Por: Jerónimo Carrera“Ay, Cumaná, quien te viera, por tus calles paseara, y a San Francisco fuera a misa de madrugada”, cantó aquel soldado que osó romper la orden de silencio, la noche previa a la inminente y decisiva batalla en Ayacucho. Pero que se salvó del castigo final, la pena de muerte, por la innata bondad de su paisano el también cumanés Antonio José Sucre… según cuenta la hermosa leyenda.
Pienso que todos sentimos una singular emoción cuando después de cierta ausencia regresamos a la tierra natal, pero creo que cuando se trata de determinados lugares tal emoción es aún mayor. Eso me sucede con mi Cumaná, y lo acabo de comprobar ahora mismo. Cinco días que he estado allí me han colmado de satisfacciones, aunadas a los recuerdos de viejos tiempos.
Pero lo que deseo poner de relieve es el hecho del olvido en que ha caído Cumaná, desde hace ya todo un siglo, en esta Venezuela a la cual parece no se puede aplicar mejor calificativo que el de país petrolero. En general, esa ha sido la suerte de toda la región del oriente venezolano, es verdad, sólo que en el caso de Cumaná es mucho más acentuado, pues ha pasado a ser de la quinta ciudad del país a ocupar ahora un puesto quizás hasta por debajo de veinticinco.
Ha llegado el momento, sin embargo, de que hagamos un buen esfuerzo por su recuperación, con motivo de cumplir 500 años de su fundación, lo cual será dentro de cinco años, exactamente el año 2015.
Debería tomarse en cuenta que se trata de la ciudad más antigua no solamente de nuestra Venezuela, sino la primera que se fundó en tierra firme en todo el continente americano. Con toda razón, hace poco el conocido periodista Ramón Yánez, director del muy respetable diario cumanés “Provincia”, se ha dirigido al ciudadano presidente de la república solicitando un “cariñito” para Cumaná con motivo de tan significativo aniversario.
En lo personal, recuerdo que allá por los años treinta del siglo pasado, durante la terrible dictadura del guachimán J.V. Gómez, era Cumaná una ciudad industrial, que competía en ese sentido con otras del centro del país, como Valencia, y hasta con la misma Caracas. Había unas buenas industrias de telares, muebles, tabaco, aceite de coco, etc., y nada de desempleo.
Además, alrededor de la ciudad había una fuerte agricultura, con una producción a la cual se unían las procedentes de Cumanacoa y Cariaco, tan cercanas a Cumaná.
Eran los tiempos de cuando yo digo que Cumaná era una isla, ya que no se podía ir hasta allá o salir de allí sino por mar… porque no había carreteras para ninguna parte.
Ahora debo decir que en verdad es todo el Estado Sucre el llamado a ser, y ojalá sea esto lo más pronto, el mayor atractivo turístico para visitantes extranjeros. Allí está esa maravilla natural que en tal sentido es el Golfo de Cariaco, ideal para deportes acuáticos, que me hace recordar el lago Balatón en Hungría. También Macuro, donde Cristóbal Colón pisó tierra firme por primera vez en nuestro continente. Y su cercanía con la impresionante Cueva del Guácharo.
Pero no debo finalizar esta Optica sin mencionar la impresión tan favorable que, en su conjunto, me han dado las actividades del PCV en esa parte de nuestro país, y en especial de la juventud militante en la JCV, con una sede propia, bien ubicada en Cumaná. Igualmente quiero agradecer la hospitalidad del camarada Lázaro Hernández, mi viejo amigo de siempre y veterano periodista, y la colaboración de Armiche Padrón, dirigente muy activo, y de todo el grupo de jóvenes.
Bueno, siempre he dicho que Cumaná es una ciudad singular, ya que está poblada por pescadores y agricultores, una magnífica combinación muy poco común. Es como nuestro planeta, también todo mar y tierra.
Fuente: PrensaPopularSolidaria
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