Por: Jerónimo Carrera
Estamos en vísperas de la celebración de un Primero de Mayo, sin duda la festividad más universal de las tantas y muy diversas que se observan en el mundo contemporáneo. Supera en extensión a cualquier festejo de índole religiosa, y desde luego a los de fechas con características nacionales. Solamente, que yo sepa, es la capa gobernante en Estados Unidos la única que todavía se empeña en mantener para el mes de septiembre su propia versión, como “Día del Trabajo”, lo cual es muy típico de un país tan prepotente y con tradicionales tendencias aislacionistas.
Pero lo importante es observar que esta vez el Día Internacional de los Trabajadores, con actos multitudinarios de organizaciones de las más variadas tendencias, se desarrollará necesariamente en condiciones inherentes a una creciente crisis de la economía mundial que amenaza a los trabajadores de todos los países, sin excepción alguna. Aunque es también indispensable advertir que dependerá en mucho de la clase de gobierno, de su orientación política e ideológica, los efectos que en cada país tendrá esta crisis sobre los niveles de vida de los trabajadores.
La experiencia histórica demuestra que en el capitalismo la clase trabajadora carga con el peso mayor de las crisis económicas, como producto del desempleo y la consiguiente baja de salarios que los patronos imponen de inmediato. Asimismo, en general los pueblos de los países menos desarrollados son víctimas de las medidas que toman los gobiernos de las grandes potencias para descargarse de su propia crisis.
En el plano internacional, bien puede esperarse que esta situación actual produzca un fuerte proceso de recuperación de los movimientos sindicales en ciertos países de Europa, que en años recientes estaban bastante adormecidos. Lo mismo puede decirse respecto a países como Japón, por ejemplo, en el continente asiático.
Acá en Venezuela, igualmente, y esto luce como una paradoja, con la revolución bolivariana se ha acentuado el divisionismo sindical y casi se puede decir que nuestra clase obrera ha quedado ahora sin sindicatos. Su consigna principal para este Primero de Mayo tendría que ser, por lo tanto: “El proletariado dividido, siempre será vencido…!”
Conviene recordar que la celebración del Primero de Mayo tiene ya en nuestro país una larga tradición. Prohibida durante el gomecismo, y también bajo el post-gomecismo, logró aquí un reconocimiento oficial con el proceso de democratización mundial generado por el triunfo del Ejército Rojo en Stalingrado, en la II Guerra Mundial.
Poco es sabido, sin embargo, que ya para el Primero de Mayo del año 1931, en plena tiranía de Juan Vicente Gómez, circuló de modo clandestino y en todo el país un extenso manifiesto del entonces recién fundado Partido Comunista de Venezuela (PCV), con título de “La lucha por el pan y la tierra” y dirigido “al pueblo trabajador de Venezuela”.
Ese es un documento histórico, como nunca antes se había emitido nada parecido en Venezuela. Se abogaba allí por la reforma agraria, la educación general gratuita, la jornada laboral de 8 horas, y la nacionalización petrolera, entre otras medidas progresistas.
Además, el naciente PCV ya se enfrentaba a los caudillos, que se disputaban el poder pero para continuar con el mismo sistema semifeudal. Entre ellos se denunciaba, y se le mencionaba en especial seis veces, al llamado general Arévalo Cedeño, a quien en días actuales se le ha querido hacer pasar como un héroe nacional, inexplicablemente.
En fin, este Primero de Mayo se presenta conflictivo y ha de ser por lo tanto, mundialmente, una jornada de lucha.
P.S.- En Caracas ha fallecido tras de prolongada enfermedad una excelente periodista, Gioconda Soto, especializada en temas internacionales y buena amiga nuestra. A sus familiares hacemos llegar condolencias muy sinceras.-