde octubre de 1917 hasta enero-febrero de 1918, la revolución soviética logró extenderse por toda Rusia. Tan rápido fue el ritmo con que el poder de los Soviets se fue instaurando a lo largo del territorio del inmenso país, que Lenin hablaba de la marcha triunfal del poder soviético. Pronto al Smolny comenzaron a llegar ininterrumpidamente telegramas con noticias de que en una ciudad tras otra de Rusia los obreros se adueñaban del poder.
Algunas de las causas fundamentales del triunfo de la revolución
La Revolución Socialista había triunfado. Entre las diversas causas que determinaron este triunfo conviene destacar, como fundamentales, las siguientes:
La Revolución de Octubre se enfrentó con un enemigo relativamente frágil, mal organizado e inexperto políticamente, como la burguesía rusa, económicamente débil. No tenía ni la independencia política ni la iniciativa necesarias para encontrar una salida a la situación. No poseía esa experiencia en manipulaciones políticas en gran escala que posee en otros paises.
Al subir al poder, la burguesía rusa que, días antes de la revolución de febrero se esforzaba en llegar a un acuerdo con el zar, continuó la política del aborrecido autócrata. Lo mismo que el zar, abogaba por la guerra hasta la victoria final, a pesar de que la guerra arruinaba y agotaba al país y dejaba exhaustas las energías del pueblo y del ejército.
Defendía, lo mismo que el zar, la conservación de la propiedad de los terratenientes sobre la tierra, a pesar de que los campesinos perecían por falta de tierras y sucumbían bajo la opresión.
En cuanto a la política seguida respecto a la clase obrera, la burguesía rusa iba todavía más allá que el zar, pues no sólo se esforzó en mantener y robustecer la explotación de los patronos, sino que, además, la hacía insoportable, mediante la aplicación de cierres de fábrica en masa.
A la cabeza de la Revolución de Octubre figuraba una clase revolucionaría como la clase obrera, templada en las luchas, que había pasado en poco tiempo por dos revoluciones y había sabido conquistar, en vísperas de la tercera revolución, la autoridad de dirigente del pueblo, en su lucha por la paz, por la tierra, por la libertad y por el socialismo.
La clase obrera de Rusia contaba con un aliado fundamental como eran los campesinos pobres, que formaban la aplastante mayoría de la población campesina. La experiencia de ocho meses de revolución, que valía por decenas de años de desarrollo normal, no había pasado en vano para las masas trabajadoras del campo.
Durante estos meses, habían tenido ocasión de pulsar en la realidad a todos los partidos de Rusia y convencerse de que no eran otros que los bolchevique los que pelearían contra los terratenientes y derramarían su sangre por los campesinos; de que sólo había en Rusia un partido que no se hallaba vinculado con los terratenientes y que estaba dispuesto a aplastar a éstos para satisfacer las necesidades de los campesinos, y este partido era el Partido bolchevique.
Esta circunstancia fue la que sirvió de base para la alianza del proletariado con los campesinos pobres. Sin esta alianza la Revolución de Octubre no hubiera podido vencer. de Rusia contaba con un aliado fundamental como eran los campesinos pobres, que formaban la aplastante mayoría de la población campesina.
La clase obrera tenía a su cabeza un Partido experimentado en la lucha política. Sólo un partido como el bolchevique, era suficientemente intrépido para conducir al pueblo al asalto decisivo y suficientemente prudente para sortear todos los obstáculos que se alzaban en el camino hacia la meta; sólo un partido así podía fundir en un gran torrente revolucionario movimientos tan diversos como el movimiento democrático general por la paz, el movimiento democrático-campesino por la incautación de las tierras de los terratenientes, el movimiento de liberación nacional de los pueblos oprimidos por la igualdad de derechos de las naciones y el movimiento socialista de la clase obrera por el derrocamiento de la burguesía y la instauración de la dictadura del proletariado.
La fusión de estas diversas corrientes revolucionarias en un poderoso torrente revolucionario único fue lo que decidió la suerte del capitalismo en Rusia.
La Revolución de Octubre estalló en un momento en que la guerra imperialista estaba aún en su apogeo, en que los principales Estados burgueses se hallaban divididos en dos campos enemigos, en que estos Estados, empeñados en una guerra de unos contra otros y debilitándose mutuamente, no podían inmiscuirse a fondo en los asuntos de Rusia, interviniendo activamente contra la Revolución. Esta circunstancia facilitó considerablemente el triunfo de la Revolución Socialista.de Octubre.-
La Situación Actual:
El Comunismo es la solución real para acabar con la explotación del hombre por el hombre, salvar a la humanidad y a la tierra de la destrucción y de la hecatombe de la humanidad y del propio planeta, evitar la liquidación de todas las especies y la vida en la tierra.
El Comunismo es la única solución real para la Humanidad.
Fuente: Envíos a Nuestro Correo/Grupo de Cuadernos de Educación Comunista/Prensa Popular Comunistas Miranda
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