martes, 21 de diciembre de 2010
Retrato de Stalin, por Pablo Picasso |
Por: G.A.Ziuganov
“… La composición del gobierno viene determinada y
sus acciones controladas por las grandes corporaciones financieras. Todo
el mundo sabe, que no hay ningún país capitalista donde se pueda formar
gobierno contra la voluntad de los peces gordos, representantes de los
grupos de presión económica: les basta con un poco de presión financiera
y los ministros salen zumbando. Este es el control real de los bancos
sobre los gobiernos, frente al control aparente de los parlamentos”.
“Mientras están en campaña electoral los diputados juegan con los
electores, les hacen carantoñas, les juran fidelidad, les hacen un
montón de promesas… una vez que han pasado las elecciones y los
candidatos ya son diputados, las relaciones cambian de raíz…Hasta la
nueva convocatoria de elecciones, el diputado se siente completamente
libre, independiente del pueblo, de sus electores. Se puede convertir en
un tránsfuga, puede pasar del camino correcto al incorrecto, puede
tomar parte en todo tipo de maquinaciones innecesarias, puede dar todas
las volteretas que quiera, porque es independiente ¿Podemos considerar
estas relaciones normales? En ningún caso camaradas .”
En las anteriores palabras de Stalin se desnuda la esencia de la
supuesta democracia capitalista, en la que la representación oculta la
separación del poder del pueblo, la cesion de la responsabilidad
politica de manos del soberano, el ciudadano, el productor, a manos de
un diputado que durante una legislatura hace lo que quiere, es libre de
venderse al mejor postor, un privilegiado que conforma una élite alejada
de los intereses de los electores.
La prostitución de las democracias capitalistas es la cobertura perfecta
para encubrir la dictadura del capital, que de una forma u otra siempre
acaba imponiendo los intereses de los grandes magnates y corporaciones
sobre los de los trabajadores.
El siguiente artículo, donde se citan las palabras de Stalin, escrito
hace un año con motivo del 50 aniversario de la muerte de Stalin por
G.A. Ziuganov, del Partido Comunista de la Federación Rusa, sirve
perfectamente para ilustrar el significado del lider soviético para
Rusia, las exRepúblicas Soviéticas y para los trabajadores de todo el
mundo en el dia que se conmemora su nacimiento, 21 de diciembre de 1879.
Stalin. Este nombre está
fuertemente unido a la historia de nuestro país.
Un nombre que en gran
medida representa en si mismo todo el siglo XX; el más dinámico,
convulso, creador y destructivo de la historia de la humanidad. Un siglo
durante el cual la civilización subió de golpe varios escalones. De la
energía de vapor a la nuclear. De los rayos solares a los láser. Del
transporte tirado por animales a los aviones supersónicos y las naves
espaciales. De la primitiva carabina a la bomba de neutrones. Del correo
a caballo a la televisión e Internet. Y al mismo tiempo, de las guerras
donde morían decenas de miles de combatientes, a los conflictos
mundiales, donde perdieron la vida millones de personas.
En el crisol del siglo XX, en sus
continuos cambios y transformaciones, en sus crisis y despegues, en los
cada vez más graves conflictos sociales y revoluciones, en las 2 guerras
mundiales y la epopeya cósmica, se forjó el nuevo hombre, que ha
entrado en el tercer milenio.
La época de Stalin.
Con Stalin identificamos las más
trágicas y grandes páginas de nuestra historia. La revolución y la ruina
provocada por la guerra civil y la intervención imperialista. La
presión del cerco capitalista y la amenaza constante de una nueva
invasión. El combate a muerte con el fascismo, que se llevó por delante
la vida de 27 millones de ciudadanos soviéticos y las inimaginables
dificultades para levantar la economía. La posterior guerra fría y otras
muchas cosas; todo esto dejó sin duda su huella en el destino y en la
imagen de nuestro país, en el carácter de su pueblo. Sentó las bases de
la firmeza y a menudo de la crueldad del aparato estatal, de sus
variaciones en el terreno ideológico y político.
Por todo esto, el que busque
respuestas simples y unidireccionales en el análisis de la época de
Stalin, está condenado a equivocarse. En el estudio de la figura de
Stalin solo es valida la aplicación del método dialéctico.
Hay fundamentos para asegurar, que
la personalidad de Stalin es equiparable a las más grandes figuras del
Renacimiento, una época que al igual que el siglo pasado, supuso la
irrupción de la humanidad en una nueva espiral del desarrollo histórico.
De pies a cabeza, fue un hombre de
su tiempo. Stalin reunía todos sus rasgos diferenciadores: Una
irrefrenable aspiración de avanzar y el lastre del pasado. Un alto
humanismo y la capacidad de no apreciar a las personas, a cambio del
éxito en lo principal. Un sincero desinterés por lo material y un
impetuoso encantamiento por el poder, que a veces le anulaba los demás
sentidos. La prudencia y el cuidado en muchos temas y las decisiones
repentinas, irreflexivas, que afectaban al destino de millones de
personas, y que luego tocaba corregir larga y dolorosamente. Todo esto
es Stalin.
Creador de una superpotencia.
Los resultados de la obra de
Stalin son de todos conocidos. En los primeros años del primer plan
quinquenal, por ejemplo, fue duplicado el potencial industrial de
nuestro país. La industria pesada pasó a ocupar el primer lugar. A la
órbita del proceso productivo fueron atraídas las regiones más lejanas y
atrasadas. Crecieron una multitud de nuevas ciudades y centros
industriales. Los viejos centros sufrieron transformaciones radicales. A
finales ya de los años treinta, se estaban construyendo en el país más
de 6000 nuevas empresas. En 1937, los nuevos centros industriales
suponían más del 80% de toda la producción industrial. A comienzos del
tercer plan quinquenal, la industria comenzó a ser rentable.
Como resultado de la industrialización, comenzó a transformarse radicalmente la cultura del trabajo de millones de personas.
A mediados del primer quinquenio
se acabó con el desempleo.
A comienzos de los años 40 el 80% de la
población estaba alfabetizada. Cientos de miles de jóvenes, salidos de
la clase obrera y campesina, pasaron por los institutos y centros de
formación profesional. Apareció una nueva intelectualidad.
A pesar de todas las dificultades
que acarreó la colectivización agraria, resurgió y se alzó el
campesinado ruso. Solo durante los años del segundo quinquenio, los
Koljoses recibieron más de 500.000 tractores, alrededor de 124.000
cosechadoras y más de 140.000 camiones. Solo en el periodo de 1928 a
1932, cinco millones de campesinos dominaron el uso de la maquinaria
agrícola. La gente del campo descubrió por primera vez lo que era el
tiempo libre. Lo que significaba la posibilidad de estudiar, aumentar su
nivel cultural, dedicarse a temas sociales.
Stalin y Maximo Gorki |
El sistema de racionamiento pasó a
ser un recuerdo del pasado. La creciente demanda de la gente en
productos de alimentación era cada vez mejor satisfecha. Los logros de
la cultura se pusieron al alcance de todos. Se crearon miles de
bibliotecas, se construyeron nuevos teatros, se abrieron museos.
La Constitución de la URSS poniendo broche de oro a este proceso creador, por primera vez en la historia, proclamó un completo sistema de nuevos derechos socialistas: derecho al trabajo, al descanso, a la educación superior, a la jubilación. Nunca en ningún lugar un documento había proclamado derechos parecidos.
Todos estos jalones del desarrollo
social de la época soviética producen en nuestros días una honda
impresión. Los acontecimientos del pasado aparecen hoy como ejemplos
claros, como faros del futuro, de un futuro por el que luchamos hoy los
comunistas en Rusia.
Estos hechos nos enseñan a ser
responsables. Tanto los comunistas como todas las fuerzas auténticamente
democráticas rusas, están obligados a aceptar su responsabilidad por el
destino del país.
El PCFR ya hace tiempo que declaró
que asume su responsabilidad por el pasado, presente y futuro de
nuestro gran país. Como decía Stalin: “Puesto que hemos llegado al poder
y hemos asumido la tarea de transformar el país, sobre la base del
socialismo, respondemos y debemos responder por todo, por lo malo y por
lo bueno”.
Los comunistas rusos asumimos esta responsabilidad.
Y ante todo la responsabilidad y
el reto de la restauración del sistema socialista en nuestro país. La
restauración de la Unión Soviética. La recuperación de una vida digna
para todos y cada uno. Por la recuperación del país en base a los
principios de justicia, poder popular, legalidad y orden.
Es aquí donde la experiencia de la
época de Stalin nos enseña mucho, de lo que debemos hacer precisamente
los comunistas para la consecución de estos grandes objetivos.
La herencia de Stalin
Como es lógico, a Stalin, como a cualquier otro personaje histórico no se le puede imitar. Stalin y su tiempo son irrepetibles. Es peligroso y perjudicial intentar simplemente copiar sus actuaciones. Es impensable adaptar mecánicamente las propuestas de Stalin y aplicarlas a la realidad de la vida contemporánea. Ha pasado mucho tiempo. El mundo es otro. Nuestro país tiene ahora que hacer frente en este cambio de milenio, a problemas desconocidos antes.
Hacer uso de la herencia de Stalin significa hoy no seguir ciegamente letra a letra el contenido de sus trabajos, el orden de sus actuaciones, sino comprender y utilizar aquella metodología, de la que el mismo se valía para acercarse a la experiencia de sus antecesores.
“No podemos exigir de los
clásicos del marxismo, separados de nuestro tiempo en 45-55 años, que
previesen todos y cada uno de los devaneos de la historia en cada país
concreto y en un futuro lejano. Sería ridículo exigirles que
desarrollasen para nosotros soluciones prefabricadas para hacer frente a
cualquier problema teórico que pudiese aparecer en un país determinado
dentro de 50-100 años, para poder permitirnos a los seguidores de esos
mismos clásicos del marxismo, poder descansar tranquilos y masticar
soluciones mágicas. Pero lo que si podemos y debemos exigir de los
marxistas-leninistas de nuestro tiempo, es que aprendan a interpretar la
experiencia de los clásicos, a concretar sus fundamentos básicos,
desarrollarlos y mejorarlos”. Stalin.-
Es así como lo veía Stalin. Es así como nosotros medio siglo después de su desaparición, no solo podemos, sino debemos actuar.
Escoger lo mejor de su
experiencia, significa ser un abnegado patriota, un patriota práctico,
defensor de las tradiciones populares, creador de lo nuevo y más
necesario para nuestro país.
A Stalin le definía su entrega a
la causa de la revolución y del socialismo. Todo su empeño estaba puesto
en la construcción del estado soviético. Destacó por su firmeza en la
defensa de los intereses nacionales en la arena internacional, por su
talento militar. Poseía una voluntad de acero y una decisión
inquebrantable de ver cumplidos sus objetivos, para lo que no dudaba en
someter a todos sin compasión.
Stalin infundía el entusiasmo en
los que le rodeaban, el deseo ardiente de avanzar, de superar todas las
dificultades, de vencer. Se distinguía por su sentido de la disciplina, y
la clara comprensión de su responsabilidad personal.
No es casualidad que Lenin lo
tuviese en tan alta estima.
A menudo para ocupar puestos de
responsabilidad no veía capaz a ningún otro candidato “aparte del camarada Stalin”.
Un ejemplo lo encontramos cuando se discutía sobre el Comisariado
Popular de las Nacionalidades, y cuando se creó el “RABKRIN” (Inspección
obrera y campesina): “Es una tarea gigantesca-señalaba Lenin-para
saber como afrontarla, al frente debe haber una persona con autoridad,
de otro modo fracasaremos, enfangados en pequeñas intrigas”.
Fue precisamente a propuesta de Lenin, que Stalin asumiese la secretaría general del CC del partido bolchevique en 1922.
La prueba del poder
Seguir el ejemplo de Stalin significa ante todo comprender su época, la esencia de las fuerzas sociales y políticas que interactuaban, la naturaleza del poder.
Es así como actuamos los comunistas de hoy, de la Rusia actual, cuando le decimos al pueblo que los órganos democrático- burgueses de poder creados en la última década no son sino un decorado, encargados de ocultar el férreo régimen autoritario que se ha impuesto en el país. Cuando les explicamos, que a Rusia en la nueva distribución de fuerzas mundial, se le ha asignado el papel de donante de materias primas, con las que mantener el bienestar de esa pequeña parte de la población de la Tierra, de ese “anillo dorado” habitado por mil millones de personas, de los países desarrollados, que encabezan los EE.UU y sus aliados de la OTAN.
Consideramos que al actual gobierno ruso, le es perfectamente aplicable la definición de gobiernos burgueses dada por Stalin: “…
La composición del gobierno viene determinada y sus acciones
controladas por las grandes corporaciones financieras. Todo el mundo
sabe, que no hay ningún país capitalista donde se pueda formar gobierno
contra la voluntad de los peces gordos, representantes de los grupos de
presión económica: les basta con un poco de presión financiera y los
ministros salen zumbando. Este es el control real de los bancos sobre
los gobiernos, frente al control aparente de los parlamentos”. Stalin
¿Acaso no es este el retrato fiel de todos los gabinetes de ministros de la era de Yeltsin y Putin?
Por
desgracia a la par de gobiernos como esos, podemos poner al parlamento
ruso (Duma), que en su aspecto actual compone un todo orgánico con el
gabinete de ministros. Solo podemos darle la razón a Stalin cuando
escribía:
“La Duma es un parlamento bastardo. De palabra podrá tener un
peso decisivo, pero en realidad no es sino un órgano consultivo…”
Es
precisamente ese tipo de Duma el que el actual gobierno ruso pretende
moldear, durante toda la etapa postsoviética. Es precisamente a esta
degeneración de parlamentarismo, a la que tozudamente nos oponemos.
Especial importancia en relación
con esto tiene la elección de candidatos a diputados. La asunción de una
responsabilidad real del diputado ante sus electores. El derecho de los
ciudadanos a poder revocar a los parlamentarios que no cumplan sus
promesas y el mandato de los electores.
Pensamos
que es imprescindible luchar contra ese tipo de legislador, a los que
furiosamente criticaba Stalin y que en nuestros días ya han tenido
tiempo de provocar el desprecio del pueblo.
Stalin decía: “Mientras
están en campaña electoral los diputados juegan con los electores, les
hacen carantoñas, les juran fidelidad, les hacen un montón de promesas…
una vez que han pasado las elecciones y los candidatos ya son diputados,
las relaciones cambian de raíz…Hasta la nueva convocatoria de
elecciones, el diputado se siente completamente libre, independiente del
pueblo, de sus electores. Se puede convertir en un tránsfuga, puede
pasar del camino correcto al incorrecto, puede tomar parte en todo tipo
de maquinaciones innecesarias, puede dar todas las volteretas que
quiera, porque es independiente ¿Podemos considerar estas relaciones
normales? En ningún caso camaradas.” Como nos resulta esto familiar, a los que ejercemos como firme oposición a la actual élite del partido del poder.
De
esta variedad de enfermedad parlamentaria, se contagian algunos de
nuestros camaradas. Algunos de ellos no han soportado la presión que
ejercen los poderosos. No resistieron la tentación de una vida tranquila
y cubierta en un país moribundo y arruinado y se pasaron el bando de
los destructores. En situaciones parecidas intentamos hacerles ver la
realidad, explicándoles, criticándoles. A algunos los tuvimos que
expulsar del Partido y de nuestro grupo parlamentario.
Seamos
realistas: Este tipo de comunista “laqueado” como los denominaba
Stalin, seguirá apareciendo en nuestras filas. Tenía razón Stalin cuando
aseguraba:
“Aquí en Rusia también está teniendo lugar el proceso de decadencia de cierto tipo de literato y antiguo”jefe”.
El proceso de agudiza en los periodos de crisis revolucionarias, y se
ralentiza en los momentos de reunión de fuerzas, pero es algo que se ha
dado siempre.”
Hoy
la sociedad rusa se encamina hacia una nueva etapa de agudización de la
crisis. Y tenemos que estar preparados para ver todos estos fenómenos y
pérdidas, para asistir a cambios radicales en la vida del país.
Gente como esa una vez si y otra también, van a “refunfuñar,
eludiendo la autocrítica. De nuevo esa maldita autocrítica, ese sacar
afuera nuestros defectos. ¿Acaso no podemos vivir tranquilos?”
No, ni ellos pueden, ni nosotros podemos tener una vida tranquila.
El
Partido debe luchar por cada comunista, por cada parlamentario,
impidiendo que se dejen recubrir por ese barniz del que hablaba Stalin.
Haremos
todo lo posible para no permitir en nuestras filas el espíritu del
trotskismo, o lo que es lo mismo, los intentos de determinados
activistas engreídos, que se sienten superiores, “superhombres, por
encima del CC, de sus leyes, de sus decisiones, dando de este modo la
excusa a determinada parte del partido de hacer un trabajo de desgaste
que haga perder la confianza en ese mismo CC”. Este es el trabajo
que están haciendo, con la bendición de las altas esferas del Kremlin, y
cada vez más activamente. El poder hará todo lo que esté en su mano
para crear, en el lenguaje de Stalin, una situación,
“cuando un grupo
de miembros del partido espera a los órganos centrales del partido en un
callejón, para sacar partido de las dificultades, para luego aparecer
de repente de una esquina, tendernos una emboscada y golpearnos en la
cabeza”.
No
se le puede negar a Yosif Vissarionovich el talento para describir
gráficamente una situación y caracterizar las acciones del contrario.
Los
comunistas rusos harán todo lo posible para no llegar a situaciones
como las descritas. Ya hemos aprendido desde las primeras etapas a
reconocer los síntomas de semejante “enfermedad” y adoptar las medidas
necesarias.
El legado político de Stalin
En
adelante al partido, como a todo el país, le esperan las más serias
pruebas. El PCFR esta preparado para la lucha por el poder. Contamos con
todo lo necesario para esta tarea: cuadros, ideología, programa de
acción, estructuras organizativas. Al mismo tiempo los comunistas rusos
estamos lejos del “juego por la toma de poder” que criticaba
Stalin, polemizando con Trotsky. El PCFR se enfrenta a la lucha por el
poder, como se enfrenta al trabajo diario, dándose perfecta cuenta de
las etapas y los métodos de lucha, de sus objetivos finales.
Y en este punto estamos obligados a dirigir nuestra atención sobre lo que se puede considerar legado político de Stalin.
En
primer lugar, hablamos de la obligación de los comunistas de encabezar
la lucha por la democracia. Nadie excepto nosotros lo va a hacer. Nadie
está capacitado.
“Antes
la burguesía se permitía jugar a los liberales, defendía las libertades
democrático-burguesas y se creaba popularidad en el pueblo, - decía
Stalin.- Ahora del liberalismo no ha quedado ni huella… ha sido
pisoteado el principio de igualdad de la gente y de las naciones… la
bandera de las libertades democrático-burguesas ha sido arrojada por la
borda. Pienso que esa bandera os tocará recogerla a vosotros,
representantes de los partidos comunistas y democráticos, llevarla hacia
delante, agrupando a su alrededor a la mayoría del pueblo…”
En
segundo lugar está la defensa de los intereses de estado y nacionales
de Rusia, la misión nacional-libertadora de los comunistas.
Unificar
la lucha por la auténtica democracia y el poder popular con la idea
nacional, con las tradiciones populares, con la lucha nacional
libertadora esta es la tarea que nos dejó a los otros los comunistas
Stalin. Y esta es la tarea que tratamos hoy de decidir, situándonos a la
vanguardia del más amplio movimiento patriótico, del único capaz de
salvar a Rusia en esta hora de prueba mortal.
A
los comunistas nos toca actuar en condiciones extremadamente
complicadas. Los “coloretes” que de las libertades democráticas con el
que se había maquillado el partido del poder, en su camino hacia la
dirección del estado, hace tiempo que se ha borrado y ha desaparecido.
Ya no lo necesitan. Ha pasado a ser un obstáculo irritante. Un año más
la sociedad rusa se balancea en la resbaladiza frontera de su caída
definitiva en al autoritarismo, en ese estado, que hemos dado en llamar
fascismo liberal.
Los
intentos de aplastar o domesticar a la oposición, se suceden uno tras
otro. La inventiva de los maestros del Kremlin en cuanto a provocaciones
e intrigas rupturistas en las filas del PCFR, no conoce límites. Les
envidiarían los más destacados intrigantes de épocas lejanas y no tan
lejanas.
Y
a pesar de todo el PCFR se afianza hoy como líder político y moral de
la sociedad rusa.
Se desarrolla el proceso del que hablaba Stalin, con su particular inclinación a trazar paralelismos históricos:
Se desarrolla el proceso del que hablaba Stalin, con su particular inclinación a trazar paralelismos históricos:
” si
antiguamente al cristianismo se le consideraba la tabla de salvación
entre los esclavos oprimidos y explotados del vasto imperio romano, hoy
todo parece indicar, que el socialismo puede servir (y ya ha comenzado a
hacerlo) como bandera de liberación de las masas de multitud de estados
coloniales del imperialismo”. Stalin
Rusia
se ha convertido hoy en una colonia de la que extraer materias primas,
para la que la perspectiva socialista, representa la única estrella guía
hacia la salvación. Nuestro país ha sido y lo continúa siendo, la
esperanza de los pueblos, contra los que la maquinaria de guerra
americana y los actuales globalistas están prestos para desencadenar
nuevas aventuras bélicas.
Los cuadros de nuevo deciden todo.
En
el PCFR está entrando gente de lo más diversa. Hay jóvenes,
científicos, representantes de la “clase media”, gente en la edad más
activa. Nos rejuvenecemos, fortalecemos, renovamos.
Aprender
a trabajar políticamente con los nuevos partidarios, atraerlos, oír su
voz, es una de nuestras principales tareas. El partido debe ser para
ellos, no solo el portador de las ideas justas. Estamos obligados a
resultar atractivos para los que nos rodean. Necesitamos acercar a
nuestras filas a la mayor cantidad posible de gente, no solo atraídas
por motivaciones ideológicas elevadas, sino por la simple curiosidad
vital.
Stalin explicaba:
“en
esta curiosidad del pueblo se encierra uno de los principales peligros
para el poder: el curioso de hoy, mañana como manifestante reunirá a su
alrededor a nuevos grupos de curiosos”
Hoy
encontramos decenas de miles de curiosos en cada ciudad importante: Los
comunistas deben aprender a estar juntos y unidos con la gente en cada
asunto, por nimio que parezca. Tenemos que ser uno de los suyos para esa
decisiva mayoría de la nación.
Solo
así podremos hacer frente con la eficacia debida, a todo ese río de
mentiras y descalificaciones que vomitan los medios de comunicación en
nuestra dirección, a ese silencio sepulcral con el que dan cobertura a
nuestras actividades y propuestas, en los principales medios, afectos al
régimen.
Como
es lógico no vamos a lograr todo esto de golpe. Son inevitables las
equivocaciones, las derrotas y los errores de cálculo. Nuestros
predecesores no se amilanaban ante las dificultades. “Estudiar,
apretando los dientes, sin temor de que nuestros enemigos se rían de
nosotros, de nuestra ignorancia, de nuestro retraso”. Otro consejo más de Stalin, que cogemos como munición.
Lo principal aquí es no temer el descubrir y dejar a la luz nuestras debilidades. Apoyarse en la gente, dijo Stalin que “ debemos organizar
valiéndonos de la crítica y la autocrítica de nuestras carencias, una
amplia opinión pública del partido, de la clase obrera, un control moral
alerta y vivo, cuya voz deberán acatar los responsables, si quieren
seguir contando con la confianza del partido y la clase obrera”.
Este consejo de Stalin es plenamente actual para nosotros. Especialmente en lo tocante a la política de cuadros.
Este consejo de Stalin es plenamente actual para nosotros. Especialmente en lo tocante a la política de cuadros.
Incluso
la victoria en las elecciones y la creación de un gobierno que
defendiese los intereses nacionales, no significaría que en la práctica
habríamos tomado el poder, si ese poder no se encuentra respaldado por
cuadros bien preparados. Por unos cuadros capaces de darlo todo por
Rusia. Nosotros con nuestros predecesores, debemos decir:
Los cuadros deciden y decidirán todo.
“Necesitamos…
especialistas en el metal, en la industria textil, en el sector
energético, químico, agrícola, en el transporte, en el comercio, la
contabilidad etc, etc. Necesitamos ahora grupos enteros, cientos, miles
de nuevos cuadros, capaces de ser la cabeza visible en todos los campos
del conocimiento. Sin esto no tiene sentido hablar de los tiempos de
desarrollo de la construcción socialista de nuestro país.” Stalin
Debemos
abordar sin demora la resolución de este problema, para que no nos coja
de sorpresa en el futuro. Tanto más ahora que la campaña electoral nos
ofrece la posibilidad de darnos a conocer ante un amplio círculo de
personas.
En el filo de la política nacional
Y
por supuesto la cuestión nacional, cuya alma es y será el problema
ruso. Pues
“…la cuestión nacional en épocas diferentes sirve a intereses
distintos, y adquiere distintas particularidades, dependiendo de cual
sea la clase social y el momento en que la aborde.” Stalin
En la Rusia actual
el pueblo ruso no es solamente el pueblo conformador del estado. Es
precisamente él, en su mayoría un pueblo proletario, compuesto por la
clase trabajadora, la más expuesta a la explotación y humillación. Como
defensor de las clases trabajadoras el PCFR, no puede no defender sus
intereses como punta de lanza de su actividad.
El problema de las interrelaciones de Stalin con el pueblo ruso siempre fue clave en su herencia.
Es
muy conocido el brindis que pronunció “¡por el pueblo ruso!” tras la
victoria sobre la Alemania fascista. Sin embargo representó la cima, y la
culminación de una de las etapas, en el arduo y largo trabajo de Stalin
por el resurgimiento del pueblo ruso como núcleo del estado Soviético.
Este fue un trabajo muy complicado.
También
podríamos traer a colación otro brindis, que recuerdan los testigos,
pero que han olvidado los historiadores y publicistas, pronunciado en
junio de 1933: “Brindemos por la nación soviética, por el maravilloso pueblo ruso”.
Para decir esto en aquella época cuando en las influyentes esferas de
la sociedad soviética se continuaba interpretando los conceptos
“patria”, “patriotismo” como resto del “mundo de los fantasmas
prerrevolucionarios del pasado”, se requería una gran valentía y
perspicacia.
Stalin
fue consecutivamente rompiendo las capas de rusofobia, que se habían
formado, no solamente después de Octubre, sino en los dos siglos
precedentes.
E hizo esto con el simbolismo que le caracterizaba. “En cierta ocasión dije a Lenin que el pueblo ruso era el mejor, el más soviético.”
Él
no ocultaba el objetivo político de su trabajo. “En el pasado el pueblo
ruso coleccionaba pueblos. Ahora también los ha comenzado a reunir”.
Creo
que en más de una ocasión, en los tiempos duros, la gente sencilla de
la destruida URSS se habrá acordado del “hermano mayor” ruso,
ridiculizado, expulsado, insultado. De ese hermano, que de acuerdo con
la política de la época de Stalin, utilizaba su posición de ventaja en
la familia de las republicas soviéticas hermanas, iguales,… ante todo
para ayudar a levantarse, a encaminar su desarrollo, a aquellos pueblos
que más habían sufrido el yugo zarista, y que habían quedado más
retrasados en el desarrollo económico y cultural. ¿Acaso ha caído en el
olvido la predestinación histórica de los rusos? No lo creo. El estado
unificado, creado por Stalin, resurgirá. Y renacerá entorno a la nación
rusa.
Ese
momento ha llegado. Y nosotros comunistas de Rusia, decimos
abiertamente: no será feliz, igual en derechos, el pueblo ruso. No habrá
justicia ni igualdad ni felicidad para ninguno de los pueblos de Rusia.
El renacimiento del espíritu ruso en la política estatal, es mérito
histórico de Stalin.
Yosif
Visarionovich Stalin entregó sin reservas a nuestro estado todo su
enorme talento, su energía inagotable, su gigantesca fuerza de voluntad.
Bajo su mando el país de los Soviets se convirtió en una potencia
mundial. Logró una gran victoria. Stalin creía en nuestro pueblo. Y el
pueblo creía en él. Estuvo dispuesto a realizar un trabajo creador y
sacrificado en aras de un futuro feliz. Con Stalin nuestra gente sintió
su fuerza, creyeron en sus posibilidades, demostraron una capacidad
única de alcanzar los más altos objetivos, con un paso victorioso.
Nosotros podemos y debemos servirnos de su herencia, aplicarla a
nuestros días y a nuestras tareas actuales.
Fuente: Kampuchea Democratika/PrensaPopularSolidaria
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