Por: Jerónimo Carrera
Resulta bastante curioso, dadas las repetidas experiencias históricas en tal materia, que todavía haya gentes acá en Venezuela ilusionadas con la llegada a la Casa Blanca, allá en el lejano Washington, de un nuevo inquilino a partir de este entrante mes de enero.
No me refiero desde luego a las opiniones de esos llamados expertos que en nuestros supuestos órganos informativos, controlados de una u otra manera por la embajada yanqui a través del pitiyanquismo criollo, se encargan como mercenarios lacayos de propagar falsedades que sean favorables a los intereses del imperialismo estadounidense.
Pues lo que realmente debería siquiera merecer este comentario es la actitud de expectativa, por no decir de virtual complacencia, que al respecto han asumido ciertos voceros de los sectores democráticos y hasta de la izquierda misma. Se centran sus opiniones en el simple hecho de ser esta ocasión la primera vez que en Estados Unidos llega un negro a la presidencia de la república.
No toman en cuenta que ese negro, el señor Barack Obama, no es un cualquiera en la escalera social de aquel país, sino miembro de una creciente y bien fuerte burguesía de esa vital parte de su sociedad que allá denominan ahora eufemísticamente como afro-descendientes. Y de la cual en tiempos recientes han surgido unos cuantos funcionarios de alto rango, como el general Collin Powell y la petrolera Condoleeza Rice, ambos exhibidos como joyas en el Departamento de Estado por los republicanos, para demostrar que el secular apartheid había dejado de aplicarse en Estados Unidos.
Al igual que lo había sido antes en Africa del Sur con la elección del insigne revolucionario negro Nelson Mandela. La diferencia en este último caso, más que grande, está en el hecho de ser allí el partido de gobierno uno muy de izquierda, el Congreso Nacional Africano, integrado por los comunistas, organismos sindicales, juveniles, de mujeres y grupos de antiguos guerrilleros.
El aparato propagandístico yanqui se ha esforzado también por dar de Obama la idea de ser éste lo que ellos llaman un progresista o liberal, y la misma cosa hicieron antes con Clinton, Carter y Kennedy. Experiencia que ya habían tenido con el llamado “gran demócrata” Franklin Delano Roosevelt para salir de la profunda crisis capitalista de comienzos de los años ’30.
Caen en la trampa quienes no saben, u olvidan, que con dichos presidentes demócratas los monopolios yanquis mantuvieron y hasta se puede afirmar que incrementaron su dominación en nuestros países.
Por ejemplo, Roosevelt, el de “la buena vecindad”, mantuvo aquí a Juan Vicente Gómez como guachiman, y en nuestro vecindario a tipos tan criminales como Somoza en Nicaragua, Batista en Cuba, “Chapita” Trujillo en República Dominicana, Getulio Vargas en Brasil, y pare usted de contar.
El de la tramposa “alianza para el progreso”, Kennedy, vino hasta Venezuela sólo para atornillar en Miraflores al pitiyanqui Rómulo Betancourt. Exactamente como el puntofijismo adeco-copeyano tuvo el respaldo total de Carter y Clinton.
Lo que en verdad significa la llegada de Obama es que Estados Unidos, como potencia aspirante a la dominación mundial, ha entrado ya en franca decadencia. Es una crisis generada por el mismo mal que arruinó antes a la economía de la Unión Soviética y ahora a la de Estados Unidos: el desmedido gasto militar.
Según es conocido, Estados Unidos gasta actualmente en armamentos el triple de lo que gastaba en su competencia con la URSS. Si ellos no desatan más guerras, contra quien sea, se hunden.
La verdad es que el negro Obama, dígase lo que se quiera de él, nos va a resultar “el mismo musiú con diferente cachimbo”…. Esta típica expresión del refranero venezolano, creo yo, nos brinda la definición más precisa de lo que es Obama y lo que él en realidad representa.
Fuente: Prensapopular_Solidaria Comunistas Miranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspòt.com/
No me refiero desde luego a las opiniones de esos llamados expertos que en nuestros supuestos órganos informativos, controlados de una u otra manera por la embajada yanqui a través del pitiyanquismo criollo, se encargan como mercenarios lacayos de propagar falsedades que sean favorables a los intereses del imperialismo estadounidense.
Pues lo que realmente debería siquiera merecer este comentario es la actitud de expectativa, por no decir de virtual complacencia, que al respecto han asumido ciertos voceros de los sectores democráticos y hasta de la izquierda misma. Se centran sus opiniones en el simple hecho de ser esta ocasión la primera vez que en Estados Unidos llega un negro a la presidencia de la república.
No toman en cuenta que ese negro, el señor Barack Obama, no es un cualquiera en la escalera social de aquel país, sino miembro de una creciente y bien fuerte burguesía de esa vital parte de su sociedad que allá denominan ahora eufemísticamente como afro-descendientes. Y de la cual en tiempos recientes han surgido unos cuantos funcionarios de alto rango, como el general Collin Powell y la petrolera Condoleeza Rice, ambos exhibidos como joyas en el Departamento de Estado por los republicanos, para demostrar que el secular apartheid había dejado de aplicarse en Estados Unidos.
Al igual que lo había sido antes en Africa del Sur con la elección del insigne revolucionario negro Nelson Mandela. La diferencia en este último caso, más que grande, está en el hecho de ser allí el partido de gobierno uno muy de izquierda, el Congreso Nacional Africano, integrado por los comunistas, organismos sindicales, juveniles, de mujeres y grupos de antiguos guerrilleros.
El aparato propagandístico yanqui se ha esforzado también por dar de Obama la idea de ser éste lo que ellos llaman un progresista o liberal, y la misma cosa hicieron antes con Clinton, Carter y Kennedy. Experiencia que ya habían tenido con el llamado “gran demócrata” Franklin Delano Roosevelt para salir de la profunda crisis capitalista de comienzos de los años ’30.
Caen en la trampa quienes no saben, u olvidan, que con dichos presidentes demócratas los monopolios yanquis mantuvieron y hasta se puede afirmar que incrementaron su dominación en nuestros países.
Por ejemplo, Roosevelt, el de “la buena vecindad”, mantuvo aquí a Juan Vicente Gómez como guachiman, y en nuestro vecindario a tipos tan criminales como Somoza en Nicaragua, Batista en Cuba, “Chapita” Trujillo en República Dominicana, Getulio Vargas en Brasil, y pare usted de contar.
El de la tramposa “alianza para el progreso”, Kennedy, vino hasta Venezuela sólo para atornillar en Miraflores al pitiyanqui Rómulo Betancourt. Exactamente como el puntofijismo adeco-copeyano tuvo el respaldo total de Carter y Clinton.
Lo que en verdad significa la llegada de Obama es que Estados Unidos, como potencia aspirante a la dominación mundial, ha entrado ya en franca decadencia. Es una crisis generada por el mismo mal que arruinó antes a la economía de la Unión Soviética y ahora a la de Estados Unidos: el desmedido gasto militar.
Según es conocido, Estados Unidos gasta actualmente en armamentos el triple de lo que gastaba en su competencia con la URSS. Si ellos no desatan más guerras, contra quien sea, se hunden.
La verdad es que el negro Obama, dígase lo que se quiera de él, nos va a resultar “el mismo musiú con diferente cachimbo”…. Esta típica expresión del refranero venezolano, creo yo, nos brinda la definición más precisa de lo que es Obama y lo que él en realidad representa.
Fuente: Prensapopular_Solidaria Comunistas Miranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspòt.com/