Por; Jerónimo Carrera
Pese a todos los impresionantes adelantos materiales logrados por la humanidad desde su siempre misteriosa aparición en este planeta, todavía no disponemos de un instrumento o aparato que nos permita a ciencia cierta saber lo que nos aguarda siquiera el día de mañana. Mucho menos, por lo tanto, tener conocimiento más o menos exacto de lo que va a ocurrir en todo un año.
Sin embargo, cada vez que nos encontramos al inicio de un año que llamamos nuevo, presumiendo que dejamos atrás uno viejo y usado tal como si fuese un traje, surgen de todas partes vaticinios elaborados por expertos en las más diversas materias. No se puede ignorar, por ejemplo, que en cuanto a pronósticos meteorológicos se han hecho en las últimas décadas avances considerables.
Ya, a tal respecto, no estamos en tiempos como aquellos de cuando, en su incomparable visita a nuestra Venezuela colonial, los sabios europeos Humboldt y Bonpland le preguntaron allá por Catuaro –en mi Estado Sucre, por si ustedes no lo saben- a un pobre campesino, después de un torrencial aguacero nocturno, que cómo había sabido él que esa noche iba a llover, puesto que se los había advertido cuando ellos querían colgar sus hamacas en el patio al aire libre, y el campesino les respondió sabiamente: “Porque yo vi ayer tarde a ese burrito que está allí, rascándose el lomo contra esa mata de aguacate…”
De todos modos, me arriesgo a advertir que este año 2009, que recién ha comenzado, parece que trae cara de ser de pocos amigos, es decir, que cada país tendrá que ver cómo capear la tempestad económica que se nos anuncia, valiéndose de sus propios recursos. Y es sabido que en tiempo de crisis los países más fuertes tratan de echar el peso de su crisis a un lado, o sea sobre los más débiles. Igual que en lo interno la clase explotadora la echa sobre las masas explotadas.
Pienso que esta crisis de la economía mundial puede ayudarnos a los venezolanos, por encima de diferencias políticas, a comprender que nuestro futuro no debe basarse de modo exclusivo en el petróleo. Es necesario, y cada día más urgente, que además de la petrolera se tenga también una “segunda economía”, paralela e igualmente fuerte, fundamentada en un acelerado desarrollo industrial, que así nos lo ha de permitir nuestra variada y grande riqueza en minerales. Si realmente vamos a iniciar la construcción del socialismo, aquí lo primero que debemos hacer es planificar, en el sentido científico de la palabra, sin miramientos regionalistas ni tampoco ocurrencias personales. No una planificación de propaganda, para la televisión, con propósitos electorales.
Recuerdo de mi infancia, a fines de la época gomecista, que “paz y trabajo” era el lema de aquel régimen bárbaro, primitivo al extremo, pero se podía salir a las calles sin temor a ser asaltado, de día o de noche, y menos a ser acribillado a balazos, pues nadie portaba un arma de fuego, ni siquiera los policías. Y además, todos trabajaban, no se conocía el desempleo.
Ojalá que en este nuevo año pueda por fin el gobierno nacional dar comienzo a una verdadera política de industrialización, para formar una clase obrera que pronto tome la dirección de la economía, para la eliminación por el trabajo de ese lumpen-proletariat que no sólo genera delincuencia sino que sirve de ejército de reserva para la burguesía más reaccionaria.
Y ojalá también que no nos echemos en brazos de la falaz conciliación que nos puedan ofrecer desde la Casa Blanca, con su nuevo inquilino negro. En todo caso, tanto para nosotros como para los pueblos hermanos en el continente americano, y en el resto del mundo, la crisis capitalista lo que nos ofrece ahora mismo son perspectivas inciertas.
Fuente: PrensapopularSolidaria Comunistas Miranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/
Pese a todos los impresionantes adelantos materiales logrados por la humanidad desde su siempre misteriosa aparición en este planeta, todavía no disponemos de un instrumento o aparato que nos permita a ciencia cierta saber lo que nos aguarda siquiera el día de mañana. Mucho menos, por lo tanto, tener conocimiento más o menos exacto de lo que va a ocurrir en todo un año.
Sin embargo, cada vez que nos encontramos al inicio de un año que llamamos nuevo, presumiendo que dejamos atrás uno viejo y usado tal como si fuese un traje, surgen de todas partes vaticinios elaborados por expertos en las más diversas materias. No se puede ignorar, por ejemplo, que en cuanto a pronósticos meteorológicos se han hecho en las últimas décadas avances considerables.
Ya, a tal respecto, no estamos en tiempos como aquellos de cuando, en su incomparable visita a nuestra Venezuela colonial, los sabios europeos Humboldt y Bonpland le preguntaron allá por Catuaro –en mi Estado Sucre, por si ustedes no lo saben- a un pobre campesino, después de un torrencial aguacero nocturno, que cómo había sabido él que esa noche iba a llover, puesto que se los había advertido cuando ellos querían colgar sus hamacas en el patio al aire libre, y el campesino les respondió sabiamente: “Porque yo vi ayer tarde a ese burrito que está allí, rascándose el lomo contra esa mata de aguacate…”
De todos modos, me arriesgo a advertir que este año 2009, que recién ha comenzado, parece que trae cara de ser de pocos amigos, es decir, que cada país tendrá que ver cómo capear la tempestad económica que se nos anuncia, valiéndose de sus propios recursos. Y es sabido que en tiempo de crisis los países más fuertes tratan de echar el peso de su crisis a un lado, o sea sobre los más débiles. Igual que en lo interno la clase explotadora la echa sobre las masas explotadas.
Pienso que esta crisis de la economía mundial puede ayudarnos a los venezolanos, por encima de diferencias políticas, a comprender que nuestro futuro no debe basarse de modo exclusivo en el petróleo. Es necesario, y cada día más urgente, que además de la petrolera se tenga también una “segunda economía”, paralela e igualmente fuerte, fundamentada en un acelerado desarrollo industrial, que así nos lo ha de permitir nuestra variada y grande riqueza en minerales. Si realmente vamos a iniciar la construcción del socialismo, aquí lo primero que debemos hacer es planificar, en el sentido científico de la palabra, sin miramientos regionalistas ni tampoco ocurrencias personales. No una planificación de propaganda, para la televisión, con propósitos electorales.
Recuerdo de mi infancia, a fines de la época gomecista, que “paz y trabajo” era el lema de aquel régimen bárbaro, primitivo al extremo, pero se podía salir a las calles sin temor a ser asaltado, de día o de noche, y menos a ser acribillado a balazos, pues nadie portaba un arma de fuego, ni siquiera los policías. Y además, todos trabajaban, no se conocía el desempleo.
Ojalá que en este nuevo año pueda por fin el gobierno nacional dar comienzo a una verdadera política de industrialización, para formar una clase obrera que pronto tome la dirección de la economía, para la eliminación por el trabajo de ese lumpen-proletariat que no sólo genera delincuencia sino que sirve de ejército de reserva para la burguesía más reaccionaria.
Y ojalá también que no nos echemos en brazos de la falaz conciliación que nos puedan ofrecer desde la Casa Blanca, con su nuevo inquilino negro. En todo caso, tanto para nosotros como para los pueblos hermanos en el continente americano, y en el resto del mundo, la crisis capitalista lo que nos ofrece ahora mismo son perspectivas inciertas.
Fuente: PrensapopularSolidaria Comunistas Miranda
http://prensapopular-comunistasmiranda.blogspot.com/